Centro Habana

Plantilla:TerritorioCentro Habana municipio ubicado en la parte norte y central de la provincia Ciudad de La Habana. Como su nombre lo indica, es La Habana del centro, no es la vieja Habana, ni la moderna, es la ciudad intermedia, la ciudad de transición.

Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo dar una visión sintetizada del devenir histórico de los territorios que conformaron a posteriori el municipio de Centro Habana, creado en 1976 de acuerdo a la Ley 1304, precedida esta estructura por la Resolución sobre la división político- administrativa del país que adoptó el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba celebrado del 17 al 22 de diciembre de 1975. Como antecedente inmediato de este municipio se encuentra la existencia de la región de Centro Habana entre 1963 y 1976 como desprendimiento del antiguo municipio de La Habana.

Centro Habana surgía así como un nuevo municipio de los quince que integraron la nueva provincia de Ciudad de La Habana. Este municipio capitalino, hunde sus raíces en los primeros años de la colonización española, en las vicisitudes de la villa de San Cristóbal de La Habana, fundada y trasladada varias veces de sitio entre 1514 y 1519. No en vano es el Torreón de San Lázaro, construcción antigua que data de 1664, el símbolo del municipio.


Breve reseña histórica

Los asentamientos poblacionales del hoy municipio Centro Habana datan de los primeros años coloniales; están estrechamente vinculados a la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana (1514-1519), cuya posición privilegiada como llave del Golfo de México despierta la codicia del mundo europeo, expresada en los constantes ataques de corsarios y piratas; como el que realiza el 10 de julio de 1555, Jacques de Sores. Posteriormente se construyó el cinturón amurallado (1667-1680) dividiendo a la ciudad en dos zonas bien definidas: intramuros y extramuros.

La fundación original de la ciudad ocurrió en la primera mitad del año 1514, al sur de la actual provincia de La Habana, por la desembarcadora del Río Onicajinal. Fue la quinta villa creada. Aquel establecimiento estuvo a cargo de Don Pánfilo de Narváez, por orden de Don Diego Velásquez.

El último y definitivo asentamiento debió consolidarse en 1519, en torno al Puerto de Carenas (de La Habana). Según el mito coincidente con el día santoral dedicado a San Cristóbal.

Origen Del Nombre Del Municipio

Antes de 1962 ningún municipio, barrio, zona o localidad se conocía con el nombre de Centro Habana. El territorio que hoy corresponde a este municipio formaba parte del llamado municipio de La Habana que abarcaba además, el área íntegra de lo que hoy son los municipios de La Habana Vieja, Cerro, Plaza de la Revolución y 10 de Octubre, así como parte de Arroyo Naranjo, una parte de Boyeros y otra de Regla. En 1962 se presentó un proyecto de nueva división político-administrativa del país en el cual se proponía la desintegración del municipio de La Habana, su división en varias regiones o regionales y su integración a la llamada Habana Metropolitana. Así apareció por vez primera la denominación “Centro Habana” para designar a un espacio territorial. Esa división se aplicó con carácter experimental en 1963 y se oficializó por acuerdo del Consejo de Ministros al año siguiente. La región o el regional de Centro Habana era mucho más grande que el actual municipio y se componía de varios seccionales. En 1976, al adoptar la república una nueva división político- administrativa, la región de Centro Habana se propone dividir en dos municipios que se denominarían Centro Habana Norte y Centro Habana Vieja, además de ceder el barrio de Atarés al nuevo municipio del Cerro. Finalmente, la Ley 1304 que estableció los nombres definitivos de los municipios los denominaría Centro Habana y La Habana Vieja, respectivamente. El nombre del regional creado en 1963 se debe a que ese territorio forma parte del centro tradicional de la capital Cubana y a la vez es su principal centro comercial y de servicios lo cual es válido para el nuevo municipio surgido en 1976.

En la Actualidad

Antes de 1962 ningún municipio, barrio, zona o localidad se conocía con el nombre de Centro Habana. El territorio que hoy corresponde a este municipio formaba parte del llamado municipio de La Habana que abarcaba además, el área íntegra de lo que hoy son los municipios de La Habana Vieja, Cerro, Plaza de la Revolución y Diez de Octubre, así como parte de Arroyo Naranjo, una parte de Boyeros y otra de Regla.

En 1962 se presentó un proyecto de nueva división político-administrativa del país en el cual se proponía la desintegración del municipio de La Habana, su división en varias regiones o regionales y su integración a la llamada Habana Metropolitana. Así apareció por vez primera la denominación “Centro Habana” para designar a un espacio territorial.

Esa división se aplicó con carácter experimental en 1963 y se oficializó por acuerdo del Consejo de Ministros al año siguiente.

La región o el regional de Centro Habana era mucho más grande que el actual municipio y se componía de varios seccionales.

En 1976, al adoptar la república una nueva división político- administrativa, la región de Centro Habana se propone dividir en dos municipios que se denominarían Centro Habana Norte y Centro Habana Vieja, además de ceder el barrio de Atarés al nuevo municipio del Cerro. Finalmente, la Ley 1304 que estableció los nombres definitivos de los municipios los denominaría Centro Habana y La Habana Vieja, respectivamente.

El nombre del regional creado en 1963 se debe a que ese territorio forma parte del centro tradicional de la capital Cubana y a la vez es su principal centro comercial y de servicios lo cual es válido para el nuevo municipio surgido en 1976.

Situación Geográfica

Centro Habana tiene una extensión territorial de 3,42 kilómetros cuadrados lo cual representa sólo el 0,47 % del territorio de toda la provincia de Ciudad de La Habana, siendo el más pequeño de los quince municipios que integran la provincia y a la vez el más densamente poblado. Es un territorio totalmente urbanizado, contando con 514 manzanas y muy pocos espacios libres.

Se ubica en la parte norte y central de la provincia, al oeste de la Bahía de La Habana. Tiene como límite norte, el litoral del Estrecho de La Florida; al sur, el municipio del Cerro; al este, el municipio de La Habana Vieja y al oeste, el de Plaza de la Revolución.

Los derroteros de sus límites son, de acuerdo al Artículo 2 de la Ley 18, “Ley de los límites territoriales de las provincias y municipios”, de Junio de 1978, los siguientes: "A partir de la intersección de la Avenida del Malecón, Castillo de La Punta, (C-LHV – CH), toma por el borde oeste del Paseo José Martí, con rumbo sur, hasta la calle San José (LHV – CH – 1), la que continúa, por su borde norte y rumbo oeste, hasta la calle Industria (LHV- CH –2), la que toma por su borde oeste y rumbo sur hasta la Calzada de Monte (LHV - CH –3); continúa por esta, con rumbo suroeste y borde noroeste, hasta la calle Manglar (LHV – CE – CH); continúa por esta, por su borde sur y rumbo oeste, hasta la intersección con la Avenida Salvador Allende (CH –
CH – PZ); continúa por la calle Infanta, con rumbo noroeste hasta la Avenida del Malecón (C- CH – PZ).”

Geografía física

Centro Habana presenta un relieve llano, con varios niveles de terrazas y diferentes formaciones (Jaimanitas, Vía Blanca y Peñalver).

El paisaje de terrazas, se encuentra altamente urbanizado y pertenece a las Alturas Habana- Matanzas, encontrándose también paisajes de llanura sumergida de la plataforma insular, del tipo abrasivo acumulativo con cobertura vegetal sobre depósitos de arena y fango, ocasionalmente desnuda y débil cobertura vegetal sobre fango carbonatado; llanuras secas y medianamente secas y llanuras abrasivo- acumulativas formadas por rocas sedimentarias carbonatadas depositadas.

Hidrografía

Carece de ríos y arroyos.

Clima

El clima es tropical con una estación de seca y otra de lluvia; sus temperaturas son altas (de 24 a 27 grados centígrados), es determinante la gran radiación solar que incide sobre la superficie produciendo cambios de temperatura en ella (isla de calor). El comportamiento de las precipitaciones es de 1 200 a 1 400 milímetros.

Es afectado por el viento del nordeste y del norte (con la entrada de los frentes fríos que producen las lluvias ácidas); mientras que en la costa afecta la brisa y el terral. Durante el verano, es afectado por los ciclones tropicales y huracanes.

Las rocas son de tipo calizas- coralinas, arrecifes, margas, areniscas, calizas, arcillas, conglomerados y carbonatadas. El Carso es llano (litoral y con fenómenos cársicos superficiales menos frecuentes). Las costas son dentadas, abrasivas y abrasivas acumulativas. Los suelos son de los tipos fersolíticos-pardos-rojizos, húmedos, carbonatados, carbonatados-arcillosos y esqueléticos, ferrolíticos rojos sobre calizas y cenagosos (transformados en su mayoría, por el hombre).

Flora y fauna

La vegetación es seminatural (secundaria), comunidades de herbazales con aislados arbustos (ceibas, majaguas, entre otros), de origen antrópico 97%. La fauna es de insectos, reptiles, roedores, gorriones y otros no tan abundantes.

Actividades económicas

La actividad económica de Centro Habana se basa en el comercio, servicios, turismo y una industria fundamentada en las confecciones textiles, materiales higiénico-sanitarios, reactivos químicos, tabaco torcido, ampolletas, libros, libretas y folletos, concentrado de bebidas, licores y refrescos, láminas y piezas para la industria electrónica.

Entre las entidades más importantes que radican en el territorio se encuentran: ETECSA, el MINBAS, TICONS, Integración Poligráfica, Taller ¨Emilio Ayala Molina¨, Coral Negro y Arte Negro, la CTC Nacional, Radio Progreso, Radio Habana-Cuba y las Fábricas de Tabaco: “José Martí", Carlos Baliño, Antonio Briones Montoto y otras.

Es un municipio eminentemente comercial con 133 entidades que comercializan en divisas libremente convertibles, 92 unidades que ofertan servicios básicos personales a la población y 496 unidades pertenecientes a la Empresa de comercio y gastronomía.

La producción mercantil, al cierre del año 2002, fue de 1 786,5 MMP y la fuerza de trabajo en las diferentes categorías ocupacionales se comporta de la siguiente manera: El comercio y los servicios es la actividad económica fundamental de Centro Habana, característica que le resulta histórica pues desde el Siglo XIX constituye el principal centro comercial capitalino.

Demografía

Es integrante del centro tradicional de la ciudad, conjuntamente con el municipio Habana Vieja. Es el municipio más pequeño con una extensión superficial de 3,5 Km². Está integrado por cinco Consejos Populares: Cayo Hueso, Dragones, Los Sitios, Colón y Pueblo Nuevo, con un total de 99 circunscripciones, una de ellas especial.

Tiene una población de 158 763 habitantes. Es el más densamente poblado con 45 360,9 habitantes por km².

