Derrame ocular

Derrame ocular
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Derrame ocular. Los derrames se pueden producir en distintas partes del ojo. Las hemorragias subconjuntivales son relativamente habituales, seguro que alguna vez las has visto en tus propios ojos, son esas pequeñas manchas rojas que aparecen en la parte blanca del ojo o esclerótica. Las hemorragias en la córnea se encuentran en el espacio que hay entre el iris y la córnea, en cuyo caso serán un poco más difíciles de detectar (a no ser que la hemorragia sea excesivamente grande).

Causas

Las causas por las que se produce un derrame ocular son diversas, y muchas veces puede aparecer una hemorragia espontáneamente sin razón aparente. Lo más común es que estas lesiones tengan un origen traumático; en deportes como el fútbol, por ejemplo, son normales los balonazos y codazos en el ojo.

Sin embargo, aparte de traumatismos contundentes, puede haber otros motivos como:

  • Malformaciones o anomalías en los vasos sanguíneos del ojo, que pueden dar lugar a la salida espontánea de la sangre y causar la hemorragia.
  • Cáncer del ojo que afecte de alguna manera a dichos vasos.
  • Inflamación de alguna de las capas que conforman la estructura ocular, como la conjuntiva o la úvea.
  • Oclusión venosa en la retina.
  • Alta presión en los capilares, relacionada con toses o estornudos fuertes, grandes esfuerzos, o en el caso de personas con alta presión sanguínea.
  • Ciertas enfermedades sanguíneas como algunos tipos de anemia también pueden causar hemorragias oculares.
  • Las personas con diabetes avanzada tienen mayor riesgo de sufrir un derrame ocular, ya que la circulación capilar está comprometida y es posible que los vasos se vean afectados.

Síntomas

Dependiendo de la causa y el tipo de hemorragia ocular vamos a observar una sintomatología u otra, y a veces incluso puede aparecer el derrame ocular sin ningún síntoma asociado. Pero hay ciertas señales que debemos saber detectar como signos de alarma, y que indican la necesidad de recurrir a la asistencia médica para ser tratados con celeridad, ya que la persona afectada por este tipo de derrames oculares podría llegar a perder la visión.

  • Hemorragias subconjuntivales: se observa una mancha roja, que puede ser pequeña como un punto, o llegar a ocupar todo el ojo, en cuyo caso la esclerótica (la parte blanca) aparecerá toda coloreada de rojo. Normalmente este tipo de hemorragias son indoloras y no se acompañan de otros síntomas, como mucho se tiene la sensación de que hay algo en el ojo, pero no suele ser demasiado molesto. Desaparecen al cabo de pocos días.
  • Las hemorragias en la córnea son más graves y presentan otra sintomatología:
  • Las hemorragias pequeñas no son siempre visibles, especialmente en personas con los ojos oscuros. Si es una hemorragia mayor parecerá como si el ojo estuviera lleno de sangre por la parte del iris.
  • Existe dolor ocular persistente, como de presión.
  • La persona tiene fotofobia o sensibilidad a la luz.
  • La visión también se verá afectada, como borrosa o nublada. Puede bloquear la visión total o parcialmente.
  • Si se observa el ojo de perfil, se verá como más protuberante por la parte del iris y la pupila.

Qué hacer ante un derrame ocular

Lo esencial a la hora de tratar un derrame ocular es aprender a detectarlo. Las hemorragias subconjuntivales son muy obvias, pero las corneales son más difíciles de notar. La detección rápida y el tratamiento de estas últimas pueden salvar el ojo.

Las hemorragias subconjuntivales no necesitan tratamiento médico, y desaparecen espontáneamente al cabo de unos días. La sangre poco a poco se irá absorbiendo, y no hay que asustarse si el ojo se pone algo amarillento, ya que forma parte del proceso de absorción.

Las hemorragias corneales requieren una atención más cuidadosa, como:

  • Acudir a los servicios de emergencia lo antes posible.
  • Si la hemorragia es pequeña puede que no necesite tratamiento.
  • Se pueden utilizar gasas o parches para mantener el ojo cerrado. Pero, cuidado, nunca aplicar presión al ojo.
  • No tomar medicamentos como el ibuprofeno o la aspirina para aliviar el dolor, pues éstos pueden empeorar la hemorragia.
  • Mantener siempre la cabeza elevada, por ejemplo utilizando doble almohada cuando se esté acostado; así facilitaremos el drenaje de la sangre.
  • Mantener reposo y limitar la actividad física. Debemos dejar que el ojo se recupere.

En la mayoría de los casos, el médico nos dará instrucciones como estas y, por lo general, el problema se resuelve espontáneamente. Si es muy grave, puede ser necesaria la evacuación de la sangre de manera quirúrgica. No obstante, hay que acudir a Urgencias si:

  • Vuelve a aparecer la hemorragia al poco tiempo.
  • El dolor se vuelve cada vez más intenso.
  • Se pierde la visión completamente.

Muchas de estas lesiones son fácilmente prevenibles, especialmente las causadas por traumatismos. Se deben utilizar siempre gafas de seguridad o algún tipo de protección, por ejemplo, al jugar a deportes de contacto. Siempre sigue los tratamientos para la hipertensión y la diabetes, y hazle saber a tu médico si notas molestias oculares recurrentes para evitar mayores problemas.

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