Diferencia entre revisiones de «Francisco Rabal»

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==Síntesis Biográfica ==
 
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  Nacido en Águilas, Murcia, el 8 de marzo de 1926, Rabal creció en un ambiente humilde. A la edad de diez años, llegó a la ciudad de Madrid, sumida por aquel entonces en la tragedia de la guerra. Superando los más diversos escollos, el muchacho tuvo que trabajar desde muy pronto en los más variados oficios.
 
  Nacido en Águilas, Murcia, el 8 de marzo de 1926, Rabal creció en un ambiente humilde. A la edad de diez años, llegó a la ciudad de Madrid, sumida por aquel entonces en la tragedia de la guerra. Superando los más diversos escollos, el muchacho tuvo que trabajar desde muy pronto en los más variados oficios.
 
Un poco por casualidad, pasó de ser vendedor ambulante a emplearse como aprendiz de carpintero en los Estudios Chamartín, uno de los principales centros cinematográficos de la capital. Pasó luego a participar como electricista en los rodajes, pero su aspecto físico, de notable galanura, le permitió convertirse en actor.
 
Un poco por casualidad, pasó de ser vendedor ambulante a emplearse como aprendiz de carpintero en los Estudios Chamartín, uno de los principales centros cinematográficos de la capital. Pasó luego a participar como electricista en los rodajes, pero su aspecto físico, de notable galanura, le permitió convertirse en actor.
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La pródiga (1946), de Rafael Gil, fue su primera película. A continuación, le llegaron nuevas oportunidades: El crimen de Pepe Conde (1946) y Alhucemas (1947), ambas de José López Rubio; y La honradez de la cerradura (1950), de Luis Escobar.
 
La pródiga (1946), de Rafael Gil, fue su primera película. A continuación, le llegaron nuevas oportunidades: El crimen de Pepe Conde (1946) y Alhucemas (1947), ambas de José López Rubio; y La honradez de la cerradura (1950), de Luis Escobar.
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El primer largometraje donde fue destacada su presencia en la cartelera fue Hay un camino a la derecha (1953), de Francisco Rovira Beleta.
 
El primer largometraje donde fue destacada su presencia en la cartelera fue Hay un camino a la derecha (1953), de Francisco Rovira Beleta.
 
Acaso en ese punto se sitúa su definitivo ascenso hacia la fama, que se incrementó tras los estrenos de La pícara molinera (1954), de León Klimovsky; Historias de la radio (1955), de José Luis Sáenz de Heredia; Amanecer en Puerta Oscura (1957), de José María Forqué; Los clarines del miedo (1958), de Antonio Román; y Llanto por un bandido (1963), de Carlos Saura.
 
Acaso en ese punto se sitúa su definitivo ascenso hacia la fama, que se incrementó tras los estrenos de La pícara molinera (1954), de León Klimovsky; Historias de la radio (1955), de José Luis Sáenz de Heredia; Amanecer en Puerta Oscura (1957), de José María Forqué; Los clarines del miedo (1958), de Antonio Román; y Llanto por un bandido (1963), de Carlos Saura.
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En el terreno familiar, no ha de olvidarse que en 1951 contrajo matrimonio con Asunción Balaguer. De esta unión, tan intensa como feliz, nacieron la actriz Teresa Rabal y el director de cine Benito Rabal.
 
En el terreno familiar, no ha de olvidarse que en 1951 contrajo matrimonio con Asunción Balaguer. De esta unión, tan intensa como feliz, nacieron la actriz Teresa Rabal y el director de cine Benito Rabal.
 
Su aspecto varonil, muy rotundo, llamó la atención de los productores italianos. De ahí que Francisco Rabal participase en proyectos tan interesantes como Prisionero del mar (La grande strada azzurra, 1954), de Gillo Pontecorvo; El eclipse (L’eclisse, 1961), de Michelangelo Antonioni; y Las brujas (Le streghe, 1966), en el episodio dirigido por Luchino Visconti. Este ensanche de su perspectiva profesional también se dio en Francia, donde rodó María Chantal contra el doctor Kha (Marie Chantal contre le docteur Kha, 1965), de Claude Chabrol.
 
Su aspecto varonil, muy rotundo, llamó la atención de los productores italianos. De ahí que Francisco Rabal participase en proyectos tan interesantes como Prisionero del mar (La grande strada azzurra, 1954), de Gillo Pontecorvo; El eclipse (L’eclisse, 1961), de Michelangelo Antonioni; y Las brujas (Le streghe, 1966), en el episodio dirigido por Luchino Visconti. Este ensanche de su perspectiva profesional también se dio en Francia, donde rodó María Chantal contra el doctor Kha (Marie Chantal contre le docteur Kha, 1965), de Claude Chabrol.
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No obstante, dada la índole de nuestro recorrido virtual, conviene insistir en los filmes de tema iberoamericano que concurren en la filmografía de Rabal.
 
