Protesta de Baraguá

Plantilla:HechosNegativa a aceptar el convenio de paz conocido como Pacto del Zanjón. Fue lidereada por el mayor general Antonio Maceo, otros altos jefes, oficiales y tropas orientales a su mando, protagonizada en Mangos de Baraguá, territorio oriental, el 15 de marzo de 1878.

Antecedentes

La desunión, la dispersión y el caudillismo arrinconaron la Guerra del 68 hasta el callejón del Pacto del Zanjón, donde el colonialismo español pretendió una injusta paz en los precisos instantes en que los mambises reasumían la iniciativa en Oriente y Las Villas.Aún así se demostró que todavía en muchos hombres de este país el decoro permanecía inalterable. y que el  Pacto del Zanjón era una simple tregua, una breve interrupción de la guerra y no una salida y que  se volvería a combatir hasta lograr la verdadera libertad.
La falta de unidad había llegado en algunos casos al resquebrajamiento de la disciplina y se se erigía como un factor funesto que atentaba contra el alcance de la añorada libertad. Algunos, (no todos) asumieron el Zanjón como salida y muchos continuaron empeñados en la lucha en la parte oriental de la Isla.

Preparativos de la protesta

Maceo, que en enero de 1877 había sido ascendido a Mayor General y repuesto ya de las graves heridas recibidas el 6 de agosto de ese propio año, en el combate deMangos de Mejías (ocho en total, cuatro de ellas en el pecho), se incorpora de nuevo a la guerra.

Las victorias resonantes enFlorida, Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano en enero y Febrero de 1878, le reconfortan por el tiempo perdido en la convalecencia.

Desconocedor de lo que sucedía en Camagüey y Las Villas, va en busca de su médico y amigo fraternal, el doctor Félix Figueredo, para comentar los rumores que circulaban de conferencias y tratos con los españoles, en los que no creía.

El doctor Figueredo le dio un amplio informe de las noticias que había recibido, y como a una pregunta directa sobre la posición y actuación del Generalísimo Máximo Gómez, contestara que "no podía responder más que de sí mismo", Maceo, al oír todo lo que se había dicho de los jefes de la Revolución que aceptaron el convenio con los españoles, se alejó visiblemente disgustado, sin despedirse del amigo.

Hay que tener en cuenta que los cuchicheos también fueron coreados por informaciones aparecidas en periódicos cubanos editados en Nueva York. Estos publicaron que los jefes mambises rendidos a Arsenio Martínez Campos habían sido comprados del modo más abyecto posible, lo que aprovecharon algunos enemigos del general Gómez para mentir sobre él, argumentando que era del grupo de los sobornados.

La verdad histórica es que, si bien es cierto que Martínez Campos fue pródigo con los traidores en las filas cubanas, es totalmente válido que Máximo Gómez permaneció apartado de las negociaciones y no recibió ni una sola peseta de los españoles.

El 18 de febrero de 1878, en Pinar Redondo, se entrevistaron Gómez y Maceo. Era el momento esperado por el primero para informar al segundo todo lo ocurrido en Camagüey y dar el adiós a la heroica madre de la familia Maceo, a su comadre Mariana Grajales. Allí conoció de la postura de Maceo en cuanto a no aceptar lo proclamado en el Pacto del Zanjón y su disposición a continuar la lucha. Se enteró también del objetivo del Titán de celebrar una entrevista con Martínez Campos para pedirle una suspensión de hostilidades que le permitiera organizarse; "comprendí -dice Gómez- la idea aviesa de Maceo, para darle un buen golpe al enemigo, y le alenté en la empresa".
Así, Maceo, en febrero 21, escribe a Martínez Campos. Le dice que conoce por Gómez, Rodríguez y Cedeño, comisionados del Departamento Central, lo pactado en Camagüey, "Oriente y Tunas -afirma- se hallan en condiciones de continuar la lucha, no están de acuerdo con la resolución de la Junta del Centro"; termina solicitando entrevistarse con él y pide cuatro meses de suspensión de hostilidades para consultar la voluntad de todos los distritos que componen ese Departamento.

La Revolución había perdido mucho vigor. Pero Maceo se sobrepone por encima de todos. Proclama su posición irrevocable de combatir. Su conducta ejemplar arrastra a jefes, oficiales y soldados. Reanima el patriotismo y la entrega a la causa patria.
Antonio Maceo (desde el mismo inicio de la acción liberadora) conoce de la existencia en miembros del Ejército Libertador, colaboradores y partidarios, de fuertes tendencias divisionistas, propugnadoras de la indisciplina y la anarquía en las filas revolucionarias.

