La fugitiva

La fugitiva
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Título originalLa fugitiva
Autor(a)(es)(as)Marcel Proust
Editorial:Arte y Literatura
GéneroNovela
ImprentaAlejo Carpentier
Edición2010
Diseño de cubiertaAxel Rodríguez García
Primera edición1925
ISBN978-959-03-0547-4
PaísFrancia

La fugitiva, sexta parte de En busca del tiempo perdido, obra monumental que con un óptimo manejo de la sintaxis asegura un verdadero festín de la palabra.

Sobre el libro

Resulta un tomo particularmente reflexivo -más de lo habitual-, donde se exponen, con persuasivos y nítidos argumentos, la naturaleza del amor, la experiencia del tiempo, la disgregación de la ilusoria unidad del sujeto, y, al margen del affaire Albertina, las afectadas convenciones del vivir social frecuentado por el protagonista.

Para muchos historiadores y críticos, En busca del tiempo perdido no sólo es una obra cumbre de las letras francesas del siglo xx, sino también una de las más grandes creaciones literarias de todas las épocas, en la que la transposición es el relato de la vida de Marcel Proust, así como de personajes y ambientes sociales de su tiempo, se pone al servicio de un propósito radicalmente innovador del género novelístico.

La fugitiva es el sexto volúmen de la serie que completan, por este orden: Por el camino de Swan, A la sombra de las muchachas en flor, El mundo de Guermantes, Sodoma y Gomorra, La prisionera y El tiempo recobrado.

Sinopsis

¡La señorita Albertina se ha marchadoǃ es la consoladora certeza que inaugura La fugitiva, quien fue La prisionera (título del volumen precedente) ha desaparecido y ello determinará el agitado vaivén anímico que ocupa casi la totalidad del presente libro.

Todos los personajes particularmente el narrador se mueven dentro de escenarios domésticos, rurales, urbanos que complementan su caracterización, No son simples telones de fondo sino, muchas veces, interlocutores de un estado de ánimo, o cómplices de sus pasiones y manías. Lo confirman en esta novela de la eterna playa de Balbec que acompaña la rememoración de la Albertina libre, o las excursiones de la joven por parajes rurales donde se explayan sus pasiones ocultas.

También la casa de Paris donde estuvo prisionera, lugar en el que las estancias conservan todavía el aire de sus simulaciones y acrecientan la obsesión del amante abandonado; o, una vez más, la mansión de los Guermantes, donde el traslado de un cuarto hacia otro sitio prominente tiene repercusiones. Sin olvidar a Venecia, siempre seductora en sus recodos, canales y mansiones.

Todas las descripciones de esta obra constituyen terreno ideal para el lucimiento de una prosa cuyo lirismo no está reñido con el discurso o los excursus. Es conocida la complejidad de la frase proustiana, de profusos y poderosos afluentes que sin embargo no atentan contra la nitidez del curso principal.

Ella se erige en cauce idóneo para seguir este viaje de la memoria, hecho de incidentes y desvíos, pero nunca pierde de vista su meta. Viaje que es, asimismo, ilustración de una filosofía, de una estética y de una soberbia creación artística.

Fuentes