Ley de la unidad y lucha de los contrarios
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Ley de la unidad y lucha de los contrarios. Ley universal de la realidad y de su conocimiento por el pensamiento humano; expresa la esencia, el “núcleo” de la dialéctica materialista.
La idea de las contradicciones preocupa desde hace mucho a los hombres de ciencia. Los metafísicos, por ejemplo, basándose en que no debe haber contradicciones lógicas formales, afirmaban que tampoco en la naturaleza debe haber contradicciones, propiedades, aspectos ni determinaciones opuestos. Zenón, filósofo de la Grecia Antigua (siglo V a.n.e.) trataba ya de demostrar que la contradicción, cualquiera que sea el lugar donde se manifieste, es algo irreal, imposible, absurdo.
Sumario
- 1 Ley de la unidad y lucha de los contrarios como Ley universal
- 2 Las contradicciones
- 3 Qué son los contrarios y las contradicciones
- 4 Unidad de los contrarios
- 5 Carácter relativo de la unidad de contrarios
- 6 Lucha de los contrarios
- 7 La lucha de contrarios como fuente del desarrollo
- 8 Contradicciones internas y externas
- 9 Contradicciones antagónicas y no antagónicas
- 10 Fuentes
- 11 Enlaces externos
Ley de la unidad y lucha de los contrarios como Ley universal
Ley universal de la realidad y de su conocimiento por el pensamiento humano; expresa la esencia, el “núcleo” de la dialéctica materialista. Cada objeto contiene contrarios. Por contrarios, el materialismo dialéctico entiende los momentos, “aspectos”, etc., que
- se encuentran en unidad indisoluble,
- se excluyen mutuamente y esto no sólo en relaciones distintas, sino además, en una misma relación, o sea
- se interpenetran mutuamente. Su unidad es relativa, su lucha es absoluta.
Significado
La lucha de los contrarios significa que la contradicción dada en el interior de la esencia del objeto se resuelve sin cesar y que asimismo sin cesar se reproduce, lo cual lleva a transformar el viejo objeto en un objeto nuevo. Con esto, tal ley permite explicar la “fuente” objetiva interna de todo movimiento sin recurrir a fuerzas extrañas de ninguna clase, permite concebir el movimiento como automovimiento. Esta ley pone al descubierto la auténtica unidad concreta de la multiplicidad como identidad concreta, y no muerta. Con esto permite reproducir la totalidad concreta y el desarrollo del objeto “en la lógica de los conceptos”. Ello explica que la ley de la unidad y lucha de contrarios constituya el “núcleo” de la dialéctica. En la ley enunciada se expresa de la manera más concentrada la oposición del pensamiento dialéctico al metafísico, el cual concibe la “fuente” del movimiento sólo como distinta del propio movimiento y, externa al mismo, y la unidad, como “un más allá” para la diversidad.
Las contradicciones
La misma posición sustentan también algunos filósofos burgueses de nuestro tiempo. Por ejemplo, el filósofo reaccionario norteamericano Sidney Hook afirma que "pueden ser contradictorios los razonamientos, las afirmaciones, las demostraciones, pero de ninguna manera las cosas ni los fenómenos". En el átomo existen contradicciones, aspectos opuestos, en las cosas mismas, en la naturaleza. Si examinamos el organismo del hombre y de los animales veremos que en él se producen simultáneamente dos procesos contrarios: sus células crecen y, al mismo tiempo, perecen. Y si cesa uno de estos procesos, el organismo muere. En nuestra vida encontramos a cada paso ejemplos de este carácter. Se trata de contradicciones de la propia naturaleza. Y es imposible eludirlas.
Qué son los contrarios y las contradicciones
Toda persona comprende en que sentido empleamos la palabra “contrario”. Son contrarios el Polo Norte y el Polo Sur de la esfera (y, por tanto, de la Tierra), el lado derecho y el lado izquierdo del camino, etc. Cuando comparamos o confrontamos unas cosas con otras y vemos que sus propiedades son dispares hasta el extremo de que podemos oponerlas entre sí decimos también que tales objetos o fenómenos son contrarios: por ejemplo, un hombre bueno y un hombre malo. ¿Por qué oponemos entre sí semejantes fenómenos o acontecimientos? Porque uno de ellos excluye al otro. Lo bueno parece alejado, eliminado, excluido de la composición de lo malo; el Norte, de la composición del Sur, etc.
