La caverna de Patana (Cueva)

La caverna de Patana
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UbicaciónMaisí, Guantánamo, Cuba

La caverna de Patana es conocida en el mundo antropológico desde la segunda década del presente siglo. A partir de esta fecha y en sucesivas expediciones se han reportado nuevos descubrimientos de arte parietal. En la actualidad suman diez los petroglifos (10) que se conocen en el contexto de la citada formación cársica, entre los que se encuentra la presencia de un mural, además de otro pictográfico.

Las últimas informaciones al respecto han sido aportadas por nuestro colectivo (Proyecto Arqueológico Guatiao, Grupo Espeleológico “Don Fernando Ortiz”), el cual dio cuenta en 1992 del estado de las grafías de la cueva. Cuatro años de trabajo en la zona nos han permitido extraer determinadas conclusiones de lo que la mano del aborigen dejara impreso en la piedra.

La Caverna de Patana

En el extremo oriental de Cuba el clima es predominantemente semiárido, existiendo lugares donde no se reportan lluvias efectivas durante el año. De esta forma el nivel de las precipitaciones se comporta en el orden de los 798 mm como promedio anual.

El relieve de esta región es típicamente cársico en el cual predominan las terrazas marinas emergidas; constatándose una gran variedad de accidentes geográficos, como furnias, cuevas, cacimbas y otros.

En este agreste paisaje del municipio Maisí en la provincia de Guantánamo, se puede localizar aproximadamente a los 100 m sobre el nivel del mar, en la meseta que separa a la tercera de la cuarta terraza marina emergida, un pequeño asiento poblacional que recibe el nombre de Patana.

Es precisamente en este lejano y hermoso paraje de la geografía cubana donde podemos encontrar a la caverna de Patana, la que también es conocida en la zona bajo los nombres de Cueva de Los Bichos, del Cemí y del Agua.

La cueva posee tres niveles de desarrollo ordenados de forma ascendente como sigue: Cueva de Los Bichos, que se encuentra al nivel del propio farallón que le da origen; El Jagüey, que se desarrolla a 10 m sobre la anterior y, finalmente, la Galería Superior. En las fuentes o gours que se han formado en el piso de las grutas habitualmente se acumula agua, a excepción de los largos períodos de seca; lo que la convierte en un importante centro de abastecimiento del líquido, no sólo para los habitantes del lugar sino también para aquellos que en camino hacia la costa, la visitan para avituallarse antes de iniciar sus faenas pesqueras.

Sin lugar a dudas esta especificidad, entre otras, convirtió a esta caverna en un "Centro Ceremonial" para nuestros primitivos pobladores. Ello es palpable por el conjunto de petroglifos que adornan sus formaciones secundarias, así como, por las numerosas evidencias arqueológicas aparecidas en sus galerías y salones.

El Gran Centro Ceremonial

Como es ampliamente conocido, ya desde el paleolítico inferior, los hombres se procuraron determinados espacios cavernarios donde poder realizar, con suficiente privacidad, sus ceremonias mágico-religiosas.

En algunos casos estos recintos conocidos como "santuarios profundos", eran cavidades angostas, obscuras, de difícil acceso y habitualmente ubicados en galerías laterales, prácticamente perpendiculares al desarrollo general de la espelunca. Sin embargo, son pocas las espeluncas que en nuestro país se conocen y son reconocidas como tal, entre las que se pueden mencionar cueva Plana y Florencio, en la llanura costera norte de la provincia de Matanzas (Fdez, Racso y Glez, José; et al, 1990).

Otras veces, según demuestran los estudios realizados, estos tabernáculos se localizan en lugares abiertos, espaciosos e iluminados, directa o indirectamente por la luz solar; también en los salones de acceso a las grutas y, muy escasamente, en las galerías de tránsito.

Locaciones de este tipo se encuentran en distintas regiones de nuestro país constituyendo los horados más representativos el No. 1 de Punta del Este, Pluma, Ambrosio y Mural, la primera de ellas ubicada en la Isla de la Juventud, y las tres restantes en la llanura costera norte de la provincia de Matanzas.

Como todos los pueblos de la comunidad gentilicia, los aborígenes que poblaron a Cuba tenían sus centros de culto y adoración. Los hombres que se asentaron en el poblado indígena de Patana Abajo no constituyen, pues, una excepción.

Para estos aborígenes recién llegados de La Española, con una profunda y ancestral tradición, la caverna de Patana debió constituir un lugar sacro. Fue venerado, quizás, al compás del mayohuacán durante las ceremonias rituales del areito, en las cálidas noches caribeñas iluminadas, tan sólo, por la complicidad de las estrellas y el fuego de la hoguera.

¿Dónde rendir mejor culto a las deidades de su panteón mitológico, que no fuese en este enigmático aposento, allí donde la madre naturaleza hizo confluir las impresionantes dimensiones de la entrada cavernaria, lo intrincado del paraje donde está asentada y el hecho de constituir la única cavidad en toda la localidad, con abundantes y espléndidos estanques o gours, que habitualmente acumulan una cantidad considerable de agua?

Era entonces la región de Patana pródiga en vegetación de bosques húmedos donde además crecían abundantes los árboles de jobo (Spondias lutea), muy común en el Caribe y que aún hoy se aprecian, en buena medida, en estos parajes.

