Aurelio Boza Masvidal

Aurelio Boza Masvidal
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Aurelio Boza Masvidal
Nombre completoAurelio Boza Masvidal
Nacimiento28 de noviembre de 1900
Puerto Príncipe,
provincia de Camagüey,
Cuba Bandera de Cuba
Defunción28 de junio de 1959 (58 años)
ciudad de La Habana,
República de Cuba Bandera de Cuba
Ocupaciónprofesor universitario
Nacionalidadcubana
Período1920-1958
Lengua de producción literariaespañol
Lengua maternaespañol
Géneroensayo
Obras notablesEspíritu y Palabra de Italia

Aurelio Boza Masvidal (Camagüey, 28 de noviembre de 1900 - La Habana, 28 de junio de 1959) fue un escritor, investigador y profesor universitario cubano. Uno de los más importante italianistas de Cuba.

Doctor en Filosofía y Letras. En 1922 presentó su tesis “El estoicismo” considerada uno de los trabajos filosóficos notables de su tiempo. Desde 1921 y hasta su muerte trabajó como profesor de la Universidad de La Habana. A su empeño se deben la fundación del Archivo Central de esa universidad y otras importantes obras.

Promotor de la cultura italiana en Cuba fundó en 1934 la Sociedad Italo - Cubana de Cultura y dictó conferencias en múltiples espacios. Se mantuvo, mientras existió el espacio, como uno de los colaboradores más estables de la Universidad del Aire, donde dictó conferencias relacionadas con la cultura y la literatura italiana. Falleció en La Habana en junio de 1959.

Síntesis biográfica

Nació en una familia de larga tradición en el territorio. Fue el mayor de trece hermanos. Su padre era uno de los propietarios de la más moderna fábrica de hielo de la ciudad lo que garantizaba cierto bienestar a la familia, en una región donde la agricultura y la ganadería se recuperaban muy lentamente tras la Guerra del 95.

Sus intereses humanistas lo inclinaban a estudiar Filosofía y Letras, mientras que su padre, con un pensamiento más práctico, lo inducía hacia la disciplina de Farmacia, para que pudiera hacerse cargo de un establecimiento propio. Aurelio decidió entonces matricular ambas disciplinas en la Universidad de La Habana, aunque sus tempranos éxitos como hombre de letras le permitieron echar a un lado la profesión farmacéutica.

Carrera profesional

En su trayectoria estudiantil se hicieron evidentes sus dotes como investigador y conferencista. Así lo demuestra el ejercicio para examen de premio de la asignatura Historia de la Literatura Española, con el tema “El Dante: su influencia en la literatura castellana”, que realizó públicamente el 12 de junio 1918; y publicó, primero en la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, luego, en 1920, como folleto, en la imprenta El Siglo XX. Más madura resulta su conferencia “El Renacimiento desde el punto de vista de las artes y las letras”, que dictó el 24 de enero de 1919 en la Universidad de La Habana.

Su interés no se detenía en el lado puramente literario de la cultura, sino que se extendía a la historia de las ideas, y en 1922 presentó su tesis doctoral “El estoicismo”, la que Humberto Piñera, en su Panorama de la filosofía cubana, considera uno de los trabajos filosóficos notables de su tiempo. Como ejercicio oral para ese mismo grado prefirió, curiosamente, el tema “Tirso de Molina, considerado como poeta trágico”.

Su talento singular y el apoyo del influyente profesor de Literatura Moderna, Salvador Salazar, aseguró a Boza su entrada en el profesorado universitario. A partir del 1 de abril de 1921 comienza su labor como Ayudante Graduado de Filología y Lingüística, para impartir la disciplina de Fonética, luego impartiría Teoría de la Literatura y en 1926, en medio de circunstancias críticas para la nación y para la Universidad, conmocionadas con el giro dictatorial del gobierno de Gerardo Machado, logra inaugurar el Seminario de Literatura Italiana.

Por estos años complementa sus conocimientos, adquiridos de manera prácticamente autodidacta, con un viaje de estudios a Europa, que le permite no sólo conocer la tradición italiana en sus propios escenarios sino recibir información ordenada y sistemática en la Reale Universita Italiana per Stranieri, de Perugia. Lee al filólogo y pensador Benedetto Croce y toma conocimiento de la confrontación en el plano teórico entre el método estético, defendido por Francesco De Sanctis, y el método histórico detentado por Giousé Carducci desde su cátedra en la Universidad de Bolonia.

