Vindicación de Cuba

Vindicación de Cuba.
Información sobre la plantilla
Vindicación de Cuba.jpg
Carta escrita por José Martí y publicada con el título "Vindicación de Cuba" en el periódico The Evening Post, de New York.
Fecha:25 de marzo de 1889.
Lugar:New York.
País(es) involucrado(s)
Estados Unidos y Cuba


Vindicación de Cuba. Carta pública escrita por José Martí y divulgada bajo este título en el periódico The Evening Post, de New York, el 25 de marzo de 1889, en la que responde a las calumniosas imputaciones hechas a los cubanos, publicadas en el periódico The Manufacturer, de Filadelfia y reproducidas por el periódico The Evening Post de New York en un artículo titulado "¿Queremos a Cuba?", con aprobación de su director. La carta es una contestación a tales burlas, en la que Martí pone en evidencia las virtudes del pueblo cubano y su ideal de independencia.

Antecedentes

El 20 de marzo de 1889 el periódico The Evening Post, de Nueva York, reprodujo un artículo publicado por el diario The Manufacter, de Filadelfia. En él se rechazaba la idea de la anexión de Cuba a los Estados Unidos, basando sus juicios en defectos del pueblo cubano. Alegaban que no se saben valer, son ociosos, de moral deficiente, incapaces por naturaleza y de poca experiencia para cumplir con las obligaciones de la ciudadanía en una república grande y libre.

El ultraje al pueblo de Cuba incluía, además, el apelativo de afeminados, perezosos, inútiles verbosos, enemigos del trabajo recio, falta de fuerza viril y de respeto propio. En esencia era un insulto a sus virtudes.

José Martí, quien radicaba por aquellos años en Nueva York, respondió de inmediato con una carta pública titulada Vindicación de Cuba, contestación vertical en la que refuta tal infamia mediática. La misma apareció el 25 de marzo de 1889 en el periódico The Evening Post, de New York.

Esencia

En la parte inicial de la carta, José Martí deja claro que no es ese el momento de discutir el tema de la anexión a Cuba, pues considera poco probable que ningún cubano con decoro desee ver a su país unido a otro, donde los que guían la opinión comparten criterios ignorantes. Destaca Martí que existen cubanos que por admiración ardiente al progreso y la libertad, por el desdichado desconocimiento de la historia y las tendencias de la anexión, desearían ver a la isla ligada a los Estados Unidos; sin embargo afirma que otros, los que han peleado en la guerra, los que han aprendido en los destierros, los que por su mérito reconocido como científicos y comerciantes, como empresarios e ingenieros, como maestros, abogados, artistas, periodistas, oradores y poetas, se ven honrados dondequiera que ha habido ocasión para desplegar sus cualidades; esos y otros más, que constituyen mayor número que los primeros, esos, no desean la anexión de Cuba a los Estados Unidos. No la necesitan. Sin embargo, asegura igualmente en su carta, que esos hombres admiran a los Estados Unidos, la más grande nación de cuantas erigió la libertad.

Martí. Autor del documento “Vindicación de Cuba”

En la defensa Martí describe a los cubanos como hombres que han peleado como gigantes para ser libres, tras haber sufrido impacientes bajo la tiranía; que han tenido que batallar contra un opresor que los privó de medios para vivir. Responde además, que los mestizos y jóvenes de ciudad son generalmente de cuerpo delicado, locuaces y corteses, pero ellos supieron levantarse en un día contra un gobierno cruel, obedecer como soldados, dormir en el fango, comer raíces, pelear diez años sin paga, vencer al enemigo con una rama de árbol, morir. Argumenta que los cubanos viven por todas partes, trabajando como campesinos, como ingenieros, como agrimensores, como artesanos, como maestros, como periodistas.

Aclara que en New York mismo son directores de banco prominentes, comerciantes prósperos, corredores conocidos, empleados de notorios talentos, médicos con clientela del país, ingenieros de reputación universal. Ejemplifica tales desempeños laborales aludiendo a Cisneros, quien ha contribuido poderosamente al adelanto de los ferrocarriles y la navegación de los ríos de Colombia; Márquez, otro cubano, obtuvo el respeto del Perú como comerciante eminente, Menocal, es jefe de los ingenieros del canal de Nicaragua.

En los finales de la carta y ante la ligerísima aseveración de que los cubanos han tenido falta de fuerza viril y de respeto propio demostrada en la falta de apatía con que se han sometido durante tantos años a la opresión española, Martí responde que nunca se ha desplegado ignorancia mayor de la historia y el carácter y precisa recordar que más de un americano derramó su sangre en la guerra de Cuba, comparada por observadores extranjeros como una epopeya, una guerra de todo un pueblo, que llevó al abandono voluntario de la riqueza, la abolición de la esclavitud en el primer momento de la libertad, el incendio de sus ciudades y tener a distancia durante diez años a un adversario poderoso, que perdió doscientos mil hombres a manos de un pequeño ejército de patriotas, sin más ayuda que la naturaleza.

Expresa, además, que la lucha no ha cesado y que sólo con la vida cesará la batalla por la libertad, que verdaderamente los esfuerzos por la libertad no se renovaron con éxito debido a la esperanza poco viril de los anexionistas, de obtener la libertad sin pagarla a su precio y por el temor justo de otros, de que todo los esfuerzos de la guerra, todos sus muertos, sus memorias sagradas, sus ruinas empapadas en sangre, fueran en vano y se convirtieran en el abono del suelo para el crecimiento de una planta extranjera. Su capacidad de responder veraz y rápidamente lo lleva a escribir que Cuba merece en la hora de su desdicha, el respeto de los que no la ayudaron cuando quiso sacudirse el yugo colonial.

Enlaces relacionados

Fuentes