Charles Lindbergh

Charles Lindbergh
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Cnel Charles Lindbergh.jpg
NombreLindbergh Junior, Charles Augustus
Nacimiento4 de febrero de 1902
ciudad de Detroit,
estado de Míchigan,
Estados Unidos Bandera de los Estados Unidos de América
Fallecimiento26 de agosto de 1974 (72 años)
isla de Maui
condado de Maui,
estado de Hawái,
Estados Unidos Bandera de los Estados Unidos de América
Causa de la muertecáncer
Nacionalidadestadounidense
Ocupaciónmilitar, piloto aviador, ingeniero, inventor, explorador, activista social
CónyugeAnne Morrow Lindbergh
HijosCharles Augustus, Jon, Land Morrow, Anne, Spence, Scott, Reeve, Dyrk, Astrid, David, Vago y Christoph.
PremiosPulitzer (en 1954)

Charles Augustus Lindbergh (Detroit, 4 de febrero de 1902 - Maui, 26 de agosto de 1974) fue un aviador e ingeniero estadounidense, de ideología nazi. Fue el primer piloto en cruzar el océano Atlántico en un vuelo sin escalas en solitario, aunque no el primero en cruzar el Atlántico sin escalas.[1]

Síntesis biográfica

Charles Augustus Lindbergh Junior fue hijo de inmigrantes suecos. Su padre, Charles Lindbergh Senior, fue un abogado y más tarde congresista estadounidense que se opuso a la entrada de Estados Unidos a la primera guerra mundial (1914-1918). Su madre fue maestra de química.

Incorporación a la aviación

A temprana edad mostró interés en la mecánica. En 1922, abandonó el programa de ingeniería mecánica de la Universidad de Wisconsin-Madison, se incorporó a un programa de entrenamiento para piloto y mecánica en una compañía de aviación de Nebraska (Nebraska Aircraft), compró su propio aeroplano, el Curtiss JN-4 Jenny un avión usado de la primera guerra mundial y se dedicó a dar exhibiciones de aviación por todo el país.

En abril de 1923, mientras visitaba a unos amigos en Arkansas, Lindbergh realizó su primer vuelo nocturno sobre el Lago Village y el lago Chicot. En 1924, empezó un entrenamiento de piloto con la Fuerza Aérea estadounidense. Durante este tiempo también realizaba trabajos de mantenimiento a aviones en Billings, Montana, trabajando para el aeropuerto internacional de Logan.

Charles Lindbergh y amigo, al fondo el avión Curtiss JN-4 Jenny

Al terminar el entrenamiento, fue el mejor alumno de su clase. Consiguío un empleo como jefe de pilotos en una ruta de correo aéreo operada por la compañía Robertson Aircraft Co. en San Luis (Misuri). Fue reconocido por llevar el correo aéreo bajo cualquier circunstancia. Después de un accidente, incluso, salvó bolsas de correo sacándolas de su avión que se incendiaba e inmediatamente se comunicó con el administrador del aeropuerto para que le enviaran un camión.[1]

Cruce del Atlántico

En 1919, un empresario de hoteles de Nueva York Raymond Orteig ofreció un premio de 25,000 dólares al primer hombre que hiciera un vuelo sin escalas desde Nueva York a París. Este premio llamó la atención de muchos aviadores en todo el mundo. También se permitía hacer el vuelo desde París a Nueva York. Los primeros que intentaron el vuelo fueron los héroes de guerra franceses capitán Charles Nungesser y su navegante Raymond Coli. Despegaron el 8 de mayo de 1927 desde Nueva York. El último contacto que se tuvo con ellos fue cuando cruzaron la costa de Irlanda. Otros equipos, incluyendo a famosos heroes de la primera guerra mundial (1914-1918) como René Fonck, Clarence Chamberlin (quién realizo el segundo vuelo sin escalas cruzando el atlántico dos semanas después que Lindbergh) y el almirante Richard E. Byrd, compitieron tratando de ganar el premio Orteig. Durante la carrera hubo otras muertes por accidentes e incendios de aviones.

