Duelo al sol (Película)

Duelo al sol
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Western. Romance. Drama | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
138  min
Estreno1946
GuiónBen Hecht, David O. Selznick, Oliver HP Garrett (Novela: Niven Busch)
DirectorKing Vidor
Dirección de FotografíaLee Garmes, Harold Rosson, Ray Rennahan
ProductoraDavid O. Selznick
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Duelo al sol (Filme). Este ardiente encuentro amoroso, que desarrolla también una colisión entre dos actitudes morales y vitales y un atisbo a la difícil interacción familiar, disfruta de un extenso plantel de actores de primera fila. Además de Jones, Cotten y Peck, los grandísimos Lillian Gish y Lionel Barrymore. El gigante del cine, Orson Welles, fue el narrador del film en su versión original.

Sinopsis

Una joven mestiza india llamada Pearl es enviada a vivir con el barón de Texas, el senador McCanles. La joven india llama la atención de los hijos del barón: el siempre correcto Jesé y el fiero Lewt. Pronto los dos hermanos rivalizan por el amor de la chica. Traiciones, tiroteos en el desierto y una intensa relación amor-odio son algunos de los elementos que contiene esta obra maestra de King Vidor, el director de Guerra y Paz.

Reparto

Jennifer Jones

Gregory Peck

Joseph Cotten

Lionel Barrymore

Walter Huston

Lillian Gish

Harry Carey

Charles Bickford

Otto Kruger

Herbert Marshall

Premios

1946: 2 nominaciones al Oscar: Mejor actriz (Jennifer Jones), actriz sec. (Lillian Gish)

Críticas

La jodienda no tiene enmienda

La puesta en escena de “Duelo al sol” es de western, de eso no cabe duda, pero poco más. Por no tener, la peli de Vidor no tiene ni el duelo que promete su título.

“Duelo al sol” es más bien un correctito melodrama ambientado en Texas que bebe y vive de ese inagotable manantial que fue “Lo que el viento se llevó”. Aún así, el trabajo de Vidor es loable porque su agilidad narrativa y sus oportunas pinceladitas épicas consiguen maquillar con eficiencia las limitaciones de un guión bastante discreto y de algunas interpretaciones casi casi vergonzantes.

Me estoy refiriendo, por supuesto, a Jennifer Jones. La entonces novia de Selznick inunda la pantalla con una presencia física descomunal, pero su papel roza lo patético. No porque Perla sea un putón verbenero, sino porque sus expresiones faciales son tan postizas como el tupé de Rodolfo Chikilicuatre. Algo mejor se desenvuelve Gregory Peck. Me ha encantado verle en plan calavera, alejándose oportunamente de ese perfil apagado y bonachón que suele caracterizarle.

Un pseudowestern, en suma, con algún que otro plano de singular belleza (King es de aquellos viejos zorros que siempre apostaron por el cine como espectáculo)que se puede ver con agrado si no se depositan demasiadas expectativas en él.

O. Selznick had them like the horse of Espartero

He aquí una película porno sin genitales. Ah, fue un soplo de aire fresco, una brisa, después de otra sesión con el mingafría incorregible de Howard Hawks. El cine lo puedes hacer bien, mal o regular, pero hay que hacerlo. Amigo, hay que hacerlo.

Nunca he visto la sexualidad hecha arte como la vi aquí. ¿Actuaciones malas? Es la contundencia de la vulgaridad, la fuerza de las bajas pasiones. La película gira en torno a la pasión desenfrenada de dos seres que renuncian a su cerebro. Debe ser, pues, una vorágine incontenible de rojo, sudor y coca cola. Y "ojo, no es tan fácil", dice Vicente Aranda. No lo es.

Eso sí, muy mal el productor por meterse en el trabajo de... bah, por esta vez lo dejamos. O. Selznick se echó novia y quiso celebrarlo. Y yo brindo por él.

Ya vendré a verte

Algo parecido le dice Peck a Jones en uno de sus taitantos "rodeos" a la morena. No es jerga. No se lo dice ni sutilmente, ni a la luz de las velas. Se lo dice tirándole de los pelos y arrastrándola por el establo. Para el caso es lo mismo.

Eso sí: ella, desmelenada, mantiene su dignidad intacta atravesándolo con esa mirada de fiera enjaulada que de un momento a otro parecerá que le salte al cuello... Ya podéis esperar, ya.

Entre tanto Jennifer, la prima exótica, asiste al folletín de infortunios del linaje texano y feudal sobre tierras a las que bautizan como “Nueva España” y de las que tanto Peck como Cotten (herederos), se piran, (por supuesto), antes de que lleguen los “registradores de la propiedad”. Y empieza el culebrón.

Huelga decir que el señor registrador de la propiedad es amigo del terrateniente y que además, comprende y le duelen, las desdichas del patriarca (siempre los más dolientes personajes del west). Por enésima vez, estamos en la tierra más endiablada del mundo (y eso que no hay indios): Texas. Penas y disgustos de los hijos: uno es político y por eso traidor (le llaman Judas: Cotten). El otro es el forajido, el guapo y el chuzas (pero es el que mola; el que le mola a la Jenni: Gregory Peck).

