Real Hospital de San Lázaro (provincia de La Habana)

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Real Hospital de San Lázaro
Información sobre la plantilla
Institución con sede en Bandera de Cuba Cuba
Tipo de unidad:médica
País:Bandera de Cuba Cuba
Dirección:Rincón, Boyeros

Real Hospital de San Lázaro. Antiguo hospital para el tratamiento de la lepra. Actual Hospital Especializado Dermatológico Guillermo Fernández Hernández-Baquero, que se encuentra en el poblado de Rincón, perteneciente al municipio Boyeros, en la actual provincia de La Habana, en Cuba.

Orígenes

El origen del Hospital de San Lázaro se remonta al siglo XVII, cuando le sirvieron de sede algunos bohíos construidos en la Caleta de Juan Guillén, -luego conocida como Caleta de San Lázaro-, en la zona extramuros de la ciudad.

Ante la situación deplorable en que se encontraban los enfermos de lepra, el capellán del hospital presbítero Juan Pérez de Silva y el doctor Francisco Teneza se dirigieron al Rey de España, Su Majestad Felipe V, pidiendo ayuda para que se les diera a estos, un lugar donde fueran mejores atendidos.

Fundación del Real Hospital de San Lázaro

Es así que por real cédula fechada el 19 de junio de 1714, Su Majestad Felipe V, ordenó la fundación oficial del Real Hospital de San Lázaro, y, con tal propósito dispuso buscar las vías para obtener ingresos con destino a su edificación y mantenimiento. Por lo que en el año 1781, terminó de construirse el leprosorio en la Caleta de Juan Guillén, que contó de dos plantas, con un frente monumental que sirvió de fachada a una iglesia, ubicada al centro de la edificación.

Causas del movimiento del hospital

El hospital cambió de lugar en varias ocasiones por diversas causas: tormentas y ciclones que arruinaron las débiles estructuras, su destrucción como consecuencia de la Toma de La Habana por los ingleses, y la falta de financiamiento para mantenerlo. Pero la que más influyó en los cambios de lugar fueron las continuas quejas de los vecinos, que veían en los enfermos de lepra, una fuente de contagio que ponía en peligro sus vidas, este propósito estuvo liderado por el gobierno y los representantes de los poderosos propietarios urbanos que amenazaban con detener sus inversiones en la zona del Vedado, -en pleno desarrollo- si no se sacaban de allí a los enfermos de lepra.

Traslado del hospital

Las dificultades para lograr la estabilidad del leprosorio y su respaldo económico continuaron, por lo que a finales de la primera década del siglo XX comenzó a pensarse en la posibilidad de ubicar el hospital y la iglesia en alguna finca o lugar distante del centro de la ciudad. Después de un duro batallar y gracias a la Junta de de Patronos y a las autoridades sanitarias y de beneficencia, se aprobó su instalación en la finca Dos Hermanos, en Rincón, municipio de Santiago de las Vegas. Se trataba de una propiedad de tres caballerías de tierras idóneas para cultivo de toda clase, con una acertada ubicación y la supuesta ventaja de poder utilizar el fluido eléctrico de la Empresa de los Ferrocarriles Unidos y el agua del acueducto de Santiago de las Vegas.

El traslado del hospital y el templo hacia las afueras de La Habana suponía varios obstáculos: la resistencia de los enfermos que preferían vivir dentro de la ciudad, porque esto facilitaba las visitas de familiares y amigos, las salidas de ellos mismos y, sobre todo, que con la nueva ubicación, a los devotos les sería más difícil ir a la iglesia, lo cual incidiría negativamente en la obtención de donativos para el sostenimiento de ambas instituciones. No obstante las dificultades, el proyecto fue aprobado.

Construcción del nuevo hospital

La construcción del hospital le fue adjudicada al contratista Orbas-Simón, quien se comprometió a entregar los primeros pabellones en un plazo de cuatros meses. Pero el incumplimiento de la fecha acordada, y las presiones para que fuera desocupado el edificio y entregado a los nuevos propietarios, dieron lugar a graves desórdenes entre los pacientes.

Traslado de los enfermos a Mariel

El 26 de diciembre de 1916, se les informó a los enfermos que serian trasladados para el lazareto de Mariel, lo que dio lugar a violentas escenas.

Finalmente los enfermos tuvieron que abandonar su antigua morada, no sin antes recibir el compromiso de que serían llevados a Rincón una vez concluidas las obras del nuevo leprosorio. En prueba de garantía fueron acompañados por el sacerdote Apolinar López y las consagradas religiosas de la orden Hijas de la Caridad.

