Manuel Gómez Sartorio

Manuel Gómez Sartorio
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NombreManuel Gómez Sartorio
Nacimiento22 de febrero de 1931
Sierra de Cubitas, provincia de Camagüey,Bandera de Cuba Cuba

Manuel Gómez Sartorio. Combatiente en las acciones del Asalto al Palacio Presidencialel13 de marzo de 1957, que tenían como objetivo el ajusticiamiento del tirano Fulgencio Batista en el Palacio Presidencial.

Síntesis biográfica

Nació el 22 de febrero de 1931 en el batey de la Fruit Company en la Sierra de Cubitas, provincia de Camagüey, aunque devino capitalino cuando comienza a residir en La Habana en el año 1938, ubicándose con su familia en la barriada de Luyanó. En los precisos momentos en que se suceden los acontecimientos del 13 de marzo de 1957 en que participa, residía en ese lugar.

Trayectoria insurreccional

Su trayectoria insurreccional parte desde 1952, en ese momento cuenta con un espíritu rebelde y con la muchachada del barrio hace oposición al golpe de estado batistiano. Su disposición a la lucha directa lo lleva a integrarse en el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) con el que formó parte del plan de ataque a Columbia, que por diversas razones no se realizara. Ya como miembro de grupo de choque reconocido, igualmente se involucra en los sucesos de Santa Marta y Lindero, cuyo objetivo era precisamente el primer plan de ataque a Palacio, lo cual al frustrarse y quedar evidenciados muchos de su grupo, se alarga la posibilidad de participar en acciones directas insurreccionales, lo cual logra después aunque se mantuvo vinculado a la lucha contra el régimen.

Como ejemplo de rebeldía recuerda que en tan temprana fecha como el 20 de mayo de 1952, cuando pasaba en un carro Batista que iba para un acto en El Cacahual, le grita asesino y otros improperios al dictador, el carro escolta lo detiene junto a un compañero; se lo llevan para la estación de policía de la Avenida Acosta. En esa, las investigaciones policiales las realiza un sargento que se hace célebre posteriormente por su participación en actos de sangre, Esteban Ventura Novo. Con abogados y otras gestiones llega a evadirse de la prisión pero queda registrado o fichado.

Entre los amigos que estuvieron en ese grupo desde la juventud en todos los actos de oposición al batistato estaban los después mártires Carlos Pérez y Mario Casañas Díaz, caídos en Palacio. Precisamente con ellos se acuartela en el edificio de la calle 21 y 24 en El Vedado (El Hueco), que era el punto de concentración designado a ellos para el ataque a Palacio. Allí intercambian, hacen planes para el combate y se preparan para la acción, reciben las armas y la posición que cada uno asumiría.

Hora prevista

A la hora prevista, monta en el camión señalizado con Fast Delivery. Iba vestido de civil con pantalón carmelita, camisa, sin gorra, y zapatos de dos tonos: blanco y negro; como arma le correspondió un M-1. El trayecto fue tenso, pero con normalidad actuaban los combatientes que allí se encontraban. Al detenerse el camión en el lateral del Palacio Presidencial, y al abrirse la puerta del camión ha sucedido un imprevisto que complica la acción y hace más peligrosa la salida de aquel vehículo: Simultáneamente a la llegada del primer carro en el que viajaba el jefe del Comando Carlos Gutiérrez Menoyo, que estaciona en el lugar previsto aparece una guagua circulando en la misma calle, que imposibilita al camión ubicarse con la exactitud planeada, que era lo más cerca de la pared del Palacio; a la vez entra el segundo carro con Faure Chomón, segundo jefe del comando, y aquel guagüero estaba atravesado.

Comienza el ataque

En esas condiciones salen los asaltantes del camión, quedando aún más al descubierto de los soldados de los pisos y azotea de Palacio, quienes al sentir los disparos del destacamento de Carlos Gutiérrez Menoyo, comienzan a disparar y ello sucede en el mismo momento que los asaltantes bajaban. Sartorio lo hace con rapidez, y en veloz carrera – lo cual para él, por su edad y físico por los deportes le fue fácil – y entra en el combate dentro de Palacio, llegando al patio de la planta baja.

Su compañero Carlos Pérez, por su parte, en otro grupo, sube las escaleras hasta el segundo piso donde se bate hasta la muerte, lo cual no conoce hasta después del suceso.Mario Casañas combate junto a Sartorio contra los tiradores, sobre todo con los que disparaban desde los pisos superiores, pues los de abajo habían sido abatidos. Es el momento que una ráfaga ametralla a Casañas, éste estaba bien cerca de Sartorio en ese momento quien evita que este herido mortalmente caiga al suelo; lo sostiene fuertemente – lo cual fue muy difícil, primero por las condiciones en medio del tiroteo, la fortaleza corporal de Casañas – y lo lleva hacia una costado del patio donde deposita ya muerto al amigo y hermano y con furia sigue combatiendo.