No obstante, dada la índole de nuestro recorrido virtual, conviene insistir en los filmes de tema iberoamericano que concurren en la filmografía de Rabal.
 
Piénsese en tres títulos significativos: El último rey de los incas (1966), de Georg Marischka; El Che Guevara (1968), de Paolo Heusch; y Simón Bolívar (1968), de Alessandro Blasetti. Sin duda, tres aportaciones que recorren, desde la ficción, líneas principales de la historia de América.
 
Piénsese en tres títulos significativos: El último rey de los incas (1966), de Georg Marischka; El Che Guevara (1968), de Paolo Heusch; y Simón Bolívar (1968), de Alessandro Blasetti. Sin duda, tres aportaciones que recorren, desde la ficción, líneas principales de la historia de América.
 
Francisco Rabal siempre ha mostrado el cariño intenso que profesó a Luis Buñuel, su director en Nazarín (1958), y además responsable de su primer viaje profesional a México, un país donde rodó, entre otras películas, Azahares rojos (1960), de Alfredo B. Crevenna; y Fabricantes de pánico (1979), de René Cardona Jr.
 
Francisco Rabal siempre ha mostrado el cariño intenso que profesó a Luis Buñuel, su director en Nazarín (1958), y además responsable de su primer viaje profesional a México, un país donde rodó, entre otras películas, Azahares rojos (1960), de Alfredo B. Crevenna; y Fabricantes de pánico (1979), de René Cardona Jr.
 
Siguiendo la vía de ultramar, Francisco Rabal filmó en Argentina La mano en la trampa (1961) y Setenta veces siete (1961), a las órdenes de Leopoldo Torre Nilsson. Asimismo, llegó a Brasil, donde el prestigioso cineasta Glauber Rocha guió su trabajo en Cabezas cortadas (1970).
 
Siguiendo la vía de ultramar, Francisco Rabal filmó en Argentina La mano en la trampa (1961) y Setenta veces siete (1961), a las órdenes de Leopoldo Torre Nilsson. Asimismo, llegó a Brasil, donde el prestigioso cineasta Glauber Rocha guió su trabajo en Cabezas cortadas (1970).
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Aparte de otros largometrajes dirigidos por Buñuel, como Viridiana (1961) y Bella de día (Belle de jour, 1966), la filmografía de Rabal incluye obras de fama internacional, entre las cuales citaremos Il deserto dei tartari (1976), de Valerio Zurlini; y Así como eres (Cosi come sei, 1978), de Alberto Lattuada.
 
Aparte de otros largometrajes dirigidos por Buñuel, como Viridiana (1961) y Bella de día (Belle de jour, 1966), la filmografía de Rabal incluye obras de fama internacional, entre las cuales citaremos Il deserto dei tartari (1976), de Valerio Zurlini; y Así como eres (Cosi come sei, 1978), de Alberto Lattuada.
 
Todo ello sin dejar de lado una extensa labor en el cine español, como protagonista de filmes muy notables, formado una lista en la que se subrayan Tormento (1974), de Pedro Olea; Las bodas de Blanca (1975), de Francisco Regueiro; Las largas vacaciones del 36 (1976), de Jaime Camino; La colmena (1982), de Mario Camus; Truhanes (1983), de Miguel Hermoso; y Epílogo (1983), de Gonzalo Suárez.
 
Todo ello sin dejar de lado una extensa labor en el cine español, como protagonista de filmes muy notables, formado una lista en la que se subrayan Tormento (1974), de Pedro Olea; Las bodas de Blanca (1975), de Francisco Regueiro; Las largas vacaciones del 36 (1976), de Jaime Camino; La colmena (1982), de Mario Camus; Truhanes (1983), de Miguel Hermoso; y Epílogo (1983), de Gonzalo Suárez.
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Galardonado con un Premio Nacional de Cinematografía y con el Premio al Mejor Actor en Cannes, junto a Alfredo Landa, por Los santos inocentes (1984), de Mario Camus, Francisco Rabal ha pasado a formar parte de la mitología cinematográfica española. Ya veterano, su intervención en El disputado voto del señor Cayo (1986), de Antonio Giménez Rico, y Divinas palabras (1987), de José Luis García Sánchez, revela un oficio profundo, sugerente y denso, sobre todo si se compara con su primera etapa de galán.
 
Galardonado con un Premio Nacional de Cinematografía y con el Premio al Mejor Actor en Cannes, junto a Alfredo Landa, por Los santos inocentes (1984), de Mario Camus, Francisco Rabal ha pasado a formar parte de la mitología cinematográfica española. Ya veterano, su intervención en El disputado voto del señor Cayo (1986), de Antonio Giménez Rico, y Divinas palabras (1987), de José Luis García Sánchez, revela un oficio profundo, sugerente y denso, sobre todo si se compara con su primera etapa de galán.
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Hombre de intensas convicciones políticas, generoso y tierno, Rabal ha pasado a ser admirado por sus compañeros, conscientes de su incomparable trayectoria, dentro y fuera de España.
 