En medio de la indiferencia oficial viajó a costa de su peculio personal y aún puso de él para suplir lo que los ministerios no querían hacer: en el curso 1929 - 1930 – en plena crisis económica de la nación– estableció el Premio Anual Boza Masvidal de Historia de la literatura Italiana, consistente en un diploma de honor y 50 pesos, por el que podían optar todos aquellos estudiantes de la disciplina que hubiesen obtenido la calificación de sobresaliente, y que se mantuvo hasta su muerte.

Sus proyectos fueron humildes y persistente: El 18 de noviembre de 1934 fundó la Sociedad Italo-Cubana de Cultura en parte de una antigua casona ubicada en Trocadero esquina a Paseo de Martí. No se trataba de una asociación poderosa y solvente, sino de un escaso grupo de estudiantes y profesionales de diversas disciplinas que se reunían en una especie de ático para recibir clases de italiano y conferencias sobre esa civilización, bajo su presidencia.

Tras la caída de Machado Boza es elegido por el Claustro General como Secretario General del alto centro. Una de sus primeras iniciativas fue impulsar la fundación del Archivo Central, para proteger documentos históricos hasta entonces abandonados en un sótano. A esta, seguirían las sucesivas fundaciones del Departamento de Información, Publicaciones e Intercambio Cultural, la Revista de la Universidad de la Habana y el Boletín Oficial Universitario. Más allá de estos empeños, lo más apreciable de su labor por esos años es su contribución a la elaboración de textos dedicados a la enseñanza.

Conocedor de la carencia de buenas traducciones de literatura italiana, así como de estudios sobre el tema accesibles a los estudiantes, forja primero unos Estudios de literatura italiana, en espera de que en 1946 saliera de las prensas de la Editorial Selecta el primer tomo de su "Historia de la literatura italiana". Aunque el proyecto quedó trunco, pues la obra abarcaba en su plan otros dos volúmenes que nunca vieron por la falta de apoyo económico y moral. El empeño de Boza colocó a Cuba como una de las primeras naciones de América en materia de estudios italianos.

Boza estuvo entre los colaboradores más estables de la Universidad del aire, empresa educativa radial, auspiciada por Jorge Mañach con el apoyo de un buen número de intelectuales, y se mantuvo vinculado a ella en sus más de dos décadas de existencia. Dictó ante sus micrófonos once conferencias, nueve de ellas dedicadas a la literatura italiana, desde Dante y Petrarca, hasta Pirandello, Verga y D'Annunzio. Varios de esos textos aparecerían después en el más maduro de sus volúmenes: "Palabra y espíritu de Italia", publicado en 1956, donde se recogen también conferencias dictadas en instituciones tan diversas como el Lyceum, el Club Femenino de Cuba y la Sociedad Cultural Dante Alighieri.

En 1944 fue electo vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras. Dos años después sus alumnos y compañeros le rendirían homenaje por sus 25 años de profesorado universitario. Simbólicamente le entregaron una medalla de plata que tenía inscrito un verso del final del segundo canto de la Divina comedia, son las palabras con las que Dante se dirige a su guía Virgilio: “ tu duca, tu signore, e tu maestro ”.

En 1952, el gobierno italiano le otorgó la Orden al Mérito de la República en el grado de Commendatore. Varias prestigiosas organizaciones lo contaban entre su membresía: la Società Internazionale di Studi Francescani y la Unione Intellettuale Franco-Italiana della Sorbona.

En 1956 colaboró con el libro de cocina "¿Gusta usted?", un curioso proyecto en el que participaron distintos personajes de la vida intelectual y social habanera como Fernando Ortiz, Laureano Falla, José Tarafa, Ricardo Núñez Portuondo, Pedro Iglesias Betancourt y el sacerdote Lorenzo Spiralli. Boza disertó sobre el spaguetti su artículo “Un regalo singular”.

Muerte

Falleció en La Habana el 28 de junio de 1959[1] en su casa de Línea 756 próxima a Paseo, donde había vivido casi toda su vida con su madre y algunas de sus hermanas.

Obras publicadas

  • "El Dante: Su influencia en la literatura castellana", 1920
  • "Tirso de Molina considerado a como poeta trágico", 1922
  • "El problema de originalidad en la literatura en la Cubana", 1924
  • "Leonardo da Vinci", 1934
  • "Estudios de literatura italiana", La Habana, Editorial Selecta, 1945
  • "Espíritu y Palabra de Italia", La Habana, Editorial Selecta 1956

Fuentes