Castillo de Ucero

Castillo de Ucero
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Bien interés cultural
LocalizaciónUcero (España)
TipoFortificación medieval
Época de construcciónsiglos XIII-XVII

El Castillo de Ucero se encuentra encaramado sobre un altozano que domina la localidad en dirección al este. Este recinto amurallado comprendía la fortaleza, la iglesia y la villa. Su aspecto monumental y la posibilidad de ser divisado desde diferentes carreteras circundantes lo convierte en uno de los más espectaculares y fotogénicos de la provincia. Aunque se encuentra en estado de abandono y ruina.

Descripción

Esta fortificación medieval parece ser obra del siglo XIII con reformas posteriores, especialmente del XVI. Tradicionalmente se le ha asociado a los templarios (al igual que la ermita de San Bartolomé del Cañón del Río Lobos). Consta de dos recintos exteriores maltrechos y los del propio castillo donde sobresale su espigada torre del homenaje. Al parecer existe un pasadizo que comunica el castillo con el río Chico próximo cuya finalidad era la de la obtención de agua en caso de asedio. Lo mejor conservado es la torre del homenaje que todavía conserva ventanales ajimezados del siglo XIII con arcos decorados con puntas de diamante y cabecitas humanas, además de capiteles y mensualitas con los típicos crochet góticos de esa época.

Ventana del castilloucero

También son bellas las ménsulas trilobuladas que soportaban los matacanes desaparecidos. Con todo, lo más atrayente y ciertamente misterioso es el conjunto formado por una gárgola con cuerpo de águila -cuya cabeza muestra orejas prominentes- que sujeta una pareja de serpientes con sus patas- y una ménsula donde aparece un personaje de largo pelo y túnica que porta un objeto en sus manos (se ha interpretado como un Evangelio, una filacteria, un instrumento musical e, incluso, un jarrón). La torre del homenaje está muy deteriorada. No obstante, entrar en ella es sumamente interesante, puesto que se encuentra todavía abovedada en su piso superior (debió tener otros pisos acotados con suelos de madera). La citada bóveda es de crucería sencilla. Los nervios cruceros tiene como clave un Agnus Dei. Las cuatro ménsulas de apoyo de los nervios está esculpidas con misteriosos personajes, dos de ellas con grupos de tres haciendo gestos con los brazos. Lo que en otro lugar podría ser interpretado como simples esculturas sin mayor trascendencia, en este lugar y dadas su asociación a los templarios, se antojan figuras que podrían estar significando algo misterioso que se escapa a la mentalidad del hombre del siglo XXI. La contemplación del patio de armas deprime a cualquier amante de nuestro patrimonio. Los muros están carcomidos y desmochados; el terreno es irregular y la maleza hace casi inviable adentrarse en él. El Castillo de Ucero es actualmente una ruina progresiva.

Torre del homenaje

Ermita de San Bartolomé de Río de Lobos

La iglesia parroquial de Ucero, dedicada a San Juan Bautista es moderna, aunque no exenta de algunos restos románicos. Este lugar pertenece al Comunero y Comunidad de San Bartolomé, regido por Herrera de Soria, Nafría de Ucero y Ucero. Tradicionalmente se dice que originalmente este edificio fue la iglesia del convento templario de San Juan de Otero, aunque tal extremo no está del todo claro. Para los templaritos, el primitivo convento de esta orden militar estaría en el cerro del castillo, durante el siglo XII, para luego mudarse hasta este lugar apartado en el Cañón del Río Lobos, en el siglo XIII, construyendo este templo. Tras la supresión de la Orden del Temple sería confiscada y convertida en abadía (Ya en época bajomedieval, aparece algún documento en que se le aplica el término "abadía"), pasando posteriormente a ser administrada por la villa de Ucero. Para quienes niegan la autoría de la Orden del Temple, se trataría de una abadía surgida -como tantas otras- en un lugar de tradición eremítica y por tanto ideal para una comunidad de monjes o canónigos. Hay que recordar que numerosos monasterios surgieron en lugares donde ancestralmente ermitaños buscaron la ascesis de la vida retirada en cuevas apartadas, como ocurre en el lugar que nos ocupa. Ciertamente, ambas teorías encajan con el lugar en que se encuentra la ermita, de extrema y misteriosa belleza, que fue usado por grupos humanos desde la Edad del Bronce y por eremitas en época visigoda. Por tanto, sería ideal para la vida ascética, ya fueran canónigos, monjes o caballeros templarios. Al margen de su controvertida y romántica historia, hay que decir que este edificio, situado en un estrecho valle surcado por el río Lobos y rodeado por cuevas y farallones calizos de caprichosa silueta forma una de las más bellas estampas que podamos encontrar en Soria.

Ménsula en la torre del homenaje

La notable iglesia fue construida en las primeras décadas del siglo XIII, en estilo románico muy tardío y sobrio, al gusto cisterciense, y con una bella impronta oriental. Para Teodoro Ramírez los canteros constructores pudieron provenir de la región francesa de Aquitania. Se trata de un espacioso edificio de perfecta sillería casi isódoma. Posee planta de cruz latina con crucero más bajo que la nave y cabecera con tramo recto presbiterial y ábside semicircular. El citado ábside es muy sobrio con dos pilastras a modo de columnas y ventanales de arco de medio punto rodeado por guardapolvos con puntas de diamante. También tiene estas pilastras en la unión con el presbiterio. Los hastiales del crucero llevan sendos óculos circulares con tres roscas y celosías de atractivo gusto oriental. A pesar de su trazado sencillo, las formas geométricas trazadas son diversas. Cinco corazones entrelazados dibujan interiormente una estrella de cinco puntas invertida cuyo corazón es un pentágono.

Gargola

La puerta meridional tiene seis arquivoltas apuntadas con decoración de baquetones, puntas de diamante y rosetas, además de seis columnas cuyos capiteles tiene cabecillas humanas entre flores y hojas. Los canecillos de la cabecera de la iglesia son figurados, mostrando objetos simbólicos como el sol, la luna, crismones, parejas de personajes en diferentes actitudes, cabezas humanas, etc. Contrasta sobremanera la diferencia de calidad plástica de las tallas, de factura poco refinada, con relación a la monumentalidad arquitectónica del edificio. En el interior, apreciamos mejor las amplias dimensiones del templo. Todo destila sobriedad, por ejemplo en los capiteles, todos vegetales, menos alguno que muestra pequeñas cabecitas humanas en las esquinas. La nave tiene bóveda de medio cañón muy apuntado. Más original es la de la cabecera que, aunque exteriormente se nos muestra como netamente románica, al interior se nos ofrece como una estructura gótica, con bóveda de crucería cuyos nervios apoyan en columnas adosadas al tambor absidal. Los hastiales de la nave perpendicular muestran sus hermosos óculos donde se puede apreciar la gran anchura de los muros. Otro detalle de este transepto son sus arcosolios con arquería sobre columnas.

Fuentes