Alabarda
| ||||
Alabarda, arma compuesta por un asta de una longitud entre 1,70 metros y no más de 2,60 metros, incorpora en un extremo una cabeza de hacha y una punta de lanza, en una misma pieza y que con frecuencia se complementa con otros elementos llamados “petos” como ganchos o púas en otras secciones del asta.
Su singular diseño y adaptabilidad la convirtieron en un arma imprescindible en las contiendas bélicas europeas durante varios siglos, dejado una huella indeleble en la historia de la guerra.
Origen y evolución
Sus orígenes se remontan a la Edad Media, ante la necesidad de un arma que en manos de caballeros y soldados pudiera enfrentar con éxito tanto a la caballería como a la infantería enemiga. La alabarda combina elementos de espadas y lanzas convencionales, otorgando al soldado una mayor capacidad de ataque y defensa. Con el paso del tiempo la alabarda evoluciona y se adapta a las realidades de la época. En el Renacimiento se le añade una segunda cuchilla en el extremo opuesto del asta, aumentando su efectividad en la pelea y se incorpora elementos decorativos distintivos de cada unidad militar.
Los alabarderos se ordenaban en filas compactas, protegiéndose mutuamente. La longitud del arma posibilitaba un amplio rango de ataque distanciando la caballería enemiga.
Siendo un arma de uso predominante por la infantería, se convirtió en una opción defensiva para los guardias de los nobles y reyes. De aspecto imponente y con un diseño versátil, que posibilitaba bloquear ataques con mayor facilidad que otras armas, la convertían en un recurso ideal para proteger a los líderes.
Con el surgimiento de las armas de fuego, la alabarda experimentó una pérdida de protagonismo en los campos de batalla. A pesar de adaptaciones con el propósito de adaptarse a las nuevas realidades, como el añadido de púas en las cuchillas para bloquear las bayonetas enemigas, paulatinamente dejó de usarse. En la actualidad se le consideraba una pieza de colección, siendo aún utilizada en ceremonias o representaciones históricas.
