Paleogeografía

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La Paleogeografía es la síntesis de los conocimientos adquiridos sobre la evolución geológica del planeta Tierra. No es un ejercicio teórico, sino un conjunto de conocimientos científicos que permiten indagar en los antecedentes de los procesos y fenómenos actuales que tienen en el entorno.

Paleogeografía del planeta

Reconstrucción de la evolución paleogeográfica del planeta en los últimos 1000 Ma. Observe como ha cambiado la faz de la Tierra en el transcurso del tiempo.

Paleogeografía del Jurásico del Planeta

Reconstrucción de la evolución paleogeográfica del planeta entre 220 y 136 millones de años (Ma). Las tierras emergidas en color naranja y la superficie marina en azul. En este período se abre un canal marino que, con el tiempo, llegará a dividir el supercontinente Pangea en dos subcontinentes: Laurasia al Norte y Gondwana al Sur. Aquel canal marino (punteado en amarillo) se irá ensanchando hasta formar el Atlántico Norte y Central, y se extenderá hacia el oeste para llegar a convertirse en el Mar Caribe, como una prolongación del Tethys.

Jurásico Inferior

En este período la geografía del planeta consiste de un gran continente (Pangea) y un gran océano (Pantalassa). Desde el este (Tethys oriental) empieza a formarse un sistema de valles intracontinentales que se extienden hacia el oeste. Aquellos valles eran amplios y extensos, y temporalmente se inundaban, formando extensos lagos salinos.

Jurásico Medio

En este período la geografía del planeta presenta un nuevo elemento, pues el gran continente Pangea se ha fracturado casi en dos partes, y el sistema de valles se ha inundado parcialmente, de manera permanente. Así surgen el Atlántico y el Caribe primitivo. En aquella época comenzó a circular una corriente marina circum-tropical, de este a oeste.

Jurásico Superior

Al final del Jurásico ya no existe Pangea, sino dos grandes continentes: Laurasia al Norte y Gondwana al Sur. Por su parte, el Tethys comunica completamente el Océano Índico con el Atlántico, el Caribe primitivo y el Pacífico. Ya en aquel tiempo el Mar Caribe era un amplio canal oceánico por donde se comunicaban todas las masas oceánicas tropicales.

Paleogeografía del Caribe 205-55 Ma

El Caribe, desde su formación, ha jugado un papel trascendental controlando la circulación de las aguas oceánicas, moderando el clima terrestre, y determinando las posibilidades de intercambio biótico entre los ecosistemas de las tierras y mares circundantes. La evolución del Caribe considera dos etapas fundamentales:

  1. Triásico tardío y Jurásico
  2. Cretácico a Eoceno Superior

Triásico tardío y Jurásico

Al final del Triásico, hace unos 205 millones de años (Ma en lo sucesivo), todas las masas continentales terrestres estaban aglutinadas en un supercontinente llamado Pangea. Dicho continente estaba rodeado por un océano mundial denominado Panthalassa, dentro del cual se delimitaba el mar del Tethys. La fracturación de Pangea comenzó en estas condiciones, y dió lugar a la formación de una red de enormes valles intracontinentales, similares al sistema de valles del África actual. Ya en el Jurásico, la fracturación de Pangea continuó, y se formaron dos continentes hermanos: Laurasia (los continentes del norte) y Gondwana (los continentes del sur). Este proceso permitió que el Mar del Tethys se extendiera hacia el oeste, hasta que se formó un canal oceánico que separaba ambos continentes y unió el Tethys con el Pacífico. Durante el resto del Jurásico, el Mar Caribe siguó ensanchándose. En estas condiciones, en el océano mundial se estableció una corriente marina de este a oeste (Corriente Circumtropical), de una manera incipiente hace 164 Ma, y ya completamente desarrollada desde hace 154 Ma.

Cretácico a Eoceno Superior

Desde el inicio del Cretácico, y hasta el final del Eoceno (entre 135 y 35 Ma), el Caribe se distinguió bastante de la etapa anterior. Principalmente debido a que surgieron archipiélagos de islas volcánicas, y una variedad de elementos geográficos, que complican el relieve sumergido. La amplitud del Mar Caribe aumentó en el Cretácico, a la vez que tenía lugar la apertura y expansión del Atlántico Sur. En general, continúa el flujo de la corriente CircumTropical hacia el oeste, pero en un marco oceanográfico más complejo, debido a la presencia del Atlántico Sur. Se crean las condiciones para un amplio intercambio biótico entre los organismos marinos del Tethys, el Atlántico, el Golfo de México, y el Pacífico.

