José Agustín Arango Ramírez

José Agustín Arango Ramírez
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Uno de los precursores de la libertad cubana y latinoamericana
NombreJosé Agustín Félix Arango y Ramírez
Nacimiento19 de noviembre del año 1797
Villa de Puerto Príncipe
Fallecimiento18 de marzo de 1846
NacionalidadCubana
Otros nombresÁguila verde(Seudónimo)
CiudadaníaCubana
EducaciónUniversitaria
Alma materUniversidad de San Jerónimo
OcupaciónAbogado
TítuloLicenciado en Derecho Civil y Canónico
CónyugeTomasa Remón Sopardo
HijosJuana Arango Remón; Ricardo Arango Remòn y José Agustín Arango Remón
PadresJosé Gabriel Arango del Risco y Soledad Ramírez y Ramos
FamiliaresMaría Soledad, María Encarnación, Juan, Antonio Aurelio y Manuel de Jesús (hermanos)

José Agustín Arango y Ramírez (1797-1849). Fue este camagüeyano uno de los cubanos que acogería la opción bolivariana de liberación, en la década del 20 del siglo XIX. Activo conspirador de la asociación secreta Soles y Rayos de Bolívar, indistintamente, liga Cadena Triangular de Puerto Príncipe, que creara en 1821 en su terruño natal su padre José Agustín Arango y del Risco, en esas juntas se decidiría que fuese en busca de El Libertador para recabar su apoyo para impulsar los planes de emancipación cubana.

Tras sucesivos viajes a Filadelfia y a Nueva York, a reunirse con los del núcleo directivo cubano en Estados Unidos, Arango Ramírez viajaría al escenario de la guerra en la Gran Colombia para materializar la expedición armada que se suponía tras vencer en Perú vendría a Cuba a expulsar a los españoles de La Mayor de las Antillas.

Entre tanto, el camagüeyano empuñaría armas al lado de los venezolanos para derrotar a las tropas realistas, al menos, hasta que Bolívar le responsabilizara junto al peruano Manuel Lorenzo Vidaurre y Encalada defender la posición unionista latinoamericana en el congreso anfictiónico en Panamá, en 1826. Sin perder la esperanza de ver a Cuba independiente, Arango integraría la conspiración secreta de El Águila Negra, con respaldo de México. Y sin desfallecer en ese objetivo, moriría sin volver al Camagüey.

Entorno familiar principeño

José Agustín Félix Arango y Ramírez nació en la villa de Puerto Príncipe, actual ciudad de Camagüey, el 19 de noviembre del año 1797.[1] Su padre el abogado criollo José Gabriel Arango del Risco, defensor del liberalismo y miembro, desde su fundación en 1821, de la asociación secreta Liga la Cadena o Cadena Eléctrica de Puerto Príncipe, organización no masónica coordinada con la asociación habanera de opción bolivariana Soles y Rayos de Bolívar, que fundara en La Habana José Francisco Lemus Escamés.[2]

Arango del Risco había contraído matrimonio con Soledad Ramírez y Ramos, el 16 de enero de 1788. De esa unión resultaron el biografiado, María Soledad, María Encarnación, Juan, Antonio Aurelio y Manuel de Jesús que se graduó en leyes.[3]

Merece saberse que su padre Manuel de Jesús Arango del Risco sería uno de los 12 miembros de la Liga la Cadena, pero descubierto fue condenado a destierro en España. A su regreso a Cuba integraría la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe que lideraría el patriota Joaquín de Agüero, hasta ser detenido en su casa de Soledad nro. 16, el 3 de mayo de 1851, y vuelto a desterrar a España; hasta que en Sevilla recibiría la amnistía del capitán general José Gutiérrez de la Concha, por lo que pasaría a Nueva York y aquí integraría el Consejo Cubano que presidía Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño, para preparar la expedición del vapor Cleopatra que debía desembarcar en Cuba y derrocar el gobierno colonial. En esos preparativos le sorprendería un “ataque al pecho” que pondría fin a sus días, el 27 de diciembre de 1852.

Estudios universitarios

José Agustín sería llevado a La Habana para realizar estudios superiores en la Universidad de San Jerónimo, en la que obtuvo el título de Licenciado en Derecho Civil y Canónico, el 30 de marzo de 1820, que presentaría en Puerto Príncipe para la toma de razón y su acreditación ante el Ayuntamiento regional, el 6 de abril de 1821. Vale señalarse que mientras José Agustín Arango realizaba estudios era reimplantado el segundo período constitucional en la Isla (1820-1823). Coyuntura aprovechada por él y sus compañeros de aulas para romper con el reformismo/liberal.

