Augusto (emperador romano)

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Cayo Julio César Augusto
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Emperador del Imperio romano
Cesar augusto.JPG
Estatua de César Augusto en el Museo Chiaramonti, Ciudad del Vaticano.
Reinado 16 de enero de 27 a. C.-19 de agosto de 14 d. C.
Nombre real Cayo Octavio Turino (desde su nacimiento hasta su adopción por Julio César en 44 a. C.);

Cayo Julio César (desde 44 a 27 a. C.); Cayo Julio César Augusto (desde 27 a. C. hasta su muerte)

Nacimiento 23 de septiembre de 63 a.n.e.
Roma, Spqrstone.jpg República Romana
Fallecimiento 19 de agosto de 14
Nola, Bandera de Imperio Romano Imperio Romano
Predecesor Nueva creación (como emperador romano)
Sucesor Tiberio
Cónyuge/s Clodia Pulcra, Escribonia, Livia Drusila
Descendencia Julia la Mayor; Cayo César(adoptivo); Lucio Julio César (adoptivo); Tiberio(adoptivo)
Dinastía Julio-Claudia
Padre Cayo Octavio Turino; adoptado por Julio César
Madre Atia Balba Cesonia


Augusto (Cayo Julio César Augusto). Primer emperador del Imperio Romano, el cual gobernó desde 27 a.n.e. hasta su muerte en 14, siendo así el emperador romano con el mandato más luengo en la Historia (en total, 44 años de gobierno).

Otros nombres

Nacido bajo el nombre de Cayo Octavio Turino, fue adoptado por su tío abuelo Julio César en su testamento, en el año 44 a. C. Desde ese instante hasta 27 a. C. pasó a llamarse Cayo Julio César Octaviano. En 27 a. C. el Senado le concedió usar el cognomen de «Augusto», y por consiguiente se convirtió en Cayo Julio César Augusto A causa de los varios nombres que ostentó, es común llamarlo «Octavio» al referirse a los sucesos acontecidos entre 63 y 44 a. C., «Octaviano» de 44 hasta 27 a. C. y «Augusto» después de 27 a. C.

Trayectoria

El joven Octavio se convirtió en heredero de Julio César tras el asesinato de éste en 44 a. C. Un año después, en 43 a. C., conformó junto a Marco Antonio y Lépido una dictadura militar conocida como el Segundo Triunvirato. Como triunviro, Octaviano gobernó Roma y la mayor parte de sus provincias como un autócrata, haciéndose con el poder consular tras las muertes de los cónsules Aulo Hircio y Pansa y haciéndose reelegir a sí mismo todos los años. Tiempo después, el triunvirato se iría rompiendo ante las ambiciones de sus creadores: Lépido fue obligado a exiliarse, mientras que Marco Antonio terminó suicidándose tras su derrota en la Batalla Naval de Actium frente a la flota de Octaviano, dirigida por Agripa en 31 a. C.

Con la desaparición del Segundo Triunvirato, Octaviano restauró los principios de la República Romana, con lo que el poder gubernamental pasó a establecerse en el Senado, aunque en la práctica él retendría su poder autocrático. Pasaron varios años para que se llegara a determinar la estructura exacta por la cual una entidad republicana podría ser dirigida por un único gobernante; el resultado pasó a conocerse como el Principado. El título imperial nunca llegó a considerarse como un cargo similar a lo que había significado la dictadura romana de la República, y que César y Sila habían ostentado con anterioridad; Augusto rechazó formalmente dicho cargo después de que la sociedad romana «le rogara que asumiera la dictadura». Por ley, Augusto contaba con toda una colección de poderes perpetuos conferidos por el Senado, incluyendo aquellos relativos al tribuno de la plebe y el censor. Ocupó el consulado hasta 23 a. C.Por otro lado, su poder real fue creciendo gracias a su poder económico y a los recursos obtenidos de sus conquistas, creando relaciones de clientela a lo largo del Imperio Romano, y ganándose la lealtad de muchos soldados y veteranos militares, la autoridad implícita en los muchos honores y títulos que le eran concedidos por el Senado, y el respeto de la gente.

El control de Augusto sobre la mayoría de las legiones de Roma existentes supuso una amenaza armada que podía ser usada contra el Senado, permitiéndole de esta forma coaccionar las decisiones del mismo. Con este poder para eliminar la oposición senatorial mediante el uso de armas, el Senado pasó a adoptar un perfil dócil hacia su estatus soberano. Su reinado por medio del clientelismo, el poder militar y la acumulación de los cargos propios de la extinta República, se convirtió en el modelo a seguir para los posteriores gobernantes.