Este municipio es uno de los densamente poblados del país. La población femenina predomina sobre la masculina en un 54% y en cuanto a los grupos etáreos, la población adulta resulta mayoritaria siendo Centro Habana uno de los municipios más envejecidos del país, contando con 33 709 adultos mayores, lo que representa el 22% de la población.

Al crearse el municipio en 1976 contaba con una población de 138 778 habitantes por lo que ha crecido en 12 099 personas en 25 años, en una proporción de 483,96 personas anuales como promedio.

Salud

El territorio cuenta con dos importantes hospitales, uno de ellos, el municipal “Freyre de Andrade” conocido por Emergencias, que fue establecido en 1920, ubicado en la Avenida Salvador Allende (antigua Avenida Carlos III). Ejemplo.jpg

El otro hospital es el “Hermanos Ameijeiras” inaugurado en 1982. En este hospital se realizaron los primeros trasplantes de corazón efectuados en Cuba. Ejemplo.jpg

También se encuentran en Centro Habana el Instituto de Higiene y Epidemiología , el Instituto de Nutrición y la Empresa de Productos Biológicos ¨Carlos J. Finlay¨ y Zoonosis. El municipio cuenta con cinco policlínicos, una clínica estomatológica, una unidad de Higiene y Epidemiología, un hogar materno, cinco casas de abuelos, una clínica del dolor y un Centro Geriátrico. SALUD Y ASISTENCIA MÉDICA El territorio centrohabanero hereda de la colonia tres importantes instituciones: Hospital de San Lázaro (Marina y San Lázaro), la Casa de Maternidad y Beneficencia (San Lázaro y Belascoaín), y el Laboratorio de Lectoloçiía y Bacterioloçía, fundado por el Dr. June Santos Fernández, que se convierte en el primer Centro de Vacunación Antirrábica y Antidiftérica en Cuba. La docencia médica local comenzó en la temprana fecha del 19 de noviembre de 1900 en que los profesores Cirilo Yarini, Pedro Calvo, y Marcelino Weiss, fundan la Escuela de Ciruçiía Dental (Belascoaín y Zanja). Fue la primera de su tipo en Latinoamérica y una de las diez primeras en todo el mundo. Estuvo en principio adscripta a la Escuela de Medicina y Farmacia, pero al incrementar sus cátedras adquirió rango propio como Facultad de Odontología de la Universidad de La Habana. El leproso río de San Lázaro fue trasladado en 1907 hacia otro edificio en el Mariel, y luego definitivamente para El Rincón. Mientras, el antiguo Cementerio de Espada era demolido al año siguiente. El espacio que se liberaba condicionó que pudiera proyectarse el Monumento y el Parque de Maceo, así como la ampliación del barrio de San Lázaro que -como vimos -da lugar al nuevo barrio de Cayo Hueso en 1912. El general Fernando Freyre de Andrade el 1ro de abril de aquel mismo año, propuso la construcción del Hospital Municipal de La Habana. Se edificó en un área de 4,5000 metros2 en la manzana comprendida entre las calles: Avenida de Carlos III, Hospital, Jesús Peregrino y Espada. Se ejecutó a un costo de 736,781 pesos y aunque después se continúo su ampliación- fue inaugurado oficialmente el 18 de octubre de 1916. Contaba con servicios de: Pediatría, cirugía, laringología, Oftalmología. Estomatología. Hidroterapia. Laboratorio Clínico, Radiografía y Sala de Autopsias. Se diseñó con ocho salas con capacidad para 120 camas. El servicio de Emergencia, Obstétrico, Dental y de funciones de Casa de Socorro en la demarcación, sería el más notorio del centro, con un pintoresco servicio de ambulancias de tracción animal. La jefatura de Sanidad Municipal se insertó en la planta baja del hospital, junto al Servicio de Farmacia, biblioteca, salón de conferencia. Relativamente áreas de allí, en Belascoaín entre Estrella y Maloja, se construyó el edificio donde estarían las oficinas rectoras de la Salud Pública a nivel Nacional. Junta Superior de Sanidad fue el nombre que tuvo en principio el Ministerio, que estuvo prendido por el Dr. Carlos J Finlay Barrés. En honor a su memoria, enfrente se construyó el parque que lleva su nombre. El Dr. Enrique Barnet sería quien dictó el primer Código Sanitario de Cuba, por eso y por su fecunda labor como Secretario de Sanidad y Beneficencia, a la calle Estrella colindante con el edificio Central de Salud, se le denominaría: “Enrique Barnert”. Caracterizada Centro Habana por su multiplicidad y variedad de publicaciones, no podía quedan atrás en esta materia. Desde 1913 en la calle Salud No. 64, se comenzó a editar el Boletín Médico Municipal de La Habana. Por aquellos tiempos también la revista Archivo de Medicina Mental (San Miguel43-A). En las décadas siguientes se incrementarían las publicaciones, incluyendo el reconocido Avance Medical (San Lázaro No. 113) Las lluvias de octubre de 1916 desatan fuertes brotes epidémicos de influencia, paludismo y fiebre tifoidea en la ciudad. La Secretaría de Sanidad y Beneficencia adopta un conjunto de medidas contra el mosquito transmisor, entre ella la clausura del Mercado de Tacón o Plaza del Vapor, debido a su estado sanitario. Otro de los problemas epidémicos críticos en la localidad lo fueron las enfermedades venéreas, sobre todo debido a los prostíbulos del barrio de Colón. En Campanario No. 1060 se construye el dispensario Municipal “Joaquín Albarán” (39) Desde 1928 esta entidad comenzó a promover medidas profilácticas, asumiendo también los servicios concretos que en este campo cumplía la Casa de Socorros del Cerro. Igualmente el Dispensario asumió el Servicio de Enfermedades en la Piel que desde 1921 atendía el Hospital Municipal. Llamado ya por aquel entonces “de Emergencias”. En mayo de 1934 el centro de la calle Campanario fue mejor dotado, convirtiéndose en el Instituto Municipal de Profilaxis Venérea de La Habana. Antes de la clausura coyuntural de los prostíbulos de Colón tenían expedientados más de 200 mil hojas clínicas. El Instituto Nacional de Higiene (Infanta y Crucero FFCC) se inaugura en 1944. Bajo la dirección del Dr. Moisés Checliak se organizan nuevas batidas contra el mosquito, incluyendo la petrolización, desinfección y zanjeo. Esta entidad asume muchas de las funciones propias de Beneficencia Social, incluyendo la recogida de animales en la vía pública y el Servicio de Limpieza de Calles. Al Instituto “Carlos J Finlay” (Infanta y Santa Marta), constituido casi contemporáneamente con el de Higiene y colindantes, retoma las importante funciones investigativas, de profilaxis y de vacunación que desarrollo el primigenio laboratorio del Dr. Santos Fernándes. Sus especialistas laboraron arduamente en investigaciones en torno a diversas enfermedades, incluyendo la difteria y la poliomielitis, que vieron su fruto con la Revolución. Por aquellos tiempos lograron desarrollar campañas de vacunación de limitado alcance como la vacunación antinómica. La entidad desarrollo además otras muchas tareas, incluyendo la capacitación de personal de salud, a atención a sectores humildes y la creación de un comité para la rehabilitación de marginales en los llamados “Barrios de indigentes”. Durante la década del cincuenta se registra la existencia de varias entidades privadas de carácter benéfico relacionados con la salud, y la asistencia social, como los casos del Instituto del Niño (Carlos III No. 559 y Marqués González), la Institución Pro-Vida (Neptuno No. 303) de carácter naturalista, la sociedad de Estudios Clínicos de La Habana (Manrique No 412), así como organizaciones profesionales como el Colegio Nacional de Enfermeros de Cuba (Nueva del Pilar No. 53) y el Colegio Optometrista Nacional (Belascoaín No. 103). Surgen clínicas mutualistas como la Cooperativa Médica de Dependientes (Reina No. 255) y curiosamente, otros centros de salud se incorporan a la Avenida de Carlos III: La Policlínica Cruz Blanca (Carlos III No. 562), el Instituto Clínico Santa Bárbara (Carlos III No. 609) y la Clínica “ Nuestra Señora del Amparo” (Carlos III No. 1151). Pero para la atención gratuita y de urgencia a la población en todo el territorio sólo se hallaban el Hospital Municipal de La Habana (Emergencias”) y la Casa de socorros de San Lázaro No. 611.

Educación

La Escuela de Artes y Oficios de La Habana (Belascoaín y Maloja), junto a la Academia San Alejandro y el Conservatorio Municipal de Música de La Habana, fue el más importante centro docente del territorio, en ella se formaron muchos trabajadores técnicos y manuales, en las más diversas y útiles profesiones para brindar su aporte económico y social al país. Hubo programas universitarios que se desarrollan desde edificios centrohabaneros, como el caso de la Academia Arenosa (Infanta # 363, entre Neptuno y San Miguel) donde se impartían Ciencias Comerciales, en coordinación con los planes docentes de esa facultad en el alto centro docente; Otras entidades ubicadas en la localidad y vinculadas a la enseñanza superior fueron: La Agrupación Católica Universitaria (San Miguel 1111) y la Confederación Nacional de Profesores Universitarios (Maceo # 307). Como en la universidad había la posibilidad de presentarse a exámenes de ingreso sin ostentar él titulo de bachillerato, determinadas escuelas se dedicaron a preparar a estudiantes aventajados a través de cursos introductorios. La Academia Newton (San Lázaro casi esquina a Aguila) fue uno de aquellos planteles. Su director fue el ingeniero español Tomás Segoviano de Ampudia. Aunque el edificio era un viejo caserón, disponía de un buen colectivo de profesores, incluyendo al poeta mexicano Salvador Díaz Mirón, a cargo de las cátedras de Literatura e Historias. Había sido amigo de José Martí y contribuyo a la formación política de los jóvenes, trasmitiéndoles su identidad con nuestro Apóstol y sus experiencias sobre la Revolución Mexicana. Entre los alumnos de aquella academia estaría Julio Antonio Mella. La existencia de la zona comercial centro habanera debió condicionar la aparición de infinidad de centros docentes de carácter privado, relacionado con la contabilidad, los idiomas, mecanografía y taquigrafía y artes comerciales en general. Desde 1907 se constituye la Academia Morales (San Rafael # 1055), donde se impartían cursos de secretaría comercial. Entre los más importantes escuelas del ramo en la localidad pudieran citarse: La Fremont College (Manrique # 110), La Havana Business Academy, que tuvo numerosas filiales en toda la ciudad, entre ellas en Infanta # 102, Amistad y Neptuno, y Amistad # 180, La Academia Adams (Neptuno # 452), La Specialty Business College (San Miguel # 260), La Pitman Academy (San Nicolás # 309) y La Academia Central de Comercio (Aguila # 664 y Estrella).

