Empacho, una enfermedad popular

Empacho, una enfermedad popular
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El empacho: una enfermedad popular

Concepto                                                                   
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De acuerdo al Diccionario producido por la Real Academia Española, el empacho es definido como una "indigestión de la comida" y a su vez, el término indigestión es considerado como un "trastorno que por esta causa padece el organismo", cuando existe un alimento o alguna substancia "que no se digiere o se digiere con dificultad" (Diccionario de la Lengua Española. 1992).

Desde el punto de vista médico nos interesa destacar por su uso clínico, la palabra dispepsia, que el mismo Diccionario de la Lengua Española define como una "enfermedad crónica caracterizada por la digestión laboriosa e imperfecta" coincide con la definición técnica ofrecida por el Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas que relata el origen griego a partir de las partículas dys, mal y pepten, cocer, o sea, nuevamente una "digestión difícil y laboriosa de carácter crónico (1983).

Podemos concluir que existe una sinonimia terminológica entre empacho y dispepsia, y que otras palabras equivalentes o asociadas son ahíto, repleción gástrica, crudeza estomacal, hartazgo y embarazo gástrico (Sainz de Robles F,1969).

Desde un punto de vista histórico vale la pena mencionar que la palabra empacho, proviene del latín ìmpèdìcáre, y luego del francés antiguo, empechier, que se traduce como estorbar o embarazar // ahitar, causar indigestión (Diccionario Enciclopédico U.T.E.H.A., 1951).

Si bien, se reporta que la palabra empacho es poco usada en España (Moliner, María,1979:1080), la utilización por mestizos y criollos de toda América Latina es generalizada y cotidiana, no obstante, existen palabras amerindias que son propias y similares, por ejemplo, Fray Alonso de Molina en su vocabulario de lengua castellana y mexicana, reporta moxouitiqui para el que está ahitado, y temamatiliztli o tepinauiliztli a la enfermedad del empacho (1970).

En Bolivia se reconoce al empacho como una entidad morbosa pero es considerada como una forma parcial de obstrucción intestinal que se traduce en problemas de estreñimiento.

En el nordeste de Argentina, los pueblos guaraníes consideran que es una enfermedad "natural" o "de Dios" pues "se origina de una mala digestión o bien por el estado físico de la persona" (Pérez-Samaniego, 1988).

En la historia médica latinoamericana tenemos reportes sobre el empacho desde el siglo XVI y su continuidad en términos teóricos y prácticos hasta la actualidad, por ello su inclusión en este tratado de pediatria en los principios del siglo XXI simplemente refleja la importancia, trascendencia y vigencia de una enfermedad de predominio infantil que se ha mantenido en los compartimentos de la medicina popular, y que requiere de una nueva revisión y valoración por las ciencias médicas.

Causalidad

Son múltiples las causas que pueden provocar un cuadro de indigestión o empacho. Según Zolla et al., (1988:76) se pueden reconocer cuatro agrupaciones de causas:

  • Calidad de la ingesta

a) Ingestión de sustancias no alimenticias: tierra, chicle, papel, basura.
b) Ingestión de frutos no maduros
c) Ingestión de alimentos de difícil digestión: cáscaras de frutas, cuero de cerdo, tortillas crudas, y en el caso de los lactantes, frijol.
d) Alimentos en descomposición: arroz agrio.
e) Alimentos fríos (el caso más comúnmente reportado es el enfriamiento de la madre al lavar o bañarse, fenómeno que repercute en la calidad de la leche materna al lactar).
f) Ingestión de alimentos calientes: fruta caliente.
g) El ingerir la saliva (la "baba") durante elperiodo de la dentición.

  • Ingesta excesiva

Comer en exceso cualquier tipo de alimentos.

  • Oportunidad de la ingesta.

c) Comer a deshoras, generalmente después de los horarios habituales; esta ingesta ansiosa provoca que se coma también excesivamente.

d) Comer inmediatamente antes de dormir.