Mandato

El mandato de Augusto inició una era de paz relativa conocida como la Paz romana o Pax Augusta (en su honor). Salvo por las constantes guerras fronterizas, y con la excepción de una guerra civil de sucesión imperial que duró un año, la sociedad del Mediterráneo gozó de un ambiente pacífico durante más de dos siglos. De igual forma, Augusto expandió el Imperio Romano, asegurando en el proceso sus fronteras mediante la subordinación a Roma de las regiones circundantes. Además, celebró un acuerdo de paz con el Imperio Parto el más poderoso de sus vecinos por la vía diplomática, reformó el sistema tributario romano, desarrolló redes de caminos que contaban con un sistema oficial de mensajería, estableció un ejército permanente (así como un pequeño cuerpo de marina), y creó la Guardia Pretoriana junto a fuerzas policiales de seguridad, tanto para mantener el orden como para combatir los incendios en Roma. Resulta destacable añadir que gran parte de la ciudad se reconstruyó bajo su reinado.

Tras su muerte en 14 d. C., el Senado lo divinizó, siendo posteriormente adorado por el pueblo romano A manera de legado, sus nombres «César» y «Augusto» serían adoptados por todos los emperadores posteriores, y el mes de Sextilis sería renombrado «Agosto» en su honor. Asimismo, sus logros son relatados en un documento conocido como «Los escritos de Divino Augusto» que, a petición del propio Augusto, fue grabado en un par de pilares de bronce y colocado enfrente de su mausoleo, llegando tiempo después a tallarse en gran cantidad de edificaciones, muchas de las cuales han sobrevivido. No obstante, este material es considerado poco objetivo históricamente, y más bien es tratado como un escrito publicitario cuyo objetivo es ofrecer una visión idílica del principado ejercido por Augusto. Tras un largo proceso para solventar los problemas en torno a su heredero, César Augusto fue sucedido por su hijastro Tiberio.

A pesar de que su familia paterna, perteneciente al orden ecuestre, provenía de la ciudad de Veletri, situada aproximadamente a unos 40 kilómetros de Roma, Augusto nació en la ciudad de Roma el 23 de septiembre de 63 a. C., más específicamente en Cabezas de Buey, una pequeña propiedad ubicada en el Monte Palatino, muy cerca del Foro Romano. Un astrólogo le mandó una advertencia a su padre, pero éste prefirió ignorarla (en lugar de dejar al niño al aire libre para ser devorado por los perros). Al nacer recibió el nombre Cayo Octavio Turino, siendo el cognomen «Turino» una probable referencia a la victoria de su padre en Turios sobre una rebelión de esclavos. Debido a la superpoblación de Roma en esa época, Octavio fue llevado al pueblo natal de su padre, en Veletri, para ser criado ahí. En sus memorias, el futuro emperador sólo hace una breve referencia a su familia natural del orden ecuestre: su bisabuelo paterno se había desempeñado como un tribuno militar en Sicilia, bajo el mando de Lucio Emilio Papo, durante la Segunda Guerra Púnica, mientras que su abuelo sirvió en varios puestos políticos regionales. Su padre, llamado también Cayo Octavio, fue pretor y gobernador de Macedonia, y su madre, Atia Balba Cesonia, era la sobrina de Julio César.
Quedó huérfano de padre en 59 a. C., cuando tenía cuatro años de edad. Su madre contraería nuevas nupcias con un ex gobernador de Siria, Lucio Marcio Filipo quien afirmaba ser descendiente de Alejandro Magno y que fue elegido cónsul en 56 a. C. Contrario a lo que pudiera pensarse, Filipo nunca mostró mucho interés en el joven Octavio; debido a lo anterior, Octavio fue criado por su abuela materna Julia César la Menor.

