Fernando II de las Dos Sicilias

Fernando Carlos
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Fernando ii de las dos sicilias (1810-1859).jpg
Reinado 12 de febrero de 1830 - 22 de mayo de 1859.
Nacimiento 12 de enero de 1810
Palermo, Reino de las Dos Sicilias
Fallecimiento 22 de mayo de 1859. (49 años)
Palacio Real de Caserta, Reino de las Dos Sicilias, Palacio Real de Caserta, Reino de las Dos Sicilias
Entierro Basílica de Santa Clara, Nápoles
Predecesor Francisco I de las Dos Sicilias
Sucesor Francisco II de las Dos Sicilias
Consorte María Cristina de Saboya, María Teresa de Austria,
Casa Real Casa de Borbón-Dos Sicilias
Dinastía Dinastía de Borbón
Padre Francisco I de las Dos Sicilias
Madre María Isabel de Borbón Consorte

Fernando II. Fue un miembro de la dinastía Borbón y rey de las Dos Sicilias desde 1830 hasta su muerte en 1859.

Síntesis biográfica

Fernando Carlos nació en Palermo, capital de Sicilia, hijo primogénito de Francisco I de las Dos Sicilias y de su prima María Isabel, infanta de España. Era nieto del rey Fernando I de las Dos Sicilias y la archiduquesa María Carolina de Austria por vía paterna; por parte de madre era nieto del rey Carlos IV de España y su mujer, la princesa María Luisa de Parma. Por lo tanto era bisnieto de Carlos III de España por parte paterna y materna.

Reinado

Fernando II, Rey de las Dos Sicilias (1810-1859). Rey de Nápoles, nieto de Fernando IV de Nápoles, subió al trono en 1830 y adoptó al principio una política algún tanto liberal. Pero su matrimonio con una princesa austríaca y su alianza con aquella potencia, le hicieron variar completamente, dando margen a la serie de sublevaciones que señalaron su reinado; siendo todas sofocadas y seguidas de grandes ejecuciones, fusilamientos en masa, deportaciones y todo género de crueldades. Sobrevenida la revolución de 1848 pareció conformarse y otorgó una constitución; pero el 15 de mayo del mismo año, después de lanzar las tropas sobre la multitud y acuchillarla, disolvió las cámaras, abolió el régimen constitucional, y empezó a gobernar con ese sistema de terror y crueldad, en el que por espacio de diez años Europa escandalizada vio reproducirse en aquel país los tormentos y persecuciones de la edad media, que dieron margen a las célebres Cartas a lord Aberdeen escritas por Gladstone, y que en vano se quisieron desmentir. Esta fue la triste herencia que legó a su hijo Francisco, destinado a recoger el fruto de tan odioso reinado.

Después de suceder a su padre en 1830, Fernando II prometió administrar de forma imparcial la justicia, reformar las finanzas de las Dos Sicilias y ayudar a cicatrizar las heridas de los numerosos conflictos que afectaron durante décadas a su reino. Estas promesas, aparentemente, las hizo para apaciguar a sus opositores, pues aunque sí llevó a cabo algunas reformas económicas en las Dos Sicilias, muchos problemas relacionados con los impuestos apenas sufrieron alteraciones y mejoras, la corrupción siguió floreciendo en todos los ámbitos de la administración, y el Absolutismo acabó por establecerse como sistema político de forma aún más dura que en tiempos de sus antepasados.

Fernando II era astuto por naturaleza, aunque no había sido bien educado; era enormemente supersticioso y poseía una desorbiatada autoestima. Aunque la maquinaria de su reino siguió siendo eficiente gracias a sus esfuerzos, y teniendo en cuenta que Fernando era un gran patriota hasta el punto de impedir cualquier interperencia extranjera, hizo poco o nada por complacer los deseos de sus súbditos.

Tras su segundo matrimonio en 1837, con una archiduquesa de Austria, los lazos con el despotismo se vieron reforzados, y el descontento de sus súbditos se manifestó en varias insurrecciones, todas fallidas; en 1837 tuvo lugar un levantamiento en Sicilia tras un brote de cólera, y en 1843 La Giovine Italia intentó organizar un levantamiento general que, no obstante, sólo se manifestó en sublevaciones puntuales.

En enero de 1848 otra sublevación en Sicilia dio el pistoletazo revolucionario que pronto recorrió toda Italia y el continente europeo; el levantamiento se vio acompañado de otro en Nápoles, y Fernando II aceptó jurar una constitución. No obstante, hubo varias disputas acerca de la verdadera naturaleza del texto, y el 15 de mayo se produjeron disturbios en la ciudad de Nápoles. Con la excusa de retirar su promesa, el rey disolvió el parlamento el 13 de marzo de 1849.

El rey se retiró a Gaeta para contactar con otros déspotas que habían sido depuestos. Cuando llegaron las noticias de la victoria austríaca en la Batalla de Novara en marzo de 1849, Fernando II decidió retomar su política férrea. Sicilia, de donde los partidarios del rey habían sido expulsados, estaba bajo el poder del General Filangieri, y las ciudades principales de la isla fueron bombardeadas. Este episodio de su reinado le ganó al rey el sobrenombre del Rey Bomba.

Durante los últimos años de su reinado el espionaje y las detenciones arbitrarias previnieron cualquier tipo de insurrección en contra del rey. En 1851 William Gladstone estimó que en Nápoles había más de 15.000 prisioneros políticos (la cifra probablemente se acercaba más a los 40.000). Tal fue el escándalo que esta información produjo en Europa, que en 1856 Francia e Inglaterra mandaron representantes diplomáticos a las Dos Sicilias para mitigar la crueldad del rey y proclamar una amnistía general, sin éxito.

