Diferencia entre revisiones de «María II de Portugal»

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Revisión del 10:18 20 mar 2015

María II de Portugal
Información sobre la plantilla
Reina de Portugal
Maria II Portugal.jpg
Nacimiento 4 de abril de 1819
Río de Janeiro, Reino de Brasil
Fallecimiento 15 de noviembre de 1853
Lisboa, Reino de Portugal
Entierro Panteón de los Braganza
Predecesor Miguel I
Sucesor Pedro V de Portugal
Consorte Augusto de Beauharnais
Fernando II de Portugal
Descendencia Pedro V
Luis I
María
Juan
María Ana
Antonia María
Fernando
Augusto
Leopoldo
María de Gloria
Eugenio
Casa Real Casa de Braganza
Padre Pedro IV
Madre María Leopoldina de Austria

María II de Portugal. Reina de Portugal , apodada la Educadora. Fue la única americana jefe de estado de uno europeo, aunque Brasil en 1819 formaba parte de Portugal y la segunda y última mujer que ascendió al trono de Portugal.

Síntesis biográfica

Nace en Río de Janeiro el 4 de abril de 1819. Hija de Pedro I de Brasil y IV de Portugal y de la archiduquesa Leopoldina de Austria, María pasó los primeros años de su vida en la Corte de su padre. Proclamada legitima heredera del trono de Portugal en el año 1826, no ocupó el trono del mencionado país hasta el año 1834, ya que la revolución encabezada por su tío, Miguel I, la impidió ocupar su puesto. Su llegada al poder, cuando apenas contaba con quince años, estuvo desde el principio rodeada de problemas, ya que se sucedieron los enfrentamientos entre los liberales y los conservadores, por lo que las revoluciones y contrarrevoluciones estuvieron a la orden del día. Casada en dos ocasiones, su primer marido murió pocos meses después de la boda, lo cual obligó a María II a contraer un nuevo matrimonio con Fernando de Saxe Coburgo Gota, con el que tuvo 11 hijos. María murió a los 34 años, a causa de un parto complicado; y fue sucedida por su hijo primogénito, Pedro V.

Primeros años

Nacida en el palacio de San Cristóbal (Río de Janeiro), donde pasó los primeros años de su vida, fue bautizada a los pocos días de nacer y se le impusieron los nombres de María da Gloria Juana Carlota Leopoldina de la Cruz Francisca Javier de Paula Isidora Micaela Rafaela. Así tras su presentación oficial recibió de manos de su padre el título de princesa de Oráo-Pará. Pero la joven princesa a pesar de que creció rodeada de comodidades no tuvo una infancia feliz, puesto que perdió a su madre a edad muy temprana. Por otro lado hay que señalar que la agitada situación política marcó notablemente su educación, ya que cinco años después de la proclamación de su padre como emperador de Brasil, tras la muerte de Juan VI de Portugal y la renuncia de éste al trono, fue nombrada heredera a la corona portuguesa a pesar de que sólo contaba con 7 años de edad. Así poco tiempo después se negoció su matrimonio con su tío, el infante Miguel, el cual a pesar de la gran diferencia de edad que existía entre ellos aceptó el compromiso.

En el mes de julio de 1828, dos años después de producirse la abdicación de Pedro I al trono de Portugal, cuando María da Gloria contaba con nueve años, su padre preparó su viaje a Europa, para que tuviera lugar el proyectado matrimonio y para que fuera proclamada reina. El emperador brasileño puso a su hija bajo la custodia del marqués de Barbacena, el cual recibió ordenes de acompañar a la princesa a Austria, donde se encontraba su prometido. Pero los acontecimientos no transcurrieron como el emperador de Brasil esperaba, ya que su hermano tras haber asumido la regencia, llegó a Lisboa y se proclamó rey de Portugal, negándose además a cumplir su compromiso matrimonial. Por ese motivo el mencionado marqués, que no confiaba que Austria fuera un sitio seguro para su protegida, decidió alterar el itinerario del viaje por lo que María da Gloria fue conducida a Inglaterra, donde se habían refugiado gran número de liberales, que se oponían firmemente al gobierno absolutista de Miguel I. Los liberales portugueses pretendían conseguir el apoyo del gobierno de Inglaterra para que María fuera nombrada reina constitucional, pero muy pronto sus negociaciones se vieron interrumpidas, ya que el primer ministro inglés había decidido no intervenir en el conflicto portugués. Por ese motivo en el año 1829 María recibió instrucciones de su padre para que regresara a Brasil.

María da Gloria no emprendió el camino de regreso sola a su país de nacimiento, ya que estaba acompañada por un numeroso séquito, en que se encontraba su aya Leonor de Cámara, la cual se ocupó no sólo de la educación de la princesa, sino que también se hizo cargo de las necesidades afectivas que tenía María, debido a su corta edad y a los duros acontecimientos a los que había tenido que hacer frente. Además al séquito de la princesa se había incorporado la prometida de su padre y su futura madrastra, la princesa Amelia de Beauharnais.

