Capitalismo monopolista de Estado

Capitalismo monopolista de Estado
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Concepto:Es el capitalismo monopolista caracterizado por la unión de la fuerza de los monopolios con la fuerza del Estado burgués

Capitalismo monopolista de Estado. Teoría creada por Lenin que hizo constar que la evolución de la sociedad burguesa iba desde el capitalismo de la libre competencia hacia el imperialismo y desde los monopolios hacia el capitalismo monopolista de Estado. El Capitalismo monopolista de Estado es una de las formas de la economía capitalista que se caracterizan por la transformación de las empresas capitalistas privadas en empresas estatales y por el control del Estado sobre la vida económica del país.

Formación

En el estadio premonopolista, el capitalismo de Estado servía para acelerar el proceso de reproducción capitalista. El capitalismo monopolista de Estado se forma en la época del imperialismo y se caracteriza por unir los monopolios más grandes con el aparato del Estado burgués, por subordinar dicho aparato a los monopolios con el fin de despojar en grado máximo a los trabajadores y obtener altos beneficios monopolistas.

Preparación material del socialismo

El capitalismo monopolista de Estado constituye el mayor nivel a que puede llegar la socialización de la producción bajo el capitalismo, por lo que constituye, según palabras de Lenin, «la plena preparación material del socialismo». Pero no forma un estadio de desarrollo distinto del imperialismo ni significa que el capitalismo se integre pacíficamente al socialismo. No modifica la naturaleza del capitalismo, elimina la contradicción entre el trabajo y el capital, no acaba con la anarquía de la producción ni con las crisis económicas. El capitalismo monopolista de Estado no consolida el sistema capitalista, sino que lo quebranta, ahonda sus contradicciones fundamentales y, de este modo, hace más próximo el hundimiento definitivo del capitalismo.

Esencia

A Lenin se debe el término “Capitalismo monopolista de Estado”. El enunciado leninista de la unión de la fuerza de los monopolios con la del Estado para formar un mecanismo único caracteriza el sentido político-económico de esta fusión. En las condiciones actuales, la reproducción ampliada capitalista y el asegurar las crecientes ganancias de los monopolios resultan imposibles sin la injerencia activa del Estado burgués en la economía. Esta es una gran fuerza económica; concentra inmensos recursos económicos y los órganos de gestión de la economía. Los monopolios más grandes, cuya actividad económica abarca no sólo el mercado nacional, sino también rebasa sus límites, utiliza el Estado para inmiscuirse en el proceso de reproducción capitalista con el fin de acrecentar su poderío económico y político. El Estado burgués como organización de la clase dominante de los capitalistas defiende los intereses de la burguesía monopolista.

V. I. Lenin

En esta época surgen nuevas formas de entrelazamiento del Estado y los monopolios; representantes de las asociaciones monopolistas participan directamente en los órganos gubernamentales, y los monopolios privados y estatales se entrelazan más y más; los unos y los otros pasan a se elementos de la máquina económica del capitalismo monopolista de Estado, se crea un sistema complejo, ramificado de regulación estatal de la economía, etc. La aparición de estas formas de entrelazamiento del Estado y los monopolios caracteriza el continuado proceso de transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado.

Apología burguesa

La apología del capitalismo monopolista de Estado por parte de los teóricos burgueses consiste, ante todo, en la afirmación de que ha venido a sustituir al viejo capitalismo el “neocapitalismo", que se distingue por su dinamismo y armonía social, y de que la influencia del Estado en la economía conduce al desarraigo de los abusos y deficiencias del capitalismo pasivo.

Los reformistas adoptan también, en realidad, posiciones burguesas. El Estado burgués, sostienen, está por encima de los monopolios.

Los revisionistas de izquierda, los maoístas, niegan que el capitalismo monopolista de Estado exista y se desarrolle. Parten del criterio de que el capitalismo moderno es como fue a principios del siglo XX.

Base económica de su desarrollo

La base económica del desarrollo del capitalismo monopolista de Estado es la elevación del nivel de socialización capitalista (monopolización) de la economía y la acentuación de la contradicción básica del capitalismo: entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación de sus resultados. Contribuye a eso en gran escala la Revolución Científico Técnica, la cual hace necesario que la cuantía del capital invertido y la escala de la producción crezcan permanentemente. Se impone, por tanto, la centralización ulterior del capital para el funcionamiento de las empresas modernas.

