Diferencia entre revisiones de «Erotofobia»

(Causas)
(Tratamiento)
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== Tratamiento ==
 
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Como toda fobia, existen tratamientos para  combatirla. Al respecto, Oksenberg  aclara que las terapias dependen de  la naturaleza del miedo y que según  aquello, habrá ejercicios  específicos para los pacientes, lo que los llevará a  tener una mejor  calidad de vida en el terreno sexual.
 
 
 
                  
 
                  
De esta forma, para los casos más simples se  necesitarán de pocas sesiones de terapia sexual, las que consisten en   ejercicios sencillos indicados por un sexólogo o terapeuta entrenado. Este tipo  de tratamiento tiene por objetivo “la desensibilización  sistemática del temor a  través de encuentros sucesivos de creciente  carácter erótico y durante los cuales existe una prohibición de tener  relaciones sexuales genitales. Esto reduce de  inmediato la conducta  evitativa del encuentro con caricias  sensuales pre-genitales”, afirma  el especialista.
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Como toda fobia, existen tratamientos para  combatirla. Las terapias dependen de  la naturaleza del miedo y que según aquello, habrá ejercicios específicos para los pacientes, lo que los llevará a  tener una mejor calidad de vida en el terreno sexual.
 
 
               
 
En el caso de la fobia producida  por un abuso sexual  o el que se presenta a través de trastornos de la  personalidad, el  médico indica que se requerirá de un “tratamiento de psicoterapia  de  orientación psicoanalítica o psicoanálisis propiamente tal”. En este  sentido, la terapia supone un gran esfuerzo y en palabras de Álex  Oksenberg, este proceso “vale  la pena porque tiene buen pronóstico y  ofrece la oportunidad de vivir mejor la  vida en un ámbito que puede  hacer la diferencia entre una vida significativa versus  una  insignificante”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Una fobia es un miedo excesivo, persistente e irracional. Un fóbico  sexual es quien evita por completo el sexo o limita ciertas prácticas  por temor, dolor u otras cuestiones que considera peligrosas. Hay  quienes siquiera pueden hablar de sexo. La  erotofobia  es uno de  los traumas más primarios, que nada tienen que ver con la vergüenza o  el pudor. De eso no sólo no se habla, sino que se reprime hasta la  palabra.
 
 
 
           
 
El hecho de padecer una fobia sexual no significa que no haya atracción,  impulso o deseo sexual. En estos casos, el miedo paraliza y quien sufre  esta limitación se siente inhibido, bloqueado, incapacitado de  concretar el acto. El fóbica sexual desea y teme al mismo tiempo. Y la  respuesta más habitual, a modo de defensa, es el escape, el evadir las  situaciones de encuentro.
 
           
 
Muchos de los casos de eyaculación precoz, vaginismo  o dispaurenia (dolor a la hora de practicar sexo) son consecuencia de  este temor. Generalmente, están fundados en experiencias traumáticas  previas, creencias y mitos infundados o tan sólo fantasías que  paralizan. Así como hay casos extremos de abuso y violación, una inadecuada "educación sexual" también puede ser causa de este temor  extremo por el sexo.
 
 
 
           
 
Las fobias alcanzan tanto a hombres como a mujeres. Según los  especialistas, el número de personas que consultan por este trastorno ha  crecido enormemente en los últimos años, así como también ha disminuido  considerablemente la edad de quienes llegan al consultorio. Mientras  que hace unos años atrás el promedio de pacientes rondaba los 30-40, hoy  son los jóvenes de 20 los que piden ayuda.
 
 
 
           
 
Por suerte están quienes consultan. Muchos se enquistan en el silencio y  el trauma sexual los condiciona de por vida. Así es como existen los  "matrimonios no consumados" o quienes, por su aversión, pueden  mantenerse vírgenes hasta la muerte. Muchos fóbicos sexuales no logran  siquiera masturbarse.
 
 
 
           
 
Muchas mujeres tienen miedo a ser penetradas. Y ese pánico se extiende  al punto tal que no se animan a consultar a un ginecólogo, ponerse un  tampón o permitir el más mínimo roce con su vagina. Este temor al falo  (falofobia) es muy común que surja por alguna relación con un hombre que  las haya lastimado con su pene o tan sólo por haber escuchado quejas  por el estilo.
 
 
 
           
 
Los hombres desarrollan miedos acordes a sus genitales y a los viejos  mandatos culturales de "hombría y provisión". Están quienes tienen miedo  a no satisfacer a su pareja por el tamaño de su pene, ya sea éste  extremadamente grande o pequeño. Y si no es por cuestión de centímetros,  es la baja autoestima o temor a no responder como ellas esperan (o como  ellos creen que ellas esperan).
 
           
 
Están quienes no pueden tener contacto con mujeres bellas. En ellos  crece la curva de ansiedad y exigencia. Ni una ni otra, en ningún caso,  son buenas consejeras a la hora de gozar en la cama (o donde sea). En  materia de "escenarios de placer", hay quienes desarrollan fobias a  tener relaciones en algún lugar en especial (lugares cerrados,  espejados, vidriados y aparentemente expuestos al exterior, etc).  Generalmente, en estos casos, la fobia sexual está asociada a otras  fobias (a los lugares cerrados, las alturas, etc).
 
