La Nación (periódico de Costa Rica)

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La Nación Costa Rica
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PaísCosta Rica

La Nación es un periódico de interés general con una circulación nacional impresa diaria.

==Historia==

Esta es una historia que narra la vida de un gigante editorial que protege a la sociedad costarricense desde hace medio siglo. La Nación es uno de los artífices del complejo proceso que ha configurado la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX. Tal hazaña se la han permitido cinco décadas de profesionalización, olfato empresarial y consecuencia con sus ideas. El gigante de papel se ha ganado el favor de muchos, la oposición de otros, pero todos hablan de él y, a su manera, respetan su congruencia y admiran su éxito. Fue engendrado en un ambiente de denuncias sobre fraudes electorales sistemáticos, represión gubernamental contra los opositores, dudosos manejos de los bienes públicos, indignación popular, recesión de posguerra, polaridad ideológica y desorientación política, y su parto, el 12 de octubre de 1946, está marcado por la vehemencia y el activismo anterior a la guerra civil de 1948. Nace para engrosar las filas de la crítica contra los excesos del gobierno de Teodoro Picado, junto con los periódicos de aquel entonces: El Diario de Costa Rica, La Prensa Libre y La Hora. La Tribuna, voz y fuerza oficialista por excelencia, vuelve más polémica la oferta informativa del ambiente.

===Los inicios===

En manos del exdirector de El Diario de Costa Rica, Ricardo Castro Beeche, en la gerencia, y del experimentado periodista Sergio Carballo, en la dirección, La Nación echa al viento las velas, con la imparcialidad por estandarte. En su primer editorial, su seguridad de "no ser dominado por sectarismos: ni partido político, ni credo social intransigente, ni inclinación pertinaz de género alguno", pero promete no desatender "la alta y verdadera política nacional". Esa proclama de objetivos concluye con la aspiración de llegar a ser "la más libre de las tribunas, desde donde los ciudadanos todos -y nosotros en primera línea de combate- defiendan honrada, libre y tenazmente los elevados intereses nacionales". Queda claro que estos valores e intereses se defenderán según la perspectiva de los viejos forjadores, los padres intelectuales del pequeño coloso. Tras el planteamiento de la lucha por la libertad de información subyace, en la mente de los padres fundadores, su experiencia de vida: la defensa de la libertad de empresa y la democracia política. El capital de la mayor parte de la primera gran familia proviene de la agricultura y la industria, y varios son profesionales ligados al sector productivo. Sus actividades le traen divisas al país y, en virtud de su dinero o su fuerza política, pudieron haberle vuelto la espalda a los problemas nacionales y esperar los beneficios de los gobiernos de turno impuestos por el poder. Ese y no otro es el comportamiento de muchos grupos dominantes de la época, en el continente americano. Por el contrario, los fundadores de La Nación arremangan sus camisas y se meten en la brega cotidiana. Defienden sus intereses como sector capitalista, aunque también defienden su visión de lo que debe ser la Costa Rica de todos. A estos hombres los diferencia -en relación con otras experiencias periodísticas- el criterio de que un diario es más "un medio" para alcanzar sus metas, que un fin para llegar al poder político. Por eso tardan poco tiempo en unir sus fines económicos con la génesis político-ideológica del joven gigante de papel y concentran buena parte de su esfuerzo en la consolidación de la organización comercial: ya en 1951 los balances cierran en negro. Así, su conciencia de empresa dependiente de la publicidad y su vocación de ajustarse a los tiempos alejan a La Nación de algunos de los excesos del periodismo partidista-ideológico que llevan a la quiebra a decenas de medios de comunicación en el mundo, empeñados en sostener sus luchas políticas a costa de la rentabilidad. El diario nunca se matricula abiertamente con ninguna tendencia en la política nacional, aunque evidencia a menudo sus preferencias coyunturales, a partir de sólidos principios. Los lectores han sabido siempre cuál es la posición del diario. Se la toleran y, de alguna manera, le premian, con su preferencia, la claridad de sus planteamientos. Quizá, en el fondo, siempre han sabido que La Nación solo es incondicional consigo misma.