En 52 o 51 a. C., Julia César la menor falleció y Octavio fue el encargado de pronunciar el discurso fúnebre de su abuela. A partir de ese momento su madre y su padrastro asumieron un rol más activo en su educación. Se sabe que Filipo lo educó con una disciplina férrea en los años venideros. Cuatro años después, el joven fue investido con la toga viril, un año antes que la edad establecida para los demás jóvenes romanos, aspecto que demuestra su madurez prematura. El biógrafo Suetonio decía de él que «Poseía una rara belleza (...) Tenía unos ojos vivos y brillantes (...) Tenía dientes pequeños, blancos y desiguales, el cabello ligeramente rizado y algo rubio; las cejas juntas, las orejas medianas, la nariz aguileña y puntiaguda, la tez entre morena y blanca, corta estatura (...).»Asimismo, un par de hechos que evidenciaron su disponibilidad para asumir cargos y obligaciones a temprana edad eran que, en 47 a. C., resultó electo al Colegio de Pontífices y al año siguiente fue puesto a cargo de los juegos griegos que se realizaron en honor al Templo de Venus Genetrix, construido por Julio César. De acuerdo a Nicolás de Damasco, Octavio deseaba unirse a las tropas de César para su campaña en África, pero desestimó lo anterior una vez que su madre se opusiera. En 46 a. C., Atia le dio permiso de unirse a César en Hispania, pero Octavio cayó enfermo y no pudo viajar.

Una vez recuperado, navegó hacia el frente pero naufragó; tras llegar a la costa con algunos de sus compañeros, cruzó territorio hostil antes de llegar al campamento de César, algo que impresionó de manera considerable a su tío abuelo. El historiador Marco Veleyo Patérculo reportó que, después de eso, César permitió que el joven compartiera su carroza. Al regresar a Roma, César depositó discretamente un nuevo testamento con las vestales, nombrando a Octavio como el principal beneficiario.

Ascenso al poder

Testamento de César

Para cuando Julio César fue asesinado en los idus de marzo (específicamente, el 15 de marzo) de 44 a. C., Octavio se hallaba estudiando y formando parte de un entrenamiento militar en Apolonia de Iliria, (en el emplazamento de la ciudad moderna de Pojan). Tras objetar el consejo de algunos oficiales del ejército de que tomara refugio con las tropas en Macedonia, el joven navegó a Italia para averiguar si tenía algunas potenciales fortunas políticas o, siquiera, posibilidades de afianzar su seguridad. Al llegar a Lupiae, cerca de Brindisi, se enteró del contenido del testamento de César, y sólo entonces decidió luchar por convertirse en el heredero político de su tío abuelo, así como beneficiario de las dos terceras partes de su patrimonio.

Por otro lado, al no tener ningún hijo legítimo, César adoptó a Octavio como su hijo y principal heredero. Tras la adopción, Octavio asumió el nombre de su tío abuelo, Cayo Julio César. Aunque los romanos que eran adoptados en una nueva familia usualmente retenían sus nombres originales (por ejemplo, «Octaviano» para todo aquel que había sido un «Octavio», «Emiliano» para un «Emilio», etc.), no hay evidencia alguna de que él usara en algún momento el nombre Octaviano, lo cual pudo haber vuelto muy lógico el dato de sus orígenes modestos. Sin embargo, a pesar de que nunca usara de manera oficial el nombre Octaviano, para evitar confundir al dictador con su heredero, los historiadores suelen referirse al nuevo César entre su adopción y asunción, en 27 a. C., de nombre Augusto como Octaviano. En algún momento, Marco Antonio dijo que Octaviano había sido adoptado por César a través de favores sexuales, aunque Suetonio mencionó, en su obra Las vidas de los doce césares, que la acusación de Antonio consistía verdaderamente en una calumnia política.[

Debido a su propósito de realizar una entrada exitosa en los peldaños de la jerarquía política romana, Octaviano no podía confiar en sus fondos limitados. Tras una cálida recepción por los soldados de César en Brindisi, Octaviano demandó una porción de los fondos que habían sido repartidos por César para la tentativa guerra contra el Imperio Parto el vecino más poderoso de Roma en el Medio Oriente. El dinero acumulado equivalía a 700 millones de sestercios, monto que se hallaba almacenado en Brindisi, la zona de estacionamiento en Italia para las operaciones militares en territorio oriental. Una posterior investigación senatorial en torno a la desaparición de los fondos públicos rechazó tomar acciones legales contra Octaviano, puesto que él había usado, de forma subsecuente, todo aquel dinero acumulado para aumentar sus tropas contra el archienemigo del senado, Marco Antonio.