No obstante, si el mal y el bien se encontraran siempre tan lejos el uno del otro que no tuvieran nada de común, entre estos dos contrarios no existirían jamás roces, choques, disputas ni discrepancias de ningún género. Dicho con otras palabras, no habría entre ellos ninguna contradicción. En efecto, ¿cuándo surgen contradicciones entre personas diferentes por su carácter y sus opiniones? Cuando se encuentran o chocan de alguna manera, pues de otro modo es imposible discutir. Así son precisamente los contrarios. Debemos llamar su atención sobre una circunstancia, sin cuya comprensión les será difícil asimilar cuanto decimos más adelante. Puede parecer que si los contrarios se excluyen mutuamente, entre ellos no hay nada de común. Así se piensa con frecuencia: lo blanco no es negro, el Sur no es el Norte, lo frío no es caliente. Esta opinión es natural. Procede de lo que está en la superficie y salta a la vista. Ahora bien, si se analizan las cosas más a fondo, no será difícil comprender que los contrarios existentes en la vida, en el mundo, no están separados unos de otros por una muralla china. Sólo pueden ser comprendidos en su relación mutua. Hemos visto ya que el más y el menos, las partículas de carga positiva y las de carga negativa se hallan en el mismo átomo. En mecánica, la acción y la reacción se encuentran también juntas: con la misma fuerza que empujen una barca, ésta les empujará a ustedes. No hay acción sin reacción. Y en química, contrarios como la combinación y la disociación (es decir, la disgregación) de los átomos son también inseparables. Entre los contrarios que se hallan vinculados surgen siempre ciertas relaciones. De ahí que entre ellos se produzcan “roces”, “choques” y “discrepancias”. Dondequiera que choquen los contrarios, dondequiera que se entablen entre ellos unas u otras relaciones, aparecen siempre contradicciones, ya que chocan tendencias, corrientes y fuerzas opuestas. Por eso la contradicción puede ser definida como la relación entre los contrarios. Los contrarios, a su vez, son partes de la contradicción.
Si las cosas y los fenómenos no cambiaran, si permanecieran inmutables, no habría en ellos contrarios, aspectos ni tendencias que se excluyeran mutuamente. Pero sabemos ya que las cosas y los fenómenos se encuentran en movimiento, cambio y desarrollo eternos. Por eso, en las cosas surgen siempre aspectos diversos, algunos elementos envejecen y caducan, mientras que lo nuevo brota y se desarrolla. En el proceso de desarrollo surgen siempre aspectos, corrientes y fuerzas contrarias por tanto, contradicciones.
Unidad de los contrarios
Los contrarios están vinculados unos a otros. Tal vínculo o nexo es tan estrecho e irrompible que los contrarios no pueden existir fuera de él. Llamamos a este nexo unidad de los contrarios. Los metafísicos niegan dicha unidad. Consideran que cada contrario existe de por sí. En realidad, no ocurre eso. Por ejemplo, la vida de un animal o de una persona consta de dos procesos opuestos: nacen unas células y se destruyen, perecen, otras. Pero imagínense un individuo que dijera: para prolongar la vida hay que detener el proceso de extinción, de destrucción de las células (proceso de disimilación) y dejar únicamente el proceso de renovación, de creación de nuevas células (proceso de asimilación); entonces las células no harán más que renovarse. Quien razonara así caería en un profundo error: porque el quid de la cuestión está precisamente en que la vida consta de dos procesos contrarios e imposibles de separar. Quien intente destruir uno de los contrarios, destruirá también el otro y, por tanto, la propia vida. El proceso de la vida es único y, a la vez, contradictorio. Los socialistas de derecha y revisionistas contemporáneos sustentan posiciones metafísicas. Declaran que el capitalismo tiene aspectos “buenos” y “malos”. Para curarle de todo "lo nocivo" proponen desarrollar los aspectos “buenos” y poner fin a los “malos”. Entonces, según ellos, obtendremos la sociedad de la "prosperidad general”. Eso se parece mucho a los razonamientos del individuo que quisiera dejar en el organismo humano únicamente el nacimiento de las células nuevas y poner fin a la extinción de las viejas. Pero de la misma manera que esto es imposible en el organismo humano, es irrealizable también en la sociedad burguesa. Los contrarios no se encuentran en este caso el uno al lado del otro, sino unidos, se penetran mutuamente, formando juntos lo que se llama sociedad burguesa. Es imposible, por ello, “suprimir” uno de sus aspectos y dejar el otro. Para acabar con los "aspectos malos" del capitalismo, es decir, con sus lacras, hay que acabar con el propio capitalismo. No hay otro camino.