Mientras las obras en Rincón avanzaban, los enfermos fueron trasladados a Mariel y alojados en míseras barracas que el gobierno español había utilizado para cuarentena de inmigrantes y tropas, sin que tuvieran las condiciones mínimas para la existencia de seres humanos.

Traslado de los enfermos a Rincón

El 26 de febrero de 1917, sin medios adecuados de transporte; en carretas, planchas y ambulancias de madera tirada por caballos, los enfermos fueron trasladados al hospital de Rincón a medio construir lejos de la ciudad y sin recursos de ninguna clase.

Después de la extenuante travesía desde Mariel, los enfermos arribaron a Rincón y encontraron una amarga realidad: el hospital consistía en unos cuantos pabellones aún sin terminar, en pleno campo cenagoso, sin agua, sin luz eléctrica, sin calles, sin enfermería, y sin alojamiento para las religiosas. El sacerdote Apolinar López y la madre superiora sor Ramona Idoate, fueron los que con gran fortaleza de espíritu y sacrificio personal lograron el acondicionamiento del lugar, para lo cual se valieron fundamentalmente de las donaciones y limosnas de los devotos.

Más tarde arribaron las primeras familias afectadas por la lepra, que establecieron allí su residencia para recibir tratamiento médico y los pacientes de otros hospitales que habían sido cerrados con el propósito de concentrar a un núcleo importante de enfermos.

Para terminar las obras, por Ley de 31 de julio de 1917, se emitieron treinta millones de pesos en bonos de empréstitos, aunque la existencia del leprosorio siguió dependiendo de la contribución pública y donaciones de los creyentes.

Después de tantas vicisitudes, los pabellones quedaron terminados y los enfermos, definitivamente alojados. La instalación contó con 42 edificaciones, de ellas 13 destinadas a los pacientes, y el resto para la administración, el hospedaje de las religiosas, la iglesia y otros menesteres.

Ampliación del leprosorio

En la década del treinta, se le construyeron nuevos pabellones. Entre 1946 y 1947 fue objeto de remodelación y se le adicionaron otras edificaciones, entre estas un grupo de viviendas para los enfermos; pero a pesar de las mejoras, la vida en el leprosorio continúo siendo precaria e insegura. Más que un hospital, aquel recinto era un almacén de enfermos abandonados a su suerte y sin más recursos que los cuidados de las monjas y la ayuda de personas caritativas.

A pesar de aquellas duras condiciones, en 1951, a un costado del templo asociado al hospital, se construyó un pequeño parque rodeado de un jardín de rosas blancas, donde se instaló un busto de mármol del Apóstol José Martí donado por el padre Apolinar López y sor Carmen Guijo y una bandera cubana costeada por los enfermos.

Asociación de pacientes del hospital

El 4 de junio de 1952 se creó la Asociación de Pacientes del hospital, que desde el inicio tuvo como prioridad la fundación de un órgano oficial, para mantenerse en contacto con el mundo exterior y dar a conocer el sentir y los anhelos de aquellas personas afectadas por la lepra.

Revista Rincón de San Lázaro

Revista creada por la Asociación de Pacientes del hospital, que desde sus páginas denunció la insuficiente atención médica que se daba a los enfermos, a quienes no se le aplicaban los nuevos tratamientos ya en uso; la carencia de un régimen alimentario y medicacional que contribuyera a fortalecer sus organismos debilitados, y las desastrosas condiciones de higiene e indumentaria que estos padecían. Además abogaba por que primara en la institución un clima social desde el punto de vista cultural y patriótico. De modo que no fue casual que la combativa revista fuera cancelada por el régimen de Fulgencio Batista en el año 1956, hecho que generó una airada protesta pública que trascendió los marcos de la localidad.

Primer director del hospital

El primer director del hospital fue el doctor Benjamín Primelles, quien proyectó la llamada ciudad higiénica, con el propósito de construir viviendas donde residieran los enfermos unidos en matrimonio.

Personal religioso

En 1854, el obispo Fleix y Solans encomendó a las religiosas de la orden Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl el cuidado de los enfermos del hospital, obra que se ha extendido por más de 150 años. La primera madre superiora nombrada por la Iglesia Católica fue sor Petra Moya, luego la sucedió sor Ramona Idoate y a esta, sor Antonia Barbero.