Octaviano llevó a cabo otra acción audaz en 44 a. C. cuando, sin poseer permiso oficial, se apropió del tributo anual que había sido enviado de la provincia del oriente próximo de Roma a Italia. Con el paso del tiempo, Octaviano empezó a reforzar sus tropas con los legionarios veteranos de César y los cuerpos militares diseñados para la guerra contra los partos, obteniendo un mayor apoyo al enfatizar su estatus como heredero de César. En su marcha a Roma a través de Italia, la presencia de Octaviano y sus nuevos fondos adquiridos atrajeron a muchos ex veteranos de César en Campania. Para junio, había reunido un ejército de 3.000 veteranos leales, cada uno con un salario de 500 denarios.

Al llegar a Roma, el 6 de mayo de 44 a. C., Octaviano encontró al cónsul Marco Antonio, ex colega de César, en una frágil tregua con los asesinos del dictador; a éstos se les había concedido una amnistía general el 17 de marzo, aunque Antonio había logrado expulsar a la mayoría de ellos de Roma. Esto último se debía al elogio «enardecedor» que dio en el funeral de César, dirigiendo la opinión pública en contra de los asesinos. Aunque Antonio estaba acumulando apoyo político, Octaviano todavía tenía la oportunidad de rivalizar con él para ser el dirigente de la facción que apoyaba a César. Además, Antonio había perdido el apoyo de muchos romanos y partidarios de César cuando se opuso, en primera instancia, a la moción hecha para elevar a César a un estatus divino. Octaviano no tuvo éxito al intentar persuadir a Antonio de que renunciara al dinero de César para que se lo entregara a él; sin embargo obtuvo, durante el verano, el apoyo de los simpatizantes de César, quienes veían al joven heredero como el mal menor y esperaban ya fuera manipularlo, o servirse de él en sus esfuerzos para deshacerse de Antonio. En septiembre, el orador optimate Marco Tulio Cicerón comenzó a atacar a Antonio en una serie de discursos en los que denunciaba que este último representaba la mayor amenaza para el orden del Senado.

Con la opinión de los romanos cada vez más en su contra y sabiendo que su año de poder consular llegaba pronto a su fin, Antonio intentó aprobar una serie de leyes que le otorgarían finalmente el control sobre Galia Cisalpina, territorio de Décimo Junio Bruto Albino, uno de los asesinos de César. Mientras tanto, Octaviano reclutó un ejército privado en Italia al enrolar a los veteranos de César, y el 28 de noviembre obtuvo la lealtad de dos de las legiones de Antonio gracias a su oferta de recompensas de carácter económico. A la vista de la fuerza militar de Octaviano, Antonio percibió el peligro que suponía para él permanecer en Roma y, para el alivio del Senado, partió hacia la Galia Cisalpina, que le debía ser entregada para su gobierno a partir del 1 de enero.

Conflicto con Marco Antonio

Después de que Décimo Bruto rehusara a entregar la Galia Cisalpina a Antonio, Antonio lo sitió en Mutina (actual Módena). Las resoluciones dictadas por el Senado para detener la violencia fueron ignoradas por Antonio, a sabiendas de que el Senado carecía de un ejército propio con el que desafiarlo; esto le dio una oportunidad a Octaviano, que se sabía que poseía fuerzas armadas.

Durante esta época fue que Antonio acusó a Octaviano de conspirar contra él, y de haber intentado asesinarlo. Sin embargo, el joven no estaba completamente desamparado para afrontar las acusaciones, ya que tenía de su lado a varios personajes importantes que estaban dispuestos a ayudarlo. Entre ellos se encontraba Cicerón, quien tenía un profundo odio hacia Antonio; éste defendió a Octaviano contra las burlas de Antonio sobre la ausencia de noble linaje en el joven; él dijo: «no tenemos un ejemplo más brillante de devoción tradicional entre nuestros jóvenes».Esto fue en parte una refutación a la opinión hecha por Antonio a Octaviano, pues Cicerón citó a Antonio cuando le dijo a aquel: «Tú, muchacho, le debes todo a tu nombre». En base a esta difícil alianza orquestada por el senador anticesariano Cicerón, el Senado nombró a Octaviano senador el 1 de enero de 43 a. C., otorgándole también el poder de votar junto a los cónsules. Aún cuando el Senado le brindó su apoyo, su verdadero objetivo era debilitar las facciones partidarias de César y ayudar a Bruto, quien se hallaba asediado por Antonio. Así, Octaviano recibió el imperium propretoriano, lo cual hizo que su situación al mando de un ejército fuera legal a diferencia del poder ejercido por Antonio y así poder ir a socorrer el asedio, junto con los cónsules Hircio y Pansa. En abril de 43 a. C., las fuerzas de Antonio fueron vencidas en las batallas de Forum Gallorum y Mutina, forzando a Antonio a retirarse de Galia Narbonense. No obstante, el par de cónsules murieron durante los enfrentamientos, lo cual dejó a Octaviano como el único comandante en jefe de sus ejércitos.