La unidad de los contrarios se entiende también en otro sentido: en el sentido de su identidad. Esto significa que, en determinadas condiciones, los contrarios se transforman el uno en el otro. Lo húmedo, por ejemplo, se seca y lo seco se humedece. En este caso, los contrarios cambian de sitio, ya que se han producido los cambios correspondientes. Un objeto caliente, al entregar su calor al mundo circundante, se enfría, etc. Como resultado de la revolución socialista, la burguesía deja de ser clase dominante para transformarse en clase no dominante, en tanto que el proletariado deja de ser una clase oprimida para convertirse en clase dominante. Lenin concedía gran importancia a la tesis de la transformación mutua de los contrarios. "La dialéctica —decía— es la doctrina de cómo los contrarios pueden ser y son (cómo se hacen) idénticos, de en qué condiciones son idénticos, transformándose el uno en el otro" . Al analizar los contrarios, Lenin decía que su unidad es relativa, temporal, transitoria. Esto significa que es imposible hablar de unidad de los contrarios prescindiendo de las condiciones en que se manifiesta. Al cambiar las condiciones se acaba también la unidad.
Carácter relativo de la unidad de contrarios
El carácter relativo de la unidad se manifiesta asimismo en que los contrarios jamás coinciden plenamente. En efecto, ¿cómo pueden coincidir plenamente, por ejemplo, la asimilación y la disimilación? Se trata de procesos distintos que se sustituyen mutuamente, se hacen idénticos, pero no por completo, es decir, no de una manera absoluta, sino relativa.
Lucha de los contrarios
El choque de aspiraciones contrarias se denomina lucha entre ellas. Y como cada cosa y cada proceso constan de esos aspectos contradictorios, es fácil convencerse de que entre ellos hay siempre colisiones, lucha. ¿Cuál es su origen? La lucha entre los distintos contrarios es debida a que so hallan vinculados entre sí, forman un todo único, y, al mismo tiempo, se rechazan, se excluyen mutuamente. En ese caso, los roces, las colisiones, la lucha es inevitable. Por consiguiente, donde existe la unidad de los contrarios existe también la lucha entre ellos.
La unidad y la lucha de los contrarios existen realmente. ¿Qué es lo que desempeña el papel decisivo en el desarrollo? Hegel, por ejemplo, afirmaba que lo principal en el desarrollo es la unidad, la identidad de los contrarios. Los socialistas de derecha y los revisionistas han intentado en vano utilizar esta tesis hegeliana para demostrar la posibilidad de la armonía social, es decir, de la atenuación de las contradicciones entre clases hostiles en la sociedad burguesa. Pero no es la unidad, sino la lucha de los contrarios lo que desempeña el papel principal. Esta lucha no cesa ni un instante, en ella reside el sentido de las relaciones entre los contrarios. Puesto que se excluyen mutuamente, se encuentran en lucha. Por eso, la unidad, la identidad de los contrarios es relativa, temporal, transitoria, en tanto que la lucha entre ellos, según enseña Lenin, "es absoluta, como es absoluto el desarrollo, el movimiento". Esto significa que la lucha de los contrarios es la fuente del desarrollo, del movimiento.
