José Melquíades Aparicio

José Melquíades
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Primer estudiante cubano que obtuvo el título de bachiller en Medicina
NombreJosé Melquíades Aparicio de la Cruz
Nacimiento1702
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento18 de abril de 1781
La Habana, Bandera de Cuba
OcupaciónMédico

José Melquíades Aparicio de la Cruz.Primer estudiante cubano que obtuvo el título de bachiller en Medicina en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, de la cual llegó a ser el primer catedrático de Methodus Medendi Terapéutica. Fue uno de los médicos que mejor reputación logró en su época.

Sintésis biográfica

José Melquiades Aparicio de la Cruz nació en La Habana en 1702, y murió el 18 de abril de 1781. Residió en la casa de San Ignacio 360, ubicada en la Plaza Vieja, que construyera en 1745.

Sus estudios

Ingresó en 1718 en el Convento de San Juan de Letrán para estudiar la carrera eclesiástica, donde fue en principio alumno de Artes, y en 1722 matriculó Teología. Cuando en 1726 el bachiller Francisco González del Álamo comenzó a impartir sus cursos de Medicina, Aparicio decidió abandonar la carrera sacerdotal y se inscribió en ellos. Graduado como bachiller en Artes el 22 de junio de 1728, su nombre fue el segundo en el libro de asientos de grados menores universitarios. En ese mismo libro consta que su título de Bachiller en Medicina, que recibió el 30 de julio de 1729, fue el primero conferido por esa facultad.

El 3 de noviembre de 1730 fue admitido por el Cabildo en el ejercicio de la medicina. En reunión del claustro universitario de 16 de junio de ese año ya se había acordado entregarle el título de catedrático interino de Methodus Medendi, que regenteó en esa condición hasta el 30 de julio de 1735, cuando tomó posesión de la cátedra en calidad de propietario mediante oposición, y por acuerdo unánime de sus examinadores. Por su condición de catedrático, se le proporcionó el grado de licenciado en Medicina el 2 de septiembre de ese año, y el día siguiente el de doctor.

Actividades que realizó

Al terminar su sexenio en 1741, hizo una nueva oposición a la misma cátedra y nuevamente la obtuvo por unanimidad. En 1748 fue declarado catedrático vitalicio.

En 1751 ocupó la plaza de tercer protomédico, por ascenso de José Arango Barrios y Juan José Álvarez Franco. En ella fue ratificado por Real Orden de 1753 y, aunque sin la facultad de ser conjuez, recibió su título el 14 de junio de 1755, con la prerrogativa de suplir en sus funciones a otros protomédicos. Fue admitido como tal por el Ayuntamiento el 11 de marzo de 1756. En 1765 se le nombró segundo protomédico por fallecimiento de Álvarez Franco y, en 1771, ascendió al cargo de primero.

Siguió regentando su Cátedra de Terapéutica hasta 1775, cuando renunció a ella para consagrar toda su atención en sus cada vez más numerosas obligaciones como protomédico.

El doctor Aparicio fue médico del convento hospital para convalecientes Nuestra Señora de Belén. Cuando en 1757 el prefecto de esa institución solicitó se le autorizara ampliarla, él realizó un dictamen a su favor en el cual argumentaba los beneficios que para los enfermos podía traer consigo la medida, por cuanto su aplicación les daría la posibilidad de recibir aire puro.

Quizás el acto más importante que enfrentó como protomédico fue una solicitud del Cabildo para que llevara a cabo una revisión de la tarifa de precios de los medicamentos, vigente desde 1723. Tanto esa petición como la de regular los honorarios de los cirujanos recibieron de su parte una respuesta negativa, que amparó en los argumentos de un extenso informe. Si bien, según su razonamiento, la tarifa contaba con el apoyo de los médicos y boticarios, no redundaba en el beneficio público, pues resultaba evidente el abuso que unos y otros cometían con los pacientes, por los altos precios de los fármacos.

Aparicio combinó su clara inteligencia con una sólida instrucción y una gran consagración al estudio. En tal sentido se distinguió por su preferente dedicación a la enseñanza, gracias a lo cual la Cátedra de Terapéutica por él estrenada fue ganando alto prestigio.

A ella trasladó siempre su experiencia en el ejercicio privado de la profesión, en la cual fue merecedor de gran reputación. Igualmente, los servicios que prestaba en el convento hospital Nuestra Señora de Belén, primero, y en la dirección de una de las salas del Hospital Militar, después, le ganaron el reconocimiento de los vecinos de La Habana.

Muerte

Falleció el 18 de abril de 1781 en La Habana.

Fuente