En junio Arango solicitó alistamiento con el grado de subteniente en la Milicia de Cívicos, que encabezaba con el grado de capitán su pariente y militante cadenario Lic. José Rafael Castellanos. Al parecer dió ese paso para estar cerca de las armas y con ellas enfrentar mejor al gobierno de la colonia. Por cierto, en esa nómina figuraría su hermano Antonio Aurelio Arango, y Miguel y Tomás Cosío, sobrino e hijo respectivamente del jefe de los cadenarios Tomás Francisco Cosío Perdomo. Todos defensores del constitucionalismo y de libertades más allá del régimen colonial.

En tanto, Arango, armado de criterios en favor de un cambio estructural en la Isla, integró el sector minoritario liberal/radical e ilustrado que disintió del régimen liberal/constitucional opuesto a la revolución independentista. Pero, después de la alternativa liberal primigenia y constitucional, pasó a asumir una actitud radical/revolucionaria, acorde al carácter de Rayos y Soles, la agrupación de criollos que proclamó que la revolución por la independencia era una necesidad irreversible.

Esto último justificó su integración a junta directiva de la Cadena Triangular, y figuró entre los autores intelectuales y materiales de la tentativa de ajusticiamiento del conde de Villamar Santiago Hernández y Rivadeneyra en la Plaza de Armas; para más, involucrado en el ajusticiamiento de un primer traidor del movimiento conspirativo, por lo que sería víctima de un «disparo de trabuco» perpetrado por integrantes del Batallón de Infantería de León, al declarársele proscrito por las autoridades militares.

Sucesivos enfrentamientos entre los “leoneses” y principeños integrantes de la Milicia Nacional tuvieron lugar en las plazas de San José, la Soledad y la Merced, que dejarían un saldo de decenas de heridos, entre ellos José Agustín Arango. [4] En esas asonadas, uno de los represores de la población, el oficial de infantería leonés Pablo García, sería interceptado por la ciudadanía y los milicianos armados de machetes, trabucos y fusiles dispuestos a matarle, incidente en el que intervendrían el alcalde Miguel Antonio Machado Cosío y José Agustín Arango.[5]

De uno en otro enfrentamiento contra los infantes del batallón leonés, el 25 de mayo de 1822, José Agustín y su hermano Antonio Aurelio Arango salvaron de no ser prisionero al patriota principeño Gaspar Betancourt Moncada, El Bayamés, enlace del Camagüey con los conspiradores de Bayamo, quien intentaría dar muerte al traidor del movimiento revolucionario Pablo Timán, tras ser descubierto por cadenarios su espionaje al servicio español, mientras intentaba identificar sus proyectos conspirativos y descubrir los nombres de los gestores del independentismo para comunicarlo al capitán José Miguel Hernández.[6]

Tras ese incidente, Arango y el Pbro. José Manuel Rivera volverían a ser atacados por arma de fuego, según se supo, por ciertos españoles y leoneses del batallón. No conforme con la fallida tentativa de asesinarle, el capitán de la Milicia de Cívicos Santiago Hernández ordenaría el apresamiento de los hermanos Arango y otros cadenarios, de quienes parecía tener informes de haber realizado contactos con el agente venezolano Antonio Jurado, que por esos días arribara clandestinamente a La Habana y luego a la ciudad de Puerto Príncipe, a conferenciar con revolucionarios de esas ciudades; presumiblemente, en esa última ciudad, en la casa de los Arango donde se desarrollaban «juntas cadenistas».

Al encuentro de Bolívar

Bolívar estaba interesado en apoyar la insurreción de los cubanos.