El territorio agrupa también escuelas de las más diversas especialidades. En Corte y Costura se generó una competencia entre los siguientes centros: La Academia de Sastres Cortadores “Gentelman Milady” (San Rafael # 562); La Celia Canto Rico (Valle # 15), La Academia Central de Corte y Costura (San Lázaro # 1009), El Dorothy Robuthan (Amistad # 311), El Colegio Nacional de Profesores de Corte y Costura (San Carlos # 915 entre Desagüe y Benjumeda). En escuelas de automovilismo hubo una tetralogía local: la Academia Nacional de Choferes (San Lázaro # 704), La Cuba (Nueva del Pilar # 55), La Moderna, y La Cubana de Automovilismo (Consulado # 103). Hubo varias escuelas de electrónica entre ellas: Radio Instituto Internacional (Aguila # 169) y la Escuela Cubana de Radio (San Rafael #773). También pequeñas escuelitas de peluquerías y otras, muchas veces con nombres rimbombantes, pero que en realidad el espacio era solo un aula, ubicada en el cuarto ó la sala de una casa particular. El Sistema de Enseñanza Estatal aportó la Escuela Municipal de Kindergarterns de La Habana (San Lázaro # 682), así como un total de treces planteles públicos de primaria y secundaria. De las escuelas primarias superiores, las dos estuvieron en la calle San Lázaro, números 201 y 667. De primarias dispuso las siguientes: Belascoaín # 1102, Rayo # 414, Desagüe # 454, Zanja # 314, Escobar # 572, Campanario # 960, Estrella # 908, Oquendo # 860 y en la calle Salud hubo tres escuelas las correspondientes a los números: 257,310, y 623. Entre las escuelas privadas de enseñanza básica se distinguieron, desde comienzos de la República, los colegios. “El Angel de la Guarda” (Carlos III # 553), fundado por Mariana Lola Alvarez en 1902, el “San Meliton” (San Nicolás # 23, antiguo) y en 1912 surge el Amelia de Vera (Galiano # 20), que tuvo una revista propia. En los años veinte sobresalen la Escuela Politécnica Nacional (San Rafael # 101) y el Colegio Santo Tomás (Reina #78), Posteriormente se registran centros como el Instituto Panamericano (Hospital #711), el Dalton (Maloja #14), el “Corominas de Hernández” (Neptuno # 667) y la Academia Rabiña (Neptuno y Manrique). De los colegios religiosos serían notorios: El Convento “La Inmaculada” (San Lázaro # 805), la Escuela Pía de La Habana (San Rafael # 360), el Colegio Asilo “Nuestra Señora de la Caridad, de las H.H Oblatas de la Providencia (Lealtad # 609 esquina a Reina) y la Metodista Central (Virtudes #1 52), en la barriada de Colón. Los maestros y profesores organizan en territorio centrohabanero varias organizaciones del sector, entre ellas: La Asociación Educacional de Cuba (San Lázaro # 206), el Colegio de Maestros Normales y Equiparadores de La Habana (Manrique # 65) y en las luchas profesionales crean la Federación Nacional de Retiro Escolar (Gervasio # 311), Ejemplo.jpg El sistema educacional cuenta con 24 círculos infantiles, 26 escuelas de enseñanza primaria, 7 escuelas secundarias, 6 escuelas especiales, una escuela de oficios, un centro politécnico, una escuela de idiomas, un centro de educación de adultos y el Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI). Además cuenta con un Centro de Documentación e Información Pedagógica y un Centro de Diagnóstico y Orientación, para la atención de la población infantil de 0 a 5 años que no se encuentra en los círculos infantiles.

Cultura

Centro Habana cuenta con diferentes instalaciones culturales como: una escuela vocacional de arte (Escuela de Música Amadeo Roldán), la Casa Museo José Lezama Lima, lugar donde vivió el conocido autor de la novela Paradiso durante 47 años. Allí se conservan objetos personales de Lezama y es un museo referativo.

La Casa de la Cultura “Joseito Fernández", antigua casa Alfredo Hornedo y donde radica la biblioteca Municipal "María Villar Buceta”. Cuenta con la Sociedad Económica Amigos del País, una de las instituciones más antiguas de Cuba, donde radica el Instituto de Literatura y Lingüística que posee una biblioteca con documentos históricos de gran valor. El municipio posee tres teatros: el América en Galiano, el cine-teatro Astral, y el teatro Musical.

La presencia en el territorio de la cultura de origen hispánico tiene su expresión en diversas sociedades españolas, representativas de diferentes regiones de España, cuyos naturales y descendientes mantienen viva esta cultura. Lo mismo pasa con las sociedades chinas, que han repercutido grandemente por sus costumbres y tradiciones, tales como la celebración de las distintas fiestas lunares, las comparsas chinas, el arte culinario y sus sociedades de recreación.

Centro Habana celebra la Semana de la Cultura “Gonzalo Roig¨ del 13 al 20 de junio. También las autoridades locales han instituido la medalla Torreón de San Lázaro, que se entrega a personalidades cubanas o extranjeras que contribuyan al mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes. Manifestaciones de la cultura. Instituciones y personalidades El auge de lo vernáculo, de la Cubanía, se desborda con la despedida del régimen colonial español, con todas sus restricciones e inhibiciones culturales. Aflora con mas fuerzas que nunca el ajiaco que durante siglos se estuvo cocinando y que tiene en principio elocuentes expresiones en el teatro Alhambra. Durante las tres primeras décadas del siglo XX el Alhambra y toda la red de teatro y espectáculos dan rienda suelta a la representación de hechos cotidianos y tradiciones que son acogidas con mucho agrado por el público. El teatro vernáculo se convierte en gran medida en el centro de la actividad cultural, absorbiendo a virtuosos artistas e intelectuales procedentes de otras manifestaciones. Literatos de talla de Robreño, o Sánchez Galarriaga se involucran directamente en empresas de teatro, igualmente músicos como Jorge Anckermann, Ernesto Lecuona o Gonzalo Roig. La ambientación de escenarios y la plástica coreográfica también cuenta con el aporte de talentosos especialistas, decoradores y pintores. La danza por su parte, haría las delicias, sobre todo para los hombres con hermosas vedettes y coristas, tanto en los grandes teatros como cines y cabarets. La literatura siempre muy fuerte en el territorio centrohabanero deberá ser motivo de investigaciones mas profundas, sobre todo en la vinculación de los periodistas con las múltiples fuentes periodísticas de la localidad. Igualmente la música que aquí se reseña en un epígrafe vinculada a la danza, como las comparsas, aspecto muy notorio y que pudo ser tratado gracias al aporte de la investigadora Jorgelina Guzmán Moré, así como Israel Díaz, en el caso de los datos biográficos de José Lezama Lima. Observaran que el análisis de la cultura en la localidad centrohabanera esta marcado por el carácter comercial y cosmopolita del territorio. Muchos artistas que llegan a la capital recurren a los múltiples edificios que se construyen aquí, alquilan o se establecen definitivamente, mientras sus viviendas se convierten en focos culturales o enriquecen el que hacer cultural del entorno con sus espacio casi siempre en función del turismo y visitante de todo tipo.

El Teatro, Los Cines Y Los Dramatizados Radiales El “Alhambra” (Consulado y Virtudes) había surgido como teatro de zarzuelas, alternando en la primera Intervención Militar de los Estados Unidos, con variedades del music hall. Al margen de sus antecedentes como “Café Americano” su despegue definitivo como centro cultural se define a finales del año 1900. La obra “El velorio de Pachenco”, llamada originalmente “Tin Tan te comiste un pan”, de Gustavo Robreño y José Mauri, abría el camino al éxito del teatro vernáculo Cubano. Durante las tres primeras décadas de la centuria se estrenan, a teatro lleno, además de zarzuelas; revistas, juguetes y comedias entre otros géneros. El Alhambra se convertía en el cuartel general de los bufos y caricatos Cubanos, lugar donde se expresó con fuerza el decir de la Cubanía en muchas de sus expresiones. Fue laboratorio y factoría de cultura. En el campo propiamente teatral marcó un momento cumbre, como en el campo de la música “el Alhambra fue -sentenció Alejo Carpentier— un verdadero conservatorio de ritmos Cubanos” (19) Todo este movimiento cultural genuinamente Cubano y renovador contó con el apoyo de hombres de negocio, financiamiento y publicidad, pero no solo por amor al arte. Este florecer de la cultura Cubana se insertó en los códigos de la industria del entrenamiento, parte del sistema orquestado en el Centro Comercial de La Habana. Son los tiempos en que el estreno de cartel teatral, sea drama o comedia es de un gran impacto publicitario. 108 El actor Regino López, en su popular personaje de “Cañita” mientras simula estar borracho hace demoledoras críticas en forma de inocentes verdades. Hacen época también otros actores como: Adolfo Colombo, Sergio Acebal, Ramón Espigul y Arquímedes Pous. Y entre las actrices, movilizaban a todo un pueblo masculino: Blanquita Becerra, Luz Gil, Hortensia López; Blanca Vázquez, Consuelo Novoa, Hortensia Valedon y Amalia Sorg. A las vedettes las acompañan rosario de no menos hermosas coristas quienes en sugestivos montajes escénicos y coreografías, atuendos, poca ropas y muchas picardías como mostraban sus atractivas y abundantes carnes. El Teatro Principal de la Comedia (Ánimas No.2, antiguo) es el otro gran coloso aparecido en la cresta del esplendor centrohabanero. El 20 de Octubre de 1921 abre sus puertas con el estreno de la comedia de Galdós “La de San Quintín”. La institución desarrolla una intensa temporada teatral donde por varios años desfiló lo mejor del género en la época. Tres de las primeras actrices alternaban allí con frecuencia: Celia Adams, Enriqueta Sierra y la española Pilar Bermúdez. Estas dos últimas mantienen una rivalidad artística con grupos de fanáticos quienes a veces trocaron pasiones enfrentando cultura Cubana vs. Peninsular. Otro de los teatros punteros que cultivó lo picaresco fue el Verdum (Consulado Nro 214), donde se estrena en 1922 una popular comedia de enredos; el Campoamor (Industria y San José), el Encanto (Neptuno No 19), el Shangai (Zanja Nro 35), considerado el primer teatro con desnudos artísticos; el Cuba (Galiano, entre Neptuno y Concordia), llamado luego Moulin Rouge (Molino Rojo), donde se consagró Arquímedes Pous. Muy cerca de allí, en 1926 estuvo el Teatro Cubano (Neptuno 103, antiguo), llamado luego Regina sala donde participa con mucho éxito la compañía de Ernesto Lecuona. Durante la crisis de 1929-1930 el teatro Cubano se ve duramente afectado sufriendo además los años convulsos del primer lustrote la década del 30. Sin embargo, en 1936 se inaugura el Teatro Radio — Cine (Galiano y Neptuno), con la fabulosa capacidad de 2900 localidades distribuidas en platea y dos balcones. Al comenzar la década del 40 se construye el teatro América (Concordia No. 61) con 1,800 asientos. Pero seria el último de las edificaciones de su tipo en la localidad. Tanto América como el Radio-Cine, el Regina, el Verdum y hasta el Alhambra ya con el nombre de Alcázar son convertidos en cines. Actores y publico debieron atemperarse a la llamada “decadencia” del teatro de empresa. En realidad el teatro Cubano fue comercialmente aplastado por la invasión de películas extranjeras, fundamentalmente de los consorcios norteamericanos: Warner Bros., Columbia Pictures, Paramaunt, Metro Goldwyn Mayer y 2Oth Century Fox.