El senado, después de entregar un mayor número de condecoraciones a Décimo Bruto que a Octaviano por haber derrotado a Antonio, intentó darle el dominio de las legiones consulares a Décimo Bruto, pero Octaviano decidió no cooperar. Por el contrario, Octaviano permaneció en la llanura padana y rehusó ayudar en las futuras ofensivas en contra de Antonio. En julio, una embajada de centuriones enviada por Octaviano llegó a Roma para exigir que se entregara a Octaviano el consulado que había quedado vacante tras las muertes de Hircio y de Pansa. Asimismo, exigió que, por un lado, el decreto que declaraba a Antonio como enemigo público fuera anulado y, por el otro, que se disolviera la amnistía dada a los conspiradores responsables de la muerte de César. Cuando recibió la negativa del senado, Octaviano marchó sobre la ciudad de Roma al mando de ocho legiones. No se encontró con ninguna oposición militar en Roma, y el 19 de agosto de 43 a. C. fue elegido cónsul junto a su familiar Quinto Pedio como colega consular. Mientras tanto, Antonio formaba una alianza con Lépido, otro líder cesariano

Muerte

La enfermedad de Augusto en 23 a. C. puso en evidencia los problemas en torno a su sucesión. Con el propósito de garantizar la estabilidad, Augusto necesitaba designar un heredero para su posición extraordinaria en la sociedad y gobierno romanos. Esto debía conseguirse mediante el uso de vías suaves, poco dramáticas y acumulativas que no revolviesen los temores senatoriales contra la figura de la monarquía. Si alguien iba a heredar su posición extraoficial de dominio, esa persona debía ganárselo por méritos que fueran reconocidos por el pueblo romano Algunos historiadores consideran que los indicios apuntaban al hijo de la hermana de Augusto, Marco Claudio Marcelo, que además se había casado con la hija de Augusto, Julia la mayor.

Otros historiadores, en cambio, cuestionan este punto de vista basándose en el testamento de Augusto, leído en voz alta por el Senado, mientras éste se hallaba gravemente enfermo en 23 a. C., y en el que éste mostraba su preferencia por Marco Agripa, que en ese momento era su segundo al mando y, puede que también el único de sus más allegados que podría haberse hecho cargo de las legiones y mantener el Imperio unido.

Tras la muerte de Marcelo en 23 a. C., Augusto hizo que su hija se casara con Agripa, con quien tuvo tres hijos y dos hijas: Cayo César, Lucio César, Julia la Joven, Agripina la mayor y Agripa Póstumo, este último llamado así porque nació después de que falleciera Agripa. Poco después del segundo pacto, Agripa consiguió un cargo de cinco años años de duración para la administración de la mitad oriental del Imperio con el imperium de un procónsul y la misma tribunicia potestas concedida a Augusto (aunque no rebasaba la autoridad de éste), estando ubicada su sede de gobierno en la isla de Samos, en las Cícladas. A pesar de que esta concesión de poder habría evidenciado el favorecimiento de Agripa por parte de Augusto, también significó una medida para complacer a los miembros de su partido cesariano, al permitir que uno de ellos compartiera una considerable cantidad de poder junto a él.

La intención de Augusto de convertir a Cayo y Lucio César en sus herederos resultó evidente cuando los adoptó legalmente como hijos propios En 5 y 2 a. C. volvió a ocupar el consulado para así personalmente acomodarlos en sus carreras políticas, resultando ambos nominados para los consulados de 1 y 4 d. C. Augusto mostró también preferencia por sus sobrinos, los hijos de Livia de su primer matrimonio, Druso el Mayor y Tiberio, concediéndoles mandos militares y puestos públicos, y pareciendo favorecer más a Druso. Sin embargo, el matrimonio de Druso con Antonia, sobrina de Augusto, fue una relación que se hallaba tan incrustada en el seno de la familia que llegaría a perturbar las cuestiones sucesorias. Tras la muerte de Agripa en 12 a. C., Tiberio, fue obligado a divorciarse de su esposa Vipsania para casarse con la viuda de Agripa, e hija de Augusto, Julia tan pronto como el período de duelo por Agripa concluyó. Mientras el matrimonio de Druso con Antonia fue considerado como una relación inquebrantable, Vipsania era «solamente» la hija del fallecido Agripa, producto de su primer matrimonio.