Paleogeografía del Caribe 35-10 Ma

La geografía de las tierras y mares cambia con el tiempo, de tal manera que el paisaje que hoy observamos a nuestro alrededor no se asemejan al que hubo en el pasado, y se modificará al decursar del tiempo. Los núcleos antiguos de las actuales islas surgieron del fondo del mar hace unos 40 millones de años, y mediante sucesivos cambios del nivel del mar y los movimientos del terreno (tanto horizontales como verticales), se alcanzó la configuración actual. Un momento importante de este proceso tuvo lugar entre 35 y 33 Ma (tránsito Eoceno-Oligoceno), cuando se estableció una comunicación terrestre entre América del Sur y las Antillas primitivas. Dicha península se ha denominado GAARlandia.

El Caribe ha sufrido transformaciones en estos 35 millones de años. Esto es el resultado de la acción combinada de los movimientos, tanto verticales como horizontales. Los movimientos verticales hacen surgir o desaparecer montañas y llanuras, provocan que el mar avance o se retire de las tierras. Además, el nivel del mar no se mantiene estable. Con el tiempo se eleva o desciende, provocando a su vez inundaciones o desecación de los terrenos. La acción combinada de los movimientos del terreno y del nivel del mar, ha sido promotora de los cambios del relieve que se observan en los mapas subsiguientes. Pero también los movimientos horizontales provocan transformaciones. Estos subdividen la corteza terrestre en bloques (o terrenos tectónicos), que se trasladan lateralmente, variando considerablemente la geografía. Por ejemplo, la configuración de las Antillas se ha hecho más larga, al alejarse hacia el Este los bloques que la forman, surgiendo nuevas islas.

Paleogeografía de las Antillas Mayores 35-10 Ma

Reconstrucción de la evolución paleogeográfica del territorio de las Antillas Mayores entre 35 y 10 Ma atrás. Las islas de las Antillas surgieron del fondo del mar hace unos 40 millones de años, como las cumbres de una cordillera sumergida, y después formaron una prolongación peninsular desde lo que es hoy Cuba central hasta la América del Sur. Con el transcurso del tiempo aquellas tierras se fueron transformando hasta alcanzar la geografía actual desde hace unos 7000 años, pero la extensión y altitud de los terrenos continúa modificándose. Las plantas y animales propios de los continentes cercanos colonizaron las Antillas Mayores desde que sus núcleos originarios surgieron del mar.

Paleogeografía del Plioceno-Cuaternario de Cuba

La paleogeografía de los últimos 3 millones de años de la evolución geológica del territorio, está fuertemente determinada por los cambios climáticos que afectaron, tanto la temperatura ambiental como el nivel de precipitaciones. Estos cambios climáticos, de carácter cíclico, estuvieron asociados a variaciones del nivel del mar, que en el pasado alcanzó, desde posiciones más altas al promedio de hoy (hace 120-130 ka), hasta ~120 metros por debajo del nivel actual (hace 20-25 ka). Sin embargo, se ha determinado que el factor principal de formación y transformación del relieve cubano son la erosión y los movimientos neotectónicos.

Estos movimientos del terreno presentaron distintas tendencias en el territorio de Cuba, aunque dominaron los movimientos de ascenso del terreno. Como resultado de estos procesos, el relieve sufrió constantes cambios, de tal manera que en algunas etapas Cuba alcanzó un área expuesta de unos 180 000 km2 (hace ~ 20-25 ka atrás), mientras que en otras etapas (hace ~ 120-130 ka atrás) llegó a reducirse a una serie de islas y pequeños archipiélagos separados entre sí por llanuras periódicamente inundadas y mares someros. De este proceso resulta que el contorno del archipiélago cubano actual tuvo su origen en los últimos 6 000 años, y sigue modificándose.

Corrientes Marinas del Caribe y sus implicaciones Biogeográficas

Es conocido que uno de los medios de transportación de los organismos vivos, que potencialmente les permite trasladarse y cruzar una barrera marina, son las corrientes marinas superficiales. Muchos científicos han adoptado esta hipótesis para explicar el origen de las biotas terrestres antillanas, proponiendo que ellas se han trasladado desde los continentes hacia las islas, y desde una isla a otra, por dicho medio. Esta es la hipótesis de la dispersión marina (overwater dispersal).

No se puede negar la validez de esta idea, pues lo cierto es que después de las grandes crecidas de los ríos, muchos amasijos de detritos vegetales son expulsados al mar, formando balsas de vegetación, las cuales pudieran eventualmente llevar consigo semillas, microorganismos, huevos, larvas y hasta vertebrados. Estas balsas, transportadas por las corrientes marinas, pueden recalar en otras tierras. En dicha eventualidad, algunos organismos pudieran llegar a colonizar tales territorios.

