Perla negra

Perlas negras
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Perlas proveniente de otras, que posee un variado uso.


Las Perlas negras de los mares del sur provenientes de la ostra conocida como Te Ufi (nombre científico Pinctada margaritifera) que posee un variado uso.

Localización

Las perlas negras del Pacífico sur, es una de las joyas más raras y cotizadas del mundo que se encuentra en la Polinesia francesa, en el Pacífico sur, a medio camino entre Australia y Sudamérica.

Antecedentes

Ente las primeras joyas empleadas para el adorno del ser humano figuran las perlas, las cuales reciben elogios incluso en la literatura antigua. Eran especialmente apreciadas en el Medio Oriente y en Asia, al parecer por considerarlas símbolos de pureza y virtud. En la Roma antigua se le confería tal valía a las perlas que solo a las personas de cierto rango se les permitía usarlas. El filósofo y naturalista Plinio, del siglo primero las exaltó como el bien soberano del mundo entero. Las primeras noticias escritas sobre el valor de la perla las encontramos en el Shu King, un libro chino que data del siglo 23 a.C., en el que el escriba hizo notar con desprecio que un rey de menor rango había enviado como tributo “cadenas de perlas no muy redondas”.

Características

Perlas negras

Los colores de estas perlas cultivadas van desde el gris claro al negro con matices verdosos, púrpura o azulados que son muy apreciados, y su tamaño habitual es de 8 a 14 mm, no siendo raras gemas de mayor tamaño. Por su propia naturaleza es muy difícil de conseguir un conjunto de perlas de características uniformes, por lo que son más utilizadas para la creación de joyas con una única perla, como sortijas, colgantes, broches, alfileres de corbata, etc.



Valor

Variedad de perlas negras

Ahora bien, el color no necesariamente influye a la hora de fijar el valor de la perla, pues lo que en realidad lo que realza su calidad es la uniformidad del color, además de otros factores como la talla, la forma, la superficie y el brillo. Cuando un joyero habla de la talla de una perla, se refiere a su diámetro, de unos 8 a 12 milímetros por lo común, si bien algunas piezas muy particulares llegan a alcanzar o superar los 18 milímetros. Hablando en términos generales, aunque las dimensiones y el peso de la joya no son el factor decisivo si repercuten en el precio.

Tal como ocurre con los colores, las perlas adoptan diversas formas, siendo las más cotizadas la que es totalmente esférica. Con todas las formas de gotas o lágrimas, se convierten en preciosos colgantes o pendientes. También las hay anilladas, es decir, con ranuras circulares. Una pieza cuya superficie esté libre de impurezas e imperfecciones es muy rara y costosa, lo normal es que haya defectos tales como depresiones, abultamientos, arrugas, puntos o manchas y si no son muchos o si están concentrados en un solo sitio, será posible ocultarlos al angostar la joya.

Cuidado

Las perlas no son tan duras como los diamantes, los rubíes o las demás piedras preciosas por lo que pueden rayarse si entran en contacto con otras joyas o con objetos duros. El ácido puede estropearlas, lo mismo que los detergentes, perfumes y cosméticos en general. Para su lavado, un renombrado joyero sugirió preparar un recipiente con agua y algún líquido suave para lavar platos, agitar con un cepillo de dientes blando, enjuagar con agua limpia y secar con un paño suave.

Usos

Los chinos desde épocas remotas utilizaban las perlas con fines medicinales para curar los males que afectaban al ojo, los problemas de corazón, la indigestión, la fiebre y las hemorragias. El polvo de perla sigue siendo todavía popular en China como blanqueador de la piel y como cosmético. En la India, se creía que las perlas proporcionaban paz espiritual a la mente y fortalecían el cuerpo y el alma. Los europeos pensaban que al tragar una perla entera o en polvo se curaban los asuntos de la mente y del corazón, y se fortalecían los nervios.

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Fuente

  • Revista Despertad. Edici’on de Abril de 2005