Manuel Hernández Perdomo

Manuel Hernández Perdomo
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Coronel del Ejército Libertador
NombreManuel Hernández Perdomo
LealtadEjército Libertador Bandera de Cuba
Participó enGuerra de los Diez Años (1868-1878)
Nacimientovilla de Manzanillo,
provincia de Oriente,
capitanía general de Cuba,
Reino de España Bandera de España
FallecimientoEn campaña en la
provincia de Oriente,
capitanía general de Cuba,
Reino de España Bandera de España
Causa de la muerteheridas de combate

Manuel Hernández Perdomo (Manzanillo, años 1830 - provincia de Oriente, 1871) fue un maestro de escuela, periodista y coronel del Ejército Libertador cubano.

Síntesis biográfica

Nació en Manzanillo (provincia de Oriente), aunque también se dice que su nacimiento ocurrió en el pueblo de Venezuela (provincia de Ciego de Ávila).

Era hijo del conde de Villamar. Desde muy joven empezó a conspirar contra los españoles:

También en casa del licenciado Juan de Miranda y Caballero, delegado de la Junta Cabana de Nueva York, se celebraban algunas reuniones con el fin de coadyuvar a los propósitos de la Junta Revolucionaria, concurriendo a ellas el gallardo y valiente Francisco Estrampes; el villaclareño Luis Eduardo del Cristo; Manuel Hernández Perdomo, camagüeyano, hijo del Conde de Villamar; Joaquín Fortún, profesor de matemáticas de la Escuela de Maquinaria; Antonio Franchi Alfaro, catedrático de griego de nuestra Universidad; José Belén Valdés; el Doctor Antonio Gassie, que también tenia sus sesiones en su domicilio, como delegado de la misma Junta de Nueva York; Carlos del Castillo, director de la Caja de Ahorros; Gabriel Morales López; Felipe López de Briñas, el poeta; José Francisco Balbín, y el insigne jurisconsulto, discípulo del Padre Varela que hizo sus estudios en el seminario de San Carlos y era el alma de aquel movimiento, Anacleto Bermúdez y Pérez.
Iniciadores y primeros mártires... (págs. 344-345)[1]

En 1953, con veinte años de edad, fue encarcelado y condenado a muerte por conspirar contra el rey de España. Su pena fue conmutada a diez años de prisión.

6 de agosto de 1853:
Con motivo de haberse descubierto la llamada conspiración de Vuelta Abajo, a mediados del año 1852 por haberse caído al suelo, desde un carretón que la conducía, al paradero de Villanueva, una caja que contenía fusiles, despedazándose; fue reducido a prisión don José G. Tejada, que iba detrás del carretón y estando ya la policía sobre la pista fue detenido el día 5 de agosto en su casa del barrio de Peñalver, donde vivía, Catalina Valdés, madre de Francisco Valdés, escogedor de tabaco. Allí se encontraban 3 cajones de cartuchos con balas, plano en rollo y turquesas para hacer balas. Valdés, lleno de terror, confesó cuanto sabía y en su consecuencia designó a don Juan González Álvarez, vecino de Candelaria, el cual fue detenido y tribulado confesó también igualmente, ocupándosele en su finca 73 carabinas, 6 fusiles de chispa, 36 más con bayonetas y 19 pistolas españolas, cuyos armamentos dijo eran para el próximo alzamiento.
Había sido Álvarez amigo de Narciso López, ambos muy aficionados al juego de gallos y después de la acción del cafetal Frías, en la que los patriotas obtuvieron un señalado triunfo el 17 de agosto de 1851, al pasar Narciso López por los linderos del cafetal La Merced, residencia de González Álvarez, éste le ofreció bebidas para todos y un práctico, albergando al invasor Ramón Aragón. Pero entregando a Juan Rosales, natural de Güira, capturado en una de sus fincas y el cual fusilaron enseguida.
En dicha causa estaban complicados Francisco Valdés, Manuel Hernández Perdomo, doctor Antonio Gassié, José Francisco Balbin, Juan de Miranda Caballero, Ramón Palma, Joaquín Fortún, Conde de Pozos Dulces, Joaquín María Pinto, José de Trias, hermano del Conde de Pozos Dulces y otros; y el día 5 de abril)
Recayó en ella sentencia por la cual los procesados Juan González Álvarez y Luis Eduardo del Cristo, fueron condenados a muerte por garrote vil y puestos en capilla este mismo día, y a la mañana siguiente (día 6) fueron sacados de la cárcel y conducidos con aparatosa crueldad hasta el mismo pie de la escalera del patíbulo, después de haber recibido los auxilios de la religión cristiana, y en ese momento crítico se presentó un ayudante del general Cañedo con un pliego que contenía la orden de que se suspendiera la ejecución de la sentencia y la manifestación de que les había sido conmutada la pena de muerte por la de diez años de presidio, acto que fue acogido con verdadero júbilo por el pueblo que asistía al triste y detestable espectáculo.
Francisco Valdés y Manuel Hernández Perdomo fueron también condenados a muerte, pero por el mismo motivo de haber sido indultados no sufrieron el martirio y se les conmutó la pena por la de diez años de presidio.
El doctor Antonio Gassié fue condenado a diez años de presidio en Ceuta, lo mismo que José Francisco Balbín. A Juan de Miranda Caballero le impusieron ocho años de presidio, y a Joaquín Fortún, diez. Al Conde de Pozos Dulces se le confinó a la ciudad de Osuma y al Licenciado José María Pintó, a la de Cáceres. Y por último, sufrieron prisión por esta causa en las mazmorras del Morro y de la Cabana, el poeta Ramón de Palma y el notable escritor José de Frías.
Efemérides de la Revolución cubana de Enrique X. Ubieta. Obra aprobada por la Junta de Superintendentes de Escuelas Públicas en sesión de 6 de enero de 1911