Con avales patrióticos suficientes en el segundo trimestre de 1823, José Agustín y Antonio Aurelio, Gaspar Betancourt, Pedro Pascasio y José Fructuoso del Castillo se dirigirían a encontrarse con el ecuatoriano Vicente Rocafuerte, con José Antonio Miralla, y Francisco Sentmanat y el puertorriqueño Pascasio Arias en Filadelfia; y en Nueva York a integrarse a la Junta Patriótica Cubana, en la que ayudarían a preparar planes de independencia con José Ramón Betancourt Aguilar, Gaspar Betancourt Cisneros[7] y José Fructuoso del Castillo Varona; y de allí partir a solicitar apoyo a Bolívar para la causa libertaria cubana.[8] A Filadelfia arribaron a fines de agosto, los trinitarios José Aniceto y Antonio Abad Iznaga Borrell para situarse a la cabeza del núcleo conspirativo. [9]

Fue así que esos patriotas viajarían en la goleta Midas, en octubre de 1823, hasta arribar en diciembre al puerto de la Guaira en el Caribe de Venezuela para pasar a Caracas, donde Arango sostuvo alrededor de cinco encuentros con Bolívar y sus oficiales, para ganar del Libertador su respaldo a los proyectos de emancipación cubanos. Cumplidas las esperanzadoras pláticas, el día 20, Arango volvería a Cuba.

Por lo acordado, José Aniceto y Gaspar Betancourt retornarían a Caracas, hasta su retorno a la Isla, y luego a Nueva York, adonde arribarían el 26 de abril de 1824, después del retorno de Colombia por la ruta de Jamaica. Arango volvería a Nueva York para dar informes sobre hombres dispuestos, armas y otros recursos listos allí; para de la urbe neoyorquina partir al Perú, el 21 de agosto de 1824. Es sabido que en travesía a Filadelfia, Arango se detuvo en Jamaica donde debió contactar con su coterráneo Alonso Betancourt, el trinitario Roque Fernández de Lara y otros conspiradores de la Isla. También a Kingston con pasaporte colombiano arribó el camagüeyano Francisco de Agüero Velazco, que llevaba importantes encargos para asegurar el arribo de la expedición bolivariana.

Por su lado, Arango y acompañantes seguirían viaje hasta hacer escala en Puerto Cabello ―cuya rendición de los godos se habría producido el 8 de noviembre de 1823―. Aquí se entrevistaría con el General José Antonio Páez. Con posterioridad y antes del 15 noviembre de 1824, viajaría a la Guaira, y después llegaría a Caracas. Aquí fue recibido por su coterráneo el Lic. Francisco Javier Yanes y Socarrás, quien fungía como ayudante del General José Antonio Páez, y uno de los promotores de la independencia venezolana. [10]

En la entrevista intervino el General puertorriqueño y amigo fraterno de Cuba Antonio Valero Bernabé. A seguidas, la comitiva cubana se dirigiría a Bogotá, donde volverían a reunirse, el 19 de enero de 1824; empero Arango no intervendría en la cita por haberse decidido su retorno a Cuba trasladando importantes informaciones que debían saber los de Rayos y Soles y la Cadena.

En Santa Fe de Bogotá es muy probable fuese escuchado el criterio de Arango de solicitar al General Pablo Manrique 1 000 hombres y 6 000 fusiles, para la campaña cubana.[11] Tal posibilidad se presume por el criterio del político ecuatoriano Vicente Rocafuerte, quien en una carta subrayaría que

Arango «encabezaba una diputación de la Isla de Cuba»,

y confirmaba los planes de independencia de la Isla. [12]

Pero a decir verdad, ese segundo encuentro debió resultar decepcionante ante la exposición de los últimos hechos militares descritos por el General Pedro Gual y el General Santander, en torno a la difícil coyuntura militar y otros asuntos políticos con los que venía lidiando Bolívar en Perú. Después el grupo cubano se iría a Nueva York, el 26 de abril de 1824, y Arango continuaría viaje a Santiago Cuba, en junio, en compañía de su hermano Antonio Aurelio, portando instrucciones de venezolanos y colombianos [en el sentido de aplazar el movimiento revolucionario].

De acuerdo a José Aniceto:

“[…] aunque el licenciado Arango era de los más comprometidos con el gobierno de Cuba [por su estrecha relación con la Audiencia de Puerto Príncipe, de fuerte sentimiento independentista], perseguido ya abiertamente por él, se consideró el más a propósito para la misión y fue elegido para el efecto; dejando a su discreción entrar o no en Cuba, o remitir desde los Estados Unidos las comunicaciones […]”

[13]

Desembarcados los Arango en la rada santiaguera cubana las autoridades arrestarían a Antonio Aurelio, no así a José Agustín. Mientras lograba su excarcelación de Antonio Aurelio este era llevado al Castillo del Morro. En tanto sobre José Agustín pesaría la sospecha de que sus gestiones se verían favorecidas por personas influyentes dentro del Gobierno en La Habana y con su pariente el Consejero de Estado Francisco de Arango y Parreño, con fuertes lazos en la Intendencia de Hacienda y en otras instancias del poder en la Isla.

