Postoperatorio del niño en cirugia general

Postoperatorio del niño en cirugia general
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Postoperatorio del niño en cirugía general. Es el tiempo transcurrido desde que el paciente es operado hasta el alta. Puede ser inmediato y mediato; el primero transcurre en las primeras 72 horas de postoperado y el segundo después este tiempo. Señalemos que estos límites de tiempo no son absolutos.

Objetivos y características de este periodo

La asistencia al postoperado entraña el cuidado intensivo con la finalidad de:

  • Apreciar el estado del paciente, sicológica y físicamente, e intervenir eficazmente para fomentar la recuperación.
  • Prevenir y apreciar oportunamente las complicaciones.
  • Proteger al paciente de lesiones durante el período de inconciencia, y aliviar las molestias.
  • Ayudar al paciente a recuperar su independencia.

Factores como la edad del paciente, estado nutricional o estados patológicos, que requieren terapéutica más intensiva, afectaran la duración del periodo posoperatorio. El tipo de intervención quirúrgica influirá en la duración de la vigilancia continua que requiere el enfermo después del periodo postanestésico inmediato.

Postoperatorio inmediato

En este periodo el paciente se ubica en Sala de Recuperación o en Unidad de Cuidados Intensivo, servicios especialmente creados para este tipo de paciente que requiere estrecha observación y rápida actuación en caso de una brusca complicación. Los pacientes que llegan a la Unidad de Cuidados Intensivos son enviados allí por factores de riesgo que conllevan mayores cuidados posoperatorios, mientras que los pacientes de la sala de recuperación permanecen allí solo lo necesario para recuperarse de los efectos de la anestesia.

La intervención de la enfermera intensivista durante el periodo postoperatorio se basa en el conocimiento profundo del paciente, de la fisiopatología del procedimiento quirúrgico especifico y del organismo que lucha. La apreciación ininterrumpida de los parámetros que indican el estado del paciente en cada momento posibilita el juicio de la enfermera y su comunicación con el medico; otro factor importante que debe tener en cuenta la enfermera en el postoperatorio es la plena identificación con la patología que presenta el paciente ya que no basta solamente la noción de la operación realizada en estos casos sino también el conocimiento de la historia de la enfermedad, incluyendo los antecedentes, síntomas y signos importantes y demás elementos que motivaron la intervención quirúrgica.

Interesan de modo inmediato los líquidos intravenosos, curaciones y drenajes, náuseas y vómitos, dolor experimentado y vigilancia de los signos vitales, a medida que el periodo postoperatorio progresa se requiere una atención cuidadosa de la actividad del paciente, mientras se van registrando los signos tempranos de complicaciones.

Posibles complicaciones postoperatorias

En las primeras 24 horas después de la intervención se requiere prestar gran atención a la prevención o posible diagnóstico de 5 importantes complicaciones del periodo postoperatorio inmediato:

  • Hemorragia: puede ser interna o externa; si es interna, se apreciara no por la sangre visible, sino por palidez, hipotensión arterial, taquicardia, inquietud y deshidratación, en la externa hay que inspeccionar con regularidad los apósitos en busca de cualquier signo de hemorragia, observación que abarcara también la ropa de cama y los apósitos que han quedado debajo del paciente pues la sangre puede escapar y ser más patente la mancha en la ropa de cama que en el apósito; en caso de que ocurra puede ser necesario llevar de nuevo al paciente al Salón de Operaciones. Con frecuencia se ordena iniciar transfusión de sangre para corregir la pérdida. Al comunicar al médico la hemorragia evalúe siempre el color de la sangre: sangre roja y brillante indica hemorragia reciente, sangre parduzca y oscura indica que la hemorragia no es reciente.
  • Shock: la pérdida de líquidos y electrolitos, los traumatismos, anestésicos, fármacos de premedicación y la sepsis puede participar en el desencadenamiento del shock.

Los síntomas incluyen palidez, hipotensión, pulso rápido (taquicardia) y débil, frialdad de extremidades, disminución de la diuresis. Nunca se administraran narcóticos al paciente en shock o si el shock parece inminente. Se colocan con la cabeza más baja que los pies para mantener la buena irrigación cerebral. Los pacientes sometidos a cirugía cerebral o raquianestesia se conservan en nivel horizontal y no se elevara la zona de cama correspondiente a los pies (si se hiciera, el anestésico raquídeo puede ascender y causar paro respiratorio; colocar la cabeza en plano más bajo que el resto del cuerpo después de cirugía cerebral puede hacer que aumente el edema cerebral). El tratamiento de shock incluye administrar líquidos por vía parenteral, como expansores del plasma, glóbulos, plasma, hidrocortisona, drogas inotrópicas, etc.