  • Condiciones o comportamientos ante la ingesta.

c) Comer inmediatamente después de haber "hecho un coraje", padecido un "susto" o haber "hecho bilis".

d) Comer rápido con precipitación, desordenadamente.

Con respecto al primer grupo, los médicos mexicanos del siglo XIX diferenciaban a grosso modo, entre alimentos alíbiles (es decir digeribles por el organismo) y las no alíbiles, que son parcial o totalmente imposibles de ser degradadas por las enzimas contenidas en el tracto gastrointestinal. Entre estas últimas estarían los cabellos, los chicles, y los hollejos de diversas frutas y legumbres como el jitomate, manzana, pera, frijol, uvas, maiz palomero, etc.

Igualmente se considerarían aquellos elementos alimenticios que se encuentran insuficientemente cocidos como la masa de panes y pasteles, las pastas de sopas sin cocer, las tortillas de maiz que se encuentran todavía crudas. Las frutas que no están "a sazón", es decir, que aún estan sin madurar.

Existe el supuesto que la ingesta de los alimentos debe ser armónica y equilibrada en relación a las características intrínsecas frías y calientes de los elementos que se consumen. Es por ello, que frutas consideradas "frías" como las naranjas y las sandías no deben ser consumidas por las mujeres embarazadas cuya naturaleza en ese momento es "caliente". En este mismo sentido, la ingestión de alimentos "fríos" o "calientes" en la madre que amamanta puede provocar que la leche "se corte" y dañe al lactante, del mismo modo que si asolea en exceso o sufre un "enfriamiento" cuando lava o se toma un baño. Consecuencia de lo anterior es el llamado "enlechamiento", variedad de empacho que se genera cuando el niño ingiere la leche materna en las condiciones antes anotadas, o bien, la mamá ofrece su leche de manera muy frecuente, en exceso, a "deshoras", o después de sufrir un evento sorpresivo (susto) o un fuerte coraje (muina). En todos lo casos, la leche se encuentra en grumos, "cortada" o "cruda" (Zolla, 1994).

En los infantes lactantes es importante mencionar que la excesiva producción de saliva durante la aparición de la dentición se ve acompañada de trastornos gastrointestinales, y esas modificaciones son atribuidas al empacho. También es causa de empacho el consumo de la leche que se dejó en biberón durante varias horas y luego se ingiere.

En relación al segundo grupo, podemos comentar que es universalmente reconocido los daños que corresponden al excesivo consumo de uno o varios alimentos, y esta es la forma más conocida de empacho por hartazgo.

En el tercer grupo, aparecen causas relacionadas con la irregularidad en el consumo de los alimentos que conducen a situaciones contrastantes como la escasa ingesta o al contrario, comer en exceso. Tambien causa de empacho es dormir inmediatamente después de comer e incluso, otros médicos desde siglos atrás, establecen como causal la realización del acto sexual sin que medie un prudente y aconsejable periodo de reposo posprandial.

Finalmente, en la cuarta agrupación aparecen causas provocadas por otras enfermedades dependientes de la cultura frecuentes en América Latina, nos referimos a los empachos que se producen a consecuencia de sustos y corajes (antes mencionados para las mujeres que lactan) y los "derrames de bilis" desencadenados por fuertes e intensas experiencias emotivas relacionadas con los corajes, muinas e incluso, penas y tristezas.

En Venezuela, la gente cree que esta enfermedad puede ser "puesta" por alguna hechicería. (Pollak-Eltz, 2002). En México, sólo tenemos un reporte aislado precedente de la sierra de Sinaloa donde se le atribuye la causalidad a "una bruja o al Diablo"

Patogenia

En la península ibérica, desde el siglo XVIII el Diccionario de Autoridades relata que el ahitarse es sufrir "embarazo en el estómago con el exceso grande de la comida, o de viandas no fáciles de digerir" y más adelante señala que "la vianda se pega al estómago, y está allí fija" (1976).