El factor climático y las migraciones

La separacián tectónica de África, América del Sur y Antártica, tuvo una gran influencia en el clima terrestre y en la circulación de las aguas oceánicas. El enfriamiento del planeta, desde el Eoceno Superior, pudo promover las migraciones faunales hacia el trópico.

El clima polar-subpolar surge hace unos 39 Ma cuando se abre la circulación circum Antártica, y se extiende hacia el norte. El avance de las temperaturas bajas pudo desencadenar migraciones de la biota austral sudamericana hacia el trópico.

Origen de las biotas y los ecosistemas marinos de Cuba

Las biotas marinas de Cuba, tanto de la plataforma insular cuanto de los mares más profundos que la rodean, comparten su historia con el Mar Caribe, y en un entorno más general, con la evolución de nuestro planeta. En este trabajo se analiza, el origen de la biota marina actual de Cuba y como se formaron sus ecosistemas, y se expondrán algunas conclusiones que se derivan de este análisis. Es importante destacar que las edades numéricas que se utilizan en este trabajo se basan en la escala geocronológica propuesta por J. Remane en el 2000.

Primeros Pobladores del Caribe

El Mar Caribe tiene una antigüedad de unos 150 a 160 millones de años. Antes no existía, ya que el lugar que ocupa hoy entre América del Norte y América del Sur, previamente estuvo situado en el interior de Pangea, un supercontinente que existió durante la primera mitad de la Era Mesozoica. Aquella gran masa terrestre comenzó a fracturarse 200 millones de años atrás, y así se formaron una serie de estrechos canales acuáticos en el interior de aquel continente, que pueden considerarse, de cierto modo, los precursores del Caribe. Hacia la segunda mitad del Jurásico algunos de aquellos canales colapsaron, pero otros se ensancharon hasta formar el Atlántico, el Golfo de México y el Caribe primitivo.

El Caribe primitivo era un paso oceánico relativamente estrecho donde se encontraban fondos arenosos no muy profundos, que colindaban con las costas de Laurasia (América del Norte) y Gondwana (América del Sur). Las planicies costeras eran inicialmente arenosas, producto de la acumulación de los materiales acarreados por los ríos continentales. Estas zonas costeras se transformaron en pantanos y florecieron los fondos de fangos ricos en humus. Con el transcurso del tiempo algunos de estos fondos bajos pasaron a ser extensas plataformas, donde se acumulaban fangos y arenas calcáreas biogénicas. También, con el ensanchamiento del Mar Caribe, surgieron fondos de aguas profundas, donde se acumularon principalmente carbonatos.

Los primitivos fondos arenosos estaban poblados por una variedad de organismos, de acuerdo con su capacidad de explotar los recursos de los ambientes existentes. Hace 160 a 150 millones de años en las zonas litorales dominaban los ambientes deltaicos y de humedales, donde se encontraban plantas acuáticas y vegetación de costa, incluido el Piazopteris branneri. Las zonas de inundación costera estaban eventualmente pobladas por algunos moluscos bivalvos como las trigonias y especialmente ostréidos, que llegaban a formar horizontes muy ricos en conchas.

Ya hace 150 millones de años el Caribe primitivo era una amplia extensión de aguas que servía de comunicación a dos océanos, el Atlántico Norte y el Pacífico. Siguiendo las corrientes marinas que fluían, de Este a Oeste, comenzaron a poblar, y circular por el Caribe, una gran variedad de elementos del plancton (radiolarios, ostrácodos) y algunos invertebrados nectónicos (ammonites, belemnites y buchias). Con ellos llegaron los peces (generalmente picnodontes comedores de fondo), y esta variedad de alimento atrajo consigo a una enorme diversidad de reptiles carnívoros. Las costas del Caribe primitivo se poblaron de tortugas acuáticas (Caribemys oxfordiensis) y desde la tierra volaban en busca de alimento los pterosaurios (Nesodactilus hespericus, Cacibupteryx caribensis). Hacia el mar abierto dominaban los pliosaurios (Peleoneutes), los cocodrilos oceánicos (Geosaurus), los plesiosaurios de cuello largo (Vinialesaurus), y los ictiosaurios (Ophthalmosaurus).

Aquellos animales venían migrando desde un océano llamado Tethys, ya desaparecido, cuyos restos en forma de rocas sedimentarias se encuentran hoy en Europa, Asia y el norte de Africa. En su movimiento se desplazaban por el Caribe y llegaban a las costas del Océano Pacífico, siguiendo la dirección de las corrientes marinas.