Los cines habían comenzado como pequeños teatros, salón de multipropósitos en que además de proyectar filmes desarrollaron toda una serie de programaciones artísticas, incluyendo las escénicas que enriquecían la vida espiritual y cultural en los barrios a precios módicos. El boom del séptimo arte con su banda sonora desde 1929, hace que los inversionistas vuelvan sus ojos más hacia esta institución cultural. La empresa con cine era mucho más fácil, segura y económica. Más rentable era hacer rodar una cinta que organizar, financiar y correr la suerte de una obra de teatro. El cine no fue la causa de la decadencia del teatro. Pudieron ambos coexistir como opciones alternativas, solo que los magnates “habaneros” dueños de la industria del entretenimiento, lo apostaron todo a las películas. Por cierto el decano de la cinematografía Cubana lo fue el actor José Esteban Casasús Valdés (1871-1948), quien vivió en la calle Colón Nro 46 y participó muy activamente a todos aquellos primeros pasos por crear una industria Cubana de cine. Pero había interés porque La Habana tuviera ciudadanos cinéfilos y peliculeros, que consumiera cinematografía, que tuviera mucho cine e importara muchas películas, pero no que desarrollara su propia industria. En poco más de 20 años de 1930-1953, las calles centrohabaneras vieron nacer más de medio centenar de cines. Cifra que si no fueron record, no deben ser muchas las capitales de países subdesarrollados que, en solo 3,47 Km2, tuvieron por aquellos años tal cantidad de salas. Si la calzada de Belascoaín fue “la emperatriz tabacalera”, tuvo además el cetro de los cines. A saber, en sus aceras existieron: el Palace, Wilson, Edén, Oriente, Astor, Favorito, Miami, Belascoain y Cuatro Caminos. Por consulado: Alcázar, Majestic, y Verdum; en Reina: el Colonial, Cuba y Reina. Por San Rafael: Cinecito, Duplex y RexCinema. Igualmente son de referir otros cines de mucha recordación como: el Manzanares (Car!os II No. 910), el Infanta (Infanta No. 357), el Pacifico (Zanja y San Nicolás), el Aguila de Oro (Rayo y Zanja), el Rialto (Neptuno No. 507) y el Astral. Entre las bondades de la modernidad que conspiraron contra el teatro tradicional estuvo también el auge de la radio y sus dramatizados. Tan solo en la emisora Mil Diez (Reina No. 314), de 1943-1948 se dispuso de un destacado elenco, iniciado con el actor de zarzuela y tenor cómico español Antonio Palacios, con: Paco Alfonso. Nenita Viera, Elvira Cervera, Bellita Borges, Santiago García, Paúl Díaz, Oscar Luis López, Nicolás Rodríguez, Tomas Cuervo, Luis López y Amador Cuervo. Este último, joven negro que actuaba sin maquillarse y sin hablar como “bozal”, haciendo incluso papeles protagónicos, algo insólito para aquellos tiempos. El programa dominical “Ronda Infantil”, con guión de Blas Roca y dirección artística de la maestra y actriz Thelma Norton, tendría mucha audiencia. Aquí cantaban niños hijos de trabajadores quienes declamaban, representaban y cantaban. De esta cantera surgieron estrellas como Asseneh Rodríguez y Leonel Valdés. Par su parte Violeta Casals era quien narraba cuentos y hacía voces con la mejor literatura universal para niños. Otros muchos actores y actrices se iniciaron o consagraron en las complejas formas de la radio-teatro y en especial en la emisora centrohabanera de los comunistas, entre ellos: Raquel Revuelta, Antonia Valdés, Marta Casañas, Agustín Campos, Alfredo Perojo, Ernesto Fraga, Ricardo Dantés, Angel Toraño, Ignacio Valdés Sigler y Reinaldo Miravalles.