La lucha de contrarios como fuente del desarrollo
El problema de la fuente del desarrollo, de su fuerza motriz, ha interesado siempre no sólo a los filósofos, sino a cuantos se detienen a pensar en qué es lo que pone en movimiento el mundo en su conjunto y cada fenómeno o proceso tomado por separado. Los metafísicos afirman que la fuente del desarrollo de la naturaleza hay que buscarla fuera de ella: en Dios, en el espíritu. Incapaces de mostrar las verdaderas fuentes del desarrollo de la naturaleza, apelan a la ayuda de la religión. Mas para explicar por qué se desarrolla la naturaleza no hace falta recurrir a fuerzas sobrenaturales. La fuente se encuentra en ella misma, en la lucha de los contrarios. "El desarrollo —dice Lenin— es la “lucha” de los contrarios". La nueva calidad se manifiesta como resultado de una acumulación gradual de cambios cuantitativos. Pero ¿cuál es la fuerza motriz de ese proceso? Al calentarse el agua aumenta la velocidad del movimiento de sus moléculas. La fuerza de atracción de las moléculas, gracias a la cual conserva el agua su estado líquido, va debilitándose gradualmente. Al alcanzarse la temperatura de ebullición, esa fuerza se debilita tanto que no puede ya mantener unidas las moléculas, y el agua hierve. Todo ello es resultado de la lucha de dos tendencias opuestas: de una parte, la fuerza de atracción de las moléculas; de otra, la fuerza que las repele, en virtud de la cual empiezan a separarse unas de otras. La lucha de estas tendencias dura hasta el momento en que se resuelve la contradicción entre ellas: el salto pone fin a la unidad de los contrarios. Surge un nuevo estado cualitativo con nuevas contradicciones: el agua se transforma en vapor. Resulta que la solución de las contradicciones conduce a una nueva calidad, al desarrollo, al movimiento, al cambio. Toda contradicción tiene, por así decirlo, su historia, que consiste en el surgimiento, crecimiento (exacerbación) y solución de la contradicción. La solución se produce cuando las contradicciones, al crecer gradualmente, hacen que estos contrarios no puedan existir ya formando un todo único y se resuelva el conflicto. Cuando las contradicciones que corroen a la sociedad burguesa llevan a la revolución socialista, ello significa que ha llegado la hora de resolverlas. Y como resultado de la lucha de los contrarios, de la solución de las contradicciones, la sociedad asciende un peldaño: la vieja sociedad burguesa es sustituida con otra nueva, la sociedad socialista. Como ven, la lucha de los contrarios y su solución son la fuente del desarrollo de la sociedad.
En el mundo que nos rodea existen multitud de contradicciones. Es muy importante destacar de entre esta diversidad las contradicciones internas y externas.
Contradicciones internas y externas
Los propagandistas burgueses buscan la causa de los acontecimientos sociales no dentro de los países en que se producen, sino fuera de ellos. La revolución no puede ser exportada a otros países. No puede realizarse si no existen las fuerzas y fuentes internas que la suscitan. Como se dice en el Programa del PCUS. la revolución no se hace por encargo. Surge como resultado de las profundas contradicciones internas e internacionales del capitalismo: El proletariado victorioso no puede imponer la felicidad al pueblo de otro país sin minar con ello su propia victoria. Los comunistas se pronuncian siempre contra la "exportación de la revolución”. Al mismo tiempo, los partidos comunistas luchan resueltamente contra la exportación do la contrarrevolución por los imperialistas. Las causas que llevan al aniquilamiento del capitalismo están dentro de cada país capitalista, en el que los intereses de un puñado de monopolios se encuentran en contradicción inconciliable con los intereses de toda la nación. Las contradicciones de que acabamos de hablar son internas por cuanto surgen dentro del fenómeno, del proceso. A diferencia de ellas, existen contradicciones externas, es decir, entre los fenómenos, entre los procesos. Las contradicciones internas desempeñan el papel decisivo. Lenin indicaba que la naturaleza lleva en sí la fuente de su desarrollo y no hay por qué buscar esa fuente en la idea, en el espíritu, en Dios. El movimiento de la naturaleza es su automovimiento. Su desarrollo es el autodesarrollo, que se efectúa sobre la base de la solución de las contradicciones internas. Esto no significa, sin embargo, que la dialéctica niegue la importancia de las contradicciones externas en el desarrollo. Cada objeto, fenómeno o proceso está enlazado por multitud de hilos a otros objetos y fenómenos. Por eso ejerce cierta influencia sobre ellos no sólo lo que ocurre dentro del proceso o fenómeno, sino también lo que ocurre fuera. Veamos un ejemplo peculiar. La existencia de contradicciones entre los militaristas japoneses y los imperialistas norteamericanos —y, como resultado, la guerra surgida entre ellos— facilitaron, naturalmente, la lucha del pueblo chino contra sus opresores y el triunfo de la revolución popular. Pero el papel decisivo correspondió a las contradicciones internas: entre las grandes masas populares de China y la gran burguesía, vinculada al imperialismo norteamericano. De lo dicho verán que son contradicciones internas las que existen en la esencia misma del objeto, y contradicciones externas las que existen entre distintos objetos, entre distintos.
