Gilda (película de 1946)

Gilda
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Drama. Cine negro. Romance. Thriller | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
110 min
Estreno1946
GuiónMarion Parsonnet (Historia: E.A. Ellington)
DirectorCharles Vidor
Dirección de FotografíaRudolph Maté (B&W)
ProductoraColumbia Pictures Corporation
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Gilda (Filme). Un film norteamericano que ha generado una leyenda que ha llegado a imponerse por encima de sus propios valores. De hecho, no es más que un apañado melodrama con algunos tintes negros. Sin embargo, el delirante erotismo de Rita Hayworth (desde su strip-tease de guantes hasta la ambigua bofetada que le propinaba Glenn Ford) consiguió trascender el conjunto, proporcionándole un encanto y una aureola que el tiempo no ha conseguido erradicar.

Sinopsis

En esta historia, Johnny Farrell (Glenn Ford) comienza a trabajar para Ballin Mundson (George Macready), el propietario de un casino de juego ilegal en una ciudad sudamericana, ascendiendo rápidamente hasta convertirse en el hombre de confianza de Mundson. Todo va bien hasta que Mundson regresa de un viaje con su nueva mujer, Gilda, una mujer del pasado de Johnny. Mundson, que ignora la aventura amorosa que hubo entre ellos, asigna a Farrell el trabajo de conseguir que Gilda sea una esposa fiel. Llena de odio, Gilda pone su mayor empeño en molestar, acobardar y poner celoso a Farrell, hasta que las circunstancias le aconsejan cambiar.

Reparto

Críticas

Historia de una bofetada y un guante

Excelente melodrama pasional con tintes de cine negro, sobre la turbia relación de tres ambiguos y fascinantes personajes: Gilda, aventurera de oscuro pasado, casada con el propietario de un casino, que contrata al jugador de fortuna, Johnny Farrell, sin saber que ha sido amante de su mujer.

Entre los tres se establecerá una extraña relación a tres bandas en las que primará entre Gilda y Johnny, el odio como sentimiento opuesto, y por lo tanto próximo, al amor-pasión, expresado en una relación de raíces sadomasoquistas, y la ciega e inquebrantable lealtad de Johnny hacia su jefe, en la que muchos han querido ver una relación de base homosexual.

El film forma parte por derecho propio de la galería de películas míticas, debido principalmente al hipnótico magnetismo de Rita Hayworth en pantalla, a quien le bastó aparacer enfundada en un vestido de satén negro, entonando los acordes, con voz prestada, de "Put the Blame on Mame" y quitarse un guante, para marcar la educación sexual de toda una generación y elevarse a la categoría de diosa inmortal de la belleza y la sensualidad.

La química desbordante entre ella y Glenn Ford, que alcanza su punto álgido en el momento en que Johnny abofetea a Gilda con la rabia del despecho y del deseo contenido, es otra de las razones de mitificación del film, junto a la espléndida fotografía de Rudolph Maté, que supo hacer que la pantalla cobrara vida, cada vez que Gilda movía su radiante cabellera roja.

Gilda marcaría toda la carrera de la infortunada Rita Hayworth, que resumiría perfectamente su fracaso personal al afirmar: "Mi desgracia es que los hombres se acuestan con Gilda y se levantan conmigo".

Nunca hubo otra como ella

“No ha habido nunca una mujer como Gilda”, decían los carteles de esta película cuando se estrenó. Sesenta años después, esa fascinación sigue intacta. Nosotros envejecemos, pero Gilda mantiene legendario embrujo porque Gilda nació para quedarse en nuestros sueños cinéfilos. Recuerdo que la primera vez que la vi era un crío (había sido el único de la clase al que habían dejado verla, por lo que me pasé semanas narrándola con todo lujo de detalles), y aún ahora vuelvo a esta película llena de una inspiración y una magia cómo sólo el Hollywood clásico podía realizar.