Durante los años siguientes fueron numerosas las embajadas diplomáticas que envió Pedro I a Europa con la misión de conseguir el apoyo para la causa de María, la cual permaneció junto a su padre y su madrastra en el mencionado palacio de San Cristóbal. En el año 1831 la situación de la familia real brasileña cambió bruscamente, ya que el emperador se vio obligado a abdicar y a abandonar el país. El destronado Pedro I se dirigió entonces a la Corte del rey de Francia Luis Felipe de Orleans, donde María completó su educación junto con los hijos del monarca. Poco tiempo después, Pedro I se dirigió al archipiélago de las Azores con el propósito de ponerse al frente del movimiento de revolucionario que habían formado los liberales. Así ante lo peligrosos de la situación, éste decidió que su hija y su esposa permanecieran en París.

María permaneció en Francia hasta 1833, momento en el que el duque de Loulé llegó a París con la misión de escoltar a la futura reina junto a su padre, el cual había obtenido algunas victorias parciales frente a los ejércitos de Miguel I. Finalmente en 1834 María hizo su entrada triunfal Lisboa, donde recibió notables muestras de cariño de sus súbditos; y fue proclamada reina el 24 de septiembre de ese mismo año.

Reinado

Debido a que María II era muy joven para hacerse con el control de la agitada vida política portuguesa, fue necesario establecer un Consejo de Regencia, que fue presidido por su padre, el cual falleció apenas un año después de su proclamación.

I Matrimonio

La repentina muerte del regente hizo que el Parlamento decidiera declarar mayor de edad a María II, de este modo cumplían con las indicaciones que había dejado Pedro I en su testamento, además, siguiendo las mencionadas disposiciones, se iniciaron los preparativos de la boda de la reina con Augusto de Leuchtenberg.

María II quedó viuda pocos meses después de haber contraído matrimonio con el príncipe alemán, el 28 de marzo de 1835. Así como de este enlace no había nacido ningún hijo, el parlamento muy pronto presionó a la reina para que contrajera nuevas nupcias, ya que era necesario dar a la corona un heredero lo antes posible. Por este motivo se comenzó a buscar en todas las cortes europeas a un nuevo rey consorte. Durante estos años la situación fue profundamente inestable, ya que por un lado los sectores más conservadores eran enemigos de la monarquía de corte liberal instaurada en su país, y por otro los grupos más radicales reclamaban que las reformas fueran más profundas. Las intrigas fueron constantes y algunos escándalos financieros hicieron peligrar la estabilidad del gobierno de la joven reina.

II Matrimonio

El 9 de abril de 1836 María II contrajo matrimonio con Fernando de Saxe Coburgo Gota, el cual contaba con apenas 19 años de edad. A pesar de que se trató de un matrimonio de estado, ambos contrayentes, para sorpresa de toda la corte, estuvieron muy unidos hasta la muerte de la reina, a pesar de que en ocasiones se acusó a María II de ser infiel, sobre todo por parte de sus enemigos políticos; la correspondencia privada que ambos mantuvieron demuestra que existió verdadero amor entre ellos. La reina encontró en su esposo a un gran aliado, que le ayudó a superar las numerosas crisis a las que tuvo que hacer frente.

De este matrimonio nacieron 11 hijos: don Pedro, el heredero al trono; don Luis, que en el año 1861 sucedió a su hermano; Doña María, que falleció al poco de nacer; don Juan, que ostentó el título de duque de Beja; doña María Ana, la cual casó con el rey de Sajonia Jorge III; doña Antonia, casada con Leopoldo de Hohenzollern; don Fernando, que murió muy joven; don Augusto, que fue duque de Caminha; y por último mencionar a don Leopoldo, a doña María y a don Eugenio que apenas vivieron unas horas. La reina que fue apodada por sus súbditos como la Boa Madre ('Buena madre'), se ocupó personalmente de la educación de sus hijos, así intentó crear en la corte un ambiente agradable donde reinara la paz y la comprensión, aislando a los infantes de los numerosos vaivenes políticos, para que la infancia de éstos fuera diferente a la suya.

Política de su reinado

En materia política el reinado de María II se caracterizó por el exquisito respeto que tuvo ésta hacia el orden constitucional, por ese motivo intentó solventar las diferencias entre los liberales y conservadores. Pero no siempre le fue posible evitar los conflictos, que fueron muy numerosos durante todo su reinado. Así se vio obligada a aceptar la Constitución de 1822, tras la revolución de septiembre de 1836, aunque la desaprobaba. Años después, tras la restauración de la Carta Otorgada de 1824, tuvo que destituir a Antonio Costa Cabral, que fue acusado por la oposición de ser demasiado autoritario.

La crisis política provocada por la revolución de María da Fonte fue una dura prueba para María II, la cual intentó evitar la intervención extranjera en el conflicto y apoyó firmemente la labor desarrollada por el comandante Saldanha. Por último durante el segundo gobierno de Costa Cabral, la monarquía lusa estuvo en franco peligro, ya que los radicales eran partidarios de la proclamación de la república; pero la promulgación de las primeras Actas Adicionales a la Constitución de 1838, en el año 1852, logró llevar la calma a la vida política portuguesa.

Muerte

María da Gloria murió en el Palacio das Necessidades el 15 de noviembre de 1853, tras el nacimiento de su hijo Eugenio. El parto fue muy complicado y los médicos muy pronto empezaron a temer por la vida de la reina, que murió a los pocos minutos de haber dado a luz, al igual que el infante, a la edad de 34 años. Su muerte dejó desolados a su esposo y a sus hijos, y se sucedieron las muestras de dolor en todo el reino.

Fuente