Tambor Yuka
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Tambores de yuka. Instrumento musical de percusión construidos con troncos ahuecados con un solo parche, en tres tamaños, (el mayor suele medir hasta un metro y medio)
Sumario
Origen y construcción
Usados por los diversos grupos de origen Congo que llegaron a la Isla por medio de la trata esclavista. Son tres tambores voluminosos de forma cónica, y los construidos de tronco del árbol de aguacate, huecos, son muy apreciados.
El tamborero se coloca dos maraquitas (nkembi), de güira o de metal, en las muñecas. Los tambores yuka solían acompañar un baile también llamado yuka, ejecutado por una pareja suelta, de frente,
Vocablo
Según Fernando Ortiz el vocablo Yuka es bantú y significa golpear o percutir.
Características
- En Cuba los esclavos de origen congo crearon para sus fiestas profanas estos tambores, que al igual que los Batá de los yorubas son tres. El más grande se le llama Caja que según Angeliers León proviene de la denominación usual del bombo, es el más sonoro, se percute con una maza fuerte o baqueta dura y la mano. El mediano se le conoce por Mula, ya que en él se ejecuta un ritmo cuya figuración recordaba el trote de este animal, es el que lleva el compás. Y el más pequeño es el denominado Cachimbo que es el tambor que marca el ritmo.
- Los tambores Yuka son los de mayor tamaño de todos los percusivos de los afrocubanos, destacándose unos largos y finos en su diámetro, preferentemente hechos del tronco de un aguacate o almendro, que como todo árbol frutal de Cuba son fáciles de vaciar. Sólo se le pone cuero en uno de sus extremos, que los más exigentes hacían con piel de cogote de buey para la Caja o sea, el tambor más grande de los tres.
Forma de tocarlos
Para tocarlos se ponen los tambores inclinados, resaltándose que una de las peculiaridades de este trío congo es que el tamborero tiene que ponerse a horcajadas sobre el tambor y por su peso debe ser sujetado por medio de una argolla a la cintura del tocador, como ha explicado Angeliers León. Esto coincide con lo presenciado por el estudioso amigo y gran cubano Armando J. Casadevall, que por suerte lo ha dejado plasmado en su reciente trabajo que ha titulado Los Cabildos negros de Sancti-Spíritus, donde relata que los tres tambores Yuka que vio en el Cabildo de Cocosolo
Conjuntamente a los tambores de Yuka, para complementar su baile se golpea un palo forrado en una pieza de latón a la que llamaban guagua, que algunos sustituían por otro tronco de madera ahuecada que le llaman guácara que se tañe con dos palos, también se hace sonar cualquier instrumento rústico de metal como una reja o diente de arado o una guataca, además de que uno de los tamboreros usa un par de pulseras llamadas Nkembi consistentes en unas maraquitas de güira o metal. Con todo este instrumental se acompañaba los Bailes de Maní que era como un juego pugilístico y el Baile de Yuka, que según Ortiz era un baile erótico para la fertilidad, donde se chocaban la pelvis como consumándose el acto sexual, y el hombre perseguía a la mujer como el gallo a la gallina.
Fiestas del tambor yuka, ecos africanos en Cuba
Los toques del tambor yuka, fruto cultural de origen bantú, traído a Cuba por inmigrantes africanos, retumban aún en esta occidental provincia, donde músicos y bailadores intentan perpetuar la tradición.
Desde hace más de dos siglos, los golpes sobre cueros y troncos amenizan festividades en la región, jolgorios que tienen su génesis en los ritos realizados por esclavos de origen congo.
Acompañado de cantos, el trío de maderos ahuecados, abre la celebración cada diciembre, suerte de abrazo o reencuentro entre familiares y amigos en el que no faltan historias narradas por los ancianos, en su mayoría vinculadas a leyendas.
Con pantalones cortos, los hombres, y trajes largos, las mujeres, los bailadores se toman del brazo para realizar un movimiento llamado campanero, mientras una integrante del grupo dialoga con la percusión.
El árbol del aguacate, fácil de perforar y moldear, es el preferido para confeccionar los tambores (llamador, tumbador y caja), alrededor de los cuales los danzantes se desplazan con pasos cortos en forma de círculos.
Por los apuntes históricos, se estima que la práctica estuvo ligada a algún tipo de secta secreta a la cual rendían culto los negros esclavos, aunque en la actualidad perdió esa esencia y se transformó en convite, donde confluyen expresiones musicales y danzarias.
A pesar del tiempo transcurrido desde su aparición en Cuba, el jolgorio está a salvo, aseguró a Prensa Latina Enrique Machín, gestor de un proyecto cultural que salvaguarda y revitaliza la huella africana.
Enseñar a los más jóvenes a fabricar los tambores a la usanza de los ancestros congos, es uno de los retos para preservar la tradición.
Hay personas en El Guayabo que pueden continuar la obra de Santiago Rivera y su hijo Clemente, quienes fueron sus artífices por excelencia.
De 1920, afirma, data el más antiguo de los instrumentos yuka conservados en Pinar del Río, a unos 140 kilómetros al oeste de La Habana.
Con la peculiar sonoridad de los troncos de aguacate, la fiesta del tambor yuka (sinónimo de batir o percutir) reverencia aún los cantos, leyendas, bailes y vocablos de origen africano, cuyos ecos resuenan en el extremo occidental cubano.
Fuentes
- http://www.granma.cubaweb.cu/2011/03/23/cultura/artic10.html
- http://www.archivocubano.org/vizcaino_13.html. Los tambores de yuka. María Argelia Viscaíno
- http://www.juntadeandalucia.es/averroes/iesmateoaleman/musica/la_musica_en_africa1.htm