Las empresas anónimas han posibilitado antes y, en cierto grado, permiten ahora concentrar capitales para la reproducción ampliada. Sin embargo, actualmente la cuantía del capital monopolista privado, incluso de las sociedades y consorcios más poderosos, es insuficiente para ampliar la producción sobre la base de la técnica moderna. También para ellas resultan imposibles la reproducción ampliada del capital y la realización de investigaciones científicas sin la participación del Estado.

En creciente medida, los monopolios hacen recaer sobre el Estado la tarea de creación y ampliación de la llamada infraestructura, o sea, del conjunto de empresas que atienden las distintas ramas de la economía (construcción de carreteras, puentes, centrales eléctricas, líneas de telecomunicaciones, etc), sin lo cual la producción moderna no puede funcionar. El Estado tiene que cubrir los gastos de mantenimiento de las ramas de la producción y del transporte deficitarias, pero indispensables para los monopolios. Compra a los monopolios privados empresas e incluso sectores enteros deficitarios y no rentables. Los gastos de modernización y explotación de estas empresas se cubren a cuenta de los contribuyentes.

La agravada lucha competitiva entre los monopolios en el mercado mundial hace necesario que el Estado burgués apoye la expansión económica de los monopolios en el exterior. Para aumentar la capacidad de competencia de los monopolios en el mercado exterior el Estado procura perfeccionar la estructura sectorial de la economía, estimulando por todos los medios el desarrollo de las ramas modernas que requieren gran inversión de conocimientos científicos.

La profundización de la crisis del capitalismo mundial acelera el desarrollo de los procesos monopolistas estatales. Los círculos gobernantes de los países imperialistas buscan, en la unión de la fuerza de los monopolios y la del Estado, la posibilidad de movilizar todos los recursos con el objetivo de paralizar el proceso de cambio de la correlación de fuerzas en el ámbito mundial a favor de los movimientos democráticos. Los monopolios, secundados por el Estado, aplican medidas orientadas a mantener a las masas trabajadoras bajo su control ideológico y político, y buscan conservar en los países en desarrollo, bajo nuevas formas, su dominación económica y política. Actualmente, los centros fundamentales de la economía capitalista mundial poseen una economía monopolista estatal altamente desarrollada.

Formas fundamentales de desarrollo

La fusión de las fuerzas de los monopolios y del Estado burgués para formar un mecanismo único, se realiza mediante el uso del Estado burgués por el capital monopolista para intervenir en el proceso de reproducción del capital social en todas sus fases: producción, distribución, intercambio y consumo. Partiendo de eso, se puede destacar las siguientes formas fundamentales de desarrollo del capitalismo monopolista de Estado en las actuales condiciones:

  1. En todos los países capitalistas desarrollados crece el papel del Estado como empresario. Concentra en sus manos una gran parte de los medios de producción y de la riqueza nacional.
  2. El Estado influye en las relaciones de distribución, no sólo mediante la programación directa del desarrollo económico de las empresas que le pertenecen, sino también ejerciendo influencia indirecta en toda la economía, mediante la distribución y la redistribución de la renta nacional a través del presupuesto estatal, la política monetaria y crediticia y la regulación de precios y salarios.
  3. El Estado asegura un mercado privilegiado a los monopolios haciendo las veces de consumidor de una gran parte del producto social elaborado en el país y de los servicios. Este consumo tiene preferentemente carácter militarista.
  4. El Estado burgués es ampliamente utilizado por el capital monopolista para financiar y apoyar su expansión económica en el exterior y para financiar y apoyar la política del neocolonialismo.
  5. Los gobiernos de los Estados burgueses, junto con representantes del capital monopolista de sus países, participan en la creación de toda clase de alianzas y acuerdos internacionales, así como en el desarrollo de la integración capitalista como instrumento de lucha por un nuevo reparto económico y territorial del mundo.
  6. La forma orgánica más utilizada de fusión de las fuerzas del capital monopolista y del Estado burgués, para formar un mecanismo único, es el desarrollo ulterior de la unión personal entre los representantes de los monopolios y los gobiernos de los estados burgueses.

