Perseo liberando a Andrómeda
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Perseo liberando a Andrómeda. Pintura del artista Pedro Pablo Rubens, realizada en 1607.
Historia
Probablemente una de las últimas obras que el pintor Pedro Pablo Rubens realizó para Felipe IV.
La Obra
Perseo liberando a Andrómeda muestra el momento victorioso en el que el héroe rescata a la dama en apuros y la desencadena de la roca. En esta escena, Andrómeda se encuentra desnuda, aunque una tela cubre parte de su cuerpo, y mira sonriendo a su rescatador. Perseo, vestido con armadura más propia del siglo xvii que de la época griega, desata a Andrómeda. Sobre él se encuentra un Cupido alado, con su carcaj, que hace un gesto de presentación a los dos enamorados. Detrás de éste, a su vez, se encuentra Himeneo, el dios del matrimonio, que con su antorcha encendida anuncia el enlace entre los dos jóvenes. Los restos de la batalla que Perseo ha librado se encuentran a los pies de Andrómeda y en la orilla del mar detrás del héroe. Medio olvidada por los dos enamorados, la cabeza de Medusa yace entre el escudo y el casco de Perseo, a los pies de Andrómeda. El cuerpo inerte de Ceto se mece sobre las olas que acarician la playa. No hay rastro de las sandalias aladas con las que llegó Perseo a Etiopía; sin embargo, Rubens ha querido introducir a Pegaso, que nació después de que Perseo cortara la cabeza a Medusa; más tarde este caballo alado se convertiría en la montura de Belerofonte, pero Rubens lo introduce en la playa, cerca de Ceto, para hacer referencia a su nacimiento a partir de la sangre derramada por la gorgona Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza, tal y como nos cuenta Ovidio en sus Metamorfosis.
Datos de interés
Esta obra fue encargada por Felipe IV para el Salón Nuevo del Alcázar de Madrid. Sin embargo, este tema mitológico pretendía ser algo más que un cuadro narrativo. Para Felipe IV, Perseo liberando a Andrómeda era una alegoría política del poder de la monarquía hispánica. Perseo, vestido con una armadura del siglo XVII, con su escudo, su casco y su espada, sería el símbolo o la metáfora del propio monarca que sale victorioso de su lucha contra el mal. Desgraciadamente, Rubens nunca vio completada esta obra, ya que murió en 1640. Es a Jacob Jordaens, uno de sus ayudantes, a quien debemos el estado actual de la pintura; Jordaens fue uno de los últimos grandes maestros del barroco del norte de Europa y, a pesar de que su estilo nunca fue tan refinado como el de Rubens, dio a Perseo liberando a Andrómeda la sutileza y elegancia necesaria para que hasta el día de hoy se considere una obra de Rubens.