Contradicciones antagónicas y no antagónicas
Rusia era un nudo de contradicciones: lucha entre el trabajo y el capital, entre los tiburones imperialistas, contradicciones entre el “centro” y la “periferia”, es decir, entre las nacionalidades. ¿Cómo deshacer este nudo, qué métodos emplear para resolver estas contradicciones? El Partido Comunista dio la única respuesta correcta: por medio del derrocamiento violento del Poder burgués-terrateniente, por medio de la revolución socialista. Las contradicciones se resuelven de manera distinta, con métodos diferentes. La explicación está en que cada contradicción tiene sus peculiaridades distintivas. Por ello, deben ser también específicos los métodos que se empleen para resolverlas. Una cosa es la contradicción entre los capitalistas y el proletariado. Y otra la contradicción entre dos obreros: uno avanzado y otro atrasado. En el primer caso se trata de contradicciones inconciliables, de clase; en el segundo, de contradicciones entre compañeros de trabajo. Por ello es también diferente la manera de enfocar su solución. En el primer caso, el derrocamiento violento del Poder viejo, la revolución proletaria. En el segundo, la crítica camaraderil y la autocrítica. Las contradicciones del primer tipo se llaman antagónicas; las del segundo, no antagónicas. Las-contradicciones antagónicas se producen donde están en lucha intereses inconciliables. No se puede decir que en la naturaleza no existan en general esos intereses inconciliables, cierta rivalidad. Entre los animales carniceros y los que no lo son se manifiesta con frecuencia el antagonismo, que desemboca en una lucha cruenta. Empero, cuando se distingue entre contradicciones antagónicas y no antagónicas se tiene en cuenta, ante todo, la esfera de los fenómenos sociales. Precisamente en este terreno puede hablarse de las vías y métodos para superar las contradicciones en dependencia del carácter de las condiciones en que se manifiestan.
En la sociedad, las contradicciones antagónicas, inconciliables, se manifiestan como contradicciones entre fuerzas y clases sociales hostiles. Dichas contradicciones llevan a conflictos y choques entre los latifundistas y los campesinos, entre la burguesía y el proletariado, entre los pueblos de las colonias y los imperialistas. En el capitalismo, la producción no es resultado del trabajo individual, sino del trabajo colectivo, general. En la fabricación de un tractor participan con su trabajo los obreros de la industria minera, los fundidores de acero de la fábrica vecina e incluso los trabajadores de una central eléctrica que se encuentra, probablemente, a miles de kilómetros de la fábrica, pero que la abastece de fluido. Con el maquinismo, cada artículo es producto del trabajo social. Esto significa que el proceso de la producción ha adquirido en el capitalismo carácter social. Ahora bien, el hecho de que en la producción capitalista participe toda la sociedad, ¿significa, acaso, que los productos del trabajo pertenezcan también a toda la sociedad? ¡Ahí está el quid de la cuestión, en que no pertenecen a toda la sociedad! Disponen de ellos los propietarios de las fábricas, la tierra y el subsuelo: los capitalistas, los que poseen propiedad privada. Resulta, pues, que en el capitalismo ha surgido una contradicción entre el carácter social de la producción y la forma privada capitalista de apropiación. Esta es la contradicción fundamental del capitalismo, que se manifiesta especialmente en su fase superior: el imperialismo.
La sociedad burguesa ha caducado. Se ha convertido en un freno en la vía del progreso social. La producción, que ha crecido en proporciones gigantescas, puede ser dirigida con éxito únicamente sobre la base de la planificación. Mas eso es imposible en el capitalismo, ya que en él reinan la propiedad privada, la lucha de competencia, la rivalidad económica de un capitalista con otro, de una compañía con otra. Y ello conduce a la anarquía de la producción, es decir, a la falta de un plan, al desorden en la vida económica y, como consecuencia, a las crisis periódicas de superproducción. Aumenta el desempleo y las masas populares no tienen la posibilidad de comprar mercancías. Esto da lugar a que se reduzca la producción y crezca más aún el desempleo. La producción capitalista se halla constantemente en un estado febril: sale de una crisis para entrar en -otra. Como ven, la contradicción fundamental del capitalismo se manifiesta en la anarquía de la producción, en las crisis económicas, en las catástrofes sociales. En semejantes condiciones, la producción social no puede desarrollarse normalmente.