LA LITERATURA Y ESCRITORES La literatura durante las primeras décadas del Siglo XX centrohabanera giró en gran medida en torno a los libretos alhambrescos. Muchos jóvenes estuvieron en función del teatro vernáculo Cubano. Entre ellos se distinguen: Gustavo y Francisco Robreño, Mario Sorondo y Federico Villoch. Asumen elementos populares a favor de una zarzuela superior y del teatro lírico Cubano, el poeta Gustavo Sánchez Galarraga y otros libretistas como José Sánchez Arcilla y Antonio Castells. Al referir a escritores destacados vinculados al territorio es imprescindible mencionar a quien naciera el 24 de noviembre de 1904 en Maloja entre Escobar y Lealtad: ALEJO CARPENTIER. Gran parte de su obra lleva la impronta de su barrio natal y en general sobre La Habana, “la ciudad de las columnas”. El escritor Miguel de Carrión, el creador de Las Honradas y Las Impuras inmortalizó muchas de sus experiencias vividas en la Casa de Huéspedes de la calle Virtudes, sumergiéndose en el micromundo de la vida habanera en los primeros años del siglo XX. Nicolás Guillen, nuestro poeta nacional, vivió en el barrio de Los Sitios, como el insigne historiador José Luciano Franco, quien consagró su vida a la profesión. Fernando Ortiz vivió en Neptuno y Oquendo, barrio de San Lázaro, desde allí inició muchos de sus estudios etnográficos. Otros muchos escritores, aunque no nacieron en el territorio, vivieron o desarrollaron gran parte de sus obras en barrios centrohabaneros, es el caso del poeta y notable escritor José Zacarías Tallet, o del locutor igualmente escritor y poeta Marcelino Arozamena, miembro de la Sociedad de Estudios AfroCubanos. Pero, sin duda, la figura descollante de la literatura Cubana, con mayor incidencia en Centro Habana, lo sería el poeta José Lezama Lima, desde la barriada de Colón. (20) José Lezama Lima comienza a vivir en Trocadero No. 162 junto a su madre Rosa Lima Rosado y sus hermanas Eloisa y Rosita, a la edad de 18 años, momento de su ingreso a la Universidad de La Habana y del inicio de su creación literaria y artística. El edificio en que pasa a residir la familia Lezama Lima se había acabado de inaugurar ese año, 1929. Su diseñador había sido el arquitecto Emilio Juncosa, y su financista, Dona Blanquita Mauri de Hornedo. Los valores arquitectónicos del inmueble se correspondían con los recursos expresivos del eclecticismo tardío. Uno de sus elementos decorativos, las columnas salomónicas del portón principal, serían tomadas como referencia por los amigos, visitantes y el propio Lezama para identificar la casa. Con el tiempo - advierte el investigador Israel Díaz - la propia fachada de Trocadero 162 llega a ser como un icono con el que asocia la vida y obra del poeta. Aquella casa pronto se convirtió en foco cultural en el campo de la literatura, pero además en las artes plásticas y en general de la intelectualidad más creadora y auténtica. Lezama abrió sus puertas de Trocadero a sus amigos más cercanos. Se iniciaban las famosas tertulias lezamianas, devenidas núcleo destacado en la vida cultural de la época. La importancia de ese grupo de intelectuales que visitaban con frecuencia a Lezama en su casa ha sido destacada en múltiples ocasiones par críticos e historiadores de la cultura Cubana. Más que una generación puede hablarse de un movimiento cultural que centró algo de lo mejor de la creación artística en su momento. La sala y el escritorio, que ya iban llenando sus paredes con las obras de pintores vanguardistas, fueron escenario donde se gestó la edición de Orígenes, revista de arte y literatura cuyos lazos con el mundo colocaron a la literatura Cubana en un nivel de paridad respecto a las corrientes intelectuales que le fueron contemporáneas. Angel Gaztelu, José Rodríguez Feo, Cintio Vitier, Eliseo Diego, Fina García Marruz, Gastón Baquero, Lorenzo García Vega, el músico Julián Orbón, se incorporaron también al fomento de una amistad perdurable que dio elevados frutos literarios. Como ellos los artistas plásticos de diferentes generaciones se unieron al proyecto editorial y su estela de exposiciones, conferencias, encuentros. René Portocarrero, Mario Carreño, Roberto Diago, Alfredo Lozano, Víctor Manuel García, Mariano Rodríguez, con el regalo de sus obras contribuyeron a formar una de las colecciones privadas de arte de la vanguardia Cubana, más completas del país en su momento. Del periodo Origenista data la relación con dos de los intelectuales españoles de mayor relevancia: el escritor Juan Ramón Jiménez y la filósofa María Zambrano. Con el primero, Lezana sostuvo relaciones de respeto y agradecida cordialidad intelectual, que quedaron expresados en el decisivo ensayo “Coloquio con Juan Ramón Jiménez”. Con la Zambrano estrechó los lazos de una especial amistad basada en la admiración mutua y un afecto sostenido aún en la distancia. En el cuarto - estudio de la ya conocida casa de Trocadero el escritor dio forma a ensayos, cuadernos de poesía, conferencias, donde la lucidez y la profundidad iban unidas al refinamiento poético. De esos años bastaron: “EL Secreto de Gracilazo” (Conferencia 1937, “Enemigo Rumor” (Poesía 1941), “Aventuras Sigilosas” (Poesía 1945), “La Fijeza” (Poesía 1949), “Tratados de La Habana” (Ensayo 1958), preparaba “La Expresión Americana” y la que sería su obra cumbre resumen y complemento de todo lo que había escrito hasta entonces: “Paradiso”. La tradición de escritores centrohabaneros estaría también muy en correspondencia con el desarrollo local de la industria gráfica. Sería muy valioso que en posteriores interrogatorios, contando con la UPEC Municipal, se hiciera un trabajo en el territorio. En principio son de mencionar a: Eduardo Robreño, Juan Antonio Pola, Fernando Rodríguez Sosa, José Manuel Valdés Rodríguez, Manuel de Jesús Zamora y Zamora, Fernando Carr Parúas, Carlos Lechuga y Evelio Tellería Toca Muy relacionado con la Literatura, los escritores y los periodistas, estarían dos tipos de instituciones culturales vinculadas directamente a la promoción de Libros, revistas y periódicos. No siempre y en todos los casos han tenido el estudio y el reconocimiento que merece las bibliotecas y librerías. El territorio dispuso desde tempranos tiempos de la Biblioteca Municipal de La Habana (San Miguel No 216, Antiguo). Luego fue trasladada para un edificio más confortable en Neptuno No 255 (Antiguo), luego 772. Era considerada la biblioteca de la municipalidad. En ella laboró María Villar Buceta, poetisa y bibliotecaria, promotora de vigoroso movimiento por el fomento de bibliotecas en todo el país. A finales de la década del 30 cobra fuerza el proyecto de construir otra biblioteca en los barrios habaneros que fueran como sucursales de la municipal. Se crean bibliotecas en parque del Cerro y Santo Suárez, pero con la que se planifico para el parque Trillo, en Cayo Hueso, iba a ser objeto de uno de los casos de corrupción más escandalosos e inauditos que se conociera durante la República. El alcalde Antonio Beruff Mendieta logró que se aprobara 70 mil pesos para construir la biblioteca en el Parque Trillo y abastecerla de libros, sin poner un ladrillo en el lugar luego solicitó un crédito para demoler la inexistente biblioteca, para luego seguramente pedir mas dinero para “reconstruirla”.(21) La sociedad económica “Amigos del País”, que había fundado sus celebre biblioteca en Dragones 62 (antiguo), luego 308, inaugura un nuevo edificio el 17 de enero de 1949 en Carlos III No 710. Sus arquitectos fueron Govantes y Cobarrocas, quienes concibieron u edificio de dos plantas de un neoclásico tardío que incluía el diseño de un hermoso jardín central. La institución atesoró las mas completa colección de Hemerotecas del país, fundó la revista Bimestre Cubana y aglutinando a laureados escritores, desplegó una labor literaria, investigativa y bibliotecológica que la situaría entre las instituciones culturales mas valiosas del país. La Asociación Cubana de Bibliotecas, organización creada para canalizar la lucha del sector, lidereados por la Dra. María Villa, tuvo su sede en la Biblioteca de la Sociedad Económica Amigos del País. Allí se establecieron las oficinas de su órgano de prensa, que vino a reforzar la labor divulgativa y de enseñanza especializada sobre bibliotecas. Otras instituciones del territorio crearon también sus bibliotecas, distinguiéndose entre las organizaciones fraternales la denominada “José Martí” de la Gran Logia Odd Fellow de Cuba (Manrique No 221), la creada por el colegio de Arquitectos de La Habana (Infanta y Humbolt), la asociación de Prensa Obrera de Cuba (San Miguel No 856), la asociación cultural de laboradores en Yeso de La Habana (Xifré No 57) y la Asociación Nacional de Periodistas de Radio (Estrella No 452). En cuanto a Librerías, una de las mas famosas y surtidas del país, desde 1901 fue “La Principal”, propiedad de Macario Gutiérrez, establecida en la plaza del Vapor No 36. Otras concurridas librerías fueron “Las Ideas” (Infanta No 306), y América (San Lázaro No 1208), Fue en el centro de La Habana donde mayor cantidad de librería se abrieron. En la década del 50 tan solo en la calle Neptuno existieron cuatro librerías, en Reina tres y en Galiano dos, además de otras en Manrique, San Nicolás y Belascoaín. De todas ellas cabe destacar un pequeño local donde se vendían libros de uso, la Librería Canelo, donde acudían hasta visitantes extranjeros en busca de libros raros y títulos de ediciones agotadas. Aquí se hizo popular la frase de “. . . Si no lo tiene Canelo, no lo busques más... “. LAS ARTES PLÁSTICAS. LA ESCUELA DE SAN ALEJANDRO La escuela de San Alejandro fue otra de las instituciones culturales insignias auspiciadas por la sociedad económica “Amigos del País”. Luego de su instalación original en el convento de San Agustín, permaneció por muchos años en la antigua edificación de Dragones No 60. El inicio de la República encuentra en la dirección del centro a Miguel Melero (1836-1907) pintor Cubano quien introduce notables mejoras organizativas incluyendo la posibilidad del empleo a la mujer. Dos días antes de su fallecimiento, el 6 de junio de 1907 nombraba a la primera mujer profesora de San Alejandro, Adriana Billini. Durante el Periodo que se encaminan en la búsqueda creadora de la Cubana, incluyendo el recreo de bellos paisajes de la campiña Cubana. El Museo Nacional se constituyó en 1913, en el caserón que se había construido para el frontón de Jai Alai de La Habana (Concordia y Lucena). Había expirado la concesión hecha al espectáculo de pelota Vasca y ahora el “Palacio de los Gritos”, en absoluto silencio y remodelado, abría sus puertas para exponer obras de arte. Se trasladaban hacía allí, buena parte de las colecciones de la Escuela de San Alejandro. Las exposiciones se mantienen por cinco años, no más, por cuanto el Ayuntamiento de La Habana autorizó nuevamente que se jugará Jai Alai en el edificio, a partir de la primavera de 1918. El plantel adopta oficialmente el nombre de Escuela Profesional de Pinturas y Escultura “San Alejandro” desde el 5 de octubre de 1925. A los pocos meses la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes autorizan la creación la creación de algunas becas de aspirantes de origen humilde que no tuvieran recursos para costearse los estudios. Las plazas se obtuvieron por exámenes de oposición, en las que resultan beneficiados estudiantes de mucho talento como el joven Teodoro Ramos Blanco. Otro Rotulo debe hacerse en 1934 para el centro, que pasa a denominarse Escuela Nacional Superior de Artes Plásticas “San Alejandro”. Entre sus novedades estuvo el comienzo de cursos preparatorios. Ya en 1936 se crea otro plante que se denomina “Escuela Elemental de Artes Plásticas” (Reina No 362). Hacia 1944 la dirección del claustro de profesores solicita al ministerio de Educación un crédito para la construcción de un nuevo edificio donde se unificarán las dos escuelas. Posteriormente piden a la Sociedad Económica Amigos del País que le entreguen el local de la antigua biblioteca, al ser construida la nueva en Carlos III. En 1951 logran la autorización para trasladarse hacia el edificio de Dragones No 308, donde permanecería la escuela durante casi diez años. Existieron en el territorio, además de la Escuela de San Alejandro, prestigiosas escuelas privadas como la José Baixauli (Reina No 462), vinculada al maestro Alfredo Sosa Bravo. Igualmente, prestigiosas personalidades de las artes plásticas han residido en el territorio, como: Ana Rosa Gutiérrez (Gervasio entre Zanja y San José), quien se registra como la primera mujer galardonada de Cuba; el pintor vanguardista Victor Manuel García, Raúl C. Santos Serpa (Gervasio 577), Armando Posse Valhuerdis (San Nicolás 317), José González Alvarez (Laguna 370), José Manuel Villa Castillo (San Nicolás 452) y Oscar José Morena Rodríguez San Rafael No 617). Sintomáticamente, en Centro Habana radican dos de las organizaciones punteras del sector de las Artes Plásticas: La Asociación de Dibujantes de La Habana (Concordia No 426) y el Círculo de Bellas Artes (Industria No 458). Sintomáticamente, en Centro Habana radican dos de las organizaciones punteras del sector de las Artes Plásticas: La Asociación de Dibujantes de La Habana (Concordia No 426) y el Círculo de Bellas Artes (Industria No 458).

