Joaquín Fabián de Aenlle

 EL PRIMER CIENTÍFICO

DESTACADO CUBANO  ORIUNDO DEL POBLADO DE JIBACOA QUE  FUE  RECONOCIDO  POR  SU  TRABAJO  CIENTIFICO  DURANTE   LA COLONIA

Jibacoa, si las traducciones de las lenguas aborígenes no mienten, da nombre a un lugar donde las lomas son de piedras o, al menos, donde existen grandes piedras. Quizás la comarca deba su nombre a la apariencia misma del terreno, caracterizado por elevaciones rocosas y vastas zonas costeras de diente de perro, casi desprovistas de vegetación, o acaso a los grandes monolitos que adornan la costa, entre los que figuran los Peñones del Fraile y de la Monja, que, por cierto, también tienen su leyenda.
El poblado de San Lorenzo de Jibacoa fue fundado en 1756 por Don Gonzalo de Herrera y Berrio, marqués de Villalta, algunos años antes de que uno de sus descendientes solicitara y obtuviera el título condal sobre aquellas tierras. La iglesia se construyó después, en 1790, y ya en 1827 el pequeño pueblo contaba con 65 casas que eran sólo humildes bohíos con techumbre de guano y paredes de yagua. La misma iglesia no pasaba de ser una ermita de un solo cuerpo re14.ctangular, construida con los mismos materiales.

Abundaban en el pueblo los comerciantes y artesanos, pues en aquellas rústicas edificaciones funcionaban una botica, una herrería, una carpintería, una zapatería, dos tabaquerías, dos panaderías y cinco tiendas mixtas, que resultaban excesivas para 345 habitantes, de los cuales 270 eran blancos, 42 negros libertos y 33 esclavos. La salud de la población era atendida por dos médicos y un boticario, que también prestaban servicios a los campesinos y a las dotaciones de esclavos de los tres ingenios cercanos. Por cierto, la mano de obra esclava, inventariada como parte de las maquinarias y animales, constituía el 93 por ciento de la población rural del condado.
Este era el panorama social de Jibacoa cuando nace, en el seno de una familia humilde, el 20 de enero de 1825, Joaquín Fabián de Aenlle y Mongeotti, hijo de Joaquín de Aenlle y Rubio y de Rita Mongeotti y Carrasco, ambos naturales de La Habana.

En 1825 Cuba tenía algo más de 704 000 habitantes, y aunque desde 1728 existía la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de La Habana, y desde 1790 circulaba la primera publicación impresa en el país, ¨ El Papel Periódico de La Habana ¨, faltaban 12 años para la introducción del ferrocarril, 28 para el telégrafo, y ni soñar con el teléfono, la electricidad o la radio, que se inventaron o introdujeron en Cuba muchos años después, cuando ya Aenlle había fallecido.
El sabio cubano Felipe Poey tenía entonces 25 años de edad, y Carlos J. Finlay nacería 28 años después.
Entre 1820 y 1866 los condes de Jibacoa utilizaron todas las coyunturas legales posibles para obtener ventajas en su mayorazgo, y en lugar de crear propiedades agrarias de tipo medio, como en Francia, la reforma española los proveyó de un enorme latifundio, territorialmente mucho más extenso, económicamente mucho más egoísta y socialmente mucho más estéril que el anterior. Por esa razón la pobreza se enseñoreaba en los campos de la comarca de las grandes piedras.

Es posible que Joaquín Fabián de Aenlle haya realizado sus estudios elementales en el seno de la familia o con algún maestro particular de la localidad, porque la primera escuela gratuita en Jibacoa se crea en 1850, cuando ya éste se había graduado de Doctor en Farmacia. La escuela, que se llamó después Colegio San Jacinto, llegó a tener 12 alumnos, por supuesto, todos varones y blancos, debido a la discriminación que existía en la época tanto por raza como por sexo.
Las únicas vías de comunicación entre Jibacoa yLa Habana en el siglo XIX eran un tosco camino vecinal que más parecía un simple sendero y el río Jibacoa, a través del cual se transportaban los productos de la zona hacia el embarcadero de Rotinel o a los Almacenes situados en el caserío a la derecha del río Santa Cruz, que por esa época comenzaba a adquirir mayor importancia, pues desde allí partían las goletas de mediano calado a realizar el cabotaje a los puertos de La Habana y Matanzas.
Como la marcha a campo traviesa era ardua y peligrosa, resulta probable que el traslado a La Habana para continuar sus estudios, lo realizara Aenlle en las goletas que se dedicaban a las transacciones mercantiles con el puerto habanero.

Independientemente de los medios de que se valiera, lo cierto es que, siendo pobre, y viviendo en Jibacoa, Joaquín Fabián de Aenlle y Mongeotti se gradúa de Bachiller en Farmacia en la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de La Habana el 10 de diciembre de 1845, a los veinte años de edad. El título le fue concedido con fecha 12 del propio mes y año. Dos años después, el 23 de enero de 1847, se tituló como Licenciado enFarmacia.. Alcanzó el grado de Doctor en Farmacia el 25 de febrero de 1848.
Fue Catedrático de la Facultad de Farmacia desde el 13 de octubre de 1848. El 15 de abril de 1859 fue designado Bibliotecario de la Universidad. En 1865 fue designado Decano de la Facultad de Farmacia. En el Aula Magna de la Universidad de La Habana se conserva actualmente un retrato al óleo de Joaquín Fabián de Aenlle y Mongeotti.

El primer científico santacruceño fue Académico fundador de la Real Academia de Ciencias Físicas, Médicas y Naturales deLa Habana en 1861. Si visitas el Museo Nacional de Ciencias Carlos J. Finlay, podemos leer su nombre en la placa conmemorativa de la fundación de la Institución. En el propio Museo existe un Óleo con los Miembros Fundadores, y se observa a Aenlle en primer plano (el primero sentado de izquierda a derecha).
Sin embargo, en la obra Cien hombres de ciencia enCuba, dolorosamente, se omite a esta figura.

Aenlle fue el primero en estudiar las aguas minero medicinales cubanas, para lo cual visitó en más de una ocasión los balnearios de Madruga y otros conocidos en la época. Se conoce que publicó una monografía sobre este tema.

En cuanto a la Química Industrial, cuando se intentó utilizar el bisulfito de sodio como blanqueador del azúcar realizó estudios que demostraron la inconveniencia de hacerlo porque adulteraba el sabor, y así evitó que los industriales cubanos cometieran el error que arruinó a varios productores en Europa. También publicó libros de Farmacia, Química Orgánica e Inorgánica.

El ilustre jibacoense fue además pionero de laPrensa Científica en nuestro país, como Director y Editor de la Revista Floresta Cubana que circuló en La Habana desde el primero de octubre de 1855 hasta junio de 1856 y más tarde, desde julio de 1866 hasta diciembre de 1868, dirigió el periódico de farmacia, química, historia natural, medicina y toxicología llamado La Emulación. Por otra parte impartió clases en el Colegio San Pablo, de Rafael Maria de Mendive, donde fue maestro de José Martí.

Joaquín Fabián de Aenlle y Mongeotti participa en las conspiraciones por la independencia de Cuba que culminaron en la Guerra de los Diez Años. Fue visitado en La Habana por Perucho Figueredo como Comisionado por la Junta Revolucionaria de Bayamo.

Este hombre de ciencias que ganó del derecho a contarse entre los grandes, murió de cáncer en La Habana el primero de agosto de 1869, cuando sólo contaba 44 años de edad. ¡Cuánta obra en tan corta vida!

FUENTES:  MUSEO  DEL MUNICIPIO