Del mismo modo, en América Latina, de acuerdo con el saber popular, aquello que causa el empacho queda detenido en el tracto gastrointestinal (se dice que se ha "pegado" a las paredes) y esto podríamos interpretarlo como un cuadro oclusivo parcial (suboclusión), y en casos extremos, oclusivo completo.

Estos cuadros de oclusión parcial o total, así como las complicaciones secundarias, explicarán los signos y síntomas que sufre el paciente. En Cuba, el descubrimiento de una tumoración abdominal (una "pelota" o "pelotica") se constituirá en el signo clínico por excelencia.

Epidemiología

Se trata de una enfermedad que afecta a todas las personas, sin importar su edad, género o grupo social. Se ha constituido como una entidad patológica dependiente de la cultura propia de la población latina de América.

Es mucho más frecuente en la edad infantil, sobre todo de 1 a 5 años. La morbilidad es mayor durante los meses de abundancia de frutas, y en el hemisferio norte, coincide con la época de lluvias correspondiente al verano.

En la costa del Pacífico en Guatemala se presenta por igual en adultos que en niños (Weller et al, 1992), mientras que en el Chaco argentino es más frecuente entre los nños porque se considera que ellos tienen su "estómago más débil" (Samaniego C, 1988).

Su mortalidad es desconocida, pero estudios estadísticos de fallecimientos en una parroquia del Valle de México durante el periodo que va de 1834 a 1867 se encontró ocupando el noveno lugar de la mortalidad general, diferenciándose de enfermedades digestivas como diarreas, disenterías y cólera.

Signos y síntomas

Desde el punto de vista clínico es importante la distinción popular que se hace entre empacho "seco" y empacho "húmedo". En el primero, los datos se agregan alrededor de un cuadro de estreñimiento o constipación, mientras que en el segundo, la diarrea es el signo fundamental. Por ello, se invalida la catalogación simplista del empacho como una gastroenteritis caracterizada por la disminución de la consistencia y aumento en la frecuencia de las evacuaciones digestivas.

Existe otra diferenciación clínica entre empachos recientes y antiguos, donde los primeros se manifiestan en forma aguda y abierta mientras que los segundos se encontrarían ocultos, enmascarados y aparecerían como un hallazgo cuando se efectua alguna eventual manipulación terapéutica.

Si entendemos al empacho como un síndrome con una variada causalidad, también podemos comprender su diversa configuración clínica. Pueden variar desde un sencillo y pasajero dolor abdominal hasta múltiples alteraciones orgánicas que ponen en riesgo la vida del paciente.

Un hartazgo digestivo suele acompañarse de signos y síntomas gastrointestinales: dolor de estómago, mareos, náuseas, vómitos y agruras. Si no se resuelve pueden añadirse alteraciones diversas como dolor de cabeza, malestar general, pérdida del apetito, fiebre, algunas ocasiones el estreñimiento y en otras la diarrea.

Una investigación en Guatemala señaló que en 26 casos de empacho, los síntomas más frecuentes fueron diarrea (12), ausencia de apetito (9), cefalea (7), vómitos (5), dolor de estómago (5), distensión abdominal (3), fiebre (2), náusea (2) y otros. (Weller et al., 1992).

En el nordeste de Argentina se considera que un empacho puede complicarse si no es atendido en forma oportuna por los curadores populares (y no por el doctor que desconoce el tratamiento específico que requiere la enfermedad). De tal modo, que el empacho, "se queda adentro, no sale y se va subiendo hasta la cabeza, y ahí ya es peligroso, puede dar hasta meningitis" amenazando la vida del paciente.

