Marcelo Salado

Marcelo Salado Lastra
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NombreSalado Lastra, Marcelo
Nacimiento21 de mayo de 1927
población de Caibarién,
provincia de Las Villas,
República de Cuba Bandera de Cuba
Fallecimiento9 de abril de 1958 (30 años)
Calle 25 y G,
ciudad de La Habana,
República de Cuba Bandera de Cuba
Causa de la muerteasesinato

Marcelo Salado Lastra (Caibarién, 21 de mayo de 1927 - La Habana, 9 de abril de 1958) fue un joven revolucionario cubano asesinado durante la tiranía de Fulgencio Batista.

Síntesis biográfica

Infancia y Juventud

Amante del mar desde pequeño. Eran cinco hermanos, Pedro Julio era el más pequeño, asmático, esto quizás hizo que Marcelo sintiera un cariño especial hacia él. Lo llevaba a la playa para que realizara ejercicios respiratorios. Su mamá siempre ponía reparos pero él la convencía de la necesidad de que se ejercitara y lo saludable que eran los baños de mar para su enfermedad. Marcelo terminó la primaria superior (octavo grado) en su natal Caibarién y matriculó en el Instituto de Segunda Enseñanza de Remedios.

Ante la corrupción del profesorado existente en la época, solo concluyó dos años de bachillerato y comenzó a trabajar. Pero no dejó los estudios, hizo cursos emergentes para profesor de Educación Física en su provincia, Las Villas y La Habana, y adquirió los créditos suficientes para obtener el título que entonces expedía el Ministerio de Educación.

Epistolario

Marcelo Salado en la orilla del mar.

Fecundo en su pensamiento revolucionario, conocedor del ser humano, se caracterizaba por ser: sensible y cariñoso, con gran fortaleza física, firmeza y espíritu. Profundas ideas y amor a la familia y a sus semejantes, martiano, maestro, descollante en su pensar, le gustaba mucho los deportes. Se considera modelo de nuestra juventud por su total ejemplaridad de hombre nuevo.

Pueden evidenciarse algunas de estas cualidades en los fragmentos de sus cartas al hermano menor: “No abandones nunca tu espíritu de lucha, desinterés y amor por la humanidad, confío que alguna vez cese el abuso norteño que nos exprime y que sepamos darnos a nosotros mismo un sistema de gobierno decoroso”.

El 11 de septiembre de 1957, en carta a los padres, se dolía y criticaba a quienes se divertían al tiempo que mueren sus hermanos tratando de salvar la mancha de la patria para que todos podamos sentirnos satisfecho de una patria limpia y el 9 de noviembre del mismo año le decía al viejo, que tenía mucho trabajo, entusiasmo y más optimismo que nunca, por esa fecha ya firmaba con el seudónimo de segundo, porque era segundo al mando después de Faustino Pérez, responsable del Movimiento 26 de Julio en La Habana.

Incorporación a la lucha

Como muchos jóvenes de su tiempo, Marcelo militó en varios grupos insurreccionales. Cayó preso en mayo de 1956 y en la cárcel contactó con militantes del Movimiento 26 de Julio e ingresó a esta organización.

Intervino en las principales acciones realizadas en la capital durante la lucha clandestina, como la noche de las cien bombas, aunque no le avisaron para el asalto a Palacio, recuperó y guardó junto a otros compañeros un camión con armas en horas de la noche del 13 de marzo de 1957, con gran riesgo para su vida. También participó en el secuestro del campeón mundial argentino de carreras de automóviles, Juan Manuel Fangio.

En mayo de 1957 Marcelo volvió a ser detenido. Según su compañero Ernesto Vera, muchos de quienes compartieron la cárcel con él en aquellos días, le deben la vida a sus enseñanzas sobre el clandestinaje, y a los métodos que les enseñó para burlar la acción represiva del régimen batistiano.

Caída en combate

El 9 de abril de 1958, ansioso por la falta de noticias sobre el desarrollo de la huelga ―de la cual fue unos de los principales dirigentes― salió a la calle. Con él iba Ramona Barber Gutiérrez (n. 1935).

En 25 y G, frente al edificio donde radicó el Estado Mayor del Paro, fue reconocido por un traidor que iba en un carro, quien los ametralló. Ramona Barber salió ilesa y pudo escapar.

Los asesinos del sicario Esteban Ventura (1913-2001) tuvieron secuestrado el cadáver de Marcelo Salado más allá de las 24 horas de su deceso. Solo avanzada la noche del 10 de abril se lo entregaron a sus familiares.

Años después vive en la obra que ayudó a forjar, porque él no descansa un momento, combatía con la acción y con su pensamiento defendiendo su ideología contra todo.

Fuentes