Historia del turismo

Historia del Turismo
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Concepto:Actividades que las personas, estando de viaje, han realizado en el entorno de destino a través de la historia.

La historia del Turismo, además de extensa, es muy variada. Y es que, a lo largo de la historia, han ido sucediendo continuas innovaciones que han ido profesionalizando y consolidando el sector dentro de la economía.

Conceptos

La aparición del ferrocarril, la máquina de vapor, el automóvil, así hasta el avión, han ido generando grandes aportes que, de una forma u otra, han ido consolidando la historia del turismo y una longeva evolución histórica.

El término turismo, de acuerdo con la UNWTO (Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas, por sus siglas en inglés), hace referencia a aquellas actividades que, las personas estando de viaje, realizan en el entorno de destino. Es decir, aquellas actividades que, con fines de negocios, ocio o cualquier otra actividad, se realizan en un entorno distinto al lugar de origen. En función del origen y el destino, el turismo puede clasificarse en dos tipos.

En primer lugar, el turismo internacional, es decir, aquel en el que el destino y el origen no representan el mismo territorio. Por otro lado, el turismo doméstico. Este es el tipo de turismo en el que el origen y el destino presentan el mismo territorio, es decir, se encuentra dentro del territorio nacional de origen.

También existe una clasificación en función del periodo de tiempo que se prolonga la estancia. Es decir, dependiendo del tiempo que dure la estancia, el turista puede clasificarse en dos tipos. En primer lugar, los turistas. En otras palabras, aquellos que pernoctan en el lugar de destino, prolongando su estancia más de un día natural fuera de su lugar de residencia. Por otro lado, tenemos al excursionista. Este se caracteriza por el hecho de que, siendo un visitante extranjero o nacional, no pernocta en el territorio de destino, por lo que regresa a su lugar de origen sin hacer noche en el lugar de destino.

Evolución e historia

Como veremos a continuación, el turismo ha tenido una gran evolución a lo largo de la historia. Desde las cruzadas templarias para la conquista de Tierra Santa hasta la aparición del avión, el turismo ha vivido una gran cantidad de avances que, tras siglos de historia, lo han posicionado como uno de los mayores sectores económicos en la economía mundial.

Edad Antigua

El turismo, tal y como lo conocemos en el siglo XXI, nace en el siglo XIX. La Revolución Industrial, en un contexto global, provocó un crecimiento exponencial de los viajes y los desplazamientos entre territorios. Con fines muy distintos, tales como las guerras, el ocio, el comercio, la conquista, así como otro tipo de fines, el turismo no ha dejado de crecer, en función que iban desarrollándose todas las infraestructuras y el transporte.

No obstante, aunque el turismo como tal considere sus inicios en el siglo XIX, este existe desde el inicio de la historia. Ya en la Edad Antigua, el imperio romano diseñó y construyó infraestructuras para promover el transporte entre los distintos territorios que poseía el imperio. Las calzadas romanas, de las que todavía se conservan grandes restos, fueron consideradas las primeras carreteras de la historia, por donde los romanos viajaban de un lado a otro.

También en la Grecia clásica se desarrolló el turismo. Los viajes y desplazamientos de personas entre las distintas ciudades que conformaban el territorio griego representaban una imagen muy fidedigna de lo que hoy conocemos como turismo. Los juegos olímpicos, por ejemplo, celebrados en la ciudad de Olimpia, atraía a muchísimos ciudadanos de distintas partes del territorio griego. Esto hacía que miles de personas se desplazaran hasta la ciudad, con el fin de poder asistir a los juegos olímpicos.

Todo esto, en un escenario en el que Roma extendía su territorio, así como Grecia, supone un impulso para el desarrollo de infraestructuras que permitiesen esa mejor conexión entre territorios. Una conexión que se establecía mediante las ya mencionadas calzadas romanas, así como toda la infraestructura marítima que impulsaron los griegos para fomentar el transporte y las migraciones entre los distintos territorios.

Edad Media

Con la caída del imperio romano y la descentralización de los feudos, el sistema feudal provocó una paralización en el turismo. La Edad Media representó un periodo de grandes conflictos bélicos que desincentivó la práctica turística. Y es que, las relaciones de vasallaje entre los ciudadanos que no podían abandonar las tierras del señor feudal, así como esa descentralización en pequeños feudos enfrentados entre sí, provocó que las migraciones dejaran de sucederse con la misma frecuencia que se daba en la Edad Antigua.

No obstante, otros imperios como el Islam, el cual si poseía un extenso territorio conquistado, si ejerció el turismo entre sus territorios. La peregrinación de los islámicos a La Meca, así como todos los movimientos transfronterizos que realizaban los ciudadanos del imperio islámico entre los territorios conquistados, constituyeron rutas turísticas que fomentaban el transporte y el traslado de personas.