En este sentido, cabe mencionar que los médicos mexicanos del siglo XIX reconocían cuatro grupos clínicos en el empacho. En el primero sólo existen alteraciones debidas a la excitabilidad gastrointestinal, en el segundo se presentan datos de obstrucción intestinal, en el tercero hay datos neurológicos, y en el cuarto, otras manifestaciones o "accidentes extraños que pueden desfigurar la expresión de la enfermedad"

Diagnóstico

Si partimos de los elementos clínicos de la medicina académica (o biomedicina) para construir un diagnóstico basándonos en el interrogatorio y la exploración (que abarcan la inspección, la palpación, la percusión y la auscultación), con el empacho podemos utilizar esas mismas herramientas de auxilio.

De hecho, el interrogatorio es uno de los principales instrumentos para la elaboración diagnóstica, pues se pregunta a la madre sobre los antecedentes en la ingesta de alimentos. Y así podremos conocer la frecuencia, la regularidad, los excesos, sus propiedades frías o calientes (de acuerdo a la clasificación popular), la frescura y madurez de frutas y verduras, el grado de crudeza y cocimiento, la presencia o ausencia de hollejos (cáscaras), su condición de digeribilidad, enfermedades asociadas como susto o haber "hecho bilis" Igualmente podremos saber si hubo la ingesta de elementos no ingeribles como el papel, textiles, cabellos, chicles, tierra u otros.

En la inspección encontramos a un pacientito inquieto, llorón, con facies dolorosa, palidez de piel y tegumentos, con datos compatibles con deshidratación (piel húmeda y fría, hundimiento ocular, fontanela deprimida, etc.). En algunos casos podremos observar el abdomen distendido y en ocasiones una deformidad abdominal por presencia de tumoración.

A la palpación podremos corroborar presencia de taquicardia y diaforesis debidas a una hipertermia, y en algunas ocasiones, la palpación de una tumoración abdominal en alguna sección del tubo digestivo. Los médicos mexicanos del siglo XIX señalaban en orden decreciente: íleon, ciego, colon transverso, intestino delgado y por último, el estómago. (Vargas, 2000). En Cuba la mayoría de la gente basa el diagnóstico en la presencia de una "bola" o "pelota" en el abdomen (Seone-Gallo, 1988). En Honduras se refiere que: "Aparecen ciertas masas redondeadas como del tamaño de un nance, en grupos de tres o más. [...] eran detectadas en todo el cuerpo pero fundamentalmente en los brazos". (Maldonado, 1980).

Durante la percusión, se escuchará un sonido de matidez o submatidez, en el lugar donde se ha detectado o palpado la tumoración digestiva.

En la auscultación, se escuchará un aumento en la frecuencia de los ruidos intestinales cuando se trate de un empacho "húmedo" que se relaciona con evacuaciones diarréicas, o bien su dsiminución en caso de empacho "seco". Si existiera un problema de oclusión o suboclusión intestinal, la auscultación corresponderá a presencia de los ruidos antes del sitio afectado, y su ausencia (ileo paralítico) en secciones posteriores.

Fuera del paradigma biomédico, en Argentina se construye el diagnóstico de empacho mediante la "medida de la cinta" que se transcribe a continuación:

Se utiliza una cinta de tela (no elástica) de unos 2 cm. de ancho y una longitud tres veces la medida del antebrazo del que cura, desde el codo hasta los dedos. [...] El paciente toma un extremo de la cinta y lo coloca sobre el epigástrio o "boca del estómago", el curandero toma el otro extremo, se santigua, y lo pone bajo su codo derecho, estirando este brazo hasta coger la cinta con la mano del mismo brazo. El punto de la cinta donde ha llegado la mano es colocado nuevamente bajo el codo y se repite la acción tres veces en total. A la tercera vez, si no está empachado la mano quedará en el epigastrio del consultante, pero si es un Empacho la cinta "se acortará mágicamente" y la mano queda en el pecho, cuello o cabeza del enfermo. Cuanto más alta quede la mano más grave o avanzado será el Empacho. Tres veces se repite la medida completa de la cinta haciendo tres cruces en el punto de llegada al paciente. El curandero durante toda la operación susurra ininteligiblemente una oración, que es la que tiene el verdadero poder de curación, mientras que la cinta posee el del diagnóstico. (Pérez-Samaniego, 1988).

