El Gobierno de los Cien Días en Las Tunas
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El Gobierno de los Cien Días en Las Tunas
Durante la Revolución del 30, la rebeldía del pueblo cubano, después de largo batallar y al precio de perder a varios de sus mejores hijos, provocó la caída del gobierno de Gerardo Machado, el 12 de agosto de 1933. Después de ese acontecimiento, se sucedieron varias fórmulas de poder, en general de poca duración, hasta llegar al llamado “Gobierno Grau- Guiteras”, también conocido erróneamente, como de “Los Cien Días” Nada cordiales fueron las relaciones entre el presidente conservador Ramón Grau San Martín y el revolucionario Antonio Guiteras Holmes. Este último gozaba de una amplia trayectoria de lucha en contra de Machado al que el poeta Rubén Martínez Villena había estigmatizado al llamarle “Asno con garras” y Julio Antonio Mella, una de sus principales víctimas, como “Mussolini Tropical” Es conocido el amplio paquete de medidas revolucionarias de Guiteras a favor de la clase obrera y los campesinos, así como en contra de los intereses yanquis en Cuba. En consonancia con este proceso se produjeron determinadas transformaciones en el contexto tunero, llegándose a incautar los centrales delicias y Chaparra.
Sumario
El nombramiento de alcaldes municipales en Victoria de Las Tunas y Puerto Padre
A juicio de Guiteras, la primera tarea a cumplir por el gobierno donde él fungía como Secretario de Gobernación y Guerra, era el control del aparato estatal del país por elementos revolucionarios. Consecuente con ello, ratificó al mambí José Milán Leyva como Alcalde en Victoria de Las Tunas. Milán, quien fue jefe de la organización Unión Revolucionaria, fundada por Guiteras en 1932, dirigió el alzamiento antimachadista en esta ciudad el 29 de abril de 1933, había permanecido alzado en El Parnaso hasta la caída de Machado y después del 12 de agosto de 1933, venía ocupando la Alcaldía de Facto en el municipio tunero. En Puerto Padre fue nombrado como alcalde al guiterista: Arturo González Tejeda.
La Guardia Cívica
La Guardia Cívica que sustituyó a la policía machadista, se creó en Victoria de Las Tunas, Delicias y Chaparra. Socialmente estaba compuesta por obreros y pueblo en general. Contaba con cuarteles y otros locales de trabajo. Para su mejor funcionamiento otorgaron grados de capitanes, tenientes y otros cargos. En el municipio Las Tunas, esta institución existió desde la caída de Machado. Los nombramientos que a favor de Manuel Suárez, hechos en agosto por Milán Leyva, así lo confirman. En Delicias, estuvo dirigida por Alberto Santos y en Chaparra por Guillermo Rojas. El número de sus miembros eran aproximadamente, el que anteriormente tenía la policía machadista en cada poblado. Las funciones de velar por el orden público, eran realizadas de forma voluntaria.
La incautación de los centrales Delicias y Chaparra
Imagen:Central_Delicias.jpg Requiere especial análisis por su incidencia en esta región, el decreto que con fecha 19 de diciembre de 1933 dispuso la intervención de los centrales Delicias y Chaparra, subsidiarias de compañías norteamericanas. En esta medida gravitó la combatividad de los obreros que pusieron en crisis a los propietarios y aceleraron el paso de esas fábricas a manos de los trabajadores. En el año 1933 los obreros de los centrales organizados en un sindicato, presentaron un pliego de demandas a los administradores norteamericanos: Mr. Heet y Mr. Wood. Los mismos se negaron a cumplir y se refugiaron en el cuartel de la Guardia Rural. Los dirigentes sindicales convocaron a una asamblea de trabajadores en el parque de la localidad y se dirigieron al cuartel a entrevistarse con los administradores allí escondidos. Enterado de lo que ocurría, el pueblo fue a respaldar pacíficamente a sus dirigentes situándose frente a la instalación castrense. Un soldado salió, sostuvo una discusión con uno de los dirigentes obreros, disparó contra los trabajadores y resultaron muertos, engrosando el número de víctimas de la Revolución del treinta en Las Tunas: Ernesto Santos y Regino Canelles. Los propietarios de los centrales se refugiaron en un barco surto en puerto. El poblado y el central Delicias se