José Antonio Rodríguez Porth

José Antonio Rodríguez Porth
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NombreJosé Antonio Rodríguez Porth
Nacimiento1915[1]
ciudad de San Salvador,
República de El Salvador Bandera de El Salvador
Fallecimiento9 de junio de 1989 (74 años)
hospital Zaldívar,
ciudad de San Salvador,
República de El Salvador Bandera de El Salvador
Causa de la muerteasesinado a tiros
ResidenciaSan Salvador
Nacionalidadsalvadoreña
Otros nombresDon Toño
Ciudadaníasalvadoreña
Ocupaciónabogado
CónyugeAna María Rivas
HijosJosé Antonio Rodríguez Rivas (expatriado en Canadá)

José Antonio Rodríguez Porth (San Salvador, 1915 - San Salvador, 9 de junio de 1989) fue un abogado y político antidemocrático salvadoreño.[1]

Fue amigo e ideólogo del asesino salvadoreño Roberto d’Aubuisson (1944-1992), fundador del partido de derecha ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), responsable del asesinato de obispo Óscar Romero (1917-1980) ―conocido activista de la teología de la liberación― y de dirigir los escuadrones de la muerte, culpables de un gran número de asesinatos de hombres y mujeres civiles.

Síntesis biográfica

José Rodríguez formó parte del Directorio Cívico-Militar integrado por un grupo de militares liderados por Aníbal Portillo, que el 25 de enero de 1961 derrocaron al presidente constitucional José María Lemus (1911-1993), que estaba llevando adelante un excelente gobierno democrático con restitución de los derechos civiles de los ciudadanos y un importante estímulo a la educación. Todos esos avances fueron destruidos por la dictadura que Rodríguez Porth impulsó y dio basamento teórico y justificaciones leguleyas.[2]

Durante décadas, Tono Rodríguez fue director ejecutivo de la Cámara de Comercio e Industria, y presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada. Desde ese puesto se enriqueció gracias a las tiranías y dictaduras que se sucedieron en El Salvador, de las que fue tanto partícipe como usufructuador.

Además de abogado y político, Rodríguez Porth era un analista de temas sociopolíticos con los que combatía férreamente a los comunistas. Fue acérrimo crítico de la Teología de la Liberación. Entre sus últimos escritos ―que él afirmaba que habrían tenido un gran impacto y que habrían calado profundamente entre los «terroristas de izquierda» (como llamaba a los sacerdotes que trabajaban junto al pueblo en las condiciones de miseria más extremas)―, se destaca el artículo «Las homilías revolucionarias» en el que hacía un análisis sobre la penetración del marxismo en la Iglesia católica.

Otro artículo de Rodríguez Porth fue el que él tituló «La propaganda totalitaria», publicado en primera página de El Diario de Hoy (órgano de la oligarquía salvadoreña) del 11 de julio de 1985, en el que condenaba la manera “goebeliana” en el manejo de la propaganda de los socialistas contra el Estado. El 1 de junio de 1989, el día de la asunción presidencial de su corrupto amigo, el político Alfredo Cristiani (n. 1947), Tono Rodríguez Porth fue designado ministro de la Presidencia como representante del «lado civil» de la dictadura.

Asesinato

A las 8:15 de la mañana del 9 de junio de 1989, poco más de una semana después de su nombramiento como ministro, en el momento que el funcionario abordaba su vehículo, fue atacado por varios hombres vestidos con ropas de guerrilleros del FSLN y armados con fusiles AK47. Junto a él fueron asesinados también su guardaespaldas, Benjamín Pérez, y su chofer, Juan Gilberto Clará Carranza.

Rodríguez Porth fue trasladado inmediatamente al hospital Zaldívar, donde falleció minutos más tarde, víctima de los tres balazos que lo impactaron en el ataque.[3] El embajador de Estados Unidos en San Salvador condenó enérgicamente el asesinato de Rodríguez Porth, al que consideraba uno de sus mejores empleados.

Tenía 74 años.[1]

Me dicen que los autores intelectuales del atroz crimen se encuentran ahora en curules de la Asamblea Legislativa y en otros cargos de gobierno; algunos son actualmente candidatos a la presidencia de nuestra República. No lo sé a ciencia cierta.
Ana María Rivas, viuda de Rodríguez Porth, en 2014[4]

La insistencia desde la primera hora en culpar al FSLN generó sospechas de si el asesinato fue un atentado de falsa bandera a los que en esas décadas fueron afectos varios presidentes salvadoreños de derecha empleados de Estados Unidos, entre ellos Alfredo Cristiani.[5][6][7]

Fuentes