La contradicción fundamental es la base material de todas las demás contradicciones que desgarran la sociedad capitalista contemporánea y la conducen a su muerte inexorable. Tales son, por ejemplo, la contradicción entre las clases —el proletariado y la burguesía— y las contradicciones entre los países imperialistas. Hace aún muy poco, parecía que Alemania Occidental y el Japón, después de la derrota sufrida en la segunda guerra mundial, habían dejado de ser para siempre competidores de países europeos como Inglaterra y Francia. Mas ahora se ve que los están desplazando nuevamente de los mercados, lo que lleva de manera inevitable a exacerbar las contradicciones entro ellos. Alemania Occidental y el Japón son también competidores peligrosos para los EE.UU. Todo esto conduce al resurgimiento de los viejos nudos de contradicciones y conflictos imperialistas y a la aparición de otros nuevos.
Los Estados imperialistas y los países que han conquistado recientemente su independencia nacional o que luchan para lograr su liberación están separados por un profundo antagonismo. Los pueblos de Asia, África, el Cercano Oriente y América Latina no quieren soportar por más tiempo el bandolerismo imperialista y luchan por liberarse. El antagonismo entre el trabajo y el capital, las contradicciones entre los pueblos y los monopolios, el creciente militarismo, la disgregación del sistema colonial, las contradicciones entre los jóvenes Estados nacionales y las viejas potencias colonizadoras y, sobre todo, el desarrollo impetuoso del socialismo mundial minan y destruyen el imperialismo, le llevan a su debilitamiento y muerte. Tal es la realidad, verdaderamente lúgubre, de la sociedad capitalista, desgarrada por contradicciones antagónicas internas que conducen a la muerte del capitalismo como sistema económico y social.
¿Cómo se resuelven las contradicciones antagónicas? El crecimiento y la exacerbación son ley general de su desarrollo. Y eso origina conflictos entre los aspectos y tendencias contrarios.
Ahora bien, ¿significa esto que las formas y los métodos de resolver las contradicciones antagónicas sean siempre los mismos? No. Dependen de las condiciones. Por eso se observan formas distintas en condiciones históricas distintas. Las contradicciones no antagónicas se diferencian de las antagónicas en que expresan contradicciones de fuerzas y tendencias sociales que tienen, a la vez, intereses vitales comunes. Tales son, por ejemplo, las contradicciones entre la clase obrera y el campesinado, entre los elementos avanzados y atrasados de la sociedad socialista.
En las condiciones propias de las contradicciones no antagónicas, peculiares de la sociedad socialista, no existe la tendencia al enconamiento y la profundización de las contradicciones, a su transformación en oposición hostil. Al contrario, como las distintas clases están unidas por intereses cardinales comunes, se manifiesta la tendencia al debilitamiento, a la atenuación de las contradicciones. De ahí que los métodos para superarlas se diferencien de los empleados para resolver las contradicciones antagónicas, de la misma manera que se diferencian las propias contradicciones. Estas no son suprimidas por medio de revoluciones sociales y bruscos cambios políticos, sino con ayuda de la educación, la crítica, la autocrítica y otros métodos deriva dos de la situación concreta de la edificación del comunismo. En la sociedad socialista, las contradicciones son descubiertas a tiempo por el Partido Comunista, que encuentra también las vías concretas para superarlas. Por eso no se transforman nunca en colisiones de fuerzas e intereses hostiles, pues en la sociedad socialista existe la unidad de intereses.
La ausencia de contradicciones antagónicas en la sociedad socialista no significa que en ella no haya ninguna contradicción. Lenin decía que jamás habrá una conformidad plena, absoluta, que no conozca ninguna contradicción, que dicha conformidad "no puede haberla en el desarrollo de la naturaleza, como tampoco en el desarrollo de la sociedad...”. Pero en el socialismo actúan contradicciones no antagónicas, que pueden ser resueltas con pleno éxito en el marco del régimen social existente. Por consiguiente, la ley de la unidad y la lucha de los contrarios revela la fuente interna del desarrollo.
Fuentes
- V. Lenin, Obras, t. 38, pág. 97–98.
- V. Lenin, Obras, t. 38, pág. 358.
- El camino del comunismo, ed. en español, Moscú, 1961, pág. 595.
- V. Lenin, Obras, t. 38, págs. 98–99.
- V. Lenin, Obras, t. 38, pág. 99.
- El camino del comunismo, ed. en español, Moscú, 1961, pág. 539.
- V. Lenin, Contra el revisionismo, ed. en español, Moscú, pág. 406.
- V. Lenin, Obras Escogidas en tres tomos, t. II, ed. en español, Moscú, pág. 701.
- Artículos del Diccionario filosófico de M. M. Rosental y P. F. Iudin