En México, la "tronada o quebrada del empacho" (que se describe en detalle más adelante) constituye diagnóstico diferencial: si se escucha el chasquido o tronada, se confirma que se trata de un empacho (y con esta maniobra hecha por el curandero o la madre de familia, se curará). Si no se escucha no es empacho y entonces mejor "llévatelo con el doctor". Por ello se requiere establecer una discriminación diferencial con respecto a otras patologías gastrointestinales como parasitosis, disenterías, colitis amibiana, gastritis y gastroenteritis de origen infeccioso.

Tratamiento

Los tratamientos relativos al empacho suelen ser realizados por las madres de familia, y en casos más complicados o graves por los curanderos, existiendo en Argentina los especialistas denominados como "medidores o quebradores de empacho".

En toda nuestra América existen una enorme gama de recursos terapéuticos y sus combinaciones para curar el empacho, no obstante su objetivo es el mismo: desalojar y limpiar el tubo digestivo en cualquiera de sus secciones. Por ello aparecen remedios vegetales y sintéticos de carácter calmante y evacuante tales como los vomitivos, los purgantes y laxantes, digestivos y carminativos e incluso enemas.

A propósito de tratamientos con elementos farmacológicos de patente, es creencia popular generalizada que se deban evitar medicamentos que reduzcan la movilidad intestinal como los antiadiarréicos de tipo astringente (por ejemplo, la caolín y pectina) y los derivados de la butil hioscina.

Además de la limpieza digestiva, se realiza un masaje o “sobada” en la superficie abdominal. Las manos del curador se recubren de manteca de puerco, aceite de comer, sebo de variados animales (gallina, pollo, carnero, cabrito, toro, entre otros), “pan puerco” (pomada grasosa que se hace en México, y que puede contener entre otros elementos la raíz de jalapa). En Honduras se usa también la brillantina. En Cuba, la orina humana y el cocimiento de hojas de chamico; y en Venezuela, la mantequilla, aceite de almendras, manteca de cacao mezclados con infusiones de flor de rosa y hojas de col. En algunos casos, se suele dejar un emplasto, siendo los más famosos en la época colonial, la hoja del tabaco, y que ahora ha sido sustituido por la hoja de col o el papel de estrasa.

Quizá la manipulación terapéutica más espectacular y específica del empacho corresponde a la tronada o quebradura de empacho, que también se conoce como “tirar del cuerito”. Contamos con reportes de su utilización en México, Cuba, Argentina y Chile. La persona afectada se le acuesta, se le masajea (con la técnica particular de cada curador), y luego se le pone en decúbito ventral, se le soba la espalda, y se le jala la piel ubicada en la región paralumbar, escuchándose un tronido o chasquido, es decir, un sonido seco e intenso, que es específico de la curación del empacho.

Esta técnica provoca aumento del peristaltismo gastrintestinal por estimulación de las raíces nerviosas correspondientes al plexo solar, y obliga al paciente a evacuar en forma inmediata. Otra explicación, desde el modelo de la acupuntura tradicional china, es que la zona donde se le “tira del cuerito” corresponde a canales y meridianos que controlan órganos internos con función digestiva, aumentado su actividad. (Chévez, 2000)

Sean las plantas medicinales, las sales minerales, los medicamentos de patente, las purgas o las técnicas manuales, se busca el incremento de la actividad gastrointestinal, la salida de aquello que está provocando el empacho, y la máxima prueba demostrativa es visualizarlo en las heces fecales o –en otros casos- encontrarse con evacuaciones extraordinariamente fétidas.

