Dinastía XVIII de Egipto

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XVIII dinastía de Egipto
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Fecha:1550 a 1295 a. n. e.
Descripción:
Linaje de faraones que gobernaron el Antiguo Egipto
Líderes:
Amenofis II
Ahmosis
Amenofis I
Tutmosis I
Tutmosis II
Hatshepsut
Tutmosis III
Amenofis II
Tutmosis IV
Amenofis III
Amenofis IV
Tutanjamón
Ay II
Horemhab


Dinastía XVIII. La integran el conjunto de faraones que gobernó Egipto entre los años 1550 y 1295 a. n. e.[1]

Reyes

Características de la dinastía

Esta fue la época más importante del Antiguo Egipto, no solamente por sus construcciones sino por todo lo que nos ha llegado gracias a sus tumbas y los relieves.

Fue así como fueron conocidas las costumbres y la vida de estos monarcas faraones y de su pueblo.

  • Todos los reyes se encuentran bien documentados.
  • De esta época se conoce el Papiro Ebers.
  • La literatura religiosa alcanza una gran importancia y nacen los poemas amorosos.[3]

Lista de faraones

Amosis I fue su fundador y quien liberó a Egipto de la opresión de los hicsos. Restauró el sistema político y protegió las fronteras.

Le sucedió su hijo Amenhotep I quien llevó a cabo expediciones a Nubia y fundó el poblado de constructores de la localidad de Dier el-Medina.

Su sucesor Tutmosis I no fue de sangre real y para acceder al trono debió casarse con una princesa. Conquistó Siria y Palestina. Fundó el Valle de los Reyes.

Tutmosis II fue un faraón sedentario y no se conoce mucho sobre su reinado.

Hatshepsut fue su esposa. Se coronó reina-faraón y mantuvo una corregencia por más de 20 años con el legítimo rey. Gran constructora. Le otorgó al clero de Amón grandes poderes.

A la muerte de Hatshepsut, Tutmosis III la borró de los monumentos y los usurpó. Obtuvo importantes batallas contra Asia y Africa.

Le sucedió su hijo Amenhotep II quien mantuvo la política de su padre.

Su sucesor Tutmosis IV firmó tratados de paz con Mitani y Babilonia. Fue el primero que trató de apartarse del clero de Amón y estableció como alternativa el culto solar.

Su hijo Amenhotep III fue el más famoso y el más rico. Al final de su reinado se impone el culto de Atón.

Le sucedió Amenhotep IV quien cambió su nombre por el de Ajenatón. Su reinado fue único en la historia. Implantó el culto monoteísta en torno a Atón y trasladó su capital a la ciudad de Tell el-Amarna. Nace el arte amarniense. Su esposa Nefertiti gobierna con un corregente.

Tutanjamón llegó al poder siendo un niño de 10 años tras el breve gobierno de su hermano Semenejkara. Recuperó al clero de Amón y a su capital en Tebas. Amón volvió a ser cabeza del clero. Su tumba aportó mucha información ya que fue encontrada intacta por Howard Carter en el Valle de los Reyes. A su muerte sube al trono su visir Ay II pero sólo permaneció 4 años como rey.[4]

Le sucede Horemhab, a quien algunos le adjudican ser el primer rey de la siguiente dinastía. Libró varias batallas para recuperar las tierras perdidas en épocas anteriores.[5]

Historia

Amosis I

Tras varias décadas de luchas de los reyes tebanos de la XVII con los gobernantes hicsos del Bajo Egipto, el joven rey Amosis I, tomando el testigo de su hermano Kamose, consiguió arrebatarles la vieja capital egipcia de Menfis, y tras dirigirse con su flota naval hacia el N., y ocupar su capital, Avaris, pone fin a más de doscientos años de ocupación.