También, la extensión de la religión cristiana en las grandes ciudades incentivó, en parte, el turismo religioso. Es decir, las continuas expediciones a Tierra Santa, así como las cruzadas para la conquista del territorio que, para la religión cristiana, albergaba el origen del cristianismo, provocó que los desplazamientos se sucediesen con más frecuencia. No obstante, tanto en el Islam como en el Cristianismo, estos movimientos eran más bien obligados por la propia religión que por deseos o impulsos personales de los viajeros.

Edad Moderna

En la edad moderna, con la aparición de los Estados y la transición para la desaparición del feudalismo, la historia del turismo vuelve a registrar hitos de gran calado, pues el sector vivió un fuerte impulso. Sobre todo por la aparición de las posadas y los hoteles, dando lugar a lo que hoy conocemos como turista. Estos lugares de pernoctación permitían a los excursionistas poder descansar en lugares distintos a su lugar de origen, dando lugar al término, el cual conocíamos anteriormente, de turista.

Durante la Edad Moderna, el turismo vive un gran auge sobre todo en el turismo de ocio. Es decir, el turismo que se realiza con fines de diversión, descanso y recreación. La mayor estabilidad institucional, hasta el comienzo del periodo de entreguerras en la Edad Contemporánea, dota de mayor seguridad a los ciudadanos para las migraciones entre territorios. Es aquí cuando los británicos comienzan a impulsar tendencias como la del “Grand Tour”. Una ruta que los jóvenes aristócratas británicos realizaban por Europa, con motivo de culturizarse y completar su formación en materias como el arte, las lenguas y el comercio.

También aparecen las termas. Este tipo de lugares ganan una fuerte popularidad entre los ciudadanos de la Edad Moderna.

Edad Contemporánea

Durante la Edad Contemporánea, se producen grandes hitos que marcan, por así decirlo, la historia del turismo. Es cuando más se produce ese desarrollo final que precisaba el turismo para vivir el impulso que ha vivido. La expansión del turismo con los avances tecnológicos e industriales vivió un impulso que situaría al turismo como uno de los principales sectores, ya en aquel entonces, de la economía mundial.

Y es que, en la Edad Contemporánea, por ejemplo, se produce una expansión económica, así como un fuerte incremento de las rentas, en los distintos territorios europeos. La Revolución Industrial había llegado a Gran Bretaña y, junto con la posterior industrialización de Bélgica, así como el resto de territorios europeos, el afianzamiento de la burguesía provoca que estos incrementos de renta se traduzcan en mayores recursos para viajar y visitar otros lugares.

También, la consolidación de los territorios coloniales como potencias económicas en el mundo, donde ya se había establecido un negocio completamente directo entre territorios, provoca la migración de miles de personas a los Estados Unidos. La nueva tierra de oportunidades que, incluso, tuvo que implantar cartillas para controlar los flujos migratorios, pues estos eran una gran masa de gente. Esto, incentivado con el desarrollo de los transportes, provocó un fuerte incremento de los flujos turísticos.

Como decíamos, es en este preciso momento cuando James Watt desarrolla la máquina de vapor. Esto hace que la industria del ferrocarril, así como el ferrocarril en sí mismo, se extienda por todo el planeta. Todos los países, industrializados y no industrializados, diseñaron infraestructuras para promover la implantación del ferrocarril en los territorios, conectándolos entre sí. Sin lugar a dudas, uno de los grandes impulsos que vivió el turismo y que, además, acrecentó el crecimiento económico.

Así, comenzaron a extenderse las agencias de viajes, como la quebrada Thomas Cook, o la American Express, que se dedicaba al transporte de mercancías. El ferrocarril y la navegación marítima a vapor provocan un fuerte impulso para el desarrollo y la profesionalización del sector turístico. Es en este momento cuando se va consolidando un sector turístico de gran importancia para la economía. Un sector turístico que comienza a desarrollar subsectores paralelos.

Y así es como comienza a desarrollarse el sector turístico. Posteriormente, la aparición de nuevas herramientas como el automóvil, con Henry Ford, así como el avión y los grandes barcos de transporte, incentivaron ya ese impulso final que provocó el posicionamiento del sector turístico como uno de los mayores sectores de nuestra economía. Siendo paralizado únicamente por el periodo de entreguerras, el turismo comienza a ganar presencia en la economía, experimentando un gran impulso tras la segunda guerra mundial. Un impulso que llegó a considerarse como el “boom turístico”.

La estabilidad, la cooperación internacional, así como la paz establecida entre todos los territorios, también los acuerdos en Bretton Woods, provocaron un fuerte impulso de un sector turístico que, posteriormente — ya en el siglo XXI—, se convertiría, por detrás de la industria y con un peso en el producto interior bruto (PIB) mundial superior al 10%, en el segundo mayor sector de la economía global.

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