En 1856 hubo un atentado contra la vida del rey, que fracasó. No obstante, Fernando II falleció finalmente el 22 de mayo de 1859 poco después de que Francia y Piamonte le declarasen la guerra al Imperio austríaco, que acabaría con la propia existencia del reino de las Dos Sicilias y de su propia dinastía.

Estado independiente

Bajo el reinado de Fernando II el reino se convirtió en un Estado realmente independiente, aunque Francia, Austria y el Reino Unido buscaron mantenerlo en sus esferas de influencias debido a la posición estratégica de la península en el centro del Mar Mediterráneo.

Fernando II sucedió en el 1830 a su padre Francisco I, que había gobernado desde el 1825 (año de la muerte de Fernando I). Con solo 20 años, Fernando II mostraba ya su fuerte personalidad que marcaría sus 30 años de reinado.

A los pocos meses decidió continuar el programa de resaneamiento financiero comenzado por el precedente primer ministro Medici: abolió los montos de más contribuciones, disminuyó drásticamente sus privilegios y bajó los impuestos. Hecho esto, dio un fuerte impulso a la economía: construyó calles, puentes y ferrovías, realizó un gran número de acuerdos comerciales, los más importantes con el Reino Unido, Francia, Rusia, el Reino de Cerdeña, Estados Unidos, Dinamarca y Prusia. Mandó párrocos a las comunas donde no habían escuelas elementales para difundir una educación básica al pueblo; prohibió la mendicidad mandando a la mayor parte de los mendigos a institutos donde se les enseñaba un oficio. [10] Potenció al ejército y a la marina con el intento de afirmar definitivamente la independencia del sur de Italia. Comenzó a afirmar su presencia militar con dos demostraciones de la flota en las costas africanas que convencieron, en el 1833 a Túnez y en el 1834 a Marruecos, a no obstaculizar más, como habían hecho durante siglos, el comercio de la flota mercantil meridional.

Se desarrollaron la economía y la marina meridional y surgió la cuestión del azufre: La Sicilia poseía el 90% de las reservas mundiales de azufre, mineral indispensable para la industria química de la época en particular la de los explosivos. Desde el 1816 había entre Londres y Nápoles un tratado de comercio y rápidamente los mercaderes ingleses se aprovecharon para obtener casi toda la producción de azufre de la isla. Compraban barato y lo vendían a precios altísimos. Entonces Fernando II dio un paso bastante audaz: le concedió el comercio del azufre a un sociedad francesa que pagaba el doble que los británicos.

Desde entonces, las relaciones de los británicos con las Dos Sicilias fueron cada vez más duras y se hizo uso de la fuerza. Lord Palmerston mandó la flota inglesa al Golfo de Nápoles amenazando con bombardeos y desembarcos. Fernando II ordenó el estado de alarma en fuertes costeros y desplazó las tropas a los posibles lugares de desembarco.

Parecía que la guerra era inminente pero como Austria había negado su apoyo al reino meridional, se realizó un tratado: se canceló el contrato con la sociedad francesa y el Reino de las Dos Sicilias debió pagar por las pérdidas británicas cuando el contrato era con los franceses. El que perdió fue el reino napolitano; pero en las islas británicas se tomó este acontecimiento como una suprema indignación[12]

Matrimonios y descendencia

Fernando II contrajo matrimonio dos veces; la primera fue el 21 de noviembre de 1832 con María Cristina de Saboya, hija del Rey Víctor Manuel I de Saboya. Sólo tuvieron un hijo: Francisco II de las Dos Sicilias (1836-1894), que sucedió a su padre como rey y se convirtió en el último rey de las Dos Sicilias.

Tras la muerte de su primera esposa, Fernando II contrajo segundas nupcias el 9 de enero de 1837 con la Archiduquesa María Teresa de Austria, hija del Archiduque Carlos de Austria, Duque de Teschen, hijo de Leopoldo II, y de su esposa de origen protestante, Enriqueta de Nassau-Weilburg. Tuvieron en total doce hijos: Luis (1838-1886, conde de Trani; casado con Matilde Ludovica de Baviera, hermana también de Isabel, emperatriz de Austria-Hungría. Con descendencia.

Alberto (1839-1844), conde de Castrogiovanni. Murió joven. Alfonso (1841-1934), conde de Caserta; casado con su prima, la princesa María Antonieta de las Dos Sicilias. Tuvieron amplia descendencia; la línea de la familia de los Borbones de las Dos Sicilias desciende de ellos.

María Anunciada (1843-1871). Casada con el Archiduque Carlos Luis de Austria.

María Inmaculada (1844-1899). Casada con el Archiduque Carlos Salvador de Austria-Toscana. Cayetano (1846-1871), conde de Girgenti. Se casó con la infanta Isabel de Borbón. No tuvieron hijos. José (1849-1882), conde de Lucera. María Pía (1849-1882); casada con Roberto I, Duque de Parma y Piacenza. Vicente (1851-1854), conde de Melazzo. Murió joven. Pascual (1852-1904), conde de Bari. Casado en matrimonio morganático con Blanche Marconnay. María Luisa (1855-1874), casada con el príncipe Enrique de Parma, Conde de Bardi. Sin sucesión. Genaro (1857-1867), conde de Caltagirone. Murió joven.

Referencias