Con la expulsión hicsa, y la tan ansiada reunificación de un país que había permanecido dividido durante tan largo tiempo, renació en el pueblo egipcio un olvidado sentimiento patriótico que acabó por desembocar en unas políticas vigilantes de su entorno geográfico que derivaron en otras de control militar hasta entonces no conocidas sobre territorios vecinos que impidieran que esa situación se volviera a dar en el futuro. Así, una vez acabado con el poder hicso, y aprovechando el vacío originado en Palestina, el poder egipcio dirigió sus miras hacia Asia Menor. En esas condiciones se iniciaba la XVIII dinastía y la nueva etapa histórica que entonces se iniciaba denominada Imperio Nuevo.

En lo que se refiere a la política en el interior del país, Ahmose emprendió diversas reformas administrativas -de las que se está mal informado- para centralizar fuertemente el poder y marcar las bases de una nueva legislación, calendario y culto. Una de sus primeras acciones fue acabar con los regímenes feudales en manos de pequeños reyes vasallos que permitieran los hicsos en el Egipto Medio. Inició las grandes construcciones y relanzó la actividad comercial con el Mediterráneo Oriental y Creta lo que acabaría sentando las bases del fortalecimiento económico del país, y muy especialmente el de las ciudades egipcias del Bajo Egipto desde las que se comerciaba con ellos. En el terreno religioso alzó al dios tebano Amón a máxima deidad del país, y a su clero le ofreció importantes recursos financieros y políticos para que actuara como garante de la autoridad real lo cual reportaría a Ahmose y sus sucesores la legitimidad deseada.[6]

En la parte superior de la estela JE 36335, que se encuentra en el Museo de El Cairo, se muestra al faraón Nebpehtyra-Ahmose haciendo ofrendas a su abuela, la reina Tetisheri.

Amenhotep I

Su sucesor Dyeserkara - Amenhotep I (Amenofis) continuó la política exterior efectuando diversas campañas militares por Nubia, oasis libios y zonas próximas al río Éufrates en Asia Menor. Realizó numerosas construcciones por todo el país de la que especial mención merece la d el templo de Amón en Tebas. En su reinado se redactó el famoso papiro médico Ebers y es también en esta época cuando aparece el llamado "Libro del Amduat"; un importante texto funerario. A su muerte, y no habiendo dejado hijo heredero, se plantea por primera vez el delicado asunto sucesorio en la corona, cuestión que hubo de resolverse casando a su hermana la princesa Mutnefer (I) con un militar próximo a la familia real: Aajeperkara-Thutmose. Al lado de su esposa Ahmose-Meritamón (II), Amenhotep (I) fue divinizado y sus recuerdos permanecieron presentes hasta la Baja Época en un templo que se les construyó en Tebas Oeste.[7]

Tutmosis I

Similar problemática se dió para Tutmosis I, el "Nacido del dios Tot", pues a su muerte se planteó un nuevo problema sucesorio al no haber sobrevivido ninguno de los primogénitos. En esa circunstancia, fue uno de los hijos tenidos de una esposa secundaria, el príncipe Thutmose, quien es proclamado sucesor y casado con la princesa Hatshepsut.

Pero no acabarían ahí los problemas, pues la prematura muerte de Aajeperenra-Thutmose (II) y la minoría de edad de su hijo, el joven Thutmose (III), hizo que su hermana y esposa, la reina Hatshepsut (I) pasara a ocupar el cargo de regente, para una vez en el poder, y nombrados a dos de sus hombres de confianza para altos cargos de gobierno, Hapuseneb como "Visir" y "Primer Profeta de Amón", y Senenmut como "Superintendente de los Aposentos Reales" en el 2º año del reinado de Thutmose (III), se hiciera con el trono haciendo uso de un "Mito de la Teogamia" que el clero de Amón había formulado para ella, y en el 7º, adquiriese los títulos propios de la condición real masculina ocupando un puesto que correspondía al joven a quien tutelaba, por entonces más ocupado y preocupado por la formación militar a la que le conducían sus campañas por tierras nubias.