“Gilda” es una de esas reuniones mágicas que acontecen de tanto en tanto para destilar más allá del buen cine y crear leyenda, como ocurre con “Casablanca”, “Lo que el viento se llevó” y tantas otras. Es un soplo único, irrepetible (de hecho, intentaron repetir el éxito reuniendo al mismo equipo y apoyándolo con un mayor presupuesto en “La dama de Trinidad”, y la magia no apareció por ningún lado, aunque la Hayworth bailaba como los ángeles en esta producción), lleno de secuencias y diálogos que se te clavan en la mente, en la que quizás es una de las mejores películas de cine negro de todos los tiempos. Curiosamente, y esto lo comparte con “Casablanca”, pese a ser Rita la mayor estrella de la Columbia, la película se comenzó sin tener un guión acabado ni tampoco tener la menor idea a dónde irían a parar todos estos personajes en los que nada es lo que parece… sino muchísimo peor. Según iban rodando, iban creando nuevas secuencias (algunos de los diálogos se añadieron en doblaje), incluso los famosos números musicales de “Put the Blame on Mame” y “Amado mío” se realizaron casi finalizando el rodaje. No importa que Rita no supiera cantar. Nadie se movía como ella, nadie podía interpretar un personaje como este. Cuando dice en un diálogo memorable que si “fuera un rancho, se llamaría Tierra de Nadie”, quedas sobrecogido. El lucimiento que realiza en cada secuencia es espectacular. No es sólo belleza (es cierto, nunca hubo otra como ella) es la fuerza y la vulnerabilidad a un tiempo. El maravilloso número en el que ella se venga de Johnny interpretando en el casino el tórrido “strip-tease” pasa con justicia a la historia del cine (remata con la famosa bofetada).

“Gilda” es una obra maestra, en la que todos los detalles que hacen una gran película están ahí con la máxima expresión. Una fotografía maravillosa de Rudolph Maté; una dirección artística que hacen un Buenos Aires improbable pero imborrable; las actuaciones prodigiosas con un Glenn Ford destilando una química insuperable no sólo con Rita, sino con Geoge Macready con el que mantiene una relación homosexual brillantemente insinuada (o un trío, pues siempre está un “pequeño amigo”); y Steven Geray, como “Tío Pío”, un personaje único en toda la historia del cine negro.

Hay que saborear “Gilda”, tiene el sabor del cine legendario.

Gilda y Johnny

Dirigida por Charles Vidor, se rodó en los estudios Columbia de Hollywood.

La acción principal tiene lugar en Buenos Aires en 1945/46. Narra la tomentosa relación de amor entre Johnny Farrell (Glenn Ford) y Gilda (Rita Hayworth). Después de haber sido amantes, Johnny abandona a Gilda para seguir su vida de jugador tramposo en el submundo de Buenos Aires. Un extraño, turbio, acaudalado y ambiguo personaje, Ballin Mundson (George Macready), le salva la vida y le convierte en su brazo derecho. La relación entre los dos se ve alterada cuando Ballin, después de un breve viaje, regresa casado. La película narra las relaciones tempestuosas que se establecen entre Gilda y Johnny, a raiz de su imprevisto reencuentro. Éstas se enmarcan en un Casino ilegal de juegos, la llegada a Buenos Aires de criminales de guerra nazis, la participación de Ballin en negocios tenebrosos, la sucesión de asesinatos, suicidios, muertes y desapariciones. Sobresale la belleza de Rita Hayworth, que asocia hermosura y perfidia, elegancia y maldad, en un duelo de poder a poder con su antiguo amante. Gilda encarna la figura de la mujer que no se resigna: lucha con furor, rabia y fuerza, hasta la provocación y el escándalo, contra el hombre que la ha herido y quiere someterla. La batalla de géneros se erige en clave del relato y en la base de su interés y grandeza. El striptease que inicia quitándose sensualmente los guantes y arrancándose después el collar, no es un acto de sometimiento, sino un soberbio grito de guerra.

La música aporta dos versiones de una canción original "Put Blame On Mame" y una canción de la época ("Amado mío"). Inserta fragmentos orquestales de factura vanguardista. La fotografía, de Rudolph Maté, exalta la belleza de la protagonista con primerísimos planos e iluminación que recuerdan los que William H. Daniels dedicó a G. Garbo. Es magnífico el movimiento de la cámara, que hace uso de recursos novedosos y efectistas (encuadre desde el suelo en la escena inicial) y de una sobresaliente iluminación. El guión incluye diálogos breves y rápidos, llenos de ambigüedades, sugerencias y matices. Pese a que la filmación incluyó improvisaciones y algunos añadidos finales (la canción "Amado mío"), la hilación argumental es excelente. Cuando Gilda dice que si ella fuera un rancho, lo llamarían "Tierra de Nadie", el espectador se siente estremecido; cuando entiende que la afirmación no es una definición, sino una provocación, se le hiela el alma. La relación homosexual entre Ballin y Johnny se sugiere con extrema sutileza. La interpretación de los protagonistas y de los secundarios George Macready ("Senderos de gloria") y Steven Garay billan a gran altura. El vestuario de RH es excelente: el vestido de noche con guantes está inspirado en el retrato "Madame X", de John Singer Sargent. La dirección hace alarde de virtuosismo, habilidad y versatilidad.

Una de las obras míticas del cine más renombradas. Contiene imágenes arquetípicas. Imprescindible.

