Diferencia entre revisiones de «Necrópolis Cristóbal Colón»

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En febrero de 1987 la necrópolis fue declarada Monumento Nacional por la Resolución 57 del Ministerio de Cultura, atendiendo al carácter excepcional de sus valores entre los que sobresalen exponentes del devenir histórico- social, la arquitectura, la escultura, las artes decorativas y la notable presencia de elementos del imaginario popular, que contribuyen a la definición identitaria de nuestra nacionalidad.
 
En febrero de 1987 la necrópolis fue declarada Monumento Nacional por la Resolución 57 del Ministerio de Cultura, atendiendo al carácter excepcional de sus valores entre los que sobresalen exponentes del devenir histórico- social, la arquitectura, la escultura, las artes decorativas y la notable presencia de elementos del imaginario popular, que contribuyen a la definición identitaria de nuestra nacionalidad.
  
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===Libros de Protocolo y Libros de Inhumaciones===
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Los otorgamientos de parcelas desde 1874 se registraron -como hasta el presente- en los Libros de Protocolos, donde también queda registrado cualquier acto a realizar con las propiedades. En ellos se recoge documentación como la solicitud de parcelación al Arzobispado con las medidas a reservar, el primer propietario y los sucesivos, y las notas de actas explicativas ante cualquier eventualidad o modificación de la titularidad. Existen un total de 52 360 propiedades registradas en el cementerio de Colón. Una colección no menos importante que los citados Libros de Protocolo, son los Libros de Inhumaciones que se encuentran en el archivo del cementerio desde 1868, mucho antes incluso que el nacimiento de la propia necrópolis. Se encontraban separados en Libros de Blancos y Libros de Pardos y Morenos, hasta el año 1924 en que se unifican. En ellos se recogen la fecha de inhumación y todos los datos de la persona fallecida. Constituyen una importante fuente de referencia para cualquier investigación social, política, histórica, estadística, etnográfica y genealógica.
  
 
== Características  ==
 
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Revisión del 10:56 18 ene 2017

Necrópolis de Cristóbal Colón
Información sobre la plantilla
Institución con sede en Cuba Bandera de Cuba
Entradadelcementeriodeclb6.jpg
El cementerio más importante de Cuba
Fundación:1854
País:Cuba Bandera de Cuba
Sede:La Habana
Dirección:La Habana

Necrópolis Cristóbal Colón. Grandioso conjunto urbano funerario, posee más de 130 años de existencia. Es el mayor de los 21 cementerios existentes en La Habana. Fue declarado Monumento Nacional por Resolución de 18 de febrero de 1987.

Tiene 57 hectáreas, es uno de los cementerios más importante del país por sus valores artísticos-culturales, arquitectónicos e históricos.

Historia

Antecedentes

Aproximadamente por tres siglos, desde la fundación en el siglo XVI de la Villa de San Cristóbal de La Habana, prevaleció en la ciudad la idea de enterrar en las iglesias, aunque se abrieron cementerios provisionales cuando había necesidad, por ejemplo, ante una gran epidemia. En abril de 1804 una Real Orden prohibía la inhumación en las iglesias y dictaba la edificación de cementerios fuera de las ciudades.

El primer cementerio construido en La Habana fue resultado de las ideas y el impulso del Obispo Juan José Díaz de Espada y Landa. Se llamó Cementerio General de La Habana, o, en honor a su fundador, “Cementerio de Espada”. Se levantó extramuros, en un terreno situado al Oeste de la ciudad, en las inmediaciones de la caleta de San Lázaro. Se amplió con los años, llegando a tener una extensión total de 43,215 varas cuadradas. Estaba dividido en cinco patios, y las características del terreno conllevaron a que se sepultara en nichos emparedados y cubiertos con lápidas, que constan entre las primeras obras de carácter funerario producidas en La Habana. En septiembre de 1878 se ordenó su clausura, pues ya resultaba insuficiente para la creciente cantidad de enterramientos. En 1901, se comenzaron a trasladar todos los restos que allí quedaban hacia el cementerio de Colón. Durante la Segunda Intervención Norteamericana, en 1908, el Gobernador Militar Norteamericano Charles Magoon ordenó la demolición de los muros del Cementerio de Espada, aún en pie. Luego el terreno fue vendido y urbanizado.