La Música, Los Músicos Y El Baile El teatro vernáculo Cubano, con los exitosos espectáculos en el Alhambra, Principal de la Comedia, Molino Rojo, Campoamor y otros, fue el gran incentivo para los más reconocidos músicos durante el primer tercio del Siglo XX. La música escrita por compositores de prestigio académico, quienes manteniendo los moldes estético occidentales, comenzaron a introducir creadoramente elementos musicales de ascendencia africana. A consagrados músicos como José Mauri, José María Varona, Raimundo Valenzuela y otros, se suman una pléyade de jóvenes talentos que harían época como: Jorge Ankermann, Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats. Gonzalo Roig había nacido el 20 de Julio de 1890en el primer piso del edificio de Amistad No 404, entre Barcelona y Dragones, casi enfrente de donde en un tiempo estuvo la fábrica de tabacos H.Upmann (22). Julio Roig, su padre, mantuvo decorosamente la familia gracias a un modesto “chinchal de tabaquería del que era propietario”(23); Don Julio en principio no quiso que él fuera un “oscuro musiquillo” de bailecitos y antes de acceder a que estudiara música, contaba Roig “tuve que aprender con él afabricar tabacos...” (24). A los 17 años de edad Roig estrena en el Alhambra la partitura musical d” El baúl del diablo”, sobre libreto de los hermanos Federico y Manuel Audois. Cuatro años después compone ya la música de la que sería su canción estandarte: “Quiereme mucho”, la que —según se rumoró - estuvo dedicada a Blanquita Becerra, una de sus intérpretes. Por su parte, Ernesto Lecuona, también a la edad de 17 años muestra a su maestro Hubert de Blanck la danza “La comparsa”. El insigne músico queda admirado con la pieza, al punto que que le obligó a tocarla por varios días en el Conservatorio Nacional de La Habana (Galiano No 67, antiguo, luego 209). Aquí terminó Lecuona su octavo año de piano, obteniendo el Primer Premio y Medalla de Oro. Sus estudios anteriores los había realizado hasta el tercer año, en el Conservatorio Peyrella de (Reina no 3, antiguo); Aquí también hizo sus estudios otra de las grandes figuras de la época: Rita Montaner. Y en materia de pedagogía musical el territorio centrohabanero dispuso también, a partir de 1903 de un importante escuela musical; cuyo primer director fue el maestro Guillermo Tomás, quien desde hacía cuatro años había sido el director —fundador de la Banda de Música Municipal de La Habana, con sus salones en la calle Reina, frente a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. El 1° de Abril de 1911 se inaugura la Escuela de Música Municipal de La Habana de Rastro y Lealtad, la que años después tendría como director a Gonzalo Roig, quien como Tomás asumió también la dirección de la Banda de Música Municipal. A través de la Sociedad de Conciertos, Roig, César Pérez Sentenat, Joaquín Molina y otros destacados profesores fundan en 1922 la Orquesta Sinfónica de La Habana; Gonzalo Roig sería su Director, también de la Orquesta Ignacio Cervantes, fundada por él en 1929; En ambas el maestro centrohabanero promovió la difusió de talentosos músicos Cubanos, como el propio Cervantes y Rafael Díaz Albertni, de quienes no se había hecho nunca interpretaciones sinfónicas de sus obra. Asimismo difundieron obras clásicas del patrimonio universal, mintras hubo ocasiones para acompañar a cantantes solistas quienes se vieron acompañados por primera vez vez con una excelente instrumentación. Consecuentemente con la línea de promoción de la música Cubana y universal, más la promoción de jóvenes talentos, incorpora a la orquesta a virtuosos músicos como Enrique González Mantici, quien se convierte en el primer violín, mientras en la viola sitúa a al joven Amadeo Roldán. El 3lde Julio del 1937, en la antigua casa natal del pianista, compositor y pedagogo Ignacio Cervantes Kawanag, sita en Virtudes No 35, entre Amistad y Aguila se efectuó un acto solemne donde se develó un monumento conmemorativo en bronce. Al año siguiente el maestro Roig fundó la Opera Nacional, de la que fué su director y orquestador. Elíseo Grenet, el creador de “Ay Mamá Inés”, fue otro de los virtuosos músicos quien desde muy joven tuvo una incidencia en la localidad centrohabanera. Desde los 13 años tocaba el piano durante las películas silentes en el cine “La Caricatura “(Galiano). Amadeo Roldán, también de joven tuvo necesidad de laborar, amenizando musicalmente cines silentes, restaurantes, y hasta centros nocturnos como el cabaret “El Infierno” (Blanco y San Lázaro),donde actuaba “La Bella Raquel”. Allí además compuso, un libreto de Alejo Carpentier, la suite sinfónica que lo consagró “La Rebambaramba”. Roldán había roto progresivamente con los esquemas armónicos europeos, siendo el primero en insertar la percusión Cubana en el pentagrama sinfónico. Ya aquí en esta suite para ballet del año 1928, hacía alusión a la música y rituales abakuá. Ese mismo año hacía “Danza Negra” y en 1929 culminaba “El milagro de Anaquillé”; Eran evidentes las enseñanzas de humildes rumberos que, de quienes tomó nota, logrando una música mestiza, cualitativamente diferente, Cubana. Ernesto Lecuona hacía lo mismo en “Danza Ñañiga” y si “Danza Negra”. En el año 1928, con texto de Gustavo Sánchez Galarraga hace el sainete “La despalilladora” donde canta las dificultades a que se obligada a enfrentar las obreras tabacaleras. En 1929 estrena en el Regina (Neptuno 103, antiguo) “El Cafetal”, sobre la explotación esclava como “El Batey”, con la romanza “Canto Negro” y el tango congo “Allá en el Batey”. Igualmente en 1932 estrena en el Principal de la Comedia, también con libreto de Sánchez Galarraga, “La Guaracha Musulmana”. Otros temas harían alusión a la presencia asiática como: “Rosa la China”. Rita Montaner es muchas veces la intérprete de estas piezas. En 1927, se presenta vestida de negrito calesero en el Regina, representando un sainete de Lecuona y Eliseo Grenet. En 1929, estrena en el Campoamor (Industria y San José) “Chivo que rompe tambó” de Moises Simons. Y así, lo mismo hace con un pregón, que — al decir de Carpentier — “con canciones arrabaleras, nacidas del Batey de un Ingenio, de un puesto de chinos, del patio de un sotar, o de una fiesta abakuá’ (25). El maestro Gonzalo Roig recrearía igualmente estampas coloniales saboreando Cubanía. Inspirado en la obra literaria de Cirilo Villaverde, crea la música de la zarzuela más representada del teatro lírico Cubano “Cecilia Valdés”. Pero además, no menos que los músicos Cubanos más visionarios de la época, es un ferviente admirador y procesador de la herencia musical africana. Es creador de más de un centenar de obras teatrales, muchas de ellas con esta influencia. Además de su antológica “Quiéreme Mucho”, es autor de otras populares melodías como: “Yo te amé”, “Mulata”, “Prisionero de amor” y “Ojos brujos”. Logra una producción musical con una treintena de títulos que incluye: congas, danzones, caprichos afroCubanos, claves, guarachas, guarachas rumbas y rumbas. Entre estas últimas estaría la titulada: “El servicio militar obligatorio”, popularísimo tema que en 1922 llevaría al éxito las voces de Blanquita Becerra y Rafael Lloresns. Y dedicado a uno de los barrios más humildes del territorio centrohabanero compone su llamado paso ñáñigo: “Pueblo nuevo”. Paralelamente a este fructuoso proceso creativo protagonizado por los más eminentes músicos Cubanos de academia, las fuentes humildes en las que bebieron continuaron el desarrollo, aunque virtualmente en la clandestinidad sin poder escribir y tener que tocar con cajones y cucharas. En el mejor de los casos se le incluyó en la llamada “música oular”, aunque no pocos críticos de salón le llamaron peyorativamente “música de negros” siempre en oposición a la clasificada como “música culta”, como si ambas fueran antagónicas y no pertenecieran al mismo tronco de la música Cubana. Según la huella de aquel quehacer cultural ingráfico y discriminado es difícil, máxime cuando el ayuntamiento de la habana desde 1901, inducido por el gobierno interventor norteamericano, había prohibido las manifestaciones de negros con tambores de ascendencia africana, tanto en la vía pública como en el interior de edificaciones. La rumba de cajón se fortalece en contraposición de esta medida surgen en los barrios más humildes coros de clave y va a aparecer una nueva expresión donde se conjuga muy vivamente el canto y el baile: “el Guaçiuancó”. Los promotores del guaguancó en La Habana van a ser los hermanos Apolonio y Carlos Victor Lamadrit obreros portuarios matanceros, quienes se establecen en la calle Bernal No. 22, barrio de Colón. Ellos organizan el coro “ La Nueva Idea” que pronto se extiende a otros inquietos solares vecinos como: “El Trueno”, “El Macao” y “La California”. (Crespo y Colón). Hacia 1908 ya había varios coros de guaguancó en la ciudad, distinguiéndose otra agrupación formada por los Lamadrid en Colón: “Los Capirotes”. Su director seria Francisco Albo, “Ten-Ten”, prestigioso plaza abakuá de las presentaciones el coro cantaba lo siguiente: Capirote tiene mesura Y una voz melodiosa Para que puedan apreciar Los cantares de mi guaguancó (26) Los Capirotes aglutinan no solo a muchas buenas voces, masculinas y femeninas, sino también a excelentes parejas de bailadores, clasificando punteros a nivel de ciudad estaría también en barrio de Centro Habana: el coro Los Roncos, de Pueblo Nuevo. El coro de clave y guaguancó Los Roncos que organizado por Agustín Gutiérrez (padre) e Ignacio Piñeiro, quien junto a Bienvenido Julián Gutiérrez, crearon gran parte de su repertorio. Tendrían también muy buenos bailadores y bailadoras, conectos armonías y brillantes textos. Su tema musical comenzaba diciendo: Romperemos el silencio con un preludio Para ver en que condiciones están las voces (27) Los coros fueron agrupaciones eminentemente territoriales, con un alto sentido de identidad por sus comunidades, Representaban con mucha pasión su barrio en los encuentros entre dos o más coros que se organizaban los domingos y días festivos. Tenían gallardetes, adornos con una moña de cintas que solían intercambiar como muestra de respeto y reconocimiento. Pero de existir una mala interpretación en los cantos todo podía acabar en riña tumultuaria. La histórica confrontación de los Roncos con el mejor coro de la ciudad, el paso Franco de Carraguao, ocurría en 1909. Aquí la cordura de la dirección del coro de Pueblo Nuevo, junto a Ignacio Piñeiro, fue determinante para preservar la armonia, la vida artisitica de estas dos instituciones y posiblemente la vida personal de muchos de sus integrantes. Ante un agresivo desafío del coro Paso Franco, Los Roncos respondieron: No cantamos si no demuestran ser prudentes, Porque no queremos llevar 2 nuestros hogares tristezas, y que la prensa mencione y escriba con rostro sostenido: ¡ Que barbaridad! ¡En fiesta de color, muertos y heridos! (28) En el año 1909 fue afortunado para la rumba, la conga y los carnavales en los barrios, el General José Miguel Gómez “Tiburón”, aquel ultra populista y campechano Presidente de la República, autorizó a salir a la calle, como en tiempos coloniales, a los espectáculos ñañigos, y que se organizaran comparsas para el disfrute y divertimento local. En Colón se crean “Los Hijos de Chavez”, “Los Componedores de Batea” en Cayo Hueso, y “Las Lucumisas” en Los Sitios. Los iremos o diablitos y la orquesta de un juego abalcuá en este ultimo barrio- según conoció Fernando Ortiz- “llegaban hasta las casas asustando en broma a mujeres y niños, sin