Al ser regresado a Cuba, alrededor del año 1863, Hernández Perdomo trabajó como maestro de escuela. En ese año, su vida quedó unida por el amor y la lucha a la de Juana de la Torre (de 27 años). Fueron criticados por la sociedad holguinera por no presentarse ante el altar. Esta pareja vivió las demandas de su tiempo, nunca se cansaron ni se desalentaron.

La casa de Juana pronto se convirtió en un centro de conspiración donde se guardaban armas y propagandas así como la celebración de reuniones, Juana se convierte en la más eficaz auxiliar de los conspiradores holguineros. Su vida y su obra soportaron la prueba del tiempo.

Guerra de los Diez Años (1868-1878)

El día 10 de octubre de 1868, en el ingenio La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes se levanta en armas frente a un grupo de revolucionarios, iniciándose así la Guerra de los Diez Años (1868-1878).

En la noche del 12 de octubre de 1868 recibe el jefe militar español de la plaza un telegrama que le comunicó el alzamiento en Manzanillo. Inmediatamente ordenó que se detuviera y fusilara a Manuel Hernández Perdomo.

Un grupo de soldados se dirigió a la casa de Juana de la Torre pero Manuel Hernández, enterado de la presencia enemiga, logró alcanzar el techo de la casa y salir a la calle. En el registro de la casa encontraron sables, varias libras de pólvora, un revólver, plomo, propaganda revolucionaria y otros objetos. Durante los siete días que le siguieron a su encarcelamiento, De la Torre continuó siendo interrogada y vejada. Su respuesta fue siempre el silencio.

Hernández Perdomo se unió, al frente de un grupo de patriotas, al general Julio Grave de Peralta y el 30 de octubre de 1868 participó en el ataque a la ciudad de Holguín.

Tres semanas después, el 22 de noviembre, los españoles fusilaron a su mujer, Juana de la Torre, por haberse negado a ofrecerse como rehén y obligar a su compañero a entregarse.

Hernández Perdomo fue trasladado al distrito de Jiguaní, con grado de comandante.

El 7 de julio de 1870, el mayor general Máximo Gómez lo nombró jefe de operaciones de Jiguaní, con grado de teniente coronel, y le hizo entrega de 200 hombres para que se mantuviera al frente de ese mando hasta que el general de brigada Calixto García, quien se encontraba herido, pudiera asumirlo, lo cual ocurrió días después.

El 9 de abril de 1871 fue ascendido a coronel.

[Se formó la] Conspiración de la Vuelta Abajo, cuyo centro radicaba en La Habana, y de la que asegura el meritísimo investigador Vidal Morales y Morales en su obra Iniciadores y primeros mártires de la Revolución cubana, que en ella “figuraron elementos de gran valer en la sociedad cubana y era una de las más vastas y mejor organizadas que hasta entonces habían existido”.
Efectivamente, se contaban entre sus miembros al poeta Ramón de Palma, a los hermanos Bellido de Luna, a Francisco Valiente, a Francisco Estrampes, Luis Eduardo del Cristo, Fernando de Peralta, Carlos del Castillo, Joaquín Fortún, Juan González Álvarez, Antonio Franchi Alfaro, Antonio Gassié, el poeta José Agustín Quintero, José A. Echeverría, Juan de Miranda Caballero, Manuel Hernández Perdomo, Joaquín Balbín, Joaquín María Pintó, Andrés Ferrer, el poeta Felipe López de Briñas y el insigne habanero Francisco de Frías.
Esta Junta Cubana, que dirigió la Conspiración de la Vuelta Abajo, y publicó, para decirlo con las palabras de Vidal Morales, “el primero y único periódico infidente, subversivo y revolucionario que jamás había aparecido en la capital de la colonia cubana”, estaba presidida por un habanero de extraordinarias dotes intelectuales y morales, el abogado Anacleto Bermúdez y Pérez, discípulo de Félix Várela. Pero la conspiración no pudo ser más desdichada. Descubiertos sus trasiegos de armas e iniciada la correspondiente causa criminal, al mes de comenzar los procedimientos murió repentina y misteriosamente, a los cuarenta y cinco años, Anacleto Bermúdez...[2]

Manuel Hernández Perdomo murió en campaña.

Fuentes