Forma monopolista estatal de propiedad

Vías fundamentales de surgimiento

La forma monopolista estatal de propiedad capitalista de los medios de producción surgió por dos vías fundamentales. En primer lugar, como resultado de la construcción de empresas a cargo del presupuesto estatal, principalmente para fines militares; la parte de las inversiones estatales en la acumulación global del capital fijo crece continuamente.

En segundo lugar, como resultado de la nacionalización, la estatización de empresas o sectores enteros de la economía, así como de la adquisición por el Estado de una parte de las acciones de empresas monopolistas. La nacionalización de empresas suele realizarse mediante su compra en condiciones ventajosas para los propietarios. Sólo en algunos casos, bajo la presión de las masas trabajadores, se confiscan los bienes, sobre todo como represalia. En Francia por ejemplo, por haber colaborado con los invasores alemanes, las fábricas de Renault pasaron a ser propiedad del Estado. Por regla general, el Estado burgués nacionaliza las empresas que están al borde de la quiebra, contribuyendo así al trasiego de capitales de los monopolios privados de los sectores deficitarios o de poca rentabilidad a los rentables. En la medida que el Estado se apropia directamente de los medios de producción, aparece como capitalista monopolista global.

Como resultado de la nacionalización de empresas aisladas y una serie de sectores de la economía; de la construcción por el Estado de nuevas empresas, en particular, empresas militares; de la compra de mercancías, materiales bélicos y estratégicos entre ellas, la propiedad estatal en los países burgueses constituye una gran parte de la riqueza nacional.

Entrelazamiento con la propiedad de los monopolios privados

La propiedad monopolista estatal se entrelaza estrechamente con la propiedad de los monopolios privados, a lo que contribuyen las empresas anónimas. El Estado compra acciones de empresas privadas, y los monopolios privados pueden en algunos casos, adquirir paquetes de acciones de corporaciones estatales. Por eso, las empresas pertenecientes al Estado y los monopolios privados pueden convertirse en empresas de posesión estatal y privada mixta. El Estado contribuye a la actividad inversionista de los monopolios privados, concediéndoles subsidios, créditos con facilidad de pago y disminuyendo los impuestos sobre las nuevas inversiones.

El Estado es un gran vendedor de mercancías y servicios. Sus empresas en varios países suministran a los empresarios privados carbón, fluido eléctrico, realiza el transporte de carga por ferrocarriles, venden reservas acumuladas de víveres, de materias primas, minerales, etc. Las mercancías y servicios se venden a los monopolios privados a precios más bajos. Al mismo tiempo, existen determinados límites de incremento de la propiedad estatal, la cual se halla concentrada principalmente en la infraestructura y es una fuente complementaria de enriquecimiento de los monopolios privados.

La propiedad estatal no puede llegar a ser en el capitalismo la forma dominante de propiedad, por cuanto esto no responde a los intereses de la oligarquía financiera; el Estado no tiene acceso a las ramas rentables.

Propiedad privada no monopolista

Junto con la propiedad monopolista privada y la propiedad monopolista estatal existe la propiedad privada no monopolista, cuyo lugar y significado han cambiado sustancialmente: se ha acelerado el proceso de eliminación de empresas pequeñas y medianas, si bien su número es todavía bastante grande; se ha acentuado la supeditación de una gran parte de esas empresas al capital monopolista.

Aparición de elementos del socialismo

La existencia de la propiedad estatal en los países del capital monopolista no significa que hayan aparecido elementos del socialismo en el marco del modo capitalista de producción. La propiedad monopolista de Estado no pierde su carácter capitalista.

Federico Engels

En los países de capital monopolista subsisten dos clases: los proletarios y los capitalistas. Engels escribió en su obra Anti-Dühring que cuantas más fuerzas productivas toma en su propiedad el Estado burgués, tantos más ciudadanos explota. Los trabajadores seguirán siendo obreros asalariados, proletarios. Las relaciones capitalistas no se suprimen, sino que, por el contrario, son llevadas al extremo. Como previera Engels, el surgimiento de la propiedad monopolista de Estado agudizó las contradicciones del capitalismo. Ahora el obrero no enfrenta a un capitalista, ni siquiera a una corporación, sino al capital monopolista en su totalidad organizado en Estado y que explota a la clase obrera y a todos los trabajadores mediante todo el sistema del capitalismo monopolista de Estado. La lucha económica se entrelaza con la lucha política; es una lucha contra la política económica del Estado burgués. Cambian también las formas de la lucha económica que toma carácter sectorial general o nacional.