Locación y proyecto del nuevo cementerio

En 1854 el Gobernador General de Cuba Marqués de Pezuela, consciente de las limitaciones espaciales del Cementerio de Espada, concibió la idea de construir un nuevo cementerio en La Habana, de mayores proporciones y prestancia. Su proyecto implicaba el traslado de los restos del Almirante Cristóbal Colón para el nuevo emplazamiento, que se nombraría en su honor. Al ser el relevado de su cargo la idea cayó en el olvido, hasta 1858, cuando a iniciativa de los señores José Bruzón y José Silverio Jorrín, concejales del Ayuntamiento de La Habana, se retomó y nombró una comisión para elegir el terreno donde se levantaría.

El espacio seleccionado fue un cuadrado al lado en la falda Oeste del Castillo del Príncipe, una decisión que no satisfizo a las autoridades militares, que alegaban obstruiría la defensa en esa parte de la ciudad. El Obispado de La Habana también entró en desacuerdo con la propuesta del Ayuntamiento, pues consideraba que las obras de un cementerio de carácter católico eran su competencia. Luego de varios litigios se determinó que el derecho correspondía al Obispado, y por un Real Decreto, publicado en la Gaceta el 28 de junio de 1866, se daba la autorización para que, previo acuerdo con las autoridades civiles y sanitarias para la elección del lugar,se realizara la obra. Con este fin se nombró una comisión de funcionarios civiles, ingenieros y médicos, que desecharon el espacio próximo al Castillo del Príncipe escogido en 1858, y seleccionaron un rectángulo de tierra al poniente de la loma de los Jesuitas, idea del Obispo Dr. Fray Jacinto Martínez.

Hasta el 14 de junio de 1869 se habían adquirido para la nueva necrópolis 1284 cordeles de tierra pertenecientes a las estancias “La Currita” de Mercedes Muñoz, “La Baeza” de Carlos Baeza, y “La Noria” de los herederos de Gertrudis Rey. La forma de estas tierras era irregular y no se prestaba a la cuadriculación que requería el campo santo, por lo que se adquirieron 79´68 cordeles de la finca “La Campana”, 108´16 de “La Portuguesa” y 121´25 de “Las Torres”, las fincas aledañas. Esta sucesiva adquisición de terrenos ocurrió por convenio y/o expropiación forzosa. En parte de los terrenos de la estancia “La Currita” se habilitó un cementerio provisional, cercado de tablas y llamado cementerio de “San Antonio Chiquito” (estaba ubicado en parte de lo que es hoy el cuartel N. E.), donde se sepultaron las numerosas víctimas de la epidemia de cólera-morbus que afectó a La Habana en 1868, según consta en los primeros libros de entierro conservados en el Archivo de la propia necrópolis. [1]

En noviembre de 1870 la Junta de Cementerios, formada desde 1866, acordó abrir un concurso público para la construcción del Cementerio Cristóbal Colón, al que se presentaron siete proyectos, y el 17 de julio de 1871 se declaró ganador el señalado con el lema: “Pallida mors aequo pulsat pede tabernas pauperum regnum que turres” (La pálida muerte entra por igual en las cabañas que en los palacios de los reyes), suscrito por el arquitecto Calixto Aureliano de Loira y Cardoso, graduado de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando de Madrid. Según este proyecto la necrópolis se levantaría originalmente en una superficie rectangular de 504 458, 22m cuadrados, dividido en una gran cruz central que abarcaría todo el rectángulo, más cuatro cruces menores en los espacios comprendidos entre los brazos de la gran cruz central y las tapias, más los cuadriláteros que ocuparían el resto del espacio disponible .[2]

Obras constructivas

El 30 de octubre de 1871 quedó inaugurada la construcción con la colocación de la primera piedra, y el día 22 de noviembre comenzaron las obras.

Siguiendo el proyecto de Calixto de Loira, los trabajos se dividieron en cuatro lotes:

  1. Muro perimetral (comprendía las cercas, la calzada frente a la parte norte del cementerio y el desmonte del terreno)
  2. Viabilidad y arbolado (incluía la pavimentación de las calles y el arbolado)
  3. Portadas (norte y sur) y edificios
  4. Capilla Central

Luego de 15 años de trabajo, las obras constructivas del Cementerio de Colón quedaron terminadas en noviembre de 1886 en sus partes fundamentales, y en la Gaceta del 6 al 8 de ese mes se notificaba como abierto al público.