Se ha hablado mucho del enfrentamiento personal entre reina e hijastro motivado por esa razón, pero si bien es posible, hasta que no desaparece la figura de la reina no se confirmaría que esa relación, y aún después hasta bien entrado su reinado no se llevaría a cabo. Fue entonces cuando Thutmose (III) sometió a gran parte de sus monumentos al abandono y sus nombres borrados ú ocultados tras los de su padre y abuelo y, en ocasiones, con los suyos propios.

Hatshepsut

La sin duda importante figura de la reina Maatkara - Hatshepsut desaparece de la Historia con quizás la satisfacción de haber construído uno de los más bellos y espectaculares templos que el Egipto faraónico nos ha legado. Un templo funerario edificado en la orilla occidental del Nilo, frente a Tebas, en un lugar llamado Deir el-Bahari, muy próximo al Valle de los Reyes en donde siguiendo la tradición de sus antepasados también se construiría su última morada. Cabe también señalar que fue la artífice de una afamada expedición comercial que envió al país de Opone o Punt.[8]

Un lugar sin determinar de la costa africana entre Eritrea y Somalia, de donde llevaron productos como la preciada resina y árboles de incienso, oro, marfil, ébano, madera de cinamomo, mirra, monos, perros, pieles de pantera y piedras preciosas, entre otros, así como algunos nativos.[9]

Tutmosis III

Como ya se empezara a manifestar durante los últimos años del reinado de su antecesesora, cuando el joven rey accede al trono la situación en Asia es muy delicada. El rey de Qadesh y una coalición de más de trescientos príncipes de la región hasta entonces enfrentados, deciden unir sus fuerzas contra el nuevo rey, y Menjeperra - Tutmosis III, en una de sus primeras tomas de decisión envía a su ejército contra los extranjeros para así salvaguardar las rutas comerciales y áreas de influencia en la zona que para Egipto le eran de vital importancia. El rey se dirigió con su ejército a la región y logró vencerlos, pero la contienda terminaría siete meses después con el asedio y toma de la ciudad donde se hubieron atrincherado: Megiddo. Ese fue el inicio del reconocimiento de la supremacía egipcia, y de una imposición administrativa y militar en el área nunca exenta de conflictos, pues de las diecisiete campañas militares que realizó en el exterior entre los años 22 y 42 de su reinado, la práctica totalidad de ellas tuvieron igual finalidad: recuperar el control de sus dominios en Asia en una extraña sucesión de pérdidas y víctorias. Tras la última de esas campañas, y por lo que pareciera, decisiva, se abre un periodo de tranquilidad que habría de ser aprovechado por el rey egipcio para consolidar sus posiciones y crear una importante red de bases militares equidistantes unas de otras en algo más de 60 km.

Similar actuación llevó a cabo en el S. con Nubia mejorando las fortificaciones existentes o construyendo otras nuevas. Esa importante actividad constructora le capacitaría para en el año 47 de su reinado, realizar una expedición a tierras nubias de donde nos dice se trajo mas de 75 000 kg de oro (...). Es decir, si bien esta cantidad parece poco probable que entrase en Egipto, nos puede servir aún con las ogligadas distancias, para hacernos una idea del fluir de riquezas que entraron en Egipto durante su reinado procedentes del exterior. Esa actividad permitió que afluyeran al país materias primas, y productos semielaborados de las regiones limítrofes, así como personal especializado en artesanías tales como fundición (de metal y pasta vítrea), y construcción naval entre otras. Siria, Palestina, Babilonia, Hatti, Nubia, Chipre, Punt, etc., fueron algunos de ésos territorios que se rindieron a la voluntad de Egipto, convirtiendo al "País del Nilo" en el centro político de Oriente Próximo y derivando hacia una importante actividad mercantil que convertiría a Egipto en el centro económico de Oriente Próximo.[10]