Regulación de la economía

Una de las más importantes manifestaciones del capitalismo monopolista de Estado es la regulación de la economía. El Estado influye en la economía a través de la política presupuestaria, crediticia y fiscal, la concesión de subsidios a ciertos monopolios y sectores, la influencia en la tasa de interés, la política de amortización acelerada, la disminución de los impuestos sobre las utilidades, etc.

En las condiciones de creciente inestabilidad de la economía capitalista se emplea extensamente la regulación anticiclo, la cual consiste en contener las inversiones en los períodos de ascenso cíclico, con el fin de evitar la inminente superproducción, y en impulsarla en los períodos de crisis y depresión para restringir la merma de la producción y acelerar la salida de la crisis.

En el período de auge industrial que suele terminar con una nueva crisis económica, el Estado procura paliar sus efectos con medidas orientadas a contener el crecimiento de la producción. Entre estas medidas figuran el aumento de los impuestos, y el incremento de la tasa de interés por el crédito, lo que lleva a la disminución del interés por hacer nuevas inversiones y, por ende, de la demanda de los medios de producción. En los períodos de crisis y recesión se aplica la política de aumento de compras por el Estado de mercancías y servicios, se establecen facilidades complementarias que favorecen la actividad de los monopolios, se estimulan las inversiones privadas mediante la política presupuestaria, se rebajan las tasas de interés para incrementar el deseo de las grandes corporaciones por aumentar las inversiones.

Programamas de desarrollo económico

Se ha difundido la programación económica que es una forma de intervención estatal en el proceso de producción capitalista. El Estado elabora programas a largo plazo de inversiones, exportaciones, importaciones, formación de mano de obra calificada, realización de investigaciones científicas y de regulación de las proporciones entre los sectores. En la práctica, estos programas crean, en resumidas cuentas, condiciones favorables para la actividad de los monopolios.

Los programas de desarrollo económico se han convertido en mecanismo de concertación de los intereses de los monopolios privados y del Estado. La forma orgánica de esta concertación son los contratos gubernamentales en los cuales, a cambio de la concesión de créditos estatales y de subsidios, los monopolios asumen determinados compromisos planteados por los órganos gubernamentales y que responden a los intereses comunes del capital monopolista.

Para el sector estatal, los programas gubernamentales son obligatorios, pero para los monopolios son sólo indicativos, lo cual les permite obtener información sobre la cuantía y la estructura de los gastos e inversiones estatales, del movimiento de coyuntura en el mercado y tomar decisiones que les prometen mayores ganancias. Recomendando a los monopolios algunos objetivos generales, los programas gubernamentales dejan un ancho campo de acción a las empresas monopolistas privadas.

Los programas de desarrollo económico permiten a los poderosos monopolios obtener, con ayuda del Estado, ventajas aún mayores: utilizar más eficazmente las inversiones, el servicio estatal de estadística y pronósticos, no permitir que la clase obrera participe en la solución de los problemas económicos esenciales del país.

El enfrentamiento de los intereses de los monopolios acentúa el carácter espontáneo, desordenado, del desarrollo y la inestabilidad general de la economía capitalista. Las contradicciones socio-económicas de la economía capitalista restringen la posibilidad de regulación y programación estatal a nivel de la sociedad. La programación puede ejercer cierta influencia en la coyuntura económica y en los cambios estructurales en la producción, pero no salva la economía capitalista de la crisis, recesiones ni de una brusca desaceleración del ritmo de crecimiento. Así lo muestra de manera evidente la crisis económica de 1974-1975 que envolvió a todos los centros fundamentales de la economía capitalista mundial, afectando en mayor medida a la economía monopolista de Estado altamente desarrollada.