En 1916 llegó a Cuba el padre Apolinar López (1877-1951), que fue designado capellán del Hospital de San Lázaro, función que desempeñó ininterrumpidamente durante treinta y seis años. El padre Apolinar asumió junto a la madre superiora sor Ramona Idoate, un papel protagónico en el vía crucis del traslado de los enfermos al Mariel, compartiendo con ellos las vicisitudes sufridas en ese lugar y luego en el asentamiento en Rincón.

En la actualidad el ministerio sacerdotal lo ocupa el reverendo Fernando Rivero Hernández y la madre superiora es sor Marta Calvo.

Triunfo de la revolución

Con el Triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959, el Ministerio de Salud Pública asignó un presupuesto para el sostenimiento del asilo-hospital. A partir de entonces se incrementó el personal médico y de enfermería, y ya para 1975 este centro contaba con un experimentado equipo de dermatólogos especializados en el tratamiento de la enfermedad.

En la Conferencia Nacional para el control de la lepra, celebrada en 1962, se acordaron las medidas necesarias para abolir de toda la documentación oficial los lacerantes términos lepra y leprosos; uno de los primeros pasos dados para cambiar el significado de una enfermedad de histórico rechazo social.

Hospital Especializado Dermatológico Guillermo Fernández Hernández-Baquero

El leprosorio pasó a ser el Hospital Especializado Dermatológico, denominación que se completó en 1989 con el nombre de Guillermo Fernández Hernández-Baquero, en honor a este eminente médico cubano, coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y que fuera por varios años director de este hospital.

En la actualidad, en este centro asistencial trabaja un elevado número de médicos, enfermeros, técnicos y otros profesionales de la salud y personal de servicio. Estos últimos en su mayoría son vecinos de la comunidad o de sus proximidades, y algunos fueron pacientes de la propia institución, ya rehabilitados y aptos para realizar diferentes labores. La cantidad de pacientes ingresados en este centro y los casos ambulatorios se han reducido significativamente, lo que se valora como resultado de un positivo control de la enfermedad. Todos reciben una esmerada atención médica que se subvencionada por el Estado, y la colaboración de las Hijas de la caridad.

Los egresados del hospital son atendidos por instituciones de salud de su área de residencia, y se les mantiene en constante observación por un período de entre dos y cinco años, además se les facilitan los recursos para incorporarse a la vida económica y social del país. Con dedicación y elevado nivel científico, sus profesionales han desarrollado y puesto en práctica un tratamiento especializado para detener la enfermedad, que se considera uno de los más avanzados de la ciencia médica a nivel mundial. La aplicación de fármacos cuyos efectos destruyen el bacilo de Hamsen causante del padecimiento, cortan la cadena de transmisión de la enfermedad, por tanto, hacen que se reduzca el número de ingresos y de muertes.

Ello permitió a Cuba cumplir el Programa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a fin de eliminar la lepra como un problema de salud para el año 2000.

En la actualidad

Actualmente, no hay ningún enfermo activo en el casco histórico del poblado de Rincón. Únicamente habitan pacientes curados, los que padecen la enfermedad, permanecen ingresados en el hospital, donde reciben el tratamiento adecuado.

El hospital cuenta con un laboratorio clínico y microbiológico, departamentos de rayos X, de trabajo social, de esterilización y de ergoterapia, farmacia, biblioteca, y un taller de zapatería que produce calzado especializado para los enfermos.

En su salón de cirugía se realizan operaciones de diferentes tipos, como la rehabilitación quirúrgica de los pacientes en oftalmología, ortopedia, dermatología, urología y cirugía reconstructiva. Existen habitaciones equipadas para cuidados intensivos y un departamento de fisioterapia que atiende a los enfermos ingresados y a los externos.

En este centro hospitalario son atendidos pacientes de todo el país con otras afecciones, como Psoriasis, Pie plano, Lupus eritomatoso, Dermatitis crónica o aguda e intoxicación. En los últimos tiempos se ha introducido el Heberprot-p, nuevo tratamiento para el pie diabético, que evita las amputaciones.

Visita del Papa Juan Pablo II

En el curso de su visita por Cuba en enero de 1998, el Papa Juan Pablo II, recorrió el hospital dermatológico, donde departió con el personal médico y reconfortó a los pacientes.

Fuente

  • Bernal Alonso, Eduardo M. Rincón y la peregrinación de San Lázaro. Raíces de una centenaria tradición cubana. La Habana: Editorial José Martí, 2011. P.51-61
  • El santuario y hospital de San Lázaro. –p. 140 -141. –En Mi Habana querida / Fernando Dávalos. --Ciudad de La Habana: Editorial SI-MAR, S.A., 1999.