Charles Lindbergh y el avión Spirit of St. Louis

Decidido a optar por este premio de 25.000 dólares, en su monoplano de un solo motor Ryan NYP (un Ryan M-2 modificado), bautizado como Spirit of St. Louis, Lindbergh despegó del aeródromo Roosevelt (Long Island) el 20 de mayo de 1927 y tras un vuelo de 33 horas y 32 minutos, aterrizó en el aeropuerto de Le Bourget, cercano a París. El vuelo enlazó las ciudades de Nueva York (Estados Unidos) y París (Francia), a más de 5800 km de distancia, ganando con ello el premio Orteig, de 25 000 dólares de la época.

El presidente de Francia le rindió honores y a su regreso a Estados Unidos, una flota de barcos de guerra y aviones lo escoltaron a Washington D.C. donde el presidente Calvin Coolidge lo otorgó la distinguida Cruz de Vuelo el 11 de junio de 1927. En 1929 se le otorgó la Medalla de Honor por su histórico viaje trasatlántico.

Posteriormente se convirtió en asesor de aerolíneas comerciales. Charles Lindbergh pilotó también el primer vuelo oficial de la línea aérea Mexicana de Aviación.[1]

Charles Lindbergh en La Habana

Llegada a La Habana. (Wide World Photo)

El 8 de febrero de 1928, coincidiendo con la Conferencia de Cancilleres de La Habana, llegó el aviador en su célebre avión Spirit of St. Louis a la capital cubana. Ese día fue declarado «Día de Lindbergh», y comenzaron unas jornadas de homenajes y festejos en su honor, siendo aclamado por nuestro pueblo en la Terraza Norte del Palacio, condecorado por el presidente e invitado de honor de numerosas instituciones culturales y científicas.

El presidente Machado condecora al aviador Lindbergh (Foto de Federico Buendía)

El 12 de febrero de 1928, Lindbergh invitó al presidente Gerardo Machado a sobrevolar La Habana utilizando un trimotor de la Pan American Airways que diariamente transportaba la correspondencia entre Cayo Hueso y La Habana. La aeronave contaba con 12 asientos y fue preparada y engalanada para acoger al mandatario cubano, uno de los primeros gobernantes en volar en avión. Al día siguiente el piloto partió para su país. En el fuselaje de su avión había pintado la bandera cubana junto a otras que recordaban los países que había visitado. Era también el último vuelo internacional que realizaba su avión pues determinó conservarlo y exhibirlo en el Museo del Aire y el Espacio de la ciudad de Washington.

Sin embargo, el Día de Lindbergh fue una jornada infortunada para los reporteros gráficos criollos. Cuando el famoso aviador llegó al aeropuerto de Columbia a las 3:37 de la tarde del 8 de febrero procedente de Haití, detuvo su motor frente a una improvisada glorieta y demoró en salir porque tenía la costumbre de cambiarse de ropa y salir presentable. Nadie sabía de este hábito del aviador y las personas que acudieron a recibirlo estaban ansiosas y preocupadas; más los fotógrafos cubanos y extranjeros que con sus pesadas y voluminosas cámaras aguardaban para hacer las fotos del recibimiento. Los soldados encargados del orden comenzaron a apartar y empujar a los fotógrafos cubanos que se habían acercado al avión mientras que a los reporteros gráficos extranjeros no los molestaban. Enrique Kiko Figarola, fotógrafo del periódico El Heraldo de La Habana protestó por aquella separación y alejamiento y al ver a Alberto Martínez Rivero, escolta de Machado que estaba asesorando a los guardias en cuestiones de protocolo, le pidió que interviniera y finalizara aquel abuso. Pero en mala hora se le ocurrió hacerlo, porque Martínez Rivero detestaba a los fotógrafos. Siempre decía a sus subalternos que más daño hacia una fotografía que una ametralladora, porque una foto podía denunciar, revivir un hecho y exacerbarlo mientras que las balas silenciaban y acababan el problema. Con el tiempo le llamarían “el terror de los fotógrafos” porque le rompía la cámara a cualquiera de ellos que le veía que tomar alguna foto que no convenía al régimen dictatorial.

