Carbunclo (mitología)

Carbunclo o carbunco
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Personaje de Ficción
Carbunclomitología.jpg
Ser mitológico sudamericano que se manifiesta como un zorro, un perro, un gato u otro animal con cierta aura[1] luminosa, que recompensa a las personas sencillas y castiga a los ambiciosos.
Obra a la que perteneceFolclor suramericano
Otros nombresPerro del diablo


En la mitología de Chile, el Ecuador y el Perú, un carbunclo o carbunco es un animal mitológico más grande que un zorro, que lleva en la frente un cuerno con una luz (que puede ser un objeto brillante). Se dice que este animal se aparece a los buscadores de tesoros, guiándolos en un comienzo, para luego perderlos en la noche. El mito popular sostiene que los chamanes necesitan beber alguna pócima para poder distinguirlo en la noche y seguirlo en la búsqueda de algún tesoro precolombino.

Se lo describe como la forma de un perro pequeño o zorro o gato que tiene un cuerno en forma de diamante, que brilla como un lucero[2] en la mitad de su frente y ojos de fuego que paralizan a cualquiera que lo vea. Aparece ocasionalmente en las noches oscuras y en los lugares solitarios.

La leyenda

La persona que se llegue a encontrar con este ser, puede resultar favorecida, pues quienes conocen de esta leyenda cuentan que el carbunco entrega y vomita una bola de oro incrustada de piedras preciosas.

Pero quien recibe estas alhajas no debe mostrarse ambicioso porque si lo hace –de inmediato– el carbunco lo descubre, quita el tesoro y se lo traga, desapareciendo inmediatamente en la oscuridad, mientras que la persona que se mostró ambiciosa puede quedar ciega o paralizada.

En el sur de la Sierra, su implicación maléfica está más atenuada. En esta zona se describe al carbunco como un gato negro con un diamante en la frente que emite un gran destello. Los individuos que lo encuentren deben perseguirlo con un pañuelo o manta blanca para atraparlo y quitarle la piedra preciosa colocada en su frente.

No obstante, quien ha logrado capturar al carbunco y le ha arrancado el diamante es interpelado luego por este, quien con una voz llorosa suplica que devuelvan la gema, por la cual este ser sobrenatural está dispuesto a dar cualquier cosa.

Aprovechándose de esto, sus captores le piden las riquezas que ambicionan, y cuando le devuelven el diamante, el carbunco desaparece y con él todas las esperanzas de hacer realidad sus ambiciones… En fin, el carbunco es el ser que castiga a los ambiciosos y premia a las personas desinteresadas.

En el sur de Chile, el carbunco es un cuadrúpedo legendario del tamaño de un gato que bajo su barbilla lleva un mentón luminoso. Es considerado el guardián de los tesoros y metales preciosos con los cuales se confunde por efecto de la metamorfosis.

En el Perú, el carbunclo es un animal algo más grande que un zorro que lleva en su frente una luz que enciende y apaga a voluntad.

En Ecuador se describe al carbunco como el perro del diablo, que tiene un lucero[2] en la mitad de su frente y ojos de fuego que paralizan a cualquiera que lo vea. Aparece ocasionalmente en las noches oscuras y en los lugares solitarios, se cree que la persona que se lo llegue a encontrar, puede ser favorecida.[3][4]

Sus manifestaciones

El carbunco se manifiesta bajo la forma de un diminuto perrillo blanco o toma la forma de una libre blanca, incluso de una ostra marina, en todos los caso el animal esta rodeado por una luminosidad como la de las luciérnagas.

Aparece emergiendo desde el suelo como una llamarada en las oscuras y tranquilas noches cercanas al solsticio de invierno. El carbunco es el celoso guardián de los metales y tesoros escondidos por alguien en el subsuelo (vulgarmente llamados “entierros”).