===Desde la trinchera===

Los dos frentes confesos de lucha del gigante fueron por largos años su antiliberacionismo y su anticomunismo, y nadie los niega. El origen de la rencilla entre los expresidentes José Figueres Ferrer y Daniel Oduber Quirós con el diario se diluye después de la muerte de los gobernantes y de los directivos del momento. En la actualidad , solo se escuchan interpósitas voces y quedan grabadas unas pocas referencias textuales. Los alegatos judiciales de ambos políticos cuando ganan tres demandas por injurias y calumnias -una y dos, respectivamente- y las respuestas de La Nación, ilustran la virulencia de los ataques. Y el análisis de contenido del medio mismo permite comprobar un constante enfrentamiento ideológico con los planteamientos liberacionistas entre 1946 y 1947 -más que socialdemócratas- sobre un modelo ideal para el Estado. Toda propuesta de fortalecimiento estatal es demolida editorialmente por el periódico; aunque esto no evita que los gobiernos verdiblancos construyan su particular obra y que la controversia se complique y continúe por más de tres décadas. Desde su trinchera, entonces, el diario monta una barricada de oposición y se convierte y consolida como contralor de la función pública. Medio siglo después, la pugna ya ha cedido, y Liberación Nacional, jefeado por José María Figueres Olsen, recibe el aplauso editorial por su reforma económica desestatizante, si se permite el neologismo: "desliberacionizadora". La Nación se declara un medio liberal y de derecho. Así lo conciben sus gestores y así lo demuestran sus discusiones legales. Su anti-comunismo ha sido más consecuente que su oposición a Liberación Nacional, con quien comparte, durante muchos años, el mismo principio y el respeto por el sufragio. En las décadas de la Guerra Fría, su abierta lucha contra la izquierda dirige publicaciones y omisiones, aunque los aires de tolerancia de finales de la década de los años 60 dan origen a la tribuna de la página 15, donde participan por algún tiempo intelectuales socialistas y, en la actualidad, una diversidad de voces. Sin tapujos, patrocinó una página semanal al Movimiento Costa Rica Libre, abrió espacios múltiples a la crítica contra el régimen de Fidel Castro y publicó el suplemento de la "contra" Nicaragua Hoy. Por fortuna, el deshielo desde 1989, con la caída del Muro de Berlín y la perestroika, desdibuja casi por completo el peligro marxista. Por sobre todo esto, La Nación se asume como defensora de los valores costarricenses y refleja el sentir de buena parte de la población. Su abordaje de conceptos como familia, religión, acción civil, educación o política corresponde con el sentir de la mayoría de sus lectores y clientes. De otra forma no estaría cumpliendo medio siglo de exitosos aniversarios, ni habría pasado, desde hace años, la barrera de los cien mil ejemplares diarios. De aquí su vocación nacional. La cobertura del territorio es casi total y la penetración en comunidades pequeñas y alejadas, aunque no sea rentable económicamente, lo es de otra forma: desde su nacimiento La Nación se propone viajar y atravesar caminos difíciles para ofrecer, a todos los costarricenses, una nueva versión informativa diaria y una forma de ver el mundo. Prácticamente no existe ningún gobierno u organización civil que no se haya quejado por haber sido blanco del escrutador ojo periodístico de La Nación que ha actuado como contrapeso en diversas situaciones y mantiene siempre una actitud alerta. De esa característica ha hecho su oficio y por ella se ha profesionalizado. Diferenciar conceptual y visualmente la opinión de lo informativo es una tarea pionera del diario. El periodismo investigativo en Costa Rica también nace en su sala de redacción.