Teoría del estado de bienestar general

Teoría ampliamente propagada por la economía política burguesa acerca de la denominada "transformación" del capitalismo y su metamorfosis en una sociedad en que han perdido su fuerza los principales rasgos inherentes al capitalismo. Según esta teoría, en el capitalismo moderno la propiedad privada ha cedido su lugar a la propiedad social, han desaparecido las clases y, con ellas, la lucha de clases, la desigualdad de bienes, la explotación de los trabajadores, las crisis económicas, y el Estado de instrumento de dominio para la minoría poseedora, se ha convertido -afirman-, en un "instrumento de paz" y de "unidad clasista".

Uno de los medios ideológicos de enmascaramiento del capitalismo monopolista de Estado es la proliferación, después de la Segunda Guerra Mundial, en los países capitalistas desarrollados, de la teoría del “Estado de bienestar general”. La realidad capitalista ha impugnado esta teoría que afirma que el Estado asume la responsabilidad por asegurar a todos los ciudadanos un nivel sano y digno de vida y que a través de su presupuesto redistribuye los ingresos a favor de los pobres y, por eso, la llamada clase media se convierte en clase dominante de la sociedad. Así el Estado burgués se presenta como supraclasista que opera en beneficio de la sociedad en su conjunto, de todas sus clases, sectores y grupos. En realidad, es órgano de dominación de clases de la burguesía y, en primer lugar, de la monopolista. Por eso, su política es también una política de clase.

Bajo la presión de la lucha de la clase obrera, el Estado burgués se ve forzado a veces a hacer algunas concesiones. Pero esto no cambia la orientación principal, el contenido ni el papel de su política. Una gran parte de los medios que el Estado cobra a la población en forma de impuestos va a parar a las cajas fuertes de los monopolios y se destina a pagar los pedidos militares, conceder subsidios, etc. El abismo entre los capitalistas ricos y los trabajadores pobres no se reduce, sino que se agranda. Es difícil ocultar el flagrante contraste entre los ingresos de los millonarios y el salario de los trabajadores.

Dado que el Estado ha intervenido siempre, en una u otra medida, en la vida económica, los revisionista de izquierda sostienen que la regulación de la economía por el Estado burgués moderno no es algo nuevo. Con este enfoque, al margen de los hechos históricos, se hace caso omiso de la dominación del capital monopolista y de su creciente ensambladura con el Estado, de aquello nuevo que el desarrollo del capitalismo monopolista de Estado aporta a la lucha de la clase obrera de los países capitalistas desarrollados contra la dominación de la burguesía monopolista.

Redistribución estatal de la renta nacional

Importantísimo factor que asegura la reproducción capitalista es la redistribución por el Estado burgués de una parte de la renta nacional y la estatización de los recursos financieros. El Estado moviliza los recursos cobrando impuestos y los obtiene como créditos mediante la emisión de empréstitos estatales y billetes de banco a través de los bancos de emisión que le pertenecen o que se hallan bajo su control, concentra en sus manos los ahorros de la población y los fondos de los seguros sociales.

Los subsidios y créditos que el Estado concede a los monopolios aumentan considerablemente los recursos financieros de estos. Con el mismo fin se utiliza la inflación, estimulada en los hechos por el Estado, la cual permite desplazar los recursos de los trabajadores, de la burguesía pequeña y mediana a manos de los capitalistas monopolistas.

Son además bastante grandes la proporciones de la autofinanciación que constituyen del 70 al 80 porciento del total de las inversiones. Su parte fundamental se realiza a cuenta de las ganancias de las empresas monopolistas. Pero la posibilidad de tener un nivel tan alto de autofinanciación es también en gran medida, resultado de la política económica del Estado burgués. Los monopolios obtienen recursos propios no sólo como resultado de la explotación de los trabajadores, sino además, de la redistribución por el Estado de la renta nacional a favor de ellos, el cobro de altos impuestos con que se grava a los trabajadores y la percepción, a través del sistema impositivo, de una parte de las ganancias de los empresarios pequeños y medianos. Las ventajas impositivas concedidas por el Estado a los monopolios para estimular las inversiones y la abolición de los impuestos sobre la ganancia extraordinaria, les rinden ingresos complementarios. En este sentido desempeña un papel especialmente importante la política estatal de amortizaciones.

