Política Científica

Política Científica
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Concepto:Conjunto de políticas que pueden adoptar los Estados y en particular los gobiernos con relación a la ciencia.

Política Científica. El término "política científica" hace referencia al conjunto de políticas que pueden adoptar los Estados y en particular los gobiernos con relación a la ciencia. En ese sentido, el término es análogo al de otras políticas públicas, como la política económica, la política educativa o la política industrial y expresa un ámbito de decisiones públicas demarcado por un objeto específico; en este caso, la ciencia. Algunos autores se refieren a esta distinción reservando el término "política científica" para aludir a las medidas que un gobierno puede tomar en esta materia, y utilizan la expresión "política de la ciencia" para describir la relación de la ciencia con el poder y su inclusión en la lucha que por él se establece[1].

Antecedentes

La primera fase de la ciencia, conocida como la fase amateur, transcurrió aproximadamente entre 1600 y 1800. Se desarrollaba fuera de las universidades y alejada del gobierno y la industria. Su rol social no era hacer ciencia. Se dice que de 1600 a 1800 la ciencia aprendió mucho de la técnica, pero le enseñó poco. La primera revolución industrial ocurrida hacia 1780 fue más que un avance de la ciencia; esa revolución industrial colocó las bases de la moderna sociedad capitalista, nacida en Europa y expandida luego por todo el mundo.

La fase académica de la ciencia tiene lugar entre 1800 y 1940. La labor fundamental insiste en la búsqueda, como valor supremo adquiriendo autonomía. Se promulga una ideología cientificista, pues la investigación era libre y lo importante era publicar los resultados. La institucionalización de la ciencia fue su característica fundamental.

La intervención gubernamental se fue consolidando durante la Segunda Guerra Mundial. El proyecto Manhathan abre una nueva época para la ciencia; megaproyectos orientados hacia fines prácticos, activa intervención gubernamental, trabajo multidisciplinario, gran complejidad organizacional, cuantiosos recursos son rasgos que caracterizan la Big Science que desplaza a la Little Science.[2]

En 1936, el gobierno del Frente Popular de Léon Blum en Francia, con el concurso de muchos de los mejores científicos de la época, creó el Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS), que habría de convertirse en una de las instituciones emblemáticas del modo europeo de promocionar y apoyar la ciencia.

Surgimiento

Lo que actualmente es conocido como "política científica" hizo su aparición pública hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia de la creciente importancia del conocimiento científico y tecnológico, la emergencia de la Big Science y el papel creciente que fue desempeñando el Estado en la gestión de las actividades de investigación en las sociedades avanzadas (Dagnino, 1999).

"Las experiencias con la investigación militar en la Segunda Guerra Mundial, especialmente el establecimiento de proyectos multidisciplinarios a gran escala, y de compleja planificación, en investigación, electrónica, radar y energía atómica, marcaron un giro decisivo en la historia de la política científica y tecnológica."
(Bell, 1994)
Bomba atómica

El símbolo de aquel esfuerzo fue la creación de la bomba atómica. En los años 50 el propósito fundamental era acelerar el desarrollo económico de los principales países capitalistas aunque el Estado en la URSS tuvo como prioridad dentro de las estrategias el desarrollo científico-tecnológico, reflejo de esto es cuando en 1957 es lanzado al espacio el primer satélite, en respuesta Estados Unidos diseñó y llevó a cabo en 1969 el Proyecto Apolo.

En los años 70, aparejado con la crisis económica capitalista se desencadena la Tercera Revolución Industrial. En la segunda mitad del siglo XX se produjeron cambios sustanciales en la relación ciencia tecnología y sociedad, los cuales han estado estrechamente vinculados a las grandes tendencias económicas, políticas y militares, desarrolladas a lo largo de la humanidad y que en este sentido solo se pueden comprender la ciencia y la tecnología si se les examina en relación con el contexto social que los constituye, al definir su orientación, ritmo y función social. Según, Arocena, (1995), a lo largo de este siglo estas políticas han evolucionado y pasado por tres fases principales:

  • Políticas científicas.
  • Políticas para Ciencia y Tecnología.
  • Políticas de innovación o sistemas nacionales de innovación.

América Latina

En América Latina casi todos los países acomodaron sus estructuras para dar el impulso a la política científica, siguiendo las tendencias dominantes que eran difundidas en la región por algunos organismos internacionales. Prueba de ellos es que entre 1967 y 1970, seis países de Latinoamérica crearon consejos de ciencia y tecnología, con diseños y funciones muy similares. En la toma de conciencia de los gobiernos latinoamericanos acerca de la necesidad de elaborar política científica cumplieron un papel preponderante las acciones emprendidas desde los organismos internacionales y regionales. En particular, fue decisiva la acción de la UNESCO y de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

Desde 1963, en diversas reuniones organizadas alternativamente por los dos organismos, se adoptaron numerosas recomendaciones relativas al tema que, entre otras cosas, apuntaron a reconocer el papel de la ciencia y la tecnología como integrantes del desarrollo nacional; la necesidad de una política científica formulada por un organismo creado específicamente para tal fin, con participación del gobierno, sectores productivos y científicos y tecnólogos; la necesidad de realizar estudios acerca de los recursos naturales y las tecnologías nacionales, así como de relevar el potencial científico de cada país; la búsqueda de una mayor cooperación entre los países latinoamericanos. En esas reuniones se alcanzó pronto una coincidencia en los modos de organización en cada país. Se distinguen tres clases de entidades: organismos gubernamentales de política científica, organismos autónomos de promoción o coordinación, tales como las Academias y los 63 Consejos e institutos dedicados a la investigación.