Amenhotep II

Aajeperura - Amenhotep II, su hijo y sucesor, fue sin duda el rey que Egipto necesitaba en esas circunstancias. Su fuerte carácter e importante fortaleza física pronto hubieron de ponerse a prueba, y así, hasta tres campañas militares tuvo que realizar en Asia. En la que llevó a cabo en el año 7 de su reinado, se vió en la necesidad de enfrentarse y someter a los pueblos sirios que se habían sublevado, consiguiendo retomar la influencia que ya su padre había impuesto sobre aquéllos territorios comprendidos entre Egipto y la ciudad de Ugarit en la costa siria. Incluso se internó en territorio del rey de Mitanni, por aquél entonces parece que verdadero instigador de la rebelión. Pero estas acciones de guerra contra el poderoso reino mitanni pronto hubieron de llegar a su fin, pues quizás apremiados por las incursiones que el rey hitita Tudhaliya (III) hacía en sus territorios del norte, se vieron obligados a sellar una alianza con los egipcios de acuerdo con la cual Mitanni aceptaba el control de Egipto sobre las ciudades de Ugarit, Tunip, Qadesh y los territorios más próximos a Egipto y se abstenía de intervenir en ellos. Amenhotep (II), creó una eficaz administración, permitió de buen grado el culto de divinidades asiáticas en Egipto como Reshef o Astarté, así como mostró especial interés por los cultos solares del norte del Egipto, fijándose en la vieja Esfinge de Guiza, identificada con Ra, dios del sol, y con Harmaquis, "Horus en el horizonte", reafirmando la costumbre solar de sus antepasados. Fue precisamente en ese lugar donde según la tradición, y mientras dormía entre sus patas, al joven príncipe Thutmose le fue revelado su destino como rey de Egipto.

Tutmosis IV

Menjeperura - Tutmosis IV, que así se hizo llamar el nuevo rey, mantuvo la alianza con sus vecinos permitiendo que se consolidara una paz que sería clave en la estabilidad del área asiática durante un largo periodo de tiempo. No ocurrió lo mismo en el Kush y por lo tanto intervino en alguna ocasión. En el país, Menjeperura-Thutmose (IV) introdujo algunos cambios que trataron de evitar el excesivo papel del clero de Amón en la política, o al menos apoyó de forma especial al clero solar heliopolítano. En ese ambiente de estabilidad, aunque también de reforma, a los 10 años de su ascenso este dejaba el destino de Egipto en manos de un niño de 12 bajo el tutelaje de su madre la reina Mutemuia.

Amenhotep III

El Egipto que Nebmaatra - Amenhotep III heredó gracias a la política de alianzas de sus antecesores acabó por convertir a Egipto en la nación más poderosa de Oriente Próximo, y sus vecinos, Babilonia, Asiria, Arzawa, Alasiya (Chipre), Hatti, Mitanni, etc., que mantuvieron en todo momento su independencia, asumieron una hegemonía egipcia que evitó se produjera acto bélico alguno. Esa política de alianzas con los pueblos asiáticos, fue sellada en la mayoría de los casos con el envío de princesas asiáticas a la corte egipcia, y de hecho, una de sus esposas principales acabó siendo la princesa Gilukhepa, hija del rey Shutarna (II) de Mitanni como así se desprende de una serie de importantes escarabeos conmemorativos que este rey mandó realizar para éste y otros actos principales de su reinado.

Esa "Pax" exterior liberó una buena parte de los recursos del país permitiendo que durante su reinado se alcanzara una importante prosperidad económica. Veló por la seguridad en las rutas comerciales que conducían a minas y puertos, y hacia Egipto se dirigió una ingente cantidad de productos (madera, metales, productos manufacturados, ganado, etc.), así como mano de obra, que unido a unas favorables cosechas produjeron una frenética actividad comercial, constructora y artística que dejó constancia por todo el país. Se construyeron o ampliaron gran cantidad de templos, destacando el nuevo templo de Amón en Karnak, el lujoso palacio de Malqata, o entre otros, el hoy desaparecido templo funerario de Kom el-Heitan en la ribera occidental tebana; sin duda uno de los mayores templos jamás construidos en Egipto y del que desgraciadamente hoy sólo quedan las dos imponentes estatuas que flanquearon su entrada que conocemos como los "Colosos de Memnón".