Militarización de la economía

Un rasgo característico del capitalismo monopolista de Estado es la militarización de la economía y la carrera armamentista que han adquirido proporciones inmensas. La existencia en tiempo de paz de una economía bélica que se desarrolla a marchas forzadas, y los enormes pedidos gubernamentales de armamentos que implica, los gastos de mantenimiento de las fuerzas armadas y de creación de reservas estratégicas son un fenómeno típico del imperialismo contemporáneo. Es precisamente la militarización de la economía lo que ha convertido al Estado burgués en un gran consumidor de mercancías y servicios.

En los principales países capitalistas se ha formado un complejo industrial-militar, alianza de los monopolios más grandes y la cúspide del aparato militar. El Estado asegura a los monopolios una nueva esfera de inversiones, financia las corporaciones monopolistas, las provee de materias primas deficitarias, compra sus mercancías a precios más altos, etc. Esto se manifiesta especialmente durante los conflictos militares que desencadena el imperialismo.

Los pedidos militares del Estado son, en primer lugar, pedidos-contratos de enormes importes que los órganos gubernamentales concertan preferentemente con las principales corporaciones industrial-militares. A diferencia del período precedente a la Segunda Guerra Mundial, los pedidos militares no tienen ahora carácter esporádico, los monopolios los reciben continuamente. En segundo lugar, el Estado se encarga de la mayor parte del riesgo que supone el eventual deterioro de la coyuntura. En tercer lugar, acuerda contratos militares con los grandes consorcios fundamentalmente mediante transacciones secretas, y no por vía de licitación pública, creando las condiciones favorables al máximo para el enriquecimiento de un puñado de monopolios militares. En los últimos decenios, los gastos militares de la OTAN se han triplicado.

El crecimiento de la militarización imprime al desarrollo de la economía un carácter multilateral y distorsionado. Sus gastos implican aumentos de los impuestos con que se grava a la población, hacen que en la industria militar se emplee una gran cantidad de mano de obra y considerables recursos económicos que con un régimen social diferente podrían ser utilizados en beneficio de la población; estos recursos podrían emplearse para satisfacer las necesidades sociales de los trabajadores, prestar ayuda a los países en desarrollo, superar su atraso económico y proteger el entorno.

Desarrollo en otras direcciones

El capitalismo monopolista de Estado se desarrolla además en otras direcciones. En la concesión de subsidios y el apoyo al neocolonialismo y a la expansión económica del capital monopolista en el exterior.

El capitalismo monopolista estatal utiliza ampliamente el Estado para subsidiar y apoyar su expansión económica en el exterior, lo cual se ve favorecido por la política aduanera, las facilidades de pago de los impuestos concedidas a las compañías exportadores de mercancías, premios de exportación, garantías gubernamentales para las inversiones en otros países, exportación estatal de capital para impulsar la expedición de mercancías de las corporaciones, etc.

Los monopolios de cada país operan en el ámbito mundial, apoyándose en el Estado. Se desarrolla también la integración monopolista estatal internacional, es decir, se crean bloques económicos monopolistas interestatales.

El crecimiento del capitalismo monopolista de Estado implica el incremento del papel de las patronales de los monopolios en la solución de cuestiones económicas y políticas en beneficio egoísta del capital monopolista. Se consolida la unión personal, que tiene diferentes formas: los funcionarios gubernamentales ocupan altos cargos en las corporaciones; los representantes de estas están en los puestos dirigentes del aparato del Estado. Las decisiones gubernamentales se toman, por regla general, después de su examen y aprobación en las organizaciones de los monopolistas.

Ganancia de monopolio

La producción y apropiación de la plusvalía por los capitalistas es una ley económica fundamental del capitalismo en todas las fases de su desarrollo. En la época del imperialismo, debido a la transformación de los monopolios en fuerza dominante, la acción de esta ley adquiere algunas particularidades.

Sus fuentes

La ganancia apropiada por los monopolios comprende no sólo la plusvalía producida directamente en las empresas monopolistas, sino también:

El excedente de la plusvalía creada en las empresas de los monopolios debido a que la productividad del trabajo y, por tanto, el grado de explotación son en ellas más altos que en las empresas no monopolistas.

La parte del valor de la fuerza de trabajo que los monopolios quitan a los obreros remunerando su trabajo a precio inferior al valor de la fuerza de trabajo y vendiéndoles artículos de consumo por importes superiores al valor y al precio de producción de estos artículos.