A pesar de la infinita cantidad de remedios con cierta eficacia, es aconsejable prohibir el uso de algunas sustancias relacionadas con el plomo y el mercurio, nos referimos a la greda, albayalde y azarcón, que aún se suele utilizar en algunas partes del continente americano (Geffner y Sandler, 1980; Montoya, 1984; Trotter, 1985; Baer y Ackerman, 1988; Baer, García de Alba, Cueto, Ackerman y Davison, 1989).

Por otro lado, es interesante constatar que en algunos países aún se ofrecen rituales religiosos para la cura del empacho. Por ejemplo en Cuba, en los primeros años posteriores a la Revolución, en las zonas rurales de Camagüey se continuaban los rezos, oraciones, masajes con la señal de la cruz en la superficie abdominal y el uso asociado de purgantes. Una campesina relata:

Lo malo que tiene el empacho es la pelota que se forma, que hasta que uno no la hace bajar se está empachado. El remedio que conozco es que otra persona se embarra una mano en aceite y se la va pasando al empachado por a barriga para localizar la pelota. Cuando la tiene localizada, la otra persona dice la oración:

Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Y hace una cruz en la pelota. Esto lo hace y lo dice tres veces. Después, con las dos manos empuja la pelota hacia abajo, para hacerla bajar para el intestino y dice la oración:
Igual que Pilatos a Jesús empujó
este empacho maldito lo empujo yo.

Entonces se le da al enfermo una taza de agua con sal y una cucharada de aceite de comer.

Procedente de Uruguay es la siguiente receta:

Se fricciona el estómago en cruz y se repite tres veces:
¿Qué corto? Ríos de agua o agua o comida encharcada.
Eso mismo corto yo.
En el nombre de Dios y de la Virgen María.
(Se repite tres veces)

En México, muchas madres de familia inician los tratamientos populares e incluso, con medicamentos de patente con la fórmula: “En el nombre sea de Dios…”

Prevención

De acuerdo a la multicausalidad del empacho antes mencionada, la prevención es particular y específica. La mayoría de las medidas preventivas son transmitidas en el ámbito doméstico por la vía del género, es decir, a partir de la cadena femenina compuesta por la abuela-madre-hija embarazada.

Nuestras observaciones sobre la transmisión de saberes y prácticas médicas populares señalan el periodo de embarazo como la etapa inicial donde las mujeres son aleccionadas por otras de mayor experiencia sobre lo que deben y no deben hacer durante el embarazo, el parto, el puerperio y los cuidados del recién nacido. Son precisamente sus mamas, suegras, abuelas, tías y vecinas, las encargadas de brindar de manera espontánea los conocimientos basados en sus propias experiencias.

Por ejemplo, en la alimentación de los lactantes con ablactación se suele recomendar –entre otros elementos– el uso del frijol pero siempre indicándose quitar el hollejo que envuelve a las semillas. No siempre explicándose las razones de tal práctica pero ya nosotros sabemos, que corresponde a una medida para evitar el sufrimiento de empacho.

Siguiendo este mismo razonamiento, se debe evitar la ingestión de sustancias no alimenticias como el papel, la tierra, las hebras textiles, los cabellos, los chicles, entre otros. Igualmente no permitir la ingestión de frutas inmaduras o que tengan cáscara; los alimentos insuficientemente cocidos (sopas de pasta, la masa con que se preparan galletas, panes y pasteles); alimentos en proceso de descomposición; aquellos que son localmente reconocidos como demasiado fríos o calientes para el estado corporal de los niños que los consumen; y que los bebés con reciente dentición no ingieran la saliva que ya salió de su boca (que se conoce en México como "baba").

Por supuesto, no comer en forma excesiva, precipitada y en desórden; hacerlo en forma regular con horarios cotidianos; y no dormir inmediatamente después de cenar, ni tampoco comer de manera inmediata después de haber sufrido un coraje o un susto.

Fuente

Cuadernos de Historia de Cuba

Véase También

La mortalidad por empacho en el suroeste del Valle de México