Ampliación del cementerio

Cuando comenzó a idearse el Cementerio de Colón, a mediados del siglo XIX, se creó un Reglamento para su ordenación interna, que contemplaba la llamada Ley de Zona Cementerial, una disposición sanitaria que prohibía construir dentro de los 1000 metros a partir de las tapias.

En el siglo XX, esta Ley de Zona constituía un impedimento legal a la expansión de la ciudad, que había crecido considerablemente, y frenaba cualquier intento de ampliar la necrópolis. Por esto, por Decreto de 16 de septiembre de 1921 se modificó lo contemplado en las Ordenanzas Sanitarias, permitiéndose construir dentro de la zona de los 1000 metros en torno al cementerio. Así en 1922 se proyectó la ampliación del cementerio por su parte Este, con un área dedicada a las inhumaciones temporales y a depósitos de restos. El primero de julio de 1924 se abrió al servicio público.

Con esta ampliación la superficie general del cementerio aumentó a 560, 000m². En la década del 40 del siglo XX se derribó el muro que dividía la zona de epidemiados y no católicos (al oeste) del resto del cementerio, con lo que se completó la imagen actual del recinto.

Nacionalización e intervención

Luego del triunfo de la Revolución en enero de 1959 se procedió a la intervención de la necrópolis, por Resolución 259 del Gobierno Revolucionario, con el objetivo de poner fin a las prácticas discriminatorias hacia las personas de menores ingresos y con el carácter lucrativo que hasta entonces había funcionado la institución.

Esta medida se vio reforzada el 13 de julio de 1967 con la nacionalización del cementerio mediante la Resolución 163, destinada a eliminar la privatización de los servicios sociales que prestaba esta entidad.

Declaratoria de Monumento Nacional

En febrero de 1987 la necrópolis fue declarada Monumento Nacional por la Resolución 57 del Ministerio de Cultura, atendiendo al carácter excepcional de sus valores entre los que sobresalen exponentes del devenir histórico- social, la arquitectura, la escultura, las artes decorativas y la notable presencia de elementos del imaginario popular, que contribuyen a la definición identitaria de nuestra nacionalidad.

Libros de Protocolo y Libros de Inhumaciones

Los otorgamientos de parcelas desde 1874 se registraron -como hasta el presente- en los Libros de Protocolos, donde también queda registrado cualquier acto a realizar con las propiedades. En ellos se recoge documentación como la solicitud de parcelación al Arzobispado con las medidas a reservar, el primer propietario y los sucesivos, y las notas de actas explicativas ante cualquier eventualidad o modificación de la titularidad. Existen un total de 52 360 propiedades registradas en el cementerio de Colón. Una colección no menos importante que los citados Libros de Protocolo, son los Libros de Inhumaciones que se encuentran en el archivo del cementerio desde 1868, mucho antes incluso que el nacimiento de la propia necrópolis. Se encontraban separados en Libros de Blancos y Libros de Pardos y Morenos, hasta el año 1924 en que se unifican. En ellos se recogen la fecha de inhumación y todos los datos de la persona fallecida. Constituyen una importante fuente de referencia para cualquier investigación social, política, histórica, estadística, etnográfica y genealógica.

Características

Archivo:Colon Cemetery Havana.jpg
Una de las tumbas que forma parte de la riqueza arquitectónica de la Necrópolis de Colón
Su entrada se caracteriza por un monumento escultórico en su tope, de mármol de Carrara, de 34 m de longitud por 21,66 m de altura. El conjunto representa las Virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Esta portada es obra del arquitecto español Calixto de Loira. Los relieves y las esculturas en mármol de Carrara son del cubano José Vilalta de Saavedra.

Al traspasar la gigantesca portada de estilo bizantino, dos amplias avenidas, llamadas de norte a sur Cristóbal Colón y Obispo de Espada, y de este a oeste Fray Jacinto, sirven de marcador principal para la división del cementerio en cuatro áreas, llamadas en sus inicios cuarteles. Su estructura es rectangular en forma de campamento romano y está compuesto por una retícula de calles, manzanas y lotes.