Inicio del Cretácico

Desde el inicio del Cretácico, hace unos 145 millones de años, ocurrió un cambio en la geografía del Caribe. El pasaje oceánico alcanzó su máxima anchura, y surgieron una serie de islas volcánicas y bajos, que complicaron el relieve submarino. A partir de entonces la libre circulación de las aguas oceánicas estuvo regulada por la extensión de las islas y bajos, que en algunos intervalos de tiempo, casi cortó dicha circulación. Es conocido que el Cretácico fue una etapa relativamente cálida de la historia de la Tierra, y que en aquellos tiempos, en las zonas tropicales, se desarrollaron extensamente los ambientes de plataformas calcáreas, donde proliferaba la vida marina. El Mar del Tethys-Caribe es un ejemplo de esto. Asimismo, en los fondos profundos del Caribe se acumularon sedimentos arcillosos, ricos en organismos del plancton, y en el entorno de las islas volcánicas, sedimentos arenosos, intercalados con lavas y fondos calcáreos.

Entonces, alrededor de las islas y en las zonas bajas, aparecieron las condiciones para el desarrollo de ricas comunidades de moluscos (incluyendo litosomas de rudistas), escasos corales aislados, equinodermos, foraminíferos, ostrácodos, algas y otros invertebrados. Entre los organismos nectónicos se encontraban tortugas, serpientes marinas tipo mosasaurios, y una variedad de peces y cefalópodos (ammonites y belemnites).

En aquellos mares las erupciones volcánicas eventualmente contaminaban las aguas con sus productos, poniendo en crisis las comunidades marinas cercanas a los volcanes. Pero se observa, durante el Cretácico, que tras la pérdida de los ecosistemas de las plataformas calcáreas que rodeaban aquellas islas, sustituidas en el tiempo por arenas volcánicas y lavas, ocurría la pronta recuperación de los ambientes calcáreos al reducirse la presencia de contaminantes. Ejemplo de esto último son las plataformas asociadas a las rocas vulcanógenas de las Antillas Mayores, y en particular, la del Maastrichtiense (65-75 millones de años), que presentan una enorme biodiversidad de rudistas, corales, algas y muchos otros organismos marinos, debido a la extinción temporal de la actividad de los volcanes antillanos.

Final del Cretácico

Al final del Cretácico (hace 65 millones de años) hubo una crisis ambiental global, que generó una gran mortalidad, especialmente en el Caribe. Esta crisis ecológica fue desencadenada por el choque de la tierra con un enorme bólido espacial, cuyo impacto tuvo lugar en Chicxulub (hoy Yucatán). Obviamente los efectos de este choque en el Caribe fueron considerable. La crisis ambiental del final del Cretácico exterminó un gran número de especies marinas en todo el mundo, independiente de su tamaño o hábito de vida, como por ejemplo, los foraminíferos planctónicos (globotruncánidos), cefalópodos ammonites y belemnites (nectónicos), pelecípodos rudistas (bentónicos), reptiles marinos (mosasaurios); y en los ambientes terrestres, los dinosaurios y pterosaurios, entre otros. Sin embargo, sobrevivieron aquel evento los cocodrilos terrestres, las tortugas marinas y terrestres, los mamíferos terrestres, los ostréidos (bentónicos), y muchos otros organismos. Es importante constatar que, después de la crisis creada por el impacto, y la gran mortalidad generadora de una extinción masiva de especies de animales y plantas, la vida continuó en las tierras y los mares. La consecuencia fue una nueva repartición de los ecosistemas del mundo, de modo que los sobrevivientes y sus descendientes pudieron ocupar espacios antes dominados por otras especies.

Es obvio que los eventos catastróficos, generados por el impacto en Chicxulub, hayan afectado con especial intensidad el área del Caribe, donde se han constatado deslizamientos y derrumbes costeros de enormes proporciones, y la acción de varios trenes de olas gigantes tipo tsunami, en un breve espacio de tiempo. Por eso se puede suponer que la mayoría de las comunidades marinas del Caribe fueron eliminadas, así como las comunidades que habitaban las islas y las tierras bajas de los márgenes continentales.

Reestructuración de las biotas del Caribe

Después de la crisis ambiental antes mencionada, comenzó la recuperación de los ecosistemas marinos y terrestres del Caribe. En las rocas sedimentarias del Paleoceno (65-55 millones de años) ya aparecen restos fósiles de una gran variedad de organismos marinos, distintos a los precedentes, incluyendo representantes del plancton y el bentos microscópico (foraminíferos, ostrácodos, radiolarios, braarudosféridos), macroinvertebrados (moluscos, equinodermos, corales) y vertebrados (peces). Pero estos organismos deben haber llegado al Caribe migrando desde los mares circundantes (Atlántico y Pacífico), y de distintos modos se dispersaron y recolonizaron el Caribe.