==Estilo propio==

Muchas letras se han combinado desde entonces para crear un estilo y un sello periodístico propios, y las 18.000 ediciones, desde aquel 12 de octubre de 1946, custodian en los archivos los temas más impactantes de la historia reciente. La Nación es la primera en dar un tratamiento especial a temas como la cultura y la información de servicio. Decenas de propuestas de proyección social han cabido en sus páginas y en sus presupuestos, como los de educación, lectura, debates y hasta reciclaje. La vanguardia evoluciona hasta distanciarse de lo político para dar servicio a la ciudadanía, permitir la participación civil en las decisiones nacionales y asumirse más como intermediario entre la vox pópuli y el poder. Su influencia sustenta el prestigio internacional y estimula su activa participación en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y otros foros periodísticos. La Nación es considerado uno de los diarios más innovadores del continente. De los diez centavos de costo unitario inicial, a los sesenta colones actuales, el matutino se transforma al ritmo de la sociedad. El valor otorgado a la profesionalización de su personal, en las distintas fases productivas, y a la inversión en tecnología de punta lo alejan de la competencia. El apego a las teorías liberales (neoliberales) lo mantienen en forma para insertarse, competitivamente, en la globalización económica. Dedica cuarenta y cinco años, de su medio siglo, a fortalecerse, ya en su madurez, como un gigante editorial. Desde 1981, sus acciones se transan en la Bolsa Nacional de Valores y sus certificados de inversión tienen clasificación AA. Con los recursos generados por el diario, la empresa inicia la diversificación a principios de la década de los años 90. La experiencia en la edición de revistas -Rumbo, Triunfo, Perfil, Tambor , Voltage,- nace, sin un estudio de factibilidad, por el empeño del primer director ejecutivo, Manuel Jiménez Borbón, quien opta por crear nuevas fuentes de trabajo durante la crisis de principios de la década de los años ochenta, para no despedir personal. Al Día y El Financiero buscan llenar el vacío de otro tipo de lectores, y las distintas secciones y suplementos de La Nación abren espacios de interés más generales y tocan distintas fibras de la mente y el corazón. Informa, crea opinión, discute los temas más actuales y vibra al ritmo de lo cotidiano. Con la mira puesta en el lema "zapatero a tus zapatos", los actuales directores deciden sacarle provecho a negocios afines, tomando en cuenta los equipos y la experiencia en el trabajo de producción en el área de las comunicaciones. En 1996, La Nación S.A. es una corporación asentada en 14.400 metros cuadrados. Tiene más de mil empleados y diez subsidiarias, además de dos matutinos, un semanario, cinco revistas, un negocio de impresión y distribución de impresos, artes gráficas computarizadas, locales comerciales, convertidora de papel e inversiones accionarias. Su capital social asciende a ¢1.500 millones, tiene ventas totales por ¢9 mil millones y una utilidad neta aproximada de ¢1.000 millones de colones. La información en línea y la televisión son focos de máxima atención en el futuro próximo. Canas de éxito platean el cincuentenario del gigante de papel, para quien no hay límite de vida si continúa su camino de excelencia y conserva la predilección de los costarricenses. Esta es, entonces, una historia de historias, la que narra la vida de un gigante cuya sombra protege la vida de toda una sociedad durante medio siglo. La Nación acierta muchas veces y se equivoca otras tantas. Contárselo al público, al cual le debe su grandeza, es hacer un homenaje a la vocación de transparencia que produjo su origen.

==Grupo Nación==

Del pequeño grupo fundador de 1946, La Nación cuenta hoy con 622 accionistas, de los cuales 137 son también empleados de la institución. - En la empresa trabajan obreros de proceso, intelectuales, ingenieros, contadores, periodistas y publicistas, entre muchos otros oficios. Su misión es producir dos diarios, cinco revistas, un semanario financiero y una edición electrónica mediante Internet. - Se dispone, además, de una planta procesadora de papel y otra de impresión comercial, con tecnología de punta, una distribuidora de publicaciones, una escuela de computación y un centro de diseño extendido a Panamá. - De los 1.117 empleados, 728 están en el diario, el resto en sus subsidiarias y otras operaciones. Se trata de una población joven: 32 años de edad promedio, en la cual el 68 por ciento son hombres y un 32 por ciento, mujeres. - Entre 1991 y 1996, 277 empleados se beneficiaron con algún plan de becas. Casi un 23 por ciento ha completado estudios de maestría, licenciatura o bachillerato universitario, un 26 por ciento está camino a lograrlo, y una cifra similar corresponde a técnicos calificados. - La Nación es el periódico latinoamericano que ha acumulado más premios de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), y tres de sus cinco directores han dirigido la Comisión de Libertad de Prensa: Ricardo Castro, Guido Fernández y Eduardo Ulibarri.

Fuentes