Hombre de intensas convicciones políticas, generoso y tierno, Rabal ha pasado a ser admirado por sus compañeros, conscientes de su incomparable trayectoria, dentro y fuera de España.
 
Quiero cerrar este perfil con el recuerdo de su amor por todo lo iberoamericano. Un aprecio que se plasma, muy sensiblemente, en sus últimas interpretaciones. Es posible comprobarlo en Barroco (1989), de Paul Leduc; o en Edipo alcalde (1995), el filme de Jorge Ali Triana escrito por Gabriel García Márquez.
 
Quiero cerrar este perfil con el recuerdo de su amor por todo lo iberoamericano. Un aprecio que se plasma, muy sensiblemente, en sus últimas interpretaciones. Es posible comprobarlo en Barroco (1989), de Paul Leduc; o en Edipo alcalde (1995), el filme de Jorge Ali Triana escrito por Gabriel García Márquez.
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Homenajeando a Buñuel, brota esa misma sensibilidad en El evangelio de las maravillas (1998), del mexicano Arturo Ripstein; y por supuesto en Goya en Burdeos (2000), de Carlos Saura, donde el actor interpretó al pintor imitando la voz y ademanes del genial cineasta aragonés.
 
Homenajeando a Buñuel, brota esa misma sensibilidad en El evangelio de las maravillas (1998), del mexicano Arturo Ripstein; y por supuesto en Goya en Burdeos (2000), de Carlos Saura, donde el actor interpretó al pintor imitando la voz y ademanes del genial cineasta aragonés.
 
Finalmente, si en Divertimento (2000), de José García Hernández, Rabal compartía cartelera con el argentino Federico Luppi, en Las noches de Constantinopla (2001), del cubano Orlando Rojas, lo hace con su nieto Liberto Rabal. Y es que esta última comedia, rodada en La Habana, expresa con total claridad el afecto que Rabal sintió hacia Cuba y, por extensión, hacia toda Hispanoamérica.
 
Finalmente, si en Divertimento (2000), de José García Hernández, Rabal compartía cartelera con el argentino Federico Luppi, en Las noches de Constantinopla (2001), del cubano Orlando Rojas, lo hace con su nieto Liberto Rabal. Y es que esta última comedia, rodada en La Habana, expresa con total claridad el afecto que Rabal sintió hacia Cuba y, por extensión, hacia toda Hispanoamérica.

Revisión del 15:25 11 mar 2011

{{nombre = Francisco Rabal |nombre completo = Francisco Rabal Valera |otros nombres = Paco Rabal |imagen = |descripción = |fecha de nacimiento =8 de Marzo de 1926 |lugar de nacimiento = Aguilas Murcia Bandera de España España |fecha de fallecimiento = 29 de Agosto de 2001 |lugar de fallecimiento = Burdeos Bandera de Francia Francia

Síntesis Biográfica

Nacido en Águilas, Murcia, el 8 de marzo de 1926, Rabal creció en un ambiente humilde. A la edad de diez años, llegó a la ciudad de Madrid, sumida por aquel entonces en la tragedia de la guerra. Superando los más diversos escollos, el muchacho tuvo que trabajar desde muy pronto en los más variados oficios.

Un poco por casualidad, pasó de ser vendedor ambulante a emplearse como aprendiz de carpintero en los Estudios Chamartín, uno de los principales centros cinematográficos de la capital. Pasó luego a participar como electricista en los rodajes, pero su aspecto físico, de notable galanura, le permitió convertirse en actor.

La pródiga (1946), de Rafael Gil, fue su primera película. A continuación, le llegaron nuevas oportunidades: El crimen de Pepe Conde (1946) y Alhucemas (1947), ambas de José López Rubio; y La honradez de la cerradura (1950), de Luis Escobar.

El primer largometraje donde fue destacada su presencia en la cartelera fue Hay un camino a la derecha (1953), de Francisco Rovira Beleta. Acaso en ese punto se sitúa su definitivo ascenso hacia la fama, que se incrementó tras los estrenos de La pícara molinera (1954), de León Klimovsky; Historias de la radio (1955), de José Luis Sáenz de Heredia; Amanecer en Puerta Oscura (1957), de José María Forqué; Los clarines del miedo (1958), de Antonio Román; y Llanto por un bandido (1963), de Carlos Saura.