Sobre esta base, se puede afirmar que las corrientes marinas superficiales que fluían de este a oeste, trajeron el plancton y las larvas de muchos invertebrados desde el Atlántico, y algunas contracorrientes del Pacífico, también alimentaron el Caribe con su carga de vida. Aquella biota del Paleoceno y Eoceno (65 a 33 millones de años) en su composición global, ya era muy semejante a la actual. Sin embargo, la distribución de tierras y mares era bien distinta al presente. Por ejemplo, aquellas islas no son las mismas que conocemos hoy, pues sufrieron profundas transformaciones subsecuentes.

Durante aquella etapa se desarrollaron una variedad de ambientes marinos. En los fondos poco profundos habitaban diversos grupos de invertebrados, con la peculiaridad de que comenzaron a dominar los corales y las algas, al desaparecer los rudistas. Los peces, tanto óseos como cartilaginosos, se hacen abundantes y muy diversos, pues desapareció la competencia con los reptiles gigantes. Sin embargo, diversos mamíferos conquistaron los mares, tales como las ballenas, los delfines, los sirenios y las focas. En las costas han desaparecido los pterosaurios, sustituidos por las aves y los murciélagos.

Después del Eoceno, la configuración de la geografía caribeña sufre constantes variaciones. La actividad volcánica se ha limitado a las zonas extremas del este (futuras Antillas Menores,) y a lo que será posteriormente América Central. Las tierras antillanas constituyen un obstáculo parcial para la circulación de las aguas marinas, pues entre ellas existían canales marinos relativamente profundos. Eran abundantes los fondos marinos poco profundos, bien intercomunicados por canalizos y pasos de aguas profundas. Ya en el Plioceno el escenario geográfico era muy cercano al actual.

En las rocas sedimentarias del Oligoceno, Mioceno y Plioceno de la región Caribe se han reportado restos fósiles de una gran variedad de organismos muy semejantes a los que hoy habitan estas aguas. Ellos tienen sus relativos más cercanos en el Atlántico Norte, Central y Sur, y en el Pacífico central y septentrional. Esto refleja la amplia interacción que existió entre dichas aguas oceánicas, a través del Caribe. Sin embargo, existen algunas peculiaridades que se deben resaltar. Desde el Oligoceno comenzaron a desarrollarse las comunidades coralinas arrecifales, que alcanzaron su mayor extensión desde el Mioceno y hasta hoy.

Durante el Oligoceno y Mioceno el Caribe, como la Florida, estuvo poblado por diversas especies de dugones, que se extinguieron al final del Mioceno (~8 Ma) y fueron sustituidos por los manatíes desde el Plioceno-Cuaternario (5 millones de años y hasta el presente). Desde el Paleoceno son comunes los restos fósiles de tiburones, con una gran variedad de especies cosmopolitas que sobrevivieron hasta hoy. Durante el Mioceno de desarrolló el gigantismo en los peces cartilaginosos, como son los ejemplos del tiburón Carcharodon megalodon y la manta Aetomylaeous cubensis. Por lo menos desde el Mioceno las ballenas circulaban por el Caribe, pues sus restos fósiles se encuentran en rocas de esta edad.

Hace unos 2.5 millones de años en el Mar Caribe comienza una nueva etapa de desarrollo, ligada, primeramente, al levantamiento progresivo del istmo de Panamá (Coates y Obando, 1996). Esta barrera, entre el Caribe y el Pacífico, se establece primero de manera intermitente (2.5 a 0.7 millones de años), ya que durante las etapas de elevación del nivel del mar ocurre algún intercambio entre el Pacífico y el Caribe, como lo demuestra el estudio de algunas especies de gasterópodos. Sin embargo, ya desde el Pleistoceno Inferior (~ 700 mil años), la comunicación Caribe-Pacífico se interrumpe hasta hoy. Desde entonces, la geografía del Caribe se asemeja mucho a la actual, las comunidades locales se hacen más cercanas a las atlánticas, y surgen nuevos endémicos.

Delimitación geográfica de Cuba y formación de ecosistemas marinos

La forma actual de Cuba y su plataforma insular es un hecho geográfico extremadamente joven, pues los contornos del archipiélago se han delimitado en los últimos 6000 años (Iturralde-Vinent, 2003b). Este proceso comenzó hace unos 30 millones de años, cuando la tendencia general de la evolución tectónica del territorio de Cuba ha sido al ascenso e incremento de su área, particularmente desde el Mioceno Medio a Superior. Por esto se considera que el factor principal de la formación del relieve de la isla, tanto de las zonas terrestres como marinas, son los movimientos del terreno. En este marco, las oscilaciones glacioeustáticas del nivel del mar han modulado la velocidad con que tiene lugar la ampliación o reducción de las tierras emergidas y la extensión de la plataforma insular, aunque su papel, en los últimos 120 000 años, ha sido un tanto más destacado.