Nebmaatra-Amenhotep (III) continuó la devoción hacia el culto solar que habían manifestado sus antecesores, y si cabe aún con más énfasis pues fue durante su reinado cuando se construyó en Heliópolis el primer templo dedicado exclusivamente al por entonces ya dios Atón, o se hace llamar "Aton Dyehen" (Disco solar resplandeciente), en lo que constituye la primera aparición de su nombre entre el noménclator real y sin duda, una reafirmación de notable trascendencia para el futuro inmediato de Egipto.

Amenhotep IV

Le sucedió un joven Neferjeperura - Amenhotep IV, que cual presagio de su difícil destino, en uno de sus primeras actuaciones (año 2 de su reinado), se vió inmerso en la reclamación que un fiel aliado de Egipto, el rey Tushratta de Mitanni, le hizo para que le enviara las dos estatuas de oro que su padre le había convenido como pago por el envío de su hija la princesa Tadujeba. Pero de la respuesta, si la hubo, nada sabemos.

De lo que si sabemos es de sus profundas convicciones religiosas en cuyo centro se hallaba el disco solar o Atón de quien consideró emanaba la propia existencia creadora del hombre, y sus rayos, fuente de toda vida. Una novedosa concepción religiosa conocida por su padre y antecesores,pero que habiéndola adoptado como propia en el año 5º de su reinado, el ahora llamado Ajenatón ("Aquél que es eficaz en nombre de Atón") en contraposición con la oficial de Amón, acabaría por derivar en un conflicto religioso contrapuesto al del todopoderoso y omnipresente clero de Amón en Tebas. Ajenatón en unas circunstancias desconocidas, pero fácilmente adivinables, decidió abandonar las capitales administrativa y religiosa de Egipto (Menfis y Tebas respectivamente), para alejado de las previsibles tensiones estamentarias, fundar una nueva capital en el Egipto Medio, Ajetatón ("Horizonte de Atón), desde la cual desarrollar aquéllos nuevos conceptos religiosos. Y también, desde la que se ocultara la religiosidad anterior. Se cerraron templos y prohibieron cultos, e incluso sus nombres fueron borrados allá donde aparecían, y muy especialmente los de Amón y su consorte Mut. Nacía lo que se ha dado en llamar "revolución amarniense", y cuál revolución, acabó trascendiendo más allá de lo previsible para pasar de lo religioso a lo político, y por ende, a lo social y humano.

En la alejada ciudad de Ajetatón, él y su amada Nefertiti, junto a su cohorte de funcionarios, se dedicaron a su actividad teológica prácticamente abstraídos de toda realidad exterior, y cuasi "encerrados" en su humanístico destino. Esa actividad creacional transformó el modo de plasmar la figura humana en el arte, y ya sea en la estatuaria o en el relieve ahora con una actitud más naturalista y cotidiana en la expresión. De esta época es el famoso busto de Nefertiti.[11]

En el año 14 del reinado de Ajenatón, la reina Nefertiti desaparecía de la escena pública. ¿Qué pasó con Nefertiti. Estudios muy aceptados en la actualidad sugieren, aunque con las lógicas reservas, que la razón de esa repentina desaparición se deba al hecho de que asumiera la corregencia, para posteriormente, y una vez muerto su esposo, llamarse Anjjeperura (+epíteto) y Neferneferuatón (+epíteto). Es decir, muy probablemente el poco conocido personaje que le sucedió: Anjjeperura-Neferneferuaton-Semenejkara. Ello explicaría las razones de la repentina desaparición de Nefertiti, y por el otro la verdadera naturaleza de tan desconocido rey.