En la Necrópolis Cristóbal Colón, numerosos panteones son recreación a escala de las mansiones coloniales de sus dueños originales en otras épocas. Los arcos, las cúpulas, y los característicos vitrales de su magnificente arquitectura decoran las construcciones funerarias artísticamente.

Esas obras constituyen una de las características más notables del camposanto, ejecutadas en los variados estilos arquitectónicos y materiales, de acuerdo con la fecha de construcción y la posición económica del fallecido. Junto a los mausoleos erigidos por los magnates en la república, las familias más modestas fueron colocando sus tumbas.

Verdadero monumento arquitectónico de la antigüedad, la necrópolis cuenta además con el honor de ser el único cementerio americano dedicado a Cristóbal Colón, gran navegante y descubridor de la Isla y de otros importantes destinos en el continente americano.

El lugar se caracteriza por la profusión de mármol de Carrara, granito y pizarras.
Monumento en el panteón de los bomberos
Centenares de sitios de esas condiciones se localizan distribuidos entre los diferentes cuartones del cementerio, muchos de ellos dedicados no sólo a personalidades individuales, sino a sociedades de beneficencia o importantes instituciones, como es el caso del panteón de las Fuerzas Armadas.

Si impresionantes son las construcciones, no menos formidables resultan sus estatuas, como el conjunto escultórico dedicado a un grupo de bomberos muertos trágicamente en 1890 en acto de servicio en el Fuego en la ferretería Isasi. Esta obra funeraria de unos diez metros de alto, obra del escultor español Agustín Querol Subirats, representa a los bomberos fallecidos con sus verdaderos rostros. Como elemento significativo, al no encontrarse foto alguna de uno de ellos en el que inspirarse, el propio escultor, en un gesto muy de acuerdo con el romanticismo de la época, le prestó su propia apariencia. Y aumentó así el efecto del acto heroico de los bomberos.

Símbolos irrepetibles atraen a los visitantes al cementerio, caracterizado por la constante presencia de antorchas invertidas que recuerdan el término de la existencia humana, acompañadas de ramas de laurel y de relojes de arena alados, los cuales marcan con el descenso de sus granos lo irreversible de la vida terrenal.

La tumba más visitada es la de Amelia Goire de la Hoz, una dama de la alta sociedad, que ahora se le conoce como "La Milagrosa".

Ubicación

Está situado en la esquina de la Calzada de Zapata y Calle 12, en el barrio El Vedado de la ciudad de La Habana.

Curiosidades de la Necrópolis

La sepultura de la verdadera Cecilia Valdés

Durante años, investigadores de la literatura cubana elucubraron la posible existencia real de una mulata de belleza incomparable, quien le sirvió de inspiración a Cirilo Villaverde para esbozar el personaje de Cecilia Valdés, en la novela homónima que a mediados del siglo pasado lo llevó a la fama.

La obra relata la historia del amor que le profesara la joven a una especie de "Play boy" de la alta sociedad habanera de entonces, hijo de un rico comerciante. Como trasfondo de la trama amorosa, Villaverde refleja de manera descarnada la hipocresía social reinante y la brutalidad de la esclavitud y el racismo, bajo el cual sucumbe finalmente la pureza de sentimientos de los enamorados.

Hace algún tiempo, después de una denodada búsqueda que demoró largos años, un investigador del archivo de la necrópolis y un periodista, encontraron la perdida Sepultura de Cecilia. Quedó probada así la existencia real del personaje principal de la novela cubana más importante del último periodo de la Colonia.

Uno de los Epitafios más hermosos

Uno de los Epitafios más hermosos de la Necrópolis está escrito sobre la tumba de dos seres buenos que se profesaban un amor, que trascendió más allá de la muerte. Dice así:

"Bondadoso caminante, abstrae tu mente del ingrato mundo unos momentos, y dedica un pensamiento de amor y paz a estos dos seres a quienes el destino tronchó su felicidad terrenal y cuyos restos mortales reposan para siempre en esta sepultura, cumpliendo un sagrado juramento te damos las gracias desde lo eterno:"Margarita y Modesto".

Cuentan los sepultureros más viejos, que Margarita fue la primera en morir. Modesto, durante años iba día tras día, vestido con elegante traje negro, para dedicarle a su amada un concierto de violín que duraba horas y horas, tal parecía que la música del instrumento, sino del corazón mismo del anciano...

Referencias

Fuentes