Él, soldado por excelencia, orden y disciplina personificadas, se aparta de tales fracciones y se dedica de forma total a combatir (en todo momento y en el lugar que le corresponde) a las fuerzas armadas de la metrópoli que sembraban muerte, hambre y terror a lo largo de toda la Isla.

Martínez Campos, quien había ido a Baraguá confiado en la facilidad de un arreglo pronosticado por sus confidentes, se retiró moralmente derrotado ante la actitud resuelta y serena de Maceo, líder del pueblo y de la Revolución, dispuesto a seguir luchando hasta vencer o morir."la actitud de Maceo es conocida como:

Protesta de Baraguá

El 15 de marzo se realizó la entrevista entre los generales Antonio Maceo y Arsenio Martínez Campos y allí, entre halagos de su homólogo español, Antonio Maceo concretó su posición en pocas, pero precisas palabras:

El general Martínez Campos llegó a Mangos de Baraguá conducido por José Cefí Salas y después de realizar su presentación y la de sus acompañantes, pronunció breves palabras de introducción a la conferencia. Por su parte, el general Maceo presentó a sus acompañantes y de inmediato comunicó a Martínez Campos que no estaban de acuerdo con el pacto firmado, ya que con el mismo no se lograba la independencia de Cuba, ni la abolición de la esclavitud. Posteriormente hablaron el general Manuel Calvar y el doctor Félix Figueredo, quienes reforzaron los planteamientos hechos por Maceo. Seguidamente Martínez Campos replicó: “Pero es que ustedes no conocen las bases del convenio del Zanjón”. “Sí —interrumpió Maceo— y porque las conocemos es que no estamos de acuerdo”. Martínez Campos trató de leer el documento, pero Maceo no se lo permitió al plantearle: “Guarde usted ese documento, que no queremos saber de él”.
“No estamos de acuerdo con lo pactado en el Zanjón; no creemos que las condiciones allí estipuladas justifiquen la rendición después del rudo batallar por una idea durante diez años y deseo evitarle la molestia de que continúe sus explicaciones porque aquí no se aceptan”.
De esta manera Antonio Maceo, quien por su valentía y estatura militar había ganado reconocido prestigio, en un estallido de honor y dignidad intentó serena y maduramente reorganizar el movimiento revolucionario sobre la base de un hecho político que sirviera de punto de partida para rescatar a la revolución de la crisis en la cual se encontraba.

Trascendencia de la Protesta de Baraguá

La trascendencia de este acto, expresión acabada del espíritu revolucionario de los cubanos, demostró que los jefes, oficiales y soldados que sobre sus hombros habían llevado el peso y las penurias de aquella guerra, no estaban dispuestos a renunciar.

Trascendental, por lo valiente, oportuno y firme de los planteamientos, pues no solo consolidó el pensamiento revolucionario cubano en momentos de profunda crisis moral sino que reafirmó los objetivos básicos de la rebeldía nacional: la independencia de Cuba y la libertad de los esclavos

Posterior a la Protesta de Baraguá 

El general Martínez Campos llegó a Mangos de Baraguá conducido por José Cefí Salas y después de realizar su presentación y la de sus acompañantes, pronunció breves palabras de introducción a la conferencia. Por su parte, el general Maceo presentó a sus acompañantes y de inmediato comunicó a Martínez Campos que no estaban de acuerdo con el pacto firmado, ya que con el mismo no se lograba la independencia de Cuba, ni la abolición de la esclavitud. Posteriormente hablaron el general Manuel Calvar y el doctor Félix Figueredo, quienes reforzaron los planteamientos hechos por Maceo. Seguidamente Martínez Campos replicó: “Pero es que ustedes no conocen las bases del convenio del Zanjón”. “Sí —interrumpió Maceo— y porque las conocemos es que no estamos de acuerdo”. Martínez Campos trató de leer el documento, pero Maceo no se lo permitió al plantearle: “Guarde usted ese documento, que no queremos saber de él”. Como resultado de la conferencia, se acordó que volverían a romperse las hostilidades y se estableció para ello un plazo de ocho días con el fin de que las tropas ocuparan los territorios designados. El capitán de Cambute, Fulgencio Duarte, que había presenciado la entrevista, exclamó: “¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!”.

 Una vez terminada la histórica entrevista, los participantes, en representación del pueblo cubano elaboraron y aprobaron una breve constitución y formaron el Gobierno provisional de Oriente, para continuar la lucha por la independencia de Cuba.


Fuente

  • Diccionario Enciclopédico de historia Militar de Cuba .Primera Parte (1510-1898).Tomo III.Ediciones Verde Olivo
  • Bohemia