  • Hipoxia: la deficiencia de oxigeno puede complicar la recuperación posoperatoria; algunas veces los anestésicos y medicamentos preoperatorios deprimen la respiración; el mucus puede bloquear las vías aéreas dificultando la entrada de aire, lo que disminuye el intercambio gaseoso pulmonar. Los equipos de oxigenación y aspiración deben tenerse listos para empleo y se vigilará cuidadosamente en busca de cianosis y/o disnea. Otros factores como dosis excesivas de drogas o sus efectos secundarios, dolor, posición inadecuada, vendajes extensos y comprensivos que restrinjan los movimientos de la caja torácica así como obstrucción de las vías aéreas determinan también hipoxia. Los signos de inquietud, aumento de la frecuencia respiratoria, tiraje, aleteo nasal, advierten de la dificultad para respirar, lo que implica la administración de oxígeno, y obtener información de los niveles de gases en sangre (gasometría) para confirmar el diagnóstico.
  • Vómitos: se presentan en pacientes que llegan del salón sin sonda nasogástrica, aunque no es frecuente; la mayoría presentan náuseas y anorexia. Si vomita se impone reposo gástrico, suspendiendo la vía oral; si son frecuente o abundantes se colocara sonda nasogástrica y se mantiene reposo gástrico aspirando periódicamente y la alimentación se hará por vía endovenosa, según orden médica. Muchos pacientes comienzan a ingerir alimentos y líquidos horas después de habérsele practicado la operación salvo la realizada sobre el aparato digestivo; la presencia de sonda nasogástrica permite medir las aspiraciones gástricas hasta tanto se restablezca el peristaltismo intestinal. La enfermera sagaz estará siempre al tanto de esta situación postoperatoria y deberá mantener la cabeza lateralizada si el paciente está en decúbito supino, pues de presentar vomito de forma súbita, pudiera provocar broncoaspiración. Si aun con el Levin colocado vomita, debe rectificarse su posición y su permeabilidad.
  • Dolor: después de cualquier operación quirúrgica cabe esperar la aparición de dolor, por lo que estará indicado administrar analgésicos y tratar de que el paciente esté lo más cómodo posible. El dolor se hace intenso en las primeras 48 horas y desencadena diversos grados de ansiedad, algunos lo soportan otros le temen tanto que su tensión aumentan. El dolor experimentado por el paciente al recobrarse de la anestesia es relativamente fuerte y resulta a menudo mayor por sentimientos de desamparo y desconcierto por el hecho de encontrarse en un medio extraño y por el hecho de que la administración de analgésicos ha de diferirse hasta tanto los signos vitales se estabilicen; en semejantes circunstancias la presencia animadora de la enfermera reviste la mayor importancia, los mismo que la explicación tranquila de que la medicación para el alivio del dolor se le administrara lo antes posible.

Se deben intentar otras medidas asistenciales para aliviar el dolor y nunca se administraran analgésicos como sustitutos de los cuidados de enfermería. A veces ayudar al paciente a cambiar de posición, darle masaje suave en la espalda o permitirle que exprese sus preocupaciones respecto a su estado bastara para aliviarlo. Más de una enfermera después de practicar estas medidas mencionadas, suele dejar al paciente dormido. Si se necesita algún analgésico su efecto será más efectivo si se coloca al paciente lo más cómodo pues así puede descasar satisfactoriamente y recibir el beneficio total del medicamento.

Cuidados postoperatorio inmediatos

  • Drenajes: debe conocerse si se colocaron drenajes y el tipo de líquido que debe esperase que salga. Los apósitos con material de drenaje pueden ser reajustados o cambiados según necesidades o indicación médica. Si se prevé la salida de material de drenaje, se explicará al paciente que ello es resultado normal de la operación y no indica complicación alguna. El color y volumen del material de drenaje se anotará con exactitud en el expediente clínico del paciente.
  • Terapéutica IV: después de cirugía mayor suelen administrarse soluciones por vía endovenosa para restituir los líquidos y electrolitos perdidos. Pueden ser necesarias las transfusiones sanguíneas para reponer las pérdidas hemáticas. Es importante valorar el ritmo de perfusión y se aparece infiltración de la zona de administración. Compruebe la orden del médico para saber si se continuará la administración de líquidos por vía endovenosa o si se interrumpen. Los desequilibrios ácido básico son importantes en pacientes y se corregirán de acuerdo a los resultados de la gasometría.
  • Estado de conciencia: la enfermera observará el estado de conciencia del recién operado; si se administró anestesia general el paciente estará inconsciente, pero gradualmente comenzara a mostrar inquietud y después abre los ojos, se quejará y realiza algunos movimientos antes de recuperar la conciencia, al comenzar a reaccionar se la hablará con tranquilidad para infundirle confianza.
  • Ingestión de líquidos: el inicio de la vía oral será ordenado por el médico; mientras no se permita se puede humedecer la cavidad bucal con un poco de agua o algunos fragmentos de hielo para aliviar la sequedad. Una vez que se ordene iniciarla debe ser en pocas cantidades para evitar vómitos.
  • Diuresis: su medición es importante en todo paciente operado (sobre todo en cirugía mayor) ya que es necesaria para calcular el balance hidromineral, además de ser un índice importante del funcionamiento renal. En los que no tienen sonda vesical se hará medición del volumen emitido espontáneamente y en niños pequeños se usara el colector.

La enfermera anotará las horas y el volumen de cada micción. Deberá seguir las instrucciones concretas que deje el médico para medir los egresos (diuresis, contenido gástrico, drenajes). Igualmente debe registrar lo administrado (venoclisis, medicamentos, plasma, sangre, etc.) durante el periodo inmediato del postoperatorio. Si el paciente no tiene sonda vesical y demora en orinar tener presente la posibilidad de retención urinaria; debe buscar el “globo vesical” palpando la región suprapúbica donde se puede encontrar el aumento de volumen de vejiga. Debe consultarse al médico.

Fuente

  • Negrin Villavicencio, José A., y coautores principales. Texto para la especialización de enfermería en cuidados intensivos / José A. Negrín Villavicencio... [et al.] La Habana : Editorial Pueblo y Educación, 1990. t.3.