Las rocas sedimentarias de origen marino, que se depositaron en estos últimos 1.8 millones de años, generalmente están expuestas en las terrazas marinas que rodean algunas costas de elevación, bajo la plataforma insular, y en otros terrenos insulares. Entre ellas, dominan las calizas y margas con abundantes restos de invertebrados marinos, que pertenecen a los mismos géneros que habitan hoy los fondos calcáreos de la plataforma insular. En menor grado se han preservado los depósitos arcillo-arenosos que se originaron en los fondos de tipo "llanuras de seibadal" que existieron en el pasado. En algunas localidades se han mantenido preservados los sedimentos que en el pasado representaron las áreas del delta de los ríos, donde se acumularon potentes depósitos areno-gravosos.

En aquella época estaba delimitado el archipiélago cubano, como un gran promontorio en el Caribe noroccidental. Un sistema de taludes, bastante abruptos (conocido popularmente como el canto del beril), separaba el territorio cubano de los fondos profundos del Canal Viejo de Bahamas, y de la Cuenca de Yucatán. Dentro de este promontorio existían tierras elevadas y una extensa llanura que se inundaba periódicamente, durante los periodos de elevación del nivel del mar. Sin embargo, habían grandes extensiones de fondos marinos lodosos-arenosos, poco profundos, donde habitaron distintos invertebrados, corales y peces.

En aquel tiempo existían varios archipiélagos de islas y bajos, dentro de los cuales se destacaban zonas montañosas. Estos archipiélagos estaban rodeados de una extensa plataforma insular, cubierta por mares de aguas cálidas, poco profundas, pues correspondía con una etapa interglacial. Entonces se desarrollaron los sedimentos calcáreos que constituyen la así llamada Formación Jaimanitas, donde hay abundantes restos fósiles de corales y otras invertebrados propios de aguas de salinidad normal, bien oxigenadas.

El mapa del Pleistoceno tardío representa el escenario geográfico de hace 20-25 mil años atrás, cuando el nivel del mar descendió hasta 120 metros por debajo del nivel actual, y la mayor parte del área cubana limitada por el "canto del beril" quedó expuesta a la intemperie y se desecó. En aquella época se podía caminar desde Cuba hasta lo que sería después la Isla de la Juventud y los cayos. Las grandes extensiones terrestres estaban rodeadas por una llanura temporalmente inundada, que ocupaba una franja estrecha en el borde de la plataforma insular actual, incluyendo los territorios de la cayería, la península de Zapata, el tercio septentrional de la Isla de la Juventud, y la península de Guanahacabibes, entre otras. Las consecuencias de esta retirada de los mares fueron enormes, pues toda la vida marina de la plataforma insular cubana desapareció. Es posible que esta situación durara algunos miles de años, pues se desarrolló un relieve complejo, e incluso suelos, localmente potentes.

Desde hace unos 20 000 años atrás, y hasta hoy, el mar ha ido conquistando los terrenos anteriormente emergidos, inundando los territorios bajos que hoy constituyen la plataforma insular. Se calcula que la velocidad promedio de los movimientos verticales del terreno en Cuba, por entonces, osciló entre 1 y 3 mm. por año, mientras que el promedio de elevación del mar fue de unos 4.8 mm. por año. Asimismo, se sabe que hace unos 10 000 a 8 000 años hubo una aceleración del ascenso del nivel del mar y un descenso posterior, que debió hacer retroceder la línea de costa y reestructurar la posición de los arrecifes de corales. Las pruebas de este ascenso se observan en las costas rocosas de Cuba, donde es común encontrar una incisión marina (nicho de marea), a unos 2 metros de altura promedio, marcando el nivel que alcanzó el mar . Otros indicios se encuentran en Puerto Rico, donde algunas perforaciones realizadas en los fondos marinos de la plataforma insular han cortado una capa de corales ramosos erosionados, que yace por debajo de los corales masivos actuales. Esto quiere decir que los arrecifes coralinos se han acomodado, a su posición actual, apenas en los últimos 8 000 años.

Todas estas modificaciones de la geografía, en los 25 000 años pasados, tuvieron consecuencias para la biota marina. Ante todo, se puede decir que los ecosistemas marinos actuales de la plataforma insular de Cuba, deben haberse formado en los últimos 20 000 años. Se puede afirmar también que la posición actual de los principales arrecifes de corales cubanos, debe tener menos de 8 000 años, y que la configuración de las costas y humedales costeros, se alcanzó en los últimos 8 000 años, y sigue cambiando. Por eso, durante el Cuaternario, y particularmente durante el Holoceno (últimos 8 000 años), se puede concluir que se formaron los ecosistemas marinos de Cuba actual.