Para más enjundia y desgracia: eso de que se te meta una mestiza en casa, (o en el establo) es intolerable y más aún que tu señora esposa, aún muriéndose y con la mayor pinta de beata que ha dado el western haya sido un putón verbenero... (de alguna manera, rizando el rizo..., la culpable de que él esté postrado en silla de ruedas).

Nota mental. Si echas una cana al aire o sólo fantaseas con "otro", tu marido acabará en silla de ruedas.

Aquí abunda moral con la que predicar aunque ninguna con la que argumentar. El colmo. John Ford es un macarra visto lo visto en “Duelo al Sol”.

Película, sí, para lucimiento de Jennifer Jones. Le dan un aire moruno, gaditano, le sueltan la melena y a mí, me recuerda tantísimo a la Chunga que es difícil hacerse a la idea de que en realidad sea mitad cherokee.

¿Qué diantre pinta Cotten aquí? Por otro lado ¿a Gregory Peck...? ¿cuándo le ha venido siquiera imaginado ese papel de malote con su amable rostro de Atticus*? Nunca. No cuela.

Las cherokees no bailan flamenco, danza del vientre y siete velos, todo a la vez. Es imposible. Eso sí, la negra tonta sigue siendo, más tonta todavía, la subordinada de la nana de Escarlata O’hara y el padre, inflexible, más duro que el Peñón, el mismo que hemos visto mil y una veces en demasiadas historias de Hollywood.

La película vale por lo que vale el plano final. Y ¡maldita sea! el plano final es inolvidable.

El fuego en el cuerpo

Desde el momento que Perla va caminando hacia su habitación con la lamparilla en la mano pasando por delante de los dos hermanos, ya se olfatea la tensión sexual e intuímos la actitud de ambos hacia ella. Aún sorprende tanta sensualidad en un título de los años 40, pero a David O. Selznick le gustaban las situaciones al límite.

Jennifer Jones se excede en gestos cuando muestra emociones fuertes, pero es fotografiada con maestría haciendo resaltar el blanco de sus ojos y dientes sobre su tez morena y lo que sí logra ésta es dar cuerpo a una criatura salvaje e inexperta que se convierte en centro de disputas y se debate entre la seguridad y la pasión.

Joseph Cotten y Gregory Peck hacen acertadamente la encarnación del bien y el mal como reflejo de la personalidad del autoritario y visceral padre (Lionel Barrymore que estaba realmente en silla de ruedas desde hacía años) y tambiém aparece Lillian Gish, toda una superviviente que empezó con Griffith décadas atrás y siguió dejándose ver en más películas otras tantas décadas después.

Como en Lo que el viento se llevó, la personalidad de Selznick es la que manda y parece que hubo otros directores que intervinieron, pero quien firma es King Vidor, gran cineasta desde el mudo, versátil y eficaz, que lleva la historia con seguridad y buen ritmo obsequiándonos con espléndidas panorámicas, bellos primeros planos y majestuosos planos generales (la encendida fotografía en color plena de rojos es magnífica).

Duelo al sol forma parte de esos contados títulos imprescindibles y si sólo se fracasa en la dirección de la Jones, es de suponer que con el tiránico Selznik emcima poco podía hacer Vidor para contener a la que por entonces era la chica del productor.

El Tecnicolor

La ví siendo un crío y apenas la recordaba. Como si fuera mi primera vez.

La verdad es que me ha decepcionado. Es considerada un clásico y no es difícil adivinar por qué. La pasíon desatada domina la pantalla. La labor de King Vidor es excepcional con planos maravillosos.

La fotografía, el tecnicolor (quiero ver la vida en tecnicolor), Peck bordando su papel, secuencias para el recuerdo como ese arrebatador final. Pero tiene lastres insalvables. El guión y algunos diálogos son verdaderamente folletinescos, sonrojantes. Y la actuación de Jennifer Jones es el colmo de la sobreactuación, algo terrible de ver, como si estuviera actuando en una película muda cargada de anfetaminas. No pude evitar echar unas carcajadas, y a buen seguro no era esa la intención. Yo me quedo con la labor de Vidor y las bellísimas imágenes que contiene. Pero para mi gusto, está lejos de ser una obra maestra.

Fuentes

  • Artículo Duelo al sol. Disponible en: www.filmaffinity.com, visitado el 26 de febrero del 2013.
  • Artículo Duelo al sol. Disponible en: www.fotogramas.es, visitado el 26 de febrero del 2013.
  • Artículo Duelo al sol. Disponible en: www.alohacriticon.com, visitado el 26 de febrero del 2013.
  • Artículo Duelo al sol. Disponible en: cine.mysofa.es, visitado el 26 de febrero del 2013.