Tiberio compartió los poderes tribunicios de Augusto en 6 a. C., pero poco después anunció su retiro pues, según varias fuentes, no quería asumir su futuro rol en la política, resolviendo en exiliarse a Rodas. Aunque se desconoce una razón específica para su partida, esta pudo deberse a varias razones, incluyendo entre ellas un fallido matrimonio con Julia. Además, pudieran haber tenido mucho que ver los sentimientos de celos y de exclusión que sintió una vez que los nietos, para entonces hijos adoptivos, de Augusto (Cayo y Lucio), se unieron al colegio de sacerdotes a una edad temprana, siendo presentados a la audiencia de una forma más favorable, y siendo presentados al ejército en Galia.

Tras las muertes tempranas de Lucio y Cayo en 2 y 4 d. C., respectivamente, así como el fallecimiento repentino de su hermano Druso (en 9 a. C.), Tiberio fue convocado a Roma en junio de 4 d. C., donde Augusto lo adoptó con la condición de que él, por su parte, adoptara a su sobrino Julio César Germánico. Esto continuó la tradición de ofrecer, como mínimo, con hasta dos generaciones de herederos. Ese año, Tiberio obtuvo también los poderes de tribuno y de procónsul, los emisarios de reinos extranjeros tendrían que mostrarle sus respetos, y para 13 d. C., recibió junto con su segundo triunfo un nivel igual de imperium que el que tenía Augusto. El único posible aspirante a heredero era Póstumo Agripa, que había sido exiliado por Augusto en 7 d. C., sanción que más tarde se volvería perpetua por medio de un decreto senatorial, así que Augusto oficialmente lo desheredó. Desde luego, con ello perdió el favor de Augusto, y el historiador Erich S. Gruen hace mención a varias fuentes contemporáneas que califican a Póstumo Agripa como «un joven vulgar, cruel y bruto, y de carácter depravado» No se sabe con certeza, pero Póstumo Agripa pudo haber sido asesinado en su lugar de exilio poco antes o después de que falleciera Augusto.

El 19 de agosto de 14 d. C. Augusto murió mientras visitaba el lugar de la muerte de su padre en Nola. Tiberio que se hallaba presente junto con Livia en el lecho de muerte de Augusto sería su heredero, según se confirmó a la apertura de su testamento. Las últimas palabras de Augusto fueron: "La comedia ha terminado. ¡Aplaudid!". No obstante, sus últimas palabras públicas fueron: «Mirad, encontré una Roma hecha de ladrillo, y os la dejo de mármol». Una gran procesión funeraria de plañideras viajó junto con el cuerpo de Augusto desde Nola hasta Roma, y el día de su entierro cerraron todos los negocios, tanto públicos como privados. Tiberio y su hijo Druso pronunciaron el panegírico de pie sobre dos rostra.

Confinado en su féretro, el cuerpo de Augusto fue cremado en una pira cerca de su mausoleo; más tarde se proclamó que se había unido con los demás dioses como un miembro más del panteón romano. En 410, durante el saqueo de Roma, los Godos asaltaron el mausoleo y dispersaron las cenizas de Augusto.

El historiador D. C. A. Shotter considera que las políticas de Augusto a favor de la línea familiar Julia sobre la Claudia podrían haber dado a Tiberio razones suficientes como para que mostrara un claro desprecio por Augusto tras su muerte; en cambio, Tiberio siempre fue rápido en reprender a todos aquellos que criticaron a Augusto. Shotter sugiere que la deificación de Augusto, junto con la «actitud extremadamente conservadora» de Tiberio hacia la religión, forzó a este último a contener cualquier resentimiento que pudiera haber concebido. Además, el historiador R. Shaw-Smith hace mención a las cartas dirigidas por Augusto a Tiberio, en las que mostraba su afecto y alta consideración por los méritos militares de Tiberio. Shotter comenta que Tiberio enfocó su animadversión y críticas en Cayo Asinio Galo (por haber desposado a Vipsania después de que Augusto obligara a Tiberio a divorciarse de ella) así como los dos jóvenes césares Cayo y Lucio, en vez de hacerlo con Augusto, el verdadero responsable de su divorcio y, finalmente, de su degradación imperial.