Mientras tanto la situación en Asia era delicada. Los egipcios acababan de atacar Hatti como respuesta a la ocupación por parte de éstos de la aliada ciudad mitanni de Qadesh. Como represalia, los hititas inician una serie de enfrentamientos que tienen su punto de partida en la toma de la también aliada ciudad de Amqi. Esa acción ya no es respondida por Egipto, y pronto es aprovechada por sus enemigos para iniciar una serie de alianzas que desmembrarían el poderío egipcio en la región. Sería a ese momento de debilidad el que correspondería cierta carta hallada en el archivo real de Hattusas (capital del reino de Hatti) en el que una reina viuda egipcia escribe al rey hitita Shuppiluliuma (I) solicitándole uno de sus hijos en matrimonio y así sellar la alianza que Egipto necesitaba. Pero si bien consiguió que se atendiera su ruego, tan desdichado príncipe nunca llegó a pisar tierra egipcia. Esa reina es probable que fuera Nefertiti.

Es una incognita el destino final del herético Semenejkara (probablemente la propia Nefertiti), y de las circunstancias que se dieron para que otro rey herético, el muy conocido, aunque igual de efímero rey Tutanjamón, le sucediera, pero fuesen cuáles fuesen las verdaderas razones de su ascenso, es probable que fuera obligado o cuando menos condicionado (tenía unos 9 años de edad) por una corte o altos cargos a poner fin a aquéllos años de cisma religioso, y así, a los 3 años de su entronización, Tutanjamón abandona definitivamente la ciudad de Ajetatón y se traslada a Menfis para desde allí y mediante un decreto, restaurar la vieja religión egipcia que pusiera fin a esas disputas entre monarquía y los viejos, aunque poderosos seguidores de Amón. Con su nuevo nombre, Nebjeperura-Tutanjamón, con el que quedaba restaurado el poder del dios Amón, se retomó la religiosidad politeista egipcia y sus tradiciones. Entre ellas, la de los enterramientos de bueyes Apis en Saqqara. En cuanto a las actuaciones de gobierno, remodeló la administración, y parece envió tropas al conflicto asiático. Nebjeperura-Tutanjamón falleció repentinamente, y a semejanza de la práctica totalidad de los reyes de la XVIII dinastía, su cuerpo acabó siendo enterrado en una tumba del Valle de los Reyes cuyo hallazgo a principios de los años veinte del pasado siglo constituye aún hoy en día el más importante hallazgo arqueológico acontecido jamás en Egipto.[12]

Fin de la Dinastía

Le sucedió un anciano Jeperjeperura-Ay por seguramente estar vinculado con la familia real (pudo ser hermano de la reina Tiye -I-) y por su condición de corregente o posible heredero al trono, además de por su matrimonio con la reina viuda Anjesenamón que acabaría sellando la legalidad de su ascenso. Su reinado de apenas 5 años, nos es escasamente conocido. Nombró heredero al que seguramente sería su hijo Najtmin (II), pero a la muerte del anciano rey se provocaron unos desórdenes en el país que acabaron siendo extinguidos por el general Horemhab y su éxito aprovechado para hacerse con el trono.

Dyeserjeperura-Horemhab significó la definitiva vuelta a la normalidad religiosa. Reorganizó la administración y ejército al completo mediante un edicto grabado en una estela de Karnak. En ese documento jurídico se dictaron importantes medidas contra el abuso de poder existente por parte de magistrados, soldados y funcionarios de hacienda. A la milicia le concedió gran importancia regulándola en dos grandes áreas (Alto y Bajo Egipto), y creó unos tribunales de justicia militar. Se dedicó especialmente a frenar los conflictos asiáticos, pero si bien sus victorias recuperaron parte del territorio e influencia perdido en la zona, no fue capaz de evitar el desmembramiento que se produjo tras la eliminación del reino aliado de Mitanni por parte hitita y la subsiguiente consolidación de dos poderosos reinos que ocuparan su espacio: el hitita y el asirio. Al carecer de descendencia nombró heredero a un compañero suyo, el general Paramose, con quien se iniciaría una nueva dinastía.

Con el reinado de Horemhab se ponía punto final a la XVIII dinastía. Un periodo de trascendental importancia histórica con el que quedó marcado el cénit cultural egipcio.

Fuentes

  • Rice, Michael (2002): Quién es quién en el Antiguo Egipto. Madrid: Acento Editorial, 2002. ISBN

844830666X.