quedaron abandonados, sin agua ni luz eléctrica. Ante esa situación, una Comisión obrera fue hasta La Habana a entrevistarse con Guiteras, el que ante los hechos que ocurrían, decretó la intervención de las dos fábricas y todas sus propiedades. Nombró para que lo representara a Arturo González Tejeda, dándole la responsabilidad de administrar los dos centrales. También fueron enviados 39 soldados del Tercio Táctico del Cuartel Moncada a respaldar la incautación. Esta afirmación le fue revelada al autor de este trabajo por un testigo de los hechos, nombrado Maximiliano Reyes Carbonell, quien era cabo en esos momentos en esa institución armada. La compañía hizo resistencia y ordenó a sus jefes de departamentos que abandonar el central, lo cercaron con alambre y se marcharon al extranjero. Ante esa situación, los trabajadores se encargaron de la dirección de la fábrica azucarera, la cual quedó estructurada de la siguiente manera: Dpto. útiles y materiales: Fulgencio García Catalá. Teléfonos: Enrique Peña Drick. Oficina: Alfredo Cruz Comercial: Armando Pérez Castellanos. Continuaron las labores dentro del central, ampliándose las posibilidades de empleo. Nombraron una Comisión encargada de cuidar los intereses de los trabajadores y para evitar posibles sabotajes. Otorgaron “vales” para alimentar a los obreros y sus familiares. Pusieron en vigor la jornada de 8 horas en sustitución de la de 12, lo que permitía realizar tres turnos en vez de dos, incrementándose las posibilidades de nuevos puestos de trabajo. Como se ha podido ver, la actitud intransigente de los obreros fue un hecho determinante en la puesta en vigor del decreto que incautaba los centrales, pero a su vez, la propia conducta de los trabajadores estaba motivada no solamente por el rechazo inicial a un pliego de demandas, sino también, por la desesperante situación por la que venían atravesando. De ello da fe, un informe del entonces embajador norteamericano Cafferi a Washington, donde reflejó la miseria en que vivían los obreros del azúcar. En una de sus partes el informe planteaba:
“Como fondo constante de ese cuadro nos hallamos con la lamentable situación económica en el interior, mucha hambre, miseria y necesidad, todo debido sin dudas a la situación del azúcar, tan mala en estos momentos que algunos ingenios de propiedad americana no parecen interesados en moler. Las recientes dificultades en el Chaparra y Delicias, se originan en el hecho de que la compañía solo puede pagar jornales en el campo de unos 15 centavos diarios¨
Como se observa, hasta el propio embajador de los Estados Unidos justificó la rebeldía de los trabajadores de aquellos centrales, quienes apoyados en la acción enérgica de Guiteras, lograron poseer por algún tiempo, la dirección de aquellas industrias azucareras, preludio de lo que 26 años más tarde se haría una realidad irreversible en nuestro país. La aplicación de todas aquellas medidas tuvo un alcance limitado debido a la pronta caída del Gobierno y al caos imperante. “Su Revolución recogida en decretos, fue sin dudas la razón imperialista para la caída del gobierno de Grau- Guiteras, pero nadie se atrevió a derogar ni una sola de sus disposiciones, salvo la de la incautación de los bienes malversados que fue lo primero que demandó Cafferi de Batista, para que se lo impusiera Mendieta después del derrocamiento” Después del golpe del 15 de enero de 1934 en que se produce la caída del gobierno Grau- Guiteras, la compañía norteamericana recuperó sus propiedades en los centrales, para lo cual hasta estos lugares fueron Mr. Wood administrador de los dos centrales, el Dr. Albanes Peña, abogado de la misma y senador de la República y los coroneles del 4 de septiembre Beoto y Franco Granero, los que solicitaron la devolución de las propiedades por orden del presidente Carlos Mendieta Montefur”. Los decretos, número 28 y 29 de enero de 1934 dispusieron el cese de la intervención de los centrales y la devolución de ellos a la empresa norteamericana correspondientes, poniéndose fin a uno de los capítulos de la lucha gloriosa de los obreros de los centrales Delicias y Chaparra por sus derechos a la vida.
Fuentes
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