En 1969 se creó el Programa Regional de Desarrollo Científico y Tecnológico de la OEA (PRDCYT) para apoyar los esfuerzos de los Estados miembros y para alentar la cooperación regional. Sus primeros pasos los dio en el sentido de ayudar a reforzar la estructura científica y tecnológica de los países de la región mediante la formación de personal, equipamiento de centros e intercambio de científicos. También impulsó la realización de estudios para disponer diagnósticos del nivel de desarrollo regional en ciencia y tecnología.

Culturas políticas

La política científica, del mismo modo que los restantes ámbitos de las políticas públicas, es el resultado de la interacción dinámica entre actores que representan diferentes intereses y expresan distintas culturas políticas. El estudio de las diferentes culturas involucradas en este campo resulta imprescindible, en consecuencia, para comprender los conflictos propios de la relación entre la ciencia y el poder en distintos momentos y contextos sociales. Los autores identifican cuatro culturas típicas diferentes que influyen generalmente en la formulación de la política científica:

  • Burocrática: encarnada en el aparato del Estado, que procura administrar y organizar la ciencia para disponerla al servicio de la política.
  • Académica: encarnada en la comunidad científica, que busca preservar los valores y la autonomía tradicionales de la ciencia frente a otros intereses.
  • Económica: encarnada en los empresarios y los responsables de la política económica, que se interesa por las aplicaciones tecnológicas de la ciencia, orientadas hacia innovaciones rentables.
  • Cívica: encarnada en los movimientos sociales tales como el feminismo, el ecologismo, y los defensores de los derechos humanos, que presta atención a las repercusiones sociales de la ciencia.

Funciones

El objetivo que se asigna a la política científica consiste en ofrecer a las actividades científicas los medios más óptimos para su desarrollo dentro del progreso global de la sociedad. Tradicionalmente, a partir de los primeros planteamientos racionalizadores de la política científica desarrollados por UNESCO y OCDE, se ha considerado que para cumplir tal objetivo el sistema institucional de la ciencia y la tecnología debería desempeñar las siguientes funciones:

  • Planificación: Tiene por objeto medir los objetivos esenciales de la política científica, fijar su jerarquía y determinar los medios necesarios para alcanzarlos, lo que significa establecer un Programa.
  • Coordinación: Tiene por objeto garantizar la coordinación interministerial necesaria para el establecimiento del programa y su pues ta en práctica.
  • Promoción: Tiene por objeto crear las condiciones necesarias para la realización de los objetivos, al otorgar recursos y verificar si su utilización produce los resultados esperados.
  • Ejecución: Tiene por objeto la realización concreta y práctica de los objetivos de investigación y desarrollo (I+D).

Sistemas de política científica

El conjunto de instituciones dedicadas a las actividades de ciencia y tecnología ha sido visto como un "sistema" cuyos elementos están vinculados funcionalmente. concepto de "sistema" tiene, en cierto sentido, un carácter normativo por cuanto expresa un modelo o meta a alcanzar. Además, permite expresar mejor las relaciones entre las instituciones del ámbito científico y las restantes instituciones y actores de la sociedad. Para expresar esta diversidad se suele considerar la siguiente tipología: sistema espontáneo, sistema centralizado, sistema coordinado y sistema concertado.

El primer tipo de sistema es el que surge históricamente, sin ningún tipo de diagramación global. Como resultado de ello, las instituciones superponen en algunos casos sus competencias y, en otros, dejan áreas de cierta importancia descubiertas. En un sistema de este tipo, la eficacia de la política científica es muy limitada. El segundo tipo es el opuesto al anterior y en él las competencias institucionales están organizadas jerárquicamente, con un sistema de toma de decisiones centralizado hacia la cima. La organización de la ciencia en la Unión Soviética se ajustaba en forma paradigmática a este modelo.

El sistema coordinado supone un nivel organizativo mayor que el espontáneo y consiste en el establecimiento de mecanismos de coordinación entre los actores y las instituciones del sistema, con el fin de sumar esfuerzos y capacidades, con el fin de aumentar el nivel de eficiencia y racionalidad global. En este modelo la coordinación es voluntaria, en la medida que se preserva la autonomía de las entidades involucradas. Cuando la coordinación es impulsada en forma coercitiva, utilizando elementos de presión como condicionar la asignación de presupuesto al logro efectivo de la complementación y el desarrollo de actividades comunes, se trata del cuarto tipo: el sistema concertado.

Referencias

  1. (Elzinga y Jamison, 1996)
  2. Núñez Jover, Jorge. (1999). La ciencia y la tecnología como procesos sociales. En: Tecnología y Sociedad. La Habana: Editorial Félix Varela; 1999. p. 43-62.

Fuentes