Diferencia entre revisiones de «Hotel E Velasco»
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=== Viajantes foráneos hospedados en el Hotel === | === Viajantes foráneos hospedados en el Hotel === | ||
Revisión del 12:34 25 may 2012
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Sumario
Reseña Histórica
Sociedad Anónima Hotel, Restaurant y Café Velasco S.A
Los hermanos Velasco García –herederos de Luis Velasco Zorrilla– constituyeron Sociedad Anónima denominada Hotel, Restaurant y Café Velasco S.A., con domicilio en la Ciudad de Matanzas y oficinas en la Calle Contreras No 66; con un capital social de 50 000 pesos y según consta en escritura de fecha 6 de junio de 1927, entre los bienes que aportan de por mitad Rafael María y Manuel María Velasco García se encuentran el disfrute de la casa No 66 para que en ella la sociedad tenga en los altos la posada hotel y en los bajos restaurant, café, cantina, dulcería, helados, tabacos y sus anexos, durante el término de 5 años que vencerían el 29 de abril de 1932, pudiendo dedicar la casa a los usos y fines que a bien tenga y ceder el disfrute de todo o parte de la misma, así como arrendarla o subarrendarla en todo o en parte –lo que fue muy común en el caso del Hotel Velasco.
Antes de constituirse esta sociedad, Velasco y sus hijos ya habían arrendado (con vencimiento en un término de 10 años) el negocio de café, cantina, dulcería, repostería y sus anexos a Don Manuel Pita y Vila, en el año 1916. Los contratos de arrendamiento dejaban bien definidos los cambios que se podían efectuar en el inmueble o en el uso de este, los que además no podían ser ejecutados sin obtener por escrito el consentimiento de los dueños.
Sociedad Castellanos y Manso
En 1949 el derecho real de arrendamiento fue cedido a la sociedad Castellanos y Manso (representada por Rubén Castellanos y Manuel María Manso) por 6 años, prorrogándose hasta 1960. Rubén será quien asume los derechos de la sociedad que queda disuelta y prorroga el arrendamiento hasta 1971. Entonces eran los dueños del inmueble la Sociedad Mercantil Bertha S.A. y Francisco Rabelo Pérez.
Viajantes foráneos hospedados en el Hotel
En el Velasco se hospedaban fundamentalmente viajantes, comerciantes o profesionales que trabajaban en Matanzas determinados días de la semana, otros, vivían prácticamente en el Hotel. Para el matancero el Hotel reservaba su utilización en actividades sociales, en el servicio gastronómico de su restaurant y en los beneficios de su repostería, giro por el que era famoso.
Intervención por el Gobierno Revolucionario
El Hotel fue intervenido por el Gobierno Revolucionario antes que otros de la ciudad en el año 1961, a petición de los propios empleados que tenían problemas con el patrón Rubén Castellanos. Laboraban en él aproximadamente de 21 a 30 empleados y una parte considerable no trabajaban por el Ministerio del Trabajo. En este, como en tantos hoteles de la ciudad y el país, estaba presente aunque tal vez en mayor medida que en otros, las características inherentes al sistema capitalista: la carencia de empleo les hacía trabajar sólo por la propina o por el salario de un empleado doméstico, se trabajaba 12 horas y a veces más y el salón era atendido por un solo hombre.
Personalidades hospedadas en el Hotel
Tal vez en menor cuantía que en otros, el hotel ha ofrecido servicio de hospedaje a personalidades de la cultura nacional e internacional como Esther Borja y Luis Carbonell, el Dr. Karen Lachout, investigador y musicólogo checo y Francisco Repilado, destacado escritor, músico y compositor de Santiago de Cuba quien padeció los problemas que ya confrontaban los hoteles de la ciudad en cuanto a la atención al huésped, y molesto, se quejó de que nadie lo atendía, de que no había hospedaje. Lógicamente lo que faltó fue buena atención.
