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Revisión del 21:11 30 sep 2021

Domingo Labrada Ríos
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Nacimiento8 de Julio de 1907
San Ramón, Granma

Domingo Labrada Ríos. Trabajador Azucarero, merecedor de la Orden Cincuenta años de Trabajo, en la Industria del Azúcar otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba, dedicó medio siglo de su vida a ésta industria, en el Central Ceiba Hueca, Hoy Enidio Diaz Machado, de la Provincia de Granma, donde se destacó por sus valiosos valores y cualidades Humanas con sus compañeros de Trabajo.


Breve Historia de la Industria Azucarera Cubana

Es difícil comprender el curso seguido por la historia de Cuba durante los dos últimos siglos, sin tener en cuenta el peso que ha tenido y tiene la industria azucarera en la vida económica del país. Esto no se limita al reconocimiento de su participación decisiva en la esfera de la economía, o a su influencia en la formación de las ideas de los precursores del pensamiento económico cubano, como lo fueron Francisco Arango y Parreño o el conde de Pozos Dulces. El azúcar también resultó determinante en la introducción de las ideas científicas y en la aplicación de la tecnología en Cuba. Para marcar con su impronta un modo de vida y la estructura demográfica de la Isla. El azúcar generó una cultura que fue sinónimo de opulencia y también de miseria y opresión. La defensa de la industria del azúcar estuvo en el centro de las ideas sobre la necesidad de separar la colonia de su metrópolis española, pero fue también objeto de destrucción para independizarla definitivamente; en fin el azúcar hizo que Cuba pareciera rica y estable en algunos momentos de su historia, para mostrar en otros su vulnerabilidad ante el ejercicio de presiones desde el exterior. Una tríada de factores influyó poderosamente sobre el rumbo seguido por la industria del dulce de Cuba en aquellos momentos; ellos fueron principalmente, la situación de los mercados internacionales y su tendencia a la baja de los precios; las condiciones particulares del mercado de los EE.UU., receptor fundamental del producto cubano y factor determinante en la fijación de los parámetros de calidad requerida por sus plantas refinadoras y, finalmente, el hecho mismo de la guerra, con su secuela de destrucción de sembrados e instalaciones industriales y otros elementos de la infraestructura, lo que llegaría a constituir una especie de factor de selección natural, favorable a las plantaciones que habían estado protegidas de las contingencias de la conflagración .


De igual forma, las condiciones de la coyuntura económica internacional, y en especial, las propias del vigoroso proceso de desarrollo del imperialismo en los Estados Unidos de Norteamérica, el principal mercado de destino del azúcar cubano, resultaron determinantes para que la isla se viera impelida, como necesidad fundamental para la supervivencia de su industria, a la creación de las condiciones productivas necesarias y a la adopción de técnicas de proceso continuo, destinadas a la captación de una economía de escala que pudiera garantizar el desempeño de una función complementaria con respecto a la economía norteamericana, en su papel de abastecedora de grandes partidas de un producto semielaborado, cuyo destino final sería las refinerías de la costa oriental de los EE.UU.


Breve reseña de la labor de los Hombres en la Industria Azucarera Cubana

Cincuenta años constituyen toda una vida y para estar toda una vida junto a algo hay que quererlo, hay que estar profundamente arraigado, hay que sentirse parte de ese algo y al mismo tiempo sentirse como parte integrante de uno mismo.


Este es el caso de este trabajador que durante más de medio siglo Trabajo en la Industria Azucarera sometido, la mayor parte de esos años, a la más inhumana explotación, porque el ingenio azucarero fue siempre el escenario donde con más fuerza y dramatismo se expresó el carácter brutal del capitalismo, porque hasta el triunfo mismo de nuestra Revolución, nuestros ingenios fueron feudos donde imperaba omnipotente la voluntad del dueño.

Es por eso que el ejemplo de este trabajador nos llena de confianza y afirma en los revolucionarios el convencimiento de que el trabajo llegará a constituir una necesidad vital para el hombre, para el hombre nuevo que ya surge y se vislumbra y que es al mismo tiempo factor y producto de la nueva sociedad que se construye.

Es por tanto merecedor del mayor estímulo y este artículo que recoge su nombre, sus rostro y una breve semblanza de su vida, utilísima, tiene como objetivo ser portador de un cálido mensaje de agradecimiento.

Para este hombre pues, cuyo tesón y constancia exaltamos, el reconocimiento de nuestro pueblo trabajador y heroico.


En la industria azucarera

De muy joven, a la edad de 11 años, diríamos, un niño, comenzó a prestar sus servicios dentro de la Industria Azucarera Domingo Labrada, Su primera labor en la Industria Azucarera fue la de Trapichero, en el central San Ramón pasando más tarde al Media Luna hoy Juan Manuel Márquez, como Maquinista de Centrífuga, luego en el central Estrada Palma, Hoy Bartolomé Masó, en la Batería de Hornos. Posteriormente, en Ceiba Hueca hoy Enidio Díaz, montando una caldera y luego vuelve al Central San Ramón, como jefe de Pailería y Maquinador en zafra, pasando más tarde al taller Wilfredo Pagés como Pailero y finaliza como pailero y mantenimiento, en los Talleres Comandante Fajardo. Este obrero opinaba que antes del triunfo de la Revolución, la Industria Azucarera se desenvolvía en un sistema bochornoso, donde los trabajadores eran explotados y no le deban ningún tipo de oportunidad. Y con el triunfo de la Revolución, se ha tecnificado la Industria así como el derecho a la superación Cultural, técnica u política de la clase obrera, hoy dueña de los medios de producción. Antes no existía la oportunidad que hoy tienen los Trabajadores para el desarrollo de una inventiva o una innovación. De este compañero nos basta decir que fue un buen trabajador, buen compañero, obrero cumplidor de sus obligaciones y deberes, siendo ejemplar en su trabajo


Fuente

  • Libro: “Años de trabajo en la industria azucarera” Memorias 1968
  • Del Ingenio al Central, autora Fe Iglesia: Edit. Ciencia Sociales, la Habana, 1999