Por su lado el padre de los Arango llevaba amistad con el Intendente Juan Gualberto Ruíz de Ortega, a quien le habría correspondido defender en reiteradas ocasiones a los cadenarios, y quien sostenía contactos con agentes de Soles y Rayos. Para más, influencias que partían igualmente del fiscal Pedro María Rodríguez y del auditor interino de Guerra y Marina Lic. Francisco del Cristo. Por todo, Antonio Aurelio Arango sería puesto en libertad hasta retorno a Nueva York.

Por su lado, José Agustín andaría socorridamente por Puerto Príncipe porque la capitanía general habría dispuesto el alerta máximo de las tropas y ordenado crear a la carrera, el 27 de abril de 1824, el Batallón de Voluntarios Realistas Fernando VII, que debía estar en capacidad de enfrentar a la fuerza expedicionaria que debía desembarcar en costas camagüeyanas para insurreccionar la región.[14]

En viaje al centro del país, el 12 de febrero, Arango visitaría la finca de Ignacio de la Pera en los montes de la Trinidad, tras lo cual marcharía a la hacienda de Isabel Armenteros, lugares donde expondría los resultados de las últimas pláticas con Bolívar y de cómo iban los planes en Santiago de Cuba y Puerto Príncipe. También recabaría dinero de los trinitarios para completarse una suma anterior dada por José Ramón Betancourt. Luego intentaría dejar la Isla, pero ante la proximidad de un destacamento de 30 españoles desistiría, para pernoctar en la hacienda de José Pablo de Zayas. Finalmente retornaría a Nueva York donde estaría no por mucho tiempo.

De viaje a Lima, en la primera quincena de agosto de 1824, Arango partiría hacia Puerto Cabello en compañía del habanero Agustín de Las Heras, hermano del Coronel Rafael.[15] En el escenario de la guerra que se libraba contra fuerzas realistas, Arango intervendría en el combate de El Callao y en otras acciones, a lo largo de 1824-1825.[16] Ya en Caracas, Arango volvería a conferenciar con el General Antonio Valero Bernabé. No obstante el optimismo que movía a los cubanos, el puertorriqueño por conocimiento de la coyuntura militar en el Perú puede que objetara detalles del plan.

Más tarde, entre agosto y septiembre, Arango se entrevistaría con el General José Antonio Páez, de quien obtuvo disposición plena. Este en carta a Bolívar refirió:

“[…] Estoy seguro de no engañarme, en el concepto de que Ud. tardará muy poco en liberar al Perú, así que reciba los contingentes de tropas de Colombia, y entonces no nos queda otro padrastro que La Habana (…) Para esto si cuente Ud. conmigo y cuente con 3 o 4,000 hombres de Venezuela, los más guapos, y que en un mes de recibidas las órdenes aquí estaremos en La Habana (…) los Sres. Arango y Heras, que acaban de llegar de La Habana, y que siguen cerca de Ud., el primero en clase de enviado, y el segundo ya empleado como hermano del difunto Coronel Heras, que Ud. apreció tanto; ambos informarán a Ud. del estado de la Isla y de los elementos que ella contiene para su libertad […]”

[17]

Según se advierte la atribución y confianza que recaía sobre Arango era determinante para la consecución del proyecto cubano. De modo que él fue el camagüeyano que mayores contactos del más alto nivel político y militar sostuvo con la máxima dirigencia Latinoamericana y en particular con Bolívar. Por todo, el general Valero lo incorporaría a su Estado Mayor hasta su llegada a Lima, según la propuesta de Bolívar dirigida a él para que desempañara el cargo interino como Auditor de Guerra, en tanto sería naturalizado peruano.

De modo que en la nueva designación Arango estaría en la primera línea de combate contra las fuerzas Realistas. Al lado del General Valero, ―nombrado después jefe militar del Istmo panameño― Arango prestaría atención a sus precisiones relativas al fragor de los combates entre los llaneros venezolanos y los españoles. Eran los días finales de los Realistas que se las verían en la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. Y tras ese triunfo, Arango y Valero arribarían a la capital limeña, el 25 de febrero de 1825.