Reformas

Las reformas económicas que Augusto implementó en Roma tuvieron un gran impacto sobre el éxito posterior del Imperio Romano. Augusto hizo que una gran porción del terreno sobre el que se había extendido el Imperio Romano pasase a estar bajo control e imposición directa de Roma, en lugar de extraer una cifra variable, intermitente y en cierto modo arbitraria de impuestos de cada provincia local, como había ocurrido hasta entonces.La reforma incrementó enormemente la cifra neta de ingresos que Roma percibía de sus nuevos territorios, estabilizando el flujo y regularizando la relación financiera entre Roma y las provincias, en lugar de provocar resentimientos continuos ante cada nueva exacción de tributos. Las cifras impositivas durante el reinado de Augusto se determinaban por el censo de población, con cuotas fijas para cada provincia en función del número de habitantes. Los ciudadanos de Roma y de Italia pagaban impuestos indirectos, mientras que las provincias debían pagar impuestos directos aRoma.Entre los impuestos indirectos se contemplaba un impuesto del 4% sobre el precio de los esclavos y un 1% sobre los bienes vendidos en subasta, así como un impuesto de sucesiones del 5% sobre aquellas herencias cuyo valor fuese mayor de 100.000 sestercios y siempre que el parentesco entre el causante y el heredero no fuese de primer grado.

Asimismo, otra reforma de gran importancia fue la abolición del sistema privado de recolección de impuestos que ejercían los publícanos, que sería reemplazado por un servicio público de carácter funcionarial de recolectores de impuestos. En la era republicana el sistema habitual había sido el de los publícanos, contratistas privados que habían llegado a tener suficiente poder como para influir en la política de Roma. Los publícanos habían ganado muy mala fama y una gran fortuna personal gracias a la adjudicación de los derechos de recaudación de impuestos en áreas locales. Roma, a través del sistema de subasta, otorgaba el derecho de recaudación de impuestos a la persona que más ingresos ofreciese a Roma, y el beneficio del publicano se basaba en todas aquellas cantidades que fuese capaz de recaudar por encima de la cifra ofertada, contando para ello con la bendición de la metrópolis. La falta de una supervisión efectiva, combinada con el deseo de los publícanos de maximizar sus beneficios, supuso la creación de un sistema de exacciones arbitrarias que a menudo era muy cruel con los contribuyentes. Era un sistema ampliamente percibido como injusto, y muy dañino para la economía.

Además, la conquista de Egipto por Augusto supuso una nueva fuente de ingresos para financiar las operaciones del Imperio Romano. Dado que políticamente la región fue considerada como una propiedad privada de Augusto en lugar de una provincia del Imperio Romano, se convirtió en parte del patrimonio de los futuros emperadores. En lugar de a un legado o a un procónsul, Augusto colocó como administrador de Egipto a un prefecto de la clase ecuestre con la misión de administrar Egipto y mantener sus lucrativos puertos. Este puesto se convirtió en el mayor logro político que podía alcanzar alguien de la clase ecuestre, aparte del de Prefecto del pretorio. Esta tierra de gran productividad aportó enormes recursos a Augusto y a sus sucesores, con los que pudieron financiar obras públicas y expediciones militares, además de «pan y circo» para el pueblo deRoma.

Mes de Augusto

El mes de agosto (en latín Augustus), conocido hasta ese entonces como sextilis (por ser el sexto mes del calendario romano original) recibió su nombre actual en honor a Augusto. Existe una creencia común de que agosto tiene 31 días porque Augusto quería que su mes tuviese la misma longitud que el de Julio César (el mes de julio), pero se basa en una invención que data del siglo XIII y que se atribuye a Johannes de Sacrobosco. Sextilis, de hecho, tenía ya 31 días antes del cambio de nombre, y no fue elegido por su longitud. Según un senatus consultum citado por Macrobio, Sextilis fue renombrado en honor a Augusto debido a que varios de los eventos más significativos en su ascensión al poder, culminando con la caída de Alejandría, tuvieron lugar en ese mes.