violencia, ni malicia” (29) Aquel año cobraron fuerza también determinadas protestas y exigencias de la agrupación Independiente de color, partido político que había surgido meses antes 2 tenor de la apertura democrática propiciada por “Tiburón” Gómez y al amparo del articulo No. 17 de la Ley Electoral. Sin embargo, ante el carácter fue tomado el movimiento, el senador liberal negro Martin Morua Delgado, estimó que la segregación racial entre los Cubanos no era beneficiosa para conservar la unidad del pueblo y la nación propuso modificar el citado articulo para conservar la unidad del pueblo y la nación política con fines raciales o clasistas. El proyecto fue presentado a los legisladores el 11 de febrero de 1910, aprobado por el congreso y sancionado por el Presidente de La República. La “Enmienda Morúa” permitió neutralizar las luchas legal a la agrupación Independientes de color, que incluía no solo aspectos netamente racistas, sino consideraron la propuesta de Morúa como una traición a la raza, y luego de múltiples conflictos; a mediados de 1912, terminaron alzándose en armas contra el Gobierno “Blanco”... El resultado fue la excavación del racismo y la masacre de mas de 3 mil negros y mulatos. En el orden cultural eran suprimidas las libertades concedidas, incluyendo la autorización a la organización y salidas de agrupaciones de comparar en los barrios. El gobierno de conservadores es elegido en noviembre de 1912. El nuevo Presidente es el mayor general Mario Garaz Menocal y Deop, acaudalado aristócrata amado del modo de vida norteamericano fue llamado “el Mayoral de Chapana”. No solo por ser el dueño de aquel central tunero, sino por llegar “Sonando el Cuero.” Reprenda la política de mano dura contra la clase obrera y en especial contra los sectores humildes negros. La represión se argumenta con criterios “artistas”, cenofobicos y neumalistas, operándose un cierto reordenamiento en las expresiones populares de la música fue en principio favorecer directamente a la troya. El autor de “Perla Marina”, “La Tarde”, y “Retorna”, Sindo Garay, había llegado a la Ciudad de La Habana desde 1906. Obtuvo mucho éxito en el Café “Vista Alegre” (Belascoain y San Lázaro) donde recibe el apoyo de Alberto Yarini. No hay trovador y bardo popular que no se vinculara de una u otra forma a los espectáculos en los cafés, bares y cines. La guitarra como instrumento de cuerdas importado de la cultura occidental, de fácil aprendizaje y una amplia gama de sonoridad, parece ser un buen refugio para los sectores humildes. Comienza la era romántica a la troya, con Sindo, Alberto Villalón, Rosendo Ruiz Suarez y Manuel Corona. Los que pensaron que habían dado muerte a los elementos de origen africano en la música Cubana se equivocaban. Aunque sin tambores, a través de la guitarra, o en los grandes teatros, como vimos, se promovió la rumba, congas y cantos abakuá. En el mismo año 1913 Sindo Garay Populariza la rumba “Ferrocarril Central”. Otros destacados trovadores incluyen en su repertorio números de este corte, como José Castillo, Floro, Juan Cruz, incluso Alberto Villalón. En 1916 Ignacio Piñeiro hace el tema ñañigo a dos guitarras: “Sambumbia se fue de fuño”, que retoma María Teresa Vera. Es también esta trovadora quien hace en 1918 muy popular en su estilo la Rumba de Manuel Corona “Que bien, Rubén”. Manuel Corona Raimundo es uno de los trovadores que mas promueve la rumba a través de la guitarra. Entre 1917 y 1918 el sello discográfico Colombia le grava numerosas composiciones, entre ellas la sugestiva rumba: “Arrollar en Carnaval”. Corona tuvo por amigo a un tabaquero español que vivía con una negra en concordia y escobar. Allí les nacieron siete hijos, seis niños y un niño. El varón se nombraba Abelardo Barroso Dargeles. Observando la vocación del pequeño un día aseguró el afamado trovador: “Oiga Barroso, este va a ser cantante!”(3o). El vaticinio se cumplió cuando llegó el son con los sextetos en la decada del 20. De los más productores sextetos en Cayo Hueso fundaba hacia el año 1924 el músico y cantante Domingo Vargas la agrupación Jóvenes del Cayo. En el verano de 1925 se incorporaba Abelardo Brroso al sexteto habanero, el y Gerardo Martinez el otro cantante del grupo en breve clasifican como los máximos soneros del momento. Poco después Banoso transita por el sexteto de Alfredo Boloña hasta que se incorpora al grupo que organiza en 1927 Ignacio Piñeiro, casi como en “todos estrellas”. El sexteto nacional se convierte en la punta expresiva del son Cubano.Es la primera agrupación que mantiene un repertorio con obras propias. Le siguen a la experiencia del Habanero en convertirse en septeto, con lka incorporación del trompetista Lázaro Herrera Barroso hace aquí un excelente de voces con Bienvenido León, el destacado compositor Rafael Ortiz es uno de los guitarristas, el otro no es nada menos que Alberto Villalón, quien por supuesto, hace voces. Todos los demas sextetos partiendo de las innovaciones del Habanero y Nacional se convierten en septetos, incluyendo a Jóvenes del Cayo. Hacia finales de la decada del 20, Abelardo Barroso crea una nueva agrupación sonera con otro buen trovador, Rafael “Nene” Enrizo. Surge el Septeto Agabama. Pero lo mas importante de aquellos años es el surgimiento de un nuevo genero bailable que desplaza al danzon: el danzonete La Emperatriz del danzonete es Paulina Álvarez quien, aumque natural de Cienfuegos, por aquellos tiempos vivia en galiano y trocadero. Sus primeras actuaciones con apenas 15 años de edad, habian tenido lugar en unas plataformas que ponian en las ferias por la Plaza del Vapor y en sociedades como el Centro Maceo, de Carlos III y la sociedad de torcedores (San Miguel No. 662). Próximamente, comienza a cantar en la emisora de radio 2PC de Angel Bertematy, en la calle Hospital. Su debut fue con el pregon de Moisés Simons “El Manisero” y su consagración ocurre en 1929, cuando el compositor Aniceto Diaz le entrega “Rompiendo la rutina”. En la voz de Paulina estalla el danzonete primigenio con aquel pegajoso estribillo: “Danzonete, prueba y vete / yo quiero bailar contigo/al compás del danzonete.” Los exitos se suceden “Capullito de Alhelí”, “Lagrimas negras”, “Echale Salsita” Paulina Alvarez canta en los centrohabaneros fue donde gozan de prestigio como el Campo Amor le acompañan diversas orquestas, en su mayoria de pequeño formato. Mantienen plena vigencia las orquestas del tipo charanga francesa. En ese formato Cheo Belén Puig funda en 1934 su agrupación con el popular cantante Pablo Quevedo, quien llega a ser idolo de la radio Cubana, compartiendo con Paulina el otro danzonete. Al género se suma tambien el estelar Abelardo Barroso. De una nueva hornada impacta el cantante de la orquesta de Alejandro Riveiro, quien en 1935 da a conocer la guajira-son “Guajira Guantanamera” Es Joseito Fernández, a quien se le conociera como “El rey de la melodía”. Habia nacido en el solar de Tenerife No.90 antigua) aumque la mayor parte de su vida transcurre, primero en Lealtad No. 559 y finalmente en Gervasio No. 658. Fue un cantante encumbrado, representando el repentismo sonero, pero sin perder nunca su trato amable, caballero, bondadoso y solidario. Del agradecido testimonio que lego Miguel Ojeda, tomamos estas lineas: “Era muy querido. Al bajar por la avenida de Carlos III, no habla guagua que no parara y el chofer le dijera: Rey ¿ como esta, para donde va ¿ y lo dejaba donde él quisiera “(31). Por estos tiempos llega a territorio centrohabanero otros de los grandes de la música Cubana, quien por aquel entonces se incorpora modestamente, como clarinetista, a la Banda de música de La Habana, Aun eran celebres las retretas en el malecón y en los parques, donde los músicos de academia tocan orgullosos para el publico que acude masivamente a escucharlos. La llamada “música culta” no cuenta con muchos mas espacios para imponerse en los medios populares, pero no por ello los músicos Cubanos decaen .Amadeo Roldán luego de crear sus “Rítmicas (V y VI) “Tres Toques” y “Motivos de un Son”, dedica mayormente sus esfuerzos a la pedagogía musical. Promueve diversos proyectos como el de creación del Conservatorio de la Filarmónica en 1932 y la fundación de la Escuela Normal de Musica, pero ambos fueron de efímera duración. Su proyecto de crear un Conservatorio Nacional de Musica, ni siquiera pudo concluirlo, por lo que en 1935 humildemente se incorpora como profesos de armonia y composición de la Escuela Municipal. Ese mismo año el centro pasa a denominarse Conservatorio Municipal de Musica de La Habana, y en 1936 es elegido Director. Tres años después fallecía, legando una obra admirable y siendo Presidente de la Seccion Antillana de la Asociación Panamericana de Compositores. Otros directores continuaron la obra ejemplar de Guillermo Tomas Roig Roldán hasta el maestro Harold Gramatges, manteniendo el Conservatorio centrohabanero como el mas importante plantel formador de músicos Cubanos. El primer mulato aspirante a la Presidencia de la República va a ser el exsargento Fulgencio Batista y Zaldívar. Luego de una represión brutal durante la Huelga de marzo de 1935 y sientiendose seguro va a desarrollar como antes “Tiburón” Gomez una la población negra y mestiza a favor de su campaña. Da el espaldarazo a los investigadores folcloricos “afroCubanistas” y autoriza los proyectos para celebrar los Carnavales de La Habana en frebrero de 1937. Al señor Antonio Beruff Mendieta, alcalde municipal de quien nos regimos antes por el escandalo de la biblioteca “Fantasma” del parque Trillo correspondió organizar el desfile por el Paseo del Prado. Debía se un divertimento, que entretuviera y contentara al pueblo, pero sobre todo, que se convirtiera en un gancho para el turismo, por su colorido y espectacularidad. La reorganización de las comparsas del barrio, su desfile por el prado, con promoción y apoyo oficial arguraban un festejo popular fabuloso. El precio cultural era hacer ciertas concepciones estéticas, como suprimir las alucinaciones religiosas de origen africano, ser mas modelador en las coreografías, vestuarios, en los textos de la musica, disimular el “primitinismo negroide” y semejarse a los estereotipos de Cubana de salon. Si la rumba se difundia con bailadoras refinadas y en short, con “vuelitos” en los brazos y tapando las nalgas, los compaseros debian ser casi coristas de cabaret arrollando en la pista del pavimento, alfombradas de serpentinas y confeti. Se inscriben múltiples comparsas para anticipar en el paseo del carnaval de La Habana. De ellas fueron seleccionadas diez. La mitad, organizadas en barrios del territorio centrohabanero: Los componedores de Batea, Las bolleras, La Sultana, Los Guajiros y la Danza del Dragón. Las Lucumisas, de los Sitios, tienen que empezar por cambiarse el nombre. Como las protagonistas de su argumento coreografico eran lucumíes vendedoras de “bollitos” calientes y otros comestibles por las plazoletas de San Nicolas, Antón Recio, y el litoral, les condicionaron llamarse Las Bolleras. Su director fue Ricardo Campos Sánchez (Estrella No. 131) y el lugar de ensayo y salida fue Maloja No.178. Explica la investigadora Jorgelina Guzmán Moré que en general, los que percutían los tambores lo hacían de forma moderada, los comparseros parecían inhibidos, bailando con cautela y fue los elementos tradicionales preserados de ascendencia africana fueron permitidos en virtud de lo pintoresco y llamativo (32) Jorgelina Guzmán, “Telly” detalla que la comparsa se componía de 60 personas. “Los