Protección de la plataforma insular y las costas

En la actualidad, el nivel del mar continúa en ascenso, determinando que la línea de costa siga modificándose en la isla de Cuba, la Isla de la Juventud, y en las cayerías que las rodean. Las observaciones del autor en las costas de Cuba se resumen en los párrafos siguientes.

Las costas de emersión (donde la velocidad de levantamiento del terreno por los movimientos tectónicos supera la velocidad de ascenso del nivel del mar), presentan una serie de terrazas emergidas. En estas zonas, la tierra le está ganando espacio al mar, y la fuerza del oleaje encuentra un obstáculo creciente en los acantilados costeros. En dichos tramos se observa la formación de caletas de derrumbe, en ocasiones asociadas al transporte de grandes bloques de roca tierra adentro, durante los huracanes, como en Cayo Piedra Grande y Cayo Piedra Chica, al sur de Camagüey.

Otro proceso muy evidente en estas costas de levantamiento es el desarrollo de cavernas costeras, formadas por la acción combinada del oleaje y la disolución por mezclas de agua. También se encuentran antiguos ojos azules (Blue Holes) emergidos, como es el caso de Cueva Morlote, en las terrazas de Cabo Cruz. En otras zonas se detecta la desecación de los antiguos manglares, que hoy aparecen como troncos y ramas secas sobre la superficie de las llanuras costeras y cayos rocosos, como en el ejemplo de las superficies aplanadas de los cayos del norte de Camagüey.

En otros tramos de costa baja, como al sur de La Habana y Camagüey, (donde la velocidad de levantamiento del terreno por los movimientos neotectónicos no supera la velocidad de ascenso del nivel del mar), ocurren transformaciones en los humedales costeros. Los mismos están siendo desmontados naturalmente por la acción del oleaje. En este proceso se forman amplias ensenadas y playas, por erosión de la línea costera, como en el tramo al oeste de Santa Cruz del Sur, en Camagüey. Otro ejemplo es Cayo Largo del Sur, donde las dunas fósiles, que en el pasado estaban elevadas sobre el nivel del mar, hoy están siendo erosionadas por la acción directa del oleaje.

Estos procesos naturales son reforzados por la acción del hombre, cuando se llevan a cabo construcciones civiles y se siembran barreras de pinos y casuarinas, cercanas a la costa. En estos ejemplos, la erosión del mar se refuerza al ser alterada la dinámica costera, produciendo incisiones en la línea costera y la destrucción de playas y humedales.

Hay muchas lecciones que se han de aprender del devenir histórico geológico de nuestro territorio marino y costero. Por ejemplo, hemos aprendido que no se deben tomar medidas de protección de las costas, sin antes conocer bien cuáles son los procesos naturales que están teniendo lugar, y cómo ha sido la evolución de dichas zonas en los últimos 20 000 años. Debemos admitir que las comunidades coralinas actuales son relativamente jóvenes, y por lo tanto, pueden estar todavía en proceso de adaptación al medio, que está cambiando constantemente. El efecto del ascenso del nivel del mar pone a estas comunidades en constante tensión, de manera que las formaciones coralinas tienen que crecer a velocidades capaces de compensarlo. Por eso, se les puede considerar ecosistemas extremadamente vulnerables, por esta, amén de otras causas.

Sin embargo, estos procesos no son homogéneos para todas las áreas de la plataforma insular, pues los movimientos del terreno (neotectónicos), pueden presentarse, más o menos acelerados, localmente. Por ejemplo, dentro de los límites de la plataforma meridional de Camagüey, donde ocurre, generalment,e el descenso relativo del terreno, hay tramos que se están levantando a gran velocidad. Los cayos de Orihuela son un caso característico, pues estos son macizos coralinos que se están levantando y convirtiéndose en terrenos desecados.

Nuestra plataforma insular, dicho en otras palabras, es un sistema dinámico, en pleno proceso de transformación natural. Para actuar sobre ella hay que tener muy en cuenta su evolución histórica, los procesos actuales, y elaborar un pronóstico sobre las tendencias futuras.

Origen y Desarrollo de las Formaciones Coralinas del Caribe

De acuerdo con las observaciones de campo llevadas a cabo en toda la región caribeña, el autor ha llegado a la conclusión de que a mediados del Oligoceno (hace unos 27 a 30 millones de años), surgieron los primeros arrecifes coralinos del Caribe. Estos alcanzaron un desarrollo destacado en el Mioceno, gracias al calentamiento del clima y la corriente del Caribe, que trae abundantes nutrientes desde las costas del continente sudamericano y el Atlántico Central. Durante el Mioceno y parte del Plioceno (23 a 2.5 millones de años atrás), los arrecifes caribeños se enriquecieron con especies procedentes de los océanos Pacífico y Atlántico. Hace unos 2.5 millones de años, a finales del Plioceno, se cerró el istmo de Panamá, y las faunas marinas atlánticas, incluidos los corales, quedaron separadas del Océano Pacífico.

