Retrato de Piotr Ivánovich Potiomkin

Retrato de Piotr Ivánovich Potiomkin
Información sobre la plantilla
Piotr Ivánovich Potiomkin (Potemkin).jpg
Datos Generales
Autor(es):Carreño
Año:1681
Datos de la Pintura o dibujo
Técnica:Óleo sobre lienzo
Dimensiones:207,2 X 122,8 cm
Localización:Museo del Prado

Retrato de Piotr Ivánovich Potiomkin. Óleo sobre lienzo del pintor Juan Carreño de Miranda.

Historia

Piotr Ivanovich Potemkin (1617-1700) llegó a la corte española como embajador del Gran Duque de Moscovia, Fedor II, en 1668 y 1681-82. Se ha supuesto que Carreño lo retrató en la segunda de sus estancias en Madrid, dada la relación estilística de esta pintura con la efigie de Eugenia Martínez Vallejo. Sería, pues, una obra realizada por el pintor en los últimos años de su vida, cuando culminó un estilo en el que se mezcla solidez compositiva con ligereza y brillantez cromáticas.

Éste es uno de los mejores retratos de la pintura española de su época, y en su espléndido colorido Carreño revela su conocimiento de las obras de Tiziano que guardaban las colecciones reales.

La obra

La obra combina una expresión anatómica de gran fuerza y energía con un rico vestuario, que transmite perfectamente la sensación producida en España por la insólita y deslumbrante presencia del séquito ruso.

El pintor supo sacar los mejores resultados de una fórmula tradicional en la retratística española, que había sido explotada con éxito por Diego Velázquez: la de presentar al personaje de pie y ligeramente girado, ante un fondo monocromo que sirve para subrayar los volúmenes del retratado. Pero si anteriormente los fondos solían ser grises y los vestidos oscuros, en este caso el rojo intenso del exuberante ropaje del embajador se proyecta sobre una superficie oscura que acentúa la vistosidad de la indumentaria. En una corte en la que seguían predominando los tonos negros, esta pintura, con su viveza, su riqueza y su calidad, debió de llamar poderosamente la atención. Un testimonio de ello se encuentra en el Museo pictórico y escala óptica (1724) de Antonio Palomino, quien alude a la gran capacidad de Carreño en el género del retrato y pone como ejemplo, entre otros, el del moscovita, embajador, que estuvo aquí por el año de 1682.

Se desconoce la génesis y desarrollo de este encargo, que probablemente estuviera relacionado con la fascinación que ejercían en la corte española los personajes enviados de países lejanos, quienes con sus ropas, sus séquitos y sus maneras provocaban interés y admiración. En sus intenciones testimoniales, el retrato conecta con la gran cantidad de literatura generada ante la presencia de este tipo de comitivas, como la de los embajadores japoneses que visitaron España a principios del siglo XVII.

La pintura procede de las colecciones reales, donde aparece citada desde 1686.

Fuente