Parte de la plusvalía producida en las empresas no monopolistas, pero apropiada por los monopolios a través de la esfera de la circulación mediante la venta a esas empresas de sus mercancías a altos precios y la compra de los productos de ellas a precios rebajados artificialmente.

El valor del plusproducto y de una parte del producto necesario de los pequeños productores de la ciudad y del campo que los monopolios se apoderan a través de la esfera de la circulación vendiendo a estos productores mercancías a altos precios y comprando sus productos a precios rebajados. Esto atañe sobre todo al valor de los artículos producidos por el grueso de los campesinos.

La plusvalía creada en los países de aplicación de capital exportado por los monopolios y, concretamente, los siguientes tipos de ella:

a) La plusvalía producida en las empresas creadas por los monopolios en los países de inversión de capital. Los monopolios aprovechan ampliamente la circunstancia de que en dichos países los salarios son más bajos. Y son particularmente muy bajos en los países subdesarrollados.

b) Una parte de la plusvalía producida en las empresas pertenecientes a capitalistas locales. Los monopolios extranjeros invierten muchas veces sus capitales en esas empresas, apropiándose así de una parte de la plusvalía creada en ellas.

c) El valor del plusproducto y de una parte del producto necesario de los pequeños productores del país de inversión de capital del que se apoderan los monopolios extranjeros a través de la esfera de la circulación mediante el intercambio no equivalente.

De esta manera, la alta ganancia de monopolio acumula todas las formas de ingresos obtenidos por la burguesía monopolista debido a su dominación en la economía y la explotación de la inmensa mayoría de la población de los países imperialistas y dependientes en el sentido económico.

Además de obtener la ganancia extraordinaria de la industria y otros sectores de la producción, la burguesía monopolista la logra realizando distintas operaciones financieras con el capital ficticio. Ella se compone de la ganancia de emisión y de fundadores, apropiada por los monopolistas en la emisión de los títulos de valor, así como de las operaciones especulativas en la bolsa. La burguesía monopolista se enriquece a expensa tanto de la explotación de la clase obrera, como de los sectores no proletarios de trabajadores de su país. Esto genera un antagonismo no sólo entre la burguesía monopolista y la clase obrera, sino también entre aquella y todos los trabajadores. Y constituye una base objetiva para la formación de un amplio frente antimonopolista.

Precios de monopolio

En la época del capitalismo premonopolista, la ley de la plusvalía se manifestaba como ley de la cuota media de ganancia. En la época del capitalismo monopolista, dicha ley actúa, ante todo, como ley de la ganancia extraordinaria de monopolio, lo cual guarda relación con el establecimiento del sistema monopólico de precios en el capitalismo contemporáneo.

En el capitalismo premonopolista, los precios de mercado de las mercancías, que oscilaban en torno a los precios de producción, se formaban supeditados a la correlación entre la demanda y la oferta bajo la influencia de la competencia no restringida por nada.

En el mercado capitalista actual existen precios de monopolios y precios no monopolistas. Los precios no monopolistas son aquellos a través de los cuales las empresas no monopolistas venden sus mercancías. Se trata, por lo común, de artículos producidos en sectores con un grado relativamente bajo de monopolización.

En el sistema de precios de mercado del capitalismo contemporáneo, predominan los precios de monopolio que se dividen en precios altos de monopolio y precios bajos de monopolio. Los primeros constituyen los precios a que los monopolios venden sus mercancías. Ellos son siempre más altos que los precios de producción y el valor de las mercancías. Los precios bajos de monopolios están formados por los de las mercancías que los monopolios compran, por regla general, a los pequeños productores de mercancías. Son más bajos que el valor social de las correspondientes mercancías. El precio de la fuerza de trabajo es, por regla general, precio bajo de monopolio, por cuanto los capitalistas tratan de mantener los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo. En la lucha competitiva los monopolios maniobran a veces con los precios en el marco de la diferencia entre los precios altos de monopolio y los precios bajos de monopolio.