Continúa la lucha entre los asaltantes y la guarnición de soldados; los asaltantes subían y bajaban escaleras, heridos, otros compañeros quedaban muertos, hasta que va disminuyendo la intensidad de la resistencia, y a los que sobreviven se les orienta retirarse. En esas condiciones, los combatientes intentan salir del Palacio. Los soldados atrincherados en los pisos superiores refuerzan la embestida, y los revolucionarios recibían como bolas de fuego las balas enemigas de sus fusiles y ametralladoras. En la salida nuevamente se observa la caída de otros compañeros, dentro y en el exterior alcanzados por francotiradores… ya comenzaban también a aparecer los primeros refuerzos exteriores.

Retirada de Palacio

Retirada bajo el fuego enemigo

Sartorio en su retirada solitaria, llevaba una pistola 38 en el cinto y el fusil M-1. Para su suerte se percata que la guagua, que antes había obstruido la llegada de los asaltantes, aún se encontraba en medio de los vehículos, y observa personas dentro de esta, heridos o muertas y al chofer, herido, o tirado en el piso, intentando sacar el vehículo del medio de la balacera. Lo logra lentamente; es el momento en que Sartorio aprovecha y corre hacia el lateral de la guagua que se desplaza y se cuelga a una de las ventanillas quedando sostenido en el aire. Se le cae el fusil pero se aferra con fuerza a la ventanilla y en esas condiciones logra salir del infierno de balas.

Al llegar el ómnibus a la otra calle se deja caer desde la ventanilla, cerca del Hotel Parkiew. Observa la guagua toda agujereada hasta que la pierde de vista. Enfrentado a la nueva situación observa y analiza su situación pues se encuentra muy cerca aún del lugar de los acontecimientos y con la ropa manchada de sangre.

Aprovechando que no había personas en los alrededores, aunque todavía se sentían los disparos – al parecer de francotiradores o rematando a los heridos de la acción – entra al hotel Parkview. Se ha quitado los zapatos y al andar descalzo se corta con un vidrio. Encuentra un local vacío, se trataba de un área de bar, toma una botella de ron y se satisface con sorbos, era lo único que llegaba al estómago, pues no había almorzado nada.

Dentro de local busca afanosamente un lugar para guarecerse, en la creencia de que en breve comenzarían los registros, o que podía verlo el personal del hotel que durante la acción se había escondido en las pisos de arriba. Esa era la razón de que el hotel estuviese en ese momento desierto, lo que le fue favorable y le permitió buscar otros lugares donde esconderse en el establecimiento.

No tenía plan de escape; se encontraba improvisándolo todo. Su primera prioridad fue que nadie lo viera, pues ya los soldados estaban en los alrededores y se escuchaban sus voces, aunque no los veía desde donde estaba. En esa odisea que fueron horas, en diferentes áreas, atraviesa los pasadizos que van a los conductos de aire acondicionado, lugar muy difícil para mantenerse entre aquellas tuberías y de difícil acceso, luego escala por el hueco del elevador de servicio y logra entrar en una salón que era como un depósito de tarecos y allí permanece y logra tiempo.

Decide en la madrugada del día 14 regresar por los mismos senderos dentro del hotel para salir de aquella ratonera, que le había servido de momentáneo escondite. Ya en la bajada comienza a escuchar voces con la seguridad de que eran soldados, al parecer estaban en el bar, el sonido de los vasos de cristal le hacía pensar que estaban bebiendo pero no tenía visibilidad alguna. En su búsqueda logró encontrar una taquilla de ropa del personal de mantenimiento, y allí obtuvo ropa de un obrero. Se trataba un pantalón, una camisa de mezclilla, y un par de tenis. Allí se deshizo de la ropa aún ensangrentada y la escondió. Los zapatos se los había quitado al entrar en el fondo del hotel, estaba descalzo pero con medias.

Ya siendo las cinco de la mañana aproximadamente del día 14 de marzo, y con la buena fachada del uniforme de obrero y hasta con un metro de carpintero y otros accesorios, se lanzó lentamente a salir a la calle. Se había propuesto correr velozmente si trataban de detenerlo y aún conservaba la pistola. Como deportista se caracterizaba por la velocidad, y así entre dos soldados que se encontraban al frente del hotel, caminó normalmente y listo a realizar veloz carrera si fuera necesario, pero logró pasar desapercibido entre estos, dejando atrás los portales del hotel hasta llegar a la otra calle. Había tráfico y al ver pasar una guagua, montó apresurado. No llevaba dinero alguno, pero no fue inconveniente, habló con el chofer y aunque lo dejó entrar y sentarse, le dijo si veía un inspector se bajara de inmediato. Aceptó y así logró salir de aquella infernal zona.

De ahí se dirigió primero al barrio Jesús María donde tenía amistades, allí logró cambiarse de ropa y ese día se escondió en una posada de esa barriada.

Así fue la aventura de aquél día, quedaba por delante muchos meses de clandestinidad y de lucha insurreccional hasta el triunfo de la Revolución.

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