hombres escribe vestían de guayabera escocesa de distintos colores, pantalones blancos, pañuelos al cuello, sombrero de jipijapa y zapatillas de colores. Las mujeres lo hacían con blusa y saya escocesa collares y pulsos de fantasias, grandes argollas en las orejas, chancletas de colores y en la cabeza un pañuelo y un plato de lata pequeño, ademas portabana maruga y tres rayas en la cara, como las antiguas bolleras “[...] Llevaban 8 faroles grandes y 17 chiquitos representando el Capitolio, una estrella con el diseño de la mbollera friendo, una niña, el barracón de las bolleras [...] La comparsa también llevaban un carro de 4 ruedas sobre el cual aparecían una bollera musical en principio el tipico de la conga, aunque después fue enriquecido con tambores bata, propios de los rituales de la regla de osha. Los componedores de Batea, de Cayo Hueso, representaban otro aspecto de las tradiciones populares en la localidad Las lavanderas de solares. En la coreografía se presentaba entre dos mujeres dedicadas a lavar ropa en una ciudadela. En la competencia por demostrar cual era más eficiente, rompen la batea. Es en el momento que aparece el componedor, quien arregla la batea, las lavanderas confraternizan y todos alegres cantan y bailan. Su director fue Alfredo Mora (San Francisco No 28) y el local de la comparsa estuvo en Soledad Esq.a San Rafael. La integraron un centenar de entusiastas pobladores del barrio, 40 mujeres, 10 niñas, 40 hombres y 10 niños. Las mujeres y niñas mostraban saya y corpiño azul, blusa y zapatos blancos, collares de fantasía y pañuelos de cabeza de distintos colores. Los hombres y niños usaban ropas a manera de estibadores, con pantalones y bolsa azul, zapatillas blancas y sombrero. Llevaban- reseña igualmente Telly- 4 farolas de gran tamaño que representaban un farol antiguo, otro una lampara 19 luces, un tercero una copa con 12 luces y el cuarto una batea sobre un barril con 12 luces (....). Su baile fue la rumba tipica y utilizaron un bombo, un redoblante, dos tumbadoras, una caja, dos jimaguas y una clave (34). La Sultana, del barrio de Colón fue unas de las comparsas de nueva creación. El catalizador directo de inspiración fue una película donde se recreaban la vida en un antiguo harén, con los antecedentes de la comparsa el Turco y la existencia de una comunidad árabe de mucha influencia cultural en el territorio. Surge en los solares el macaco y la California, siendo su fundador y director Oscar Rivero. Representaba un harén con distintas figuras, como La Favorita, La Sultana y Heliodo, el encantador de serpiente. El vestuario lo hacían de colores y buenos tejidos, decorados con lentejuelas, turbantes, collares de fantasía, y demás elementos plásticos remedando el arquetipo exótico árabe más difundido. Originalmente aparecía casi el doble de hombres, 60, siempre muchos aparecían jocosamente infiltrados con disfraces en el harén. No pocas de las mujeres (de verdad) eran prostitutas de la barriada. Según testimonio de más de aquellas comparsas fundadoras “danzan en la comparsa era algo que daban cierto caché, sobre todo si salíamos de Favorita o Sultana. Cada conga tenía tina reina, con sis figuras y corte. Las Favoritas eran bailadoras que, por su destreza y buena presencia, intervenían en la coreografía con mayor libertad de movimientos que los integrantes del cuerpo de baile. Se lucían más que la propia Sultana y no tenían que bailar de acuerdo a los pasillos y cuadros ensayados”. (35) Aunque el tema central era una melodía árabe adaptada por Juan Sotolongo, prevalecían la música y los bailes Cubanos, en especial, la rumba. La otra de las comparsas fue Los Guajiros, que tuvo como director a Lázaro Marrero (Peñalver # 69), la integraban unas 25 parejas bailando a ritmo de zapateo. Utilizaron como tema, décimas musicalizadas por Ignacio Piñeiro. Su módulo instrumental era un cornetín, clarinete y tres guitarras. La comunidad china aportó otra comparsa de nueva creación: La Danza del Dragón, que tuvo como antecedentes otras agrupaciones de carnaval como: “Los Chinos Konfoya” y “Los Chinos Buenos”. Todo este fenómeno cultural y recreativo relacionado con los festejos de carnavales trasciende sobre todo en los órdenes musical, plástico y danzario, continuando un desarrollo en la década del 40 y años sucesivos. Musicalmente es el momento en que los septetos dan paso a los conjuntos. Jóvenes del Cayo, aunque ve partir a Miguelito Valdés quien pasa a hacer carrera como solista, se nutre de dos nuevos cantantes: Alfonsín Quintana Y Celio González, manteniéndose su fundador Domingo Vargas. En esta etapa clasifican como formato de conjunto, y tanto Miguelito como el conjunto Jóvenes del Cayo, integran el popular elenco de la Mil Diez, “La Emisora del Pueblo”. Antonio Arcaño funda en 1937 la orquesta que se conocería como Arcaño y sus Maravillas. Va a promover un danzón de nuevo ritmo, con músicos estelares, incluyendo al compositor Orestes López. Incorporan la tumbadora a la charanga, mientras hacen notables improvisaciones de flauta. En 1944 se incorporan a la Mil Diez, compartiendo lauros allí con Arsenio Rodriguez y su Conjunto, otro de las agrupaciones vinculadas al territorio centrohabanero. A diferencia de los primeros años del siglo cuando los productores artísticos se sirven de músicos de academia como intermediarios en la obtención de música genuinamente Cubana, esta vez van directamente a los solares en busca de talentos. Luciano “Chano” Pozo es uno de ellos. Le confían el protagonismo del espectáculo de Tropicana “Congo Pantera”, Allí es ovacionado por su inobjetable virtuosismo ante el tambor, el baile y la creación musical. “Chano” Pozo se identificó mucho territorialmente en el barrio de Belén, perteneció a la comparsa Los Dandys y compuso para ella su tema estandarte: “Siento un bombo” sin embargo, tambien participo en la comparsa de Cayo Hueso y en la Sultana de Colón. Vivió en el solar “El África” (Zanja y Espada) de Cayo Hueso; en el solar “El Ataúd” (Gervasio 207) y en “La California “(Crespo y Colón). Y se vinculo estrechamente tambien a las comunidades de los Sitios y Pueblo Nuevo. Fue el autor de numerosos hits musicales por aquellos tiempos como “Nague” y “Blem blem blem”, ambos popularizados sobre todos en la voz de Miguelito Valdés. Chano participo en jazz band como la Orquesta Azul, y el Cuarteto de Mario Santana, con quien actuó en el teatro Alkazar (Consulado y Virtudes). Partió a New York en 1947 donde su fama se acrecentó clasificándosele como el mejor rumbero y percusionista nacional, “El Tambor de Cuba”. El más grande entre los grandes BENNY MORÉ tambien fue de los que, sin haber nacido en Centro Habana, se estableció en el territorio, desde su llegada a la ciudad en 1940. Vivió en Santa Marta y Franco, en los altos de una imprenta en Oquendo y Clavel, ambos apartamentos en el reparto La Victoria de Pueblo Nuevo. En principio estuvo vagando por cafés, parques y actuaciones eventuales hasta que en 1945 viaja a México con el conjunto Matamoros, allí conoce a Dámaso Pérez Pardo e ingresa en la orquesta de Mariano Mercerón. En la década del 50 triunfa como cantante de la orquesta de Bebo Valdés y luego con su propia banda. Uno de sus grandes éxitos sería tomado de los filineros Luis Yañez y Orlando Gómez: Oh, vida!”. El Feelling aparece como una modalidad del cancionero Cubano en la segunda mitad de los años 40, surge a través de las tertulias musicales en casas de familias de Centro Habana, en especial en el Callejón de Hamel, donde vivían Angel y Tirso, hijos del trovador Tirso Díaz. Los tertuliantes eran todos jóvenes entre 18 y 25 años, de condición humilde, en su mayoría eran mulatos o negros, trovadores con inquietudes creativas. Eran amantes del jazz y de la música norteamericana a la manera de Nat King Cole y Glen Miller, pero también fans a la troya tradicional, al danzón de Arcaño y sus Maravillas; o el Son de estelares conjuntos, como los de Matamoros y Arsenio Rodríguez. Aquellos encuentros, lo mismo podían escucharse discos de sus intérpretes de preferencia, como cantar ellos mismos sus propias canciones. Y es que las tertulias donde se gestó el filin eran como un taller intimista donde todos coincidían en la necesidad de renovar la canción Cubana con un lenguaje más vital, coloquial y optimistas lo contraponían a los aspectos escépticos del bolero y la cancionistica de moda, donde como en los tangos prevalecía un regodeo casi morboso en el dolor, la tristeza, las despedidas, el abandono o la soledad, Igualmente rechazaban los arreglos a piano y orquetaciones comerciales donde se estaba sacrificando la autenticidad interpretista, en favor de un supuesto perfeccionismo formal y el gran espectáculo. Las tertulias se iniciaban todas las noches en casa de Pilo Rodriguez (Virtudes y Soledad) “En ese lugar - explica Ángel Díaz - comenzaba la cosa, cantaban a dúo, solos, a trío, las canciones que nosotros empezábamos a crear. Más tarde, a media noche, nos íbamos a mi casa en el Callejón de Hamel, para el feeling. Y ahí mismo empezaba ha llegar una enorme cantidad de admiradores del feelling. Mucha gente: Cesar Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Justo Fuentes, ya fallecido, gran pilar del feelling con canciones muy bellas, Leonardo Morales “Timochenco “, Eligio Várela Mora”.(36) Igualmente fueron fundadores del movimiento: Luis Yañez, Armando Peñalver, Armando Guerrero, Rosendo Ruiz Quevedo, Ñico Rojas, el Niño Rivera, Orlando Gómez, Zamorita, Franck Emilio y Jorge Mazón. Cantaban de forma muy espontánea, a manera de “descarga”, le harían serenata a una muchacha, visitaban a otros filineros como la casa de Aída Diestro en la calle Soledad, quien a su vez involucra a quienes serían excelsos interpretes: Elena Burke “ La Señora Sentimiento”, Moraima Secada, Las Portuondo, en fin, el cuarteto Las D’Aída fundado en 1952(37) Otro de los lugares donde se mudo se descargó feeling que en Marqués González # 506, la casa de Jorge Mazón. Su padre era comunista y tabaquero de la Corona. Allí fundaron un modesto sello discogrífico para publicar sus creaciones, pensaron en principio llamarle Producciones Feelling, pero para no encasillarse en una línea les propusieron inscribirla como Editorial MusiCuba. Mucho influyó en este proyecto el líder de la CTC Lázaro Peña, asiduo a las tertulias junto a su compañera, la compañera Tania Castellano “Ustedes son doblemente explotados en esta sociedad capitallsta- recuerda que le decía Tania -. Por negros, por ser negros y por ser pobres, desempleados o trabajadores. A él debemos el sentido de clase que ten íamos. A él debemos habernos agrupado en la Editora MusiCubana, para defendernos de la explotación aquella” (38).La empresa que radicó también en el saloncito de Zanja y Belascoaín, donde vivía Luis Yánez, dio a conocer no solo la obra de los filineros fundadores, sino de otros que se fueron incorporando como: Frank Domínguez, Giraldo Piloto y Malta Valdés incluso; Adolfo Guzmán grabó por primera vez aquí su: “No puedo ser feliz” El maestro Guzmán llegó a ser el Director Municipal de la radio Mil Diez, y junto a Enrique González Mántici, se lograron los arreglos orquestales que permitían la promoción de muchos talentos. El feelling tuvo una plaza fuerte en la “Emisora del Pueblo, catapultando a la fama a cesar Portillo de la Luz y difundiendo la Obra de José Antonio Méndez, la voz de Elena Burke y de otras jóvenes figuras como: Olga Rivero, Berta Velázquez, Reinaldo Enríquez, Pepe Reyes y Miguel de Gonzalo

Fuentes