Características del Velasco a inicios del siglo XX
El edificio del Hotel estaba dividido en dos plantas. En la baja se ubicaban el Gran Café y Restaurant, en la planta alta 20 ó 21 habitaciones –en realidad, la confusión está en que la fatídica habitación No. 13 tiene el 22–, confortables, bien airadas, elegantes y pulcramente amuebladas, con instalaciones sanitarias modernas, baño y teléfono. Con una capacidad para 50 personas, sus comidas eran de excelente calidad, con especialidad en langostas y repostería fina de primera clase, los servicios, atendidos por treinta empleados, contaban con correo en el propio edificio y servicio de mensajero.
En 1923 se estaba trabajando en la ampliación del hotel y al concluirlo debía contar con 80 habitaciones; pero todo quedó a medio construir a consecuencia de la crisis económica por la que atravesaba el país –agudizada por estos años– lo que puede apreciarse en la proyección de balcones que salen a fachada en lo que pudo haber sido una tercera planta y que hoy es la azotea o cubierta plana.
Características arquitectónicas
Su construcción ecléctica se caracteriza por ser una edificación de dos niveles con amplios vanos en fachada de planta baja donde se desarrollaban las actividades sociales y comerciales y cuatro vanos más pequeños en la parte superior que corresponden a habitaciones, unidos por un balcón de balaustres que descansan sobre canes. Esta característica de cuatro vanos en fachada estará presente también en los hoteles Louvre y el Yara.
La fachada en general es poco elaborada y pobre en recursos arquitectónicos y de decoración. Presenta un zócalo de piezas de mármol y se observa el uso de friso, cornisa, columnas a relieve con sus capiteles, todo con un diseño sobre la base de lo más elemental.
La carpintería aparecía en planta baja protegida por altas rejas, y se compone de puertas de hojas en cuya parte superior aparecen amplias lucetas de cristal grabadas al ácido que anuncian los servicios que brinda el inmueble: hotel, restaurant, café y el apellido de quien antes fuera su propietario, Velasco, y por el cual se le dio nombre al hotel. En el nivel superior la carpintería se compone de puertas de hojas con persianería francesa. La planta se genera a partir del área de mesas de restaurant, que se destaca por un alto puntal que sobrepasa el nivel de las habitaciones, comunicadas entre sí por una ancha galería que rodea este espacio, enmarcado finalmente por un lucernario en su parte superior que ofrece solución en cuanto a iluminación se refiere, dándole además un carácter jerárquico dentro del inmueble al servir de elemento de énfasis con características que le proporcionan cierta analogía con el patio central del resto de los edificios de la urbe. Diferencian virtualmente esta área del resto, ligeras estructuras de madera que permiten la relación visual, crean una gran interrelación entre todos los espacios y además facilitan el paso del aire y la luz.
Las grandes luces se salvan con una estructura de gruesas vigas y columnas. La decoración se basa en elementos florales que se generan en las intersecciones de las vigas y columnas o se dibujan en la masilla que cubre los techos de losa antigua.
Otras áreas son ocupadas por el bar con los servicios sanitarios y la cafetería, con acceso independiente desde la calle. En la parte posterior aparece la cocina con numerosas transformaciones sujetas a las nuevas condiciones del flujo tecnológico, con un patio pequeño que brinda una precaria iluminación y ventilación. Al fondo se levanta una construcción actual sin valor alguno que daba servicio a los trabajadores del hotel.
Este edificio se diferencia del resto de los hoteles construidos a su alrededor su por el marco temporal en que se realiza, lo que se refleja en los materiales utilizados y en la expresión estética en correspondencia con el gusto de la época, entre los que se destacan las columnas de escayola, expresión que imita el mármol y la arquitectura de lo pobre.
Restauración
El Hotel ha pasado por etapas de cierre y apertura; su remodelación, llevada a cabo entre los años 2010 y 2011, ha permitido que la edificación hotelera sea incluida en la categoría de Hoteles E (Encanto), sumándose a los atractivos del Centro histórico de la Ciudad de Matanzas.
Debe destacarse que es el único edificio de los que mantienen la función hotelera edificado para Hotel en la Ciudad de Matanzas.
Fuentes
- Menéndez Alfonso, Miriam. Los Hoteles en la Ciudad de Matanzas en los siglos XIX y XX. Anuario de Investigaciones Culturales No.4, 2003.
- Cubadebate