Sin embargo Kiko pensó que el guardaespaldas tomaría en cuenta que era el jefe de fotografía de El Heraldo, el principal periódico que defendía los intereses del gobierno y estaba allí para retratar a Machado. Pero no fue así y mandó a unos soldados a sacarlo. Lo arrastraron por la polvorienta pista ante el asombro de los invitados oficiales. Fue un escándalo que provocó una enérgica condena de la prensa capitalina por los graves excesos cometidos por los encargados del orden. Para aplacar los ánimos el Negociado de Prensa del Ejército organizó en el Castillo de La Punta un champán de desagravio a los fotógrafos cubanos que estuvieron ese día en Columbia y especialmente a Kiko. Esperaron largo rato al fotógrafo de El Heraldo que se había enfrentado y protestado valientemente contra el proceder de los soldados. Pero esperaron inútilmente, porque Kiko Figarola nunca llegó. No quiso rebajarse a compartir con aquellos que habían atropellado, discriminado y despreciado a los fotógrafos de la prensa cubana.

Secuestro y asesinato de su hijo

En 1932, el secuestro y posterior asesinato de su hijo de 19 meses atrajeron el interés nacional e internacional. Un carpintero de origen alemán llamado Bruno Hauptmann fue declarado culpable y condenado a muerte. Aunque la evidencia encontrada en el momento inculpaba a Hauptmann, han existido dudas respecto a su culpabilidad basadas tanto en errores de procedimiento durante el juicio, como en evidencias no incluidas durante el mismo.

La familia Lindbergh se trasladó a Europa en 1935 y Lindbergh pudo estudiar la organización y funcionamiento de las fuerzas aéreas de varios países. A su regreso a Estados Unidos (1939) recorrió el país dando conferencias en contra de la guerra y declarándose partidario del aislacionismo estadounidense. Se declaró de manera abierta partidario de Adolfo Hitler y partidario de los partos selectivos, por lo que fue obligado a dimitir de sus cargos.[2]

La novela de Philip Roth, La conjura contra América, narra un situación en la que un antisemita y prohitleriano Charles Lindbergh accede a la presidencia estadounidense tras vencer en las elecciones de 1940 a Franklin D. Roosevelt.[3]

Tras una visita a Alemania se declaró absoluto partidario de Adolf Hitler, de su política antisemita y de la aplicación generalizada de la eugenesia, lo que hizo que su imagen pública se resquebrajara, sobre todo tras la entrada de Estados Unidos en la guerra. Nunca volvió a ser lo que era, y muchos se preguntaron si aquel hombre capaz de enhebrar un discurso de odio era el mismo que había protagonizado una de las hazañas más luminosas e ilusionantes de todo el siglo XX.[4] No obstante, durante la segunda guerra mundial (1939-1945) actuó como técnico civil de las compañías fabricantes de aviones y llevó a cabo misiones en el océano Pacífico y en Europa al servicio de las fuerzas aéreas estadounidenses, con lo que logró recuperar algo de su imagen pública.

Otros hechos en su vida

  • Se casó en 1929 con Ana Morrow, hija del embajador de Estados Unidos en México.
  • Entre 1931 y 1935 Lindbergh junto con el escritor y premio nobel Alexis Carrell investigaron en el área de trasplantes de órganos y patentaron un rudimentario «corazón artificial», precursor de los actuales.
  • En marzo de 1932, su hijo de 20 meses de nacido fue secuestrado y asesinado. A raíz de este hecho se aprobó la ley Lindbergh, que convirtió al secuestro en crimen federal si la víctima cruza la línea estatal.
  • Recibió la medalla de honor del ejército nazi, por lo que fue fuertemente criticado.
  • Fue congresista y se opuso a la entrada de Estados Unidos a la segunda guerra mundial (1939-1945).
  • Renunció a sus comisiones de la fuerza aérea.
  • Cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor, quiso volver al ejército, pero fue rechazado. Aún así, siendo solo un asesor, lideró 50 misiones de combate como civil.
  • Participó en el desarrollo del Boeing 747
  • En 1953 escribió "El Espíritu de San Luis" donde relata ampliamente sus experiencias en su vuelo trasatlántico, que le valió el premio Pulitzer de 1954.
  • En 1970 escribió El diario de guerra de Charles A. Lindbergh.[1]

Véase también

Fuentes

en el sitio web Cuba Literaria (La Habana).