La tendencia general de la evolución tectónica del territorio de Cuba ha sido, durante los últimos 30 millones de años, al ascenso e incremento de su área, y particularmente desde el Mioceno Medio a Superior. Por esto se considera que el factor principal de la formación del relieve de la isla, tanto de las zonas terrestres como marinas, son los movimientos del terreno. Las oscilaciones del nivel del mar sólo han modulado la velocidad con que tiene lugar la ampliación o reducción de las tierras emergidas y la extensión de la plataforma insular.

En los últimos 20-25 mil años, la velocidad promedio de los movimientos verticales del terreno en Cuba osciló entre 1 y 3 mm. por año, mientras que el promedio de elevación del mar fue de unos 4.8 mm. por año. Si tenemos en cuenta que la tasa promedio de crecimiento de los arrecifes se ha estimado en 6 mm. por año, podemos suponer entonces que estos, generalmente, tuvieron la oportunidad de mantenerse próximos a la superficie en las áreas donde prevalecieron los movimientos de descenso del terreno.

La gran cantidad de terrazas emergidas que rodean la isla, de edad Plioceno-Pleistoceno, formadas por antiguos fondos con arrecifes coralinos, sirven de ejemplo para afirmar que los corales han sido muy abundantes en todo este tiempo, y que fueron capaces de irse adaptando a nuevas localidades, según el mar se retiraba y se elevaban los fondos marinos. Imaginemos este escenario. Un grupo de arrecifes está situado en la plataforma insular, pero esta empieza a levantarse. Los arrecifes que van quedando expuestos al aire van muriendo, pero las larvas se van a otros lugares y conquistan zonas más alejadas de las costas, donde se forman nuevos arrecifes. Con el tiempo, estos arrecifes también quedarán expuestos y morirán, pues el fondo marino sigue levantándose, y otras generaciones de corales formarán arrecifes más alejados de la costa. Este proceso se continuará mientras se siguen formando terrazas marinas en las costas.

Sin embargo, en Cuba también hay terrazas sumergidas, las que yacen a 20 y más metros de profundidad. En este caso debió ocurrir el proceso contrario al que describíamos más arriba. Imaginemos el escenario. El fondo del mar, y las costas colindantes donde hay terrazas emergidas, comienzan a descender y se van cubriendo por el mar. Los arrecifes coralinos no pueden crecer a la velocidad que asciende el nivel del mar, de modo que generalmente mueren, y son cubiertos por capas de detritos arrancados por la acción erosiva del mar al avanzar tierra adentro. Con el tiempo las terrazas, otrora emergidas, descienden a distintas profundidades bajo el nivel del mar, pero se forma una nueva planicie costera sumergida, donde los corales pueden desarrollarse. Entonces, las larvas traidas por las corrientes se establecen en estos fondos marinos y surgen nuevos arrecifes coralinos. Tanto en las costas de La Habana y Matanzas, las formaciones coralinas actuales yacen sobre un fondo marino que antes estuvo levantado, y bajo el canto del beril, se observan varios escalones de antiguas terrazas.

Por eso, se puede afirmar que las oscilaciones del nivel del mar, relacionadas con los últimos períodos glaciales, han dejado sus huellas en nuestras costas. De una parte, el descenso del nivel del mar, que alcanzó unos 120 metros hace 20-25 000 años atrás, debe haber exterminado todas las comunidades marinas de la plataforma insular cubana, y con ellas, los corales. Eso significa que los fondos marinos de nuestra plataforma actual se han ido poblando en los últimos 20 000 años, según el nivel del mar ascendía y las aguas cubrían el antiguo paisaje terrestre. Esto se confirma por las perforaciones practicadas en distintas áreas alrededor de Cuba, que han cortado suelos rojos y formas de disolución superficial (carso), por debajo de los lodos marinos y los arrecifes actuales. Asimismo, se sabe que hace unos 10 000 a 8 000 años hubo un rápido ascenso del nivel del mar, que debió hacer retroceder la línea de costa y reestructurar la posición de los arrecifes de corales. Las pruebas de este ascenso se observan en las costas rocosas de Cuba, donde es común encontrar una incisión marina, a unos 2 metros de altura promedio. También, en Puerto Rico, donde algunas perforaciones han encontrado una capa de corales ramosos erosionados por debajo de los corales masivos actuales. Esto quiere decir que los arrecifes actuales se han acomodado a su posición presente apenas en los últimos 8 000 años.

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Fuentes