Tormenta de Santa Teresa

(Redirigido desde «Huracán de Santa Teresa»)


Tormenta de Santa Teresa
Información sobre la plantilla
 (EHSS)
Tormenta SantaTeresa 1.jpg
Grabado Alusivo a los daños causados por el huracán en la Bahía de La Habana
Duración15 de octubre de 1768
DañosAfectaciones a la agricultura, esencialmente por las inundaciones resultantes de las intensas y prolongadas lluvias
Fallecimientos43 (La Habana)
Áreas afectadasLa Habana y actuales provincias de Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, a la parte occidental de Matanzas y la Isla de la Juventud

Tormenta de Santa Teresa. Fue un huracán cat5 (ss5) que cruzó sobre el occidente de Cuba el 15 de octubre de 1768. Los daños humanos documentados fueron 43 muertes y 116 heridos, cifras que aluden solo a La Habana y su jurisdicción. Además se reportó el derrumbe de más de cuatro mil casas y parte de la muralla que protegía a la Ciudad. Sus efectos alcanzaron a las actuales provincias de Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, a la parte occidental de Matanzas y la Isla de la Juventud.

Origen

No puede determinarse con certeza, dado que en esa época no se tomaban datos meteorológicos de manera extensiva y sistemática. No obstante, atendiendo a la fecha de su paso por Cuba, queda en lo posible que se haya originado en una zona de bajas presiones sobre el Mar Caribe occidental, aunque también pudo haberse desarrollado a partir de una onda tropical procedente del Océano Atlántico.

Impacto en Cuba

Las crónicas de la época señalan que los vientos más devastadores se extendieron en una franja de 65 km, a ambos lados de la Ciudad de La Habana. Este sistema meteorológico afectó en diferente proporción a la tercera parte de lo que entonces era el Departamento Occidental de Cuba. En ella quedarían incluidas, además de La Habana, las actuales provincias de Pinar del Río (principalmente en su parte oriental), Artemisa, Mayabeque, Matanzas (parte occidental) y el territorio de Isla de la Juventud. En la regionalización político-administrativa de entonces, el Departamento Occidental se extendía hasta la actual provincia de Las Tunas pero desde Matanzas al este no se dieron noticias de la tormenta.

En La Habana y sus alrededores los mayores daños se atribuyen al impacto dinámico del viento, unido a las fuertes lluvias que se prolongaron durante varios días. No existen datos de la presión atmosférica, pues hasta 1794 no aparecen las primeras referencias al uso de un barómetro durante un ciclón tropical. Los daños humanos reportados fluctúan entre 43 y 100 muertes, y 116 heridos pero ello sólo se refiere a la Capital y sus alrededores.

En cuanto a los perjuicios económicos se consideraron severas afectaciones a la agricultura, esencialmente por las inundaciones resultantes de las intensas y prolongadas lluvias.

Una gran cantidad de ingenios azucareros y plantaciones cañeras fueron dañados o destruidos y el mayor impacto en esa vital industria estuvo marcado por el hecho de estar la caña a punto de rendir su producto. Uno de los testigos del huracán, relató:

“Fueron tan deplorables sus efectos que al día siguiente no había siembras ni plantíos que no estuviesen anegados.”

Desiderio Herrera Cabrera, maestro, agrimensor y meteorólogo precientífico cubano, refiere que:

“Los agricultores sufrieron más perjuicios que los demás habitantes, pues que habiendo continuado las aguas por muchos días, ni pudieron reedificar sus casas ni chozas ni muchos menos acudir a los campos para atender sus plantíos.”

En el informe oficial, se destacó el temor de los propietarios de ingenios y plantaciones, a no disponer de suficientes reservas con qué alimentar a las dotaciones de esclavos.

En la Capital se contaron 4 144 casas destruidas, 96 con cubiertas de teja y 4 048 con cubiertas de madera y guano. Un dato que permite evaluar el impacto destructivo de este huracán es la destrucción de 70 varas de las murallas que rodeaban a la Ciudad, longitud total de todos los tramos afectados que equivale a unos 60 metros. Debido a la solidez de los materiales usualmente empleados en la construcción de las murallas, los daños se derivaron del efecto del viento al levantar y proyectar objetos volantes de gran peso.

Herrera también alude a la varadura de buques fondeados en la bahía, lanzados hacia la ensenada de Atarés, en el extremo oeste de la rada habanera. Por ese informe se conoce que los vientos más intensos persistieron desde un rumbo medio entre el este y el nordeste. El destacado meteorólogo cubano del Siglo XX, José Carlos Millás, en un análisis histórico del evento, sostuvo que el ojo del huracán debió cruzar por el sudeste y muy próximo a la Capital, con lo cual existe absoluta concordancia.

Naufragio causado por el huracán, Grabado de William Redi, Siglo XIX

En el informe del Capitán General se alude puntualmente a Surgidero de Batabanó:

“Donde se perdieron cuatro embarcaciones que estaban ancladas; entró el mar una legua adentro (unos 4 km) y arruinó el almacén de tabacos donde había algunos miles de arrobas.”

Esto permite corroborar que en el litoral meridional ocurrieron inundaciones costeras debidas a la marea de tormenta, evento que ocurre con frecuencia en el citado tramo costero, y que alcanza su mayor altura en la zona comprendida entre la ensenada de Guanimar (en la actual provincia de Artemisa) y la Playa Rosario (en la actual provincia de Mayabeque).

Acciones para la reducción del desastre

Pasada la tempestad, el Capitán General de la Isla de Cuba, Antonio María Bucareli y Ursúa, solicitó a Madrid, mediante un oficio urgente, recursos para la reconstrucción de la ciudad, el envío de alimentos y otros géneros desde el Virreinato de Nueva España (México) que por su cercanía a La Habana podrían llegar con mayor rapidez. Asimismo, pidió al Virrey de Nueva España que liberara de aranceles los artículos de primera necesidad exportados hacia Cuba y en reciprocidad ordenó al Intendente de Hacienda en La Habana que los alimentos y otros géneros se vendieran sin aplicar impuestos, de modo que ambas exenciones coadyuvaran a aliviar las pérdidas de los damnificados.

Bucareli describió al meteoro como:

“El huracán más terrible que se ha experimentado”, mientras que el pueblo lo designó, apegándose a la costumbre, según la celebración del santoral católico el día 15 de octubre: tormenta de Santa Teresa.”

Fuentes

  • Desiderio Herrera. Memoria sobre los huracanes en la Isla de Cuba, pp. 44-45, Imprenta de Barcina, Habana, 1847, 72 pp.
  • Luis Enrique Ramos Guadalupe. Huracanes. Desastres naturales en Cuba; Editorial Academia, La Habana, 2009. [ISBN 978-959-270-161-8].
  • “Parte oficial del gobernador A. M. Bucarelly sobre el huracán Santa Teresa al ministro Arriaga”, octubre 27 de 1768. Archivo Nacional de Cuba. Fondo Correspondencia de Capitanes Generales.
  • Manuel Fernández de Castro. Estudio sobre los Huracanes ocurridos en la Isla de Cuba durante el mes de Octubre de 1870, Imprenta de J. M. Lapuente, Madrid, 1871.
  • L. E. Ramos. “Tormenta de Santa Teresa”. Disponible en:Habana Radio.