Ni contigo ni sin ti

Huyo como loca poseida de todos aquellos a quienes escucho mediante discurso técnico-intelectual, hablar de lo que sea, pero como aquí hablamos de lo que hablamos...pues eso, echo a correr ante discursos que me intenten convencer de una manera teórica que una peli antigua es buena, mala, mejor o peor... Por eso los dogmáticos del cine clásico suelen caerme muy mal, siendo como soy una enamorada de éste. Por qué? secillo, una peli me gusta o no me gusta por cómo me entra por los poros en el momento que la veo, por las sensaciones que me provoca, por el sabor que deja en mi paladar, por la excitación incluso sexual de esos momentos, por cómo noto sin vérmelos que mis ojos brillan más y distinto...

De la teorización coñazo ya se encargará mi maleducada cabecita después, pero porque aún no la tengo del todo dominada, eh...porque pienso conseguir hasta eso, anularla por completo incluso después de levantarme de la butaca una vez acabada la peli, y dejarme impregnar exclusivamente por la sabiduría de lo sensorial. Eso es lo que realmente no me engaña y a lo único que debo escuchar para saber si me encuentro ante una buena o una mala película.

Por eso para estar convencida y decir abiertamente que el cine sufre inmerso en una espiral de terrible y continua involución, no me hacen falta rolletes dircursivos que hablen de talento narrativo, de dirección de actores, de profesionalidad interpretativa, de fotografía, planos o técnica de cámara...Por dios, no...

Yo, simplemete te digo que veas Gilda

Gilda...solamente eres un icono bello, un guante, una bofetada y una canción

Gilda es de esos títulos que has oído tanto hablar de ellos que te esperas una gran película, Gilda es una película como Casablanca o Gran Hotel, películas de mucho nombre pero hay películas que tienen menos nombre y son más grandes.

Una historia normal, amor, lujuria y juego, una mujer deseable por todos, una historia a medio camino entre dos hombres y a su vez toda una fortuna además de estar metidos todos en una mafia; son demasiadas cosas para saber que lo más importante de la película es el nombre de esta hermosísima mujer que causa escándalo allí donde se levanta el pelo, se quita el guante o se pone a cantar, una mujer hermosa y por eso merece ver la película porque el resto es un guión mal concluido y con piezas mal encajadas ya que la principal intención de la película era mostrar el espíritu de esta hermosa mujer de aquella época.

Es verdad que la película se ve muy bien pero cierto es que me esperaba algo mucho mejor ya que tanto se ha homenajeado a esta película que creía que sería algo fuera de serie. Sus censuras hicieron que está película pasara a la historia, la iglesia a veces censura sin darse cuenta que están dando potencial a esta película.

Ninguna como ella

Son los años de la Segunda Guerra Mundial, en Buenos Aires. Ballin Mundson (George Macready) está al frente de un casino, y su hombre de confianza es un jugador llamado Johnny Farrell (Glenn Ford), al que Mundson ha sacado de un aprieto. Un día, a la vuelta de un viaje, Mundson se presenta en su casa con una atractiva mujer llamada Gilda (Rita Hayworth), y enseguida se establece una tirantísima relación entre Johnny y ella, una profunda mezcla de amor y odio que marcará la vida de los tres protagonistas. Una de las grandes películas de la historia del cine, con una apoteósica Rita Hayworth, que hace honor a al reclamo del film: "Nunca hubo una mujer como Gilda". Se trata de una genuina historia de cine negro, narrada con una tremenda fuerza. Impactó de tal manera en los espectadores de la época, que la primera experiencia atómica de la posguerra, la bomba lanzada por los norteamericanos sobre el atolón Bikini, llevó por nombre Gilda y tenía pegada una fotografía publicitaria de la Hayworth. Este papel encumbró a la actriz a la categoría de estrella eterna del celuloide. La escena en la que interpreta "Put the Blame on Mame", en la que se quita un guante, es una de las más famosas de la historia del cine, y el bailecito de "Amado mío" no le va a la zaga. Y, en fin, la sonora bofetada posterior que le propina un severo Glenn Ford no es menos célebre. Un drama pasional lleno de intriga, con una fantástica ambientación. Una joya.

Fuentes

  • Artículo Gilda. Disponible en: www.filmaffinity.com, visitado el 7 de febrero del 2013.
  • Artículo Gilda. Disponible en: www.dcine.org, visitado el 7 de febrero del 2013.
  • Artículo Gilda. Disponible en: www.decine21.com, visitado el 7 de febrero del 2013.
  • Artículo Gilda. Disponible en: www.informador.com.mx , visitado el 7 de febrero del 2013.