La persona que descubra uno de estos animales deberá lanzarle un objeto o soga con el cual atar a la criatura, que lo arrastrará y llevará al lugar donde se oculta con el tesoro, antes del amanecer se debe buscar el objeto que suele aparece casi todo enterrado al pie de un calafate (planta de la Patagonia).

Se debe acudir a la medianoche siguiente llevando una pala nueva. Además se debe ir acompañado de una anciana viuda y un gato negro. Cavar una vara (algo así como tres pies), soltar el gato dentro del hueco, el gato desaparece mágicamente; seguir cavando otra vara más y el gato reaparece en los brazos de la viuda; repetir hasta llegar al tesoro. Se deben respetar las distancias de cada paso y lanzar el gato en el momento correcto, o el buscador de tesoros puede morir envenenado, y en caso de que tenga algo de miedo, el tesoro se volverá roca sin valor.

El carbunclo tiene un cuerno naranja rojizo, parece estar hecho como de un mineral que produce la criatura en forma de cristal o de piedra preciosa como rubí; la herida del cuerno del carbunclo, pude causar una enfermedad contagiosa; se dice que también pude convertirse en insectos luminosos.

Animal del tamaño de un topo pequeño, provisto de un caparazón que le cubre toda la parte superior del cuerpo. Vive en cuevas subterráneas, próximas a yacimientos inexplotados de oro y plata, metales que constituyen su alimentación, como ocurre con el alicanto, de los cuales está repleto su estómago y formada macizamente su aludida caparazón, nada de protectora en el caso de este ser mitológico, ya que la potente luminosidad que ella despide, junto con la elección de sus guaridas, lo hacen doblemente codiciado por los mineros, de quienes huye al percibirlos con su portentoso oído, hasta el escondrijo más inmediato, o a falta de este, cavando una nueva madriguera, con la prisa que su peso le permite...
Enciclopedia chilena

En los bestiarios medievales europeos

Desde la antigüedad, el carbunclo se refería a una enfermedad del ganado.

Según los bestiarios de la Edad Media europea, el carbunclo sería una gema (joya) que se obtenía de la frente de los dragones y que, una vez puesta al sol, brillaba como un carbón encendido.[5]

En la Alta Edad Media (siglos V a X) pasó a nombrar a un animal acuático.

En la época de la colonización española en América (siglo XVI), se empezó a nombrar en varios países a una criatura mágica terrestre.

En el Perú, la leyenda tomó forma en dos criaturas parecidas y con el mismo nombre:

la primera tiene la apariencia de un gato montés negro o un perro con cola de zorro negro o una pantera negra con un aura verdosa o roja,[1] con ojos vivísimos y con su clásica gema (joya) en la cabeza. Este animal sale por las noches a vagar por las ruinas o lugares que contienen tesoros escondidos en donde se alimenta del antimonio, es decir, de las emanaciones que brotan de los entierros antiguos las cuales son denominadas maldiciones por los profanadores de tumbas ya que les causan graves problemas de salud o la misma muerte

Esta versión de Carbunclo posee en la cabeza el Intip Tocay, una gema que, según algunos cronistas de la conquista, era una gema que hizo el mismo dios Inti y era esencial para las festividades solares, de hecho su mismo nombre significa "cosa escupida por el sol" gracias a su gran brillo, aquella era una pertenencia del mismo inca. Este carbunclo nunca pudo ser domesticado, así mismo se cree en el Norte que puede convertirse en una bola de fuego o una bola de oro que aparece por las "huacas malas" aquellas en donde habitan los encantos y poseen tesoros escondidos.

Se les presenta a algunas buenas personas para indicarles en dónde quedan algunos tesoros escondidos para su beneficio, pero cuando hay personas ambiciosas entonces decide encantarlas con la finalidad de que lo sigan por el cerro y se pierdan en lugares desconocidos.

En el norte del Perú también se le conocía como carbúnculo, aunque tenía otro nombre que se ha olvidado.[5]

Fuentes