El precio de monopolio, siendo una forma concreta del precio de mercado en la esfera de dominación de los monopolios, se distingue sustancialmente del precio de mercado no monopolista. Los cambios en el movimiento de los precios no monopolistas, aunque sujetos a la influencia de los monopolios, continúan dependiendo en muchos aspectos de la correlación entre la demanda y la oferta, que también influye en los precios de monopolio. Pero los monopolios, si bien con ciertas dificultades, pueden mantener altos precios de sus mercancías, aun en condiciones de demanda decreciente; las corporaciones pueden imponer bajos precios a las mercancías de los empresarios no monopolistas, y sobre todo de los pequeños productores, incluso cuando la demanda crece. El precio de monopolio es siempre una expresión monetaria del valor, caracterizada por una desviación prolongada y estable del precio de la mercancía con respecto de su valor.

El Estado y los precios de monopolio

Un nuevo e importante factor de formación de precios significa ahora la política económica del Estado la cual influye en los precios a favor de los monopolios con métodos que no tienen nada que ver con el mercado.

En primer lugar, promulgando leyes, el Estado fija los precios de muchos artículos y servicios con la participación de los propios monopolios interesados.

En segundo lugar, un importante factor de fijación de altos precios de monopolio es la colocación de los pedidos estatales. En este caso, los precios no se forman a través de la competencia de mercado, sino por acuerdo entre las corporaciones monopolistas y los correspondientes órganos gubernamentales. Como base del cálculo de los precios se suelen tomar, en estos casos, los costos de producción más altos de las empresas de sector concreto. Son aquellas empresas del sector no monopolista, así como las que, al pertenecer a las compañías monopolistas están relativamente atrasadas por su dotación técnica. Debido a que los monopolios tienen los costos de producción más bajos, este método de fijación de precios les asegura una alta ganancia de monopolio.

En tercer lugar, la política del Estado, en lo referente a las exportaciones e importaciones, contribuye a la fijación de altos precios de las mercancías de los monopolios. La exportación de mercancías es uno de los medios de limitación de su oferta en el mercado interior. El Estado estimula la exportación de mercancías mediante el pago de primas de exportación, así como subsidios especiales, cuando las mercancías se exportan a precios inferiores a los vigentes en el mercado interior. Al mismo tiempo, el Estado, aplicando una política aduanera proteccionista, trata de impedir el crecimiento excesivo de la oferta de mercancías debido a su afluencia desde el exterior. Todo esto permite a los monopolios de los correspondientes sectores mantener altos precios en el mercado interior.

El Estado contribuye a la fijación y el mantenimiento no sólo de los precios altos de monopolio, sino también de los bajos precios de monopolios. En particular, las mercancías producidas en las empresas estatales se venden a las corporaciones privadas a precios artificialmente rebajados, y las pérdidas de sus empresas el Estado las cubre a cuenta del presupuesto. Es una forma especial, estatal de precios bajos de monopolio.

El establecimiento de altos precios y bajos precios de monopolio lleva a la modificación de las formas de manifestación de la ley del valor. Dado de que los monopolios pueden en cierta forma, imponer los precios, en el mercado no hay juego libre de los mismos. La competencia, si bien agudizada, no se realiza sobre principios iguales para monopolios, firmas no monopolizadas y pequeños productores. La dominación de los monopolios dificulta la migración de capital de un sector a otro, impide la afluencia de nuevos capitales a los sectores donde su influencia es predominante.

Esa dominación, aunque mina, no suprime el sistema de relaciones de producción mercantil que continua funcionando en una forma modificada; por lo tanto, sigue vigente también la ley del valor. En particular, cuando en uno u otro sector crecen notablemente la productividad y la intensidad del trabajo, se reducen los costos de producción de los capitalistas, lo cual eleva la ganancia de monopolio.

En el proceso de competencia entre los distintos sectores, se produce el trasvase de capital a sectores más rentables. La resistencia de los monopolios que dominan en esos sectores dificulta, pero no puede impedir la afluencia de capitales foráneos.

Los precios de monopolios no significan que la ley del valor deje de actuar. La ley de la ganancia media, es una forma modificada sustancialmente, también se abre paso. Pero la esencia de clase de todos estos procesos se reduce a que los precios de monopolio son un instrumento en manos de los monopolios para redistribuir en su beneficio el valor que se crea en la sociedad.

Fuentes

  • Curso de Economía Política. Universidad de Lomonosov. T. II. Segunda parte. Pág. 278.
  • Material didáctico de ciencias sociales. Economía Política. Ed. Progreso. Moscú. Pág. 282.

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