Por breve tiempo, Arango vino a Cuba en dos ocasiones para alentar y fortalecer a los conspiradores. Tras cumplir tareas secretas en el Camagüey, partiría al deber. Para la fecha, José Agustín de la Heras ―activo integrante de Soles y Rayos, junto a su hermano José Rafael― y Arango redactaron el texto La Expresión de dos hijos de la Isla de Cuba a su Excelencia el Libertador de Colombia y del Perú,[18] trascendente texto en que varios fragmentos ambos combatientes expresarían:

“La Isla de Cuba, Señor Excelentísimo, que ha tenido la desgracia lamentable de permanecer hasta enemiga de las instituciones republicanas del continente de la América del Sur por el gobierno que la rige, tiene muchos hijos o diremos la mayoría, que son dignos del nombre americano, y que aman la libertad, no por instinto o por rutina, sino en conciencia y por íntimo convencimiento; patriotas acendrados, dispuestos a defenderla con el brazo, el corazón (…). Vuestra Excelencia mismo se digne ampararlos en la protección por que suspiran. Está decretado, parece, que Vuestra Excelencia sea su salvador [el emancipador de Cuba en quien se cifraban las esperanzas de libertad y abolición de la esclavitud mediante la expedición armada], llegue a ser también el Libertador de Cubanacán y de la Isla de Puerto Rico, últimas reliquias de la dominación española en el Atlántico (…)”

[19]

El 25 de abril de 1825 se produciría nueva conferencia entre Bolívar, Arango y Agustín de Las Heras. El Libertador reiteró la imposibilidad inmediata del éxito estratégico sobre la Isla, debido a dificultades presentadas en la campaña del Perú, no obstante mostrarse optimista porque tras el triunfo en Ayacucho se emprendería la campaña cubana. El siguiente paso fue la reunión, 22 de mayo de 1825, entre Arango y José Aniceto, en el suburbio de Chorrillos, ―a 15 Km. de Lima―, ocasión en la que el trinitario le comunicaría el contenido de otra plática sostenida entre Bolívar y él y de cómo éste se había comprometido firmemente en auxiliar la independencia cubana.

Arango y México

Curiosamente por esa época Arango usaría el seudónimo «águila verde». No se descarta que esto tuviera origen en sus diálogos con personas influyentes en el Congreso de México para buscar apoyo militar a Cuba, a la par de las gestiones políticas emprendidas con su amigo José Ramón de Betancourt Aguilar y demás cubanos en esa nación.

Cabe recordar que el 4 de julio de 1825 varios cubanos organizarían en suelo azteca la «Junta Promotora de la Libertad Cubana», responsable del envío de una comisión a Bolívar con el objetivo de que ordenase la expedición a Cuba. Entre los que recabaron ese auxilio de México figurarían Antonio Abad Iznaga y los camagüeyanos José Fernández de Velazco, secretario de esa junta y José Ramón de Betancourt, José Francisco Lemus y José Teurbe Tolón, y hubo mexicanos. Los dos primeros nombres bastan para presumir que Arango debía saber de sus planes. Un fragmento del acta de la sesión inaugural de la junta destacaría:

«el águila de los aztecas remonte su vuelo majestuoso sobre la antigua Cubanacán…»

De aquí, tal vez, el origen del seudónimo de Arango. Se sabe que Arango había reunido informes de la Gran Legión del Águila Negra surgida en Puente de la República, Veracruz, el 30 de mayo de 1823, organización que tenía el objetivo de combatir a los españoles. Entre sus fundadores contaba el habanero Simón Chávez. No pasaría mucho tiempo por lo que el 18 de agosto de 1824 dicha organización se trazaría emancipar a Cuba, para lo cual armaría una expedición, y entre sus jefes figuraría el habanero Francisco Sentmanat, hombre vinculado a la junta cubana en Filadelfia, en la que los Iznaga y Arango mantenían activa labor revolucionaria.

Todo parece indicar que Arango estuvo desinformado sobre la expedición mexicana casi lista para zarpar a Cuba, en octubre de 1825; de los acuerdos del senado de México para que ésa nación y Colombia alistaran la expedición, asunto que le fuera transmitido por el presidente colombiano Francisco de Paula Santander a Bolívar, en carta del 21 de enero de 1826, e informaciones que debió saber José Aniceto Iznaga hasta ser dada a conocer entre cubanos en Venezuela. Por ello, tras el fracaso de Panamá y viendo mermado el apoyo de Colombia, el núcleo trinitario-principeño debía reorientar planes hacia el águila azteca.