Proyectos arquitectónicos

En su lecho de muerte, se dice que Augusto se jactó de haber encontrado una Roma hecha de ladrillo y de haber legado otra hecha de mármol. Aunque existe cierta verdad literal en su afirmación, Dión Casio indica que se trataba de una metáfora sobre la fuerza del Imperio Romano. El mármol podía encontrarse en edificios romanos anteriores, pero no fue utilizado de forma tan extensa como material de construcción hasta el reinado de Augusto. Aunque la afirmación no aplicaba a toda

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Roma o, en especial, al barrio del Subura, Augusto dejó una impronta en la topografía monumental del Centro de la ciudad y del Campo de Marte, con el Ara Pacis (Altar de la Paz) y un reloj de sol monumental, cuya pieza central era un obelisco traído de Egipto. Los relieves que decoran el Ara Pacis ofrecían el relato visual de los triunfos de Augusto recogidos en el Res Gestae. Aparecen representados los desfiles imperiales de los pretorianos, las vestales y los ciudadanos de Roma. También construyó el Templo de César, los baños de Agripa y el Foro de Augusto, en el que se encontraba también el Templo de Marte el Vengador. También alentó la construcción de otros proyectos, como el Teatro de Balbo o la construcción del Panteón de Agripa, y en otros casos financió las obras erigidas en nombre de otras personas, a menudo familiares, como el

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Pórtico de Ocavia o el Teatro de Marcelo. El Mausoleo de Augusto fue construido tras su muerte para albergar a los miembros de su familia.

Para celebrar su victoria en la batalla de Actium ordenó construir el arco de Augusto, que se terminó en 29 a. C. cerca de la entrada al Templo de Cástor y Pólux y que sería ampliado en 19 a. C. en un nuevo diseño de triple arco. Existe también muchos edificios construidos fuera de Roma que llevan el nombre y legado de Augusto, como por ejemplo el teatro de Mérida o el deCartagena, enEspaña, la Maison Carrée, en Nimes, en el sur de Francia, o el trofeo de Augusto, en La Turbie, también en Francia.

A la muerte de Agripa en 12 a. C., Augusto tuvo que buscar una solución para el mantenimiento

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del suministro de agua a la ciudad de Roma. El problema había sido afrontado por el propio Agripa cuando sirvió como edil, que llegó incluso a financiarlo con su propio dinero como ciudadano privado. Ese mismo año, Augusto dispuso un sistema en el cual el Senado designaba a tres de sus miembros como comisionados principales al cargo del suministro de agua y para asegurarse de que los acueductos de Roma eran mantenidos adecuadamente. A finales de la era de Augusto, se puso al cargo del mantenimiento de edificios públicos y del culto al estado a una comisión de cinco senadores llamada curatores locorum publicorum iudicandorum y que podría traducirse como los Supervisores de la Propiedad Pública Augusto también creo el grupo senatorial de los curatores viarum para la supervisión y mantenimiento de las carreteras, que trabajaba con oficiales locales y con contratistas para organizar las reparaciones ordinarias. El estilo arquitectónico dominante en la era de Augusto y de la fase imperial de Roma fue el orden corintio, originario y procedente de la antigua Grecia. Suetonio comentó en una ocasión que Roma no era merecedora de su estatus de capital imperial, si bien Augusto y Agripa se encargaron de desmantelar este sentimiento transformando la apariencia de Roma bajo el modelo griego clásico

Construcciones por o en honor a Augusto

• Arco de Augusto en Rímini (Ariminium), Italia, 27 a. C.
• Arco de Augusto en Aosta (Augusta Praetoria), Italia
• Puente de Augusto en Narni, Valle del Río Nar, Italia
• Augusto Prima Porta, originalmente un monumento conmemorativo del foro, hecho de bronce y oro, del año 19 a. C.

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• Puerta Principal de Fano (Fano Fortunae), Italia]], 9-10
• La Curia Hostilia, Foro Romano, Roma (finales del siglo I a. C.)
• Templo de Marte Ultor, Roma
• Mausoleo de Augusto
• Foro de Augusto en Roma, 2 a. C.
• Arco Triunfal y Teatro en Orange (Arausio), Francia
• Domus Augustana, Residencia Imperial, Roma
• La colonia de Emerita Augusta, actual Mérida.
• La colonia de Caesar Augusta, junto a la villa de Salduie o Salduba, que daría origen a la actual Zaragoza
• Ara Pacis: El Altar de Paz en el Campo Marcio, Roma
• Horologium Augusti (Reloj de Augusto) en el Campo de Marte en Roma.

Fuente

Véase también