Quizá esta última peculiaridad les llevara a recordar los efectos y por tanto el poder de sus deidades. Como nos lo señala el fraile Ramón Pané -el cual vivió varios años junto a los indios de la Española- así contaban, éstos, el milagro de los jobos "....dicen que otros, habiendo ido a pescar, fueron presos por el Sol, y se convirtieron en árboles que ellos llaman jobos,.." (en: Arrom, José J., pág. 24, 1990).

Sin lugar a dudas éste era el paraje idóneo para que el hábil artista-hechicero primitivo, desplegara toda su imaginación y creara las imágenes, que aún lejos de su tierra natal, les amparaban y facilitaban las labores de la vida cotidiana de este grupo humano. La cueva era pues una casa espléndida para los cemíes y deidades objeto de culto.

En una de las cartas del Almirante Cristóbal Colón, fechada en 1496, reza lo siguiente: "..tienen una casa para cada uno de ellos (los caciques), separada de la población, en la cual no hay otra cosa sino imágenes de madera, labradas en relieve, que ellos llaman cemíes, ni en esa casa se trabaja para otro efecto o servicio sino para estos cemíes, con cierta ceremonia y oración, que van a hacer allí.." (en: Arrom, José J., pág. 93, 1990), (El subrayado entre paréntesis es nuestro).

Es muy probable que durante los días en que se hacía necesaria la súplica a sus dioses, le llevaran distintas ofrendas con que agasajarlos, relata Pané : "Algún día solemne, en que llevan mucho de comer, pescado, carne, o pan, o cualquier otra cosa, ponen de todo en la casa del cemí" (en: Arrom, José J., pág. 39, 1990).

Las citas anteriores constituyen un testimonio fehaciente de lo especial de estas prácticas: la combinación de magia y religión, pues mientras el rito de la cohoba es, en sí misma, una ceremonia puramente mágica, el hecho de realizar oraciones o colocar ofrendas a las deidades, le otorga al ritual connotación religiosa.

Los Petroglifos de la Caberna

Hasta el momento se conocen en total 9 petroglifos y el Gran Mural cuyas localizaciones se distribuyen de la siguiente forma en particular: en la cueva de Los Bichos siete y el Gran Mural y, en el Jagüey, dos. Es oportuno señalar que todas las grafías se localizan en salones y galerías que son iluminados por la luz diurna.

Lamentablemente, en la segunda década del presente siglo, la cueva fue despojada de uno de sus petroglifos por Mark R. Harrington, arqueólogo norteamericano que lo trasladó a los Estados Unidos. Este era al parecer, el más representativo e importante.

Bibliografía

1.- Arrom, José J., (1990): "Relación acerca de las antigüedades de los indios. Fray Ramón Pané". Editorial Ciencias Sociales, La Habana, Cuba.

2.- Arrom, José J., (1989): "Mitología y arte prehispánicas de las Antillas". Editorial Siglo XXI, D. F., México.

3.- Dacal Moure, R. y Rivero de la Calle, M., (1986): "Arqueología Aborigen de Cuba"; Editorial Gente Nueva, Ciudad de La Habana. p.153.

4.- Fernández, Racso y González, José B.; et al, (1993): "Carta Informativa No. 1: Nuevos petroglifos en la Caverna de Patana", Época I, Proyecto Arqueológico Guatiao, Sección de Arqueología, Comité Espeleológico de Ciudad de La Habana, Sociedad Espeleológica de Cuba.

5.- Fernández, Racso; González, José B.; (1999): “Los Petroglifos de la Caverna de Patana, Maisí, Guantánamo, Cuba”. Revista Cavernes No. 1, Sociedad Espeleológica Suiza, Neuchatol, Suiza

6 Godo, Pedro P., (1988): "Expresiones mitológicas en los burenes de Cuba", Anuario de Arqueología, Centro de Arqueología y Etnología, Academia de Ciencias de Cuba, Editorial Academia, La Habana, Cuba.

7.- Guarch, José M., (1972): "Excavaciones en el extremo oriental de Cuba" (primera parte del estudio del grupo cultural Taíno de Cuba), Academia de Ciencias de Cuba, Serie Arqueológica, No. 1 La Habana, Cuba.

8- Guarch, José M., (1980): "Consideraciones acerca de la morfología y el desarrollo de los pictogramas Cubanos", Cuba Arqueológica II, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, Cuba.

9.- Harrington, R. Mark, (1935): "Cuba antes de Colón", Colección de libros cubanos, Cultural S.A., La Habana, Cuba.

10.- Las Casas, Fray Bartolomé, (1912): "Historia de Las Indias", Ediciones M. Aguilar, Madrid, España.

10.- Morbán, Fernando, (1994): El arte rupestre de la Sierra Bahoruco. Una visión universal". Editora Taller C. por A. República Dominicana.

11.- Moscoso, Francisco, (1986): "Tribus y clases en el Caribe antiguo". Universidad Central del Este. San Pedro de Macorís, República Dominicana.

12.- Nuñez Jiménez, Antonio, (1975): "Cuba: Dibujos Rupestres". Editorial Gráfica, Lima, Perú.
13.-Rouse, Irvin, (1942): "Arqueología en las lomas de Maniabón, Cuba", Yale University Publications in Anthroopology, 25, U.S.A.

14.- Tabio, Ernesto y Rey, Estrella, (1965): "Prehistoria de Cuba", Departamento de Arqueología, Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, Cuba.
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