Las batallas finales

Arango se hallaba a la cabeza de las tropas insurgentes que integraban el Batallón de Arare, el Regimiento de Dragones Peruanos, la División de Colombia, el Escuadrón de Lanceros de Venezuela y demás fuerzas, aguardando lanzarse al asalto final de la fortificación de Real Felipe de El Callao. Pese a esa situación, regresaría urgente y de modo secreto a Cuba en una fecha que no ha podido precisarse, con toda probabilidad entre septiembre y octubre, lo que se deduce porque en noviembre el Capitán General José Gutiérrez de la Concha ordenaría el reforzamiento militar de Puerto Príncipe con el envío de más tropas, según se decía, ante los preparativos expedicionarios emprendidos por el núcleo trinitario-camagüeyano. A la par, el Batallón de León iniciaría su búsqueda por toda la ciudad, proceder aplicado contra el vicario auxiliar Diego Alonso Betancourt y el Presbítero Tomás Borrero, acusados de «distribuir volantes subversivos».

Después se sabría de la presencia de Arango en Panamá, el 15 de noviembre de 1825. Bolívar, en Lima, el 7 de diciembre, después de recocer los aciertos militares de Arango, dispondría que asumiera como secretario de la comisión peruana que era presidía el peruano Manuel L. Vidaurre Encalada, bien conocido en el Camagüey, para representar al Perú en la convención de las naciones hispanoamericanas. Estarían a su lado José Fructuoso y Bartolo del Castillo Varona, el General Antonio Valero, el camagüeyano Pedro Pascasio Arias Céspedes y varios colombianos. Había que garantizar la plataforma política que asegurase el éxito del Congreso, que debía desarrollarse al año siguiente. Según Bolívar había que reforzar el escenario político en favor de la unidad y la independencia Latinoamérica.[20]

Arango recelaría de representantes que podrían mostrar flojedad ante los yanquis; por ese motivo, el 18 de noviembre, a Bolívar le señalaría:

“Todos los puntos de la isla siguen en una gran efervescencia; y la emigración es continua. La alarma del Gobierno está en la mayor actividad, debido no solo a la progresión del espíritu de Independencia, sino también a otra Proclama del general Santana al Ejército, con que pensó hacer el desembarco en la Isla (…). Yo me tomo la libertad de recordarle a V. E. la emancipación de Cuba, pues, aunque no sea digna por sí, lo es por pertenecer a la América, patrimonio y teatro de las glorias de V. E.”

[21]

De esto se deduce que sobre Vidaurre y Arango debía recaer enorme responsabilidad, a la vez, suscitarse impaciencia por el retardo del refuerzo político que debía arribar al Congreso, ante la campaña diversionista latente entre algunas naciones. Cumpliendo instrucciones de Vidaurre que seguía cada indicación de Bolívar, Arango partiría en diciembre hacia El Callao para subordinarse al General Antonio Valero, al General Pedro Pascasio Arias, puestos a las órdenes del General venezolano Bartolomé Salom, comandante de batallones bolivarianos que debían tomar la fortaleza. [22]

Tras ese periplo bélico de nuevo en Panamá como secretario de la delegación peruana ante el Congreso Anfictiónico, responsabilidad que desempañaría para frustrar los propósitos expansionistas de la delegación norteamericana. Finalizado el cónclave, Arango entre 1836 y 1840 ocuparía el cargo de secretario de gobernación en Colombia, y miembro de su Congreso, en 1845. Período en que contraería matrimonio con Tomasa Remón Sopardo, el 19 de marzo de 1836, matrimonio que llegaría a reunir en su seno tres hijos. En fraterno amor hogareño, tal vez con la añoranza de regresar al Príncipe natal, -al que no habría de volver por estar proscripto por el gobierno colonial-, y para dar continuidad a los proyectos de liberación, lo sorprendería la muerte el 18 de marzo de 1846.

Uno de sus compañeros de andanzas patrióticas, Gaspar Betancourt Cisneros, referiría del ilustre patriota:

«Agustín Arango era un abogado de buen concepto y de los liberales de más corazón y crédito del Príncipe…»

Bibliografía

  • Crespo Baró, José Fernando: Del Camagüey a Venezuela. José Agustín Arango Ramírez. Entre los precursores de la independencia.

Fuentes

Referencias