En el terreno familiar, no ha de olvidarse que en 1951 contrajo matrimonio con Asunción Balaguer. De esta unión, tan intensa como feliz, nacieron la actriz Teresa Rabal y el director de cine Benito Rabal. Su aspecto varonil, muy rotundo, llamó la atención de los productores italianos. De ahí que Francisco Rabal participase en proyectos tan interesantes como Prisionero del mar (La grande strada azzurra, 1954), de Gillo Pontecorvo; El eclipse (L’eclisse, 1961), de Michelangelo Antonioni; y Las brujas (Le streghe, 1966), en el episodio dirigido por Luchino Visconti. Este ensanche de su perspectiva profesional también se dio en Francia, donde rodó María Chantal contra el doctor Kha (Marie Chantal contre le docteur Kha, 1965), de Claude Chabrol.

No obstante, dada la índole de nuestro recorrido virtual, conviene insistir en los filmes de tema iberoamericano que concurren en la filmografía de Rabal. Piénsese en tres títulos significativos: El último rey de los incas (1966), de Georg Marischka; El Che Guevara (1968), de Paolo Heusch; y Simón Bolívar (1968), de Alessandro Blasetti. Sin duda, tres aportaciones que recorren, desde la ficción, líneas principales de la historia de América. Francisco Rabal siempre ha mostrado el cariño intenso que profesó a Luis Buñuel, su director en Nazarín (1958), y además responsable de su primer viaje profesional a México, un país donde rodó, entre otras películas, Azahares rojos (1960), de Alfredo B. Crevenna; y Fabricantes de pánico (1979), de René Cardona Jr. Siguiendo la vía de ultramar, Francisco Rabal filmó en Argentina La mano en la trampa (1961) y Setenta veces siete (1961), a las órdenes de Leopoldo Torre Nilsson. Asimismo, llegó a Brasil, donde el prestigioso cineasta Glauber Rocha guió su trabajo en Cabezas cortadas (1970).

Aparte de otros largometrajes dirigidos por Buñuel, como Viridiana (1961) y Bella de día (Belle de jour, 1966), la filmografía de Rabal incluye obras de fama internacional, entre las cuales citaremos Il deserto dei tartari (1976), de Valerio Zurlini; y Así como eres (Cosi come sei, 1978), de Alberto Lattuada. Todo ello sin dejar de lado una extensa labor en el cine español, como protagonista de filmes muy notables, formado una lista en la que se subrayan Tormento (1974), de Pedro Olea; Las bodas de Blanca (1975), de Francisco Regueiro; Las largas vacaciones del 36 (1976), de Jaime Camino; La colmena (1982), de Mario Camus; Truhanes (1983), de Miguel Hermoso; y Epílogo (1983), de Gonzalo Suárez.

Galardonado con un Premio Nacional de Cinematografía y con el Premio al Mejor Actor en Cannes, junto a Alfredo Landa, por Los santos inocentes (1984), de Mario Camus, Francisco Rabal ha pasado a formar parte de la mitología cinematográfica española. Ya veterano, su intervención en El disputado voto del señor Cayo (1986), de Antonio Giménez Rico, y Divinas palabras (1987), de José Luis García Sánchez, revela un oficio profundo, sugerente y denso, sobre todo si se compara con su primera etapa de galán.

Hombre de intensas convicciones políticas, generoso y tierno, Rabal ha pasado a ser admirado por sus compañeros, conscientes de su incomparable trayectoria, dentro y fuera de España. Quiero cerrar este perfil con el recuerdo de su amor por todo lo iberoamericano. Un aprecio que se plasma, muy sensiblemente, en sus últimas interpretaciones. Es posible comprobarlo en Barroco (1989), de Paul Leduc; o en Edipo alcalde (1995), el filme de Jorge Ali Triana escrito por Gabriel García Márquez.

Homenajeando a Buñuel, brota esa misma sensibilidad en El evangelio de las maravillas (1998), del mexicano Arturo Ripstein; y por supuesto en Goya en Burdeos (2000), de Carlos Saura, donde el actor interpretó al pintor imitando la voz y ademanes del genial cineasta aragonés. Finalmente, si en Divertimento (2000), de José García Hernández, Rabal compartía cartelera con el argentino Federico Luppi, en Las noches de Constantinopla (2001), del cubano Orlando Rojas, lo hace con su nieto Liberto Rabal. Y es que esta última comedia, rodada en La Habana, expresa con total claridad el afecto que Rabal sintió hacia Cuba y, por extensión, hacia toda Hispanoamérica. El actor murió el 29 de agosto de 2001. Expresando el afecto que por él sentían, sus compañeros organizaron diversos homenajes tras su desaparición.

Filmes

  • La pródiga (1946), de Rafael Gil
  • El crimen de Pepe Conde (1946)
  • Alhucemas (1947), ambas de José López Rubio
  • Hay un camino a la derecha (1953), de Francisco Rovira Beleta

Fuentes

  • Centro Virtual Cervantes (www.cvc.cervantes.es), portal en la red creado y mantenido por el Instituto Cervantes