 
 
           
 
Sufrir de impotencia o eyaculación precoz sigue en la tabla de los clásicos masculinos de siempre.
 
 
 
           
 
No siempre alcanza con reemplazar inseguridades con una pastillita azul,  desinhibirse con unos tragos o respirar 20 veces antes de entregarse  al encuentro sexual que sea.  La consulta al profesional, como siempre,  es el pasaje más seguro a conquistar el placer.
 
           
 
Las técnicas clínicas y psicoterapéuticas son eficientes, junto, muchas  veces, a ciertos psicofármacos que permiten abordar los episodios de  fobia, los trastornos obsesivos y los eventuales ataques de pánico. Será  clave la alianza establecida entre profesional y consultante; así como,  de ser necesaria, la participación de las parejas. No todos los  tratamientos son iguales. Cada quien con su "mambo sexual", su  diagnóstico y debido tratamiento. Todo pasa. El goce no quiere otra cosa  más que ser encontrado.
 
 
 
 
 
 
 
La gama de las fobias  es muy amplia, pero más allá de las fobias más conocidas y comunes como  la claustrofobia o la xenofobia existen otros miedos que están  relacionados con el género de la persona y su sexualidad. Realmente el  número de fobias sexuales es verdaderamente grande y es que la  sexualidad ha sido siempre un foco de tensión para las personas. En  ciertas ocasiones la disfunción eréctil, la eyaculación precoz o la anorgasmia en las mujeres tiene en su base un miedo oculto.
 
 
 
Una de las fobias más generalizadas es la coitofobia o genofobia:  el miedo a mantener relaciones sexuales. En los hombres normalmente se  presentan problemas para mantener la erección mientras que en las  féminas se muestran dificultades para alcanzar el orgasmo. Este miedo  hace que las personas experimenten una gran ansiedad pues les preocupa  fallar de alguna manera en su desempeño sexual. Algunos tienen miedo de  sus impulsos sexuales o de perder el control durante el acto sexual  (algo que es considerado como una falta de autocontrol imperdonable).  Otros simplemente perciben la idea de tener relaciones sexuales como  algo desagradable o detestable.
 
 
 
¿De dónde proviene este miedo? Como puede presuponerse las causas son  múltiples, las más comunes suelen ser: 1. un trauma sexual vinculado con  una violación o un abuso sexual, fundamentalmente en las edades  tempranas; 2. haber sido testigo de un acto sexual que haya resultado  impactante para la persona, ya sea en su vida real o en un filme y, 3.  haber sufrido vaginismo en algún momento de la vida, por lo cual la  relación sexual se hizo dolorosa y se estableció un vínculo inadecuado  entre el dolor y el sexo. Otras causas pueden ser: la ausencia de  sentimientos de amor y cariño hacia la pareja, la experimentación de  culpas propiciadas por una educación cultural o religiosa demasiado  estricta, perversiones sexuales de parejas anteriores e incluso, muy al  contrario de lo que pueda pensarse: haber sostenido una vida sexual muy  activa y promiscua.
 
 
 
En estrecha relación con las causas de la coitofobia, puede hablarse de la agrafobia,  o sea, el miedo a ser víctimas de un abuso sexual. Esta fobia  usualmente se presenta en aquellas personas que han sido violadas con  anterioridad o en quienes han visto actos sexuales violentos, incluso en  un filme.
 
 
 
También puede encontrarse la erotofobia, que sería el  miedo a los temas relacionados con la sexualidad, a las preguntas de  índole sexual y en general a todo aquello que pueda relacionarse con el  erotismo. Es poco probable que los erotofóbicos hablen de sexo y suelen tener reacciones negativas con respecto al material sexualmente  explícito. Por supuesto, esto conduce a que mantengan relaciones  sexuales con menor frecuencia y que tengan menos compañeros  sentimentales a lo largo de sus vidas. Algunas investigaciones han  demostrado una correlación entre puntajes elevados en la erotofobia y un  uso menos consistente de anticonceptivos, fundamentalmente debido a que  existe un desconocimiento general sobre la sexualidad humana.
 
 
 
Siguiendo esta misma línea que relaciona el sexo y el amor se halla la filofobia, más conocida como el miedo al amor, a enamorarse o a estar enamorado.  Se trata de una condición que afecta profundamente la vida de quienes la  padecen ya que estas personas no desean enamorarse. El origen del  trastorno suele estar en traumas infantiles que degeneraron en complejos  de inferioridad y que estaban relacionados con la familia o con el entorno afectivo. Quines padecen esta fobia suelen adoptar los  siguientes comportamientos: eligen relaciones imposibles donde nunca  podrán enamorarse, escogen hombres o mujeres que terminarán dejándolos  para así evitar el enamoramiento y escapann de alguien que se haya  enamorado de ellos buscándole defectos inexistentes. En sintonía con el  miedo romántico, se devela la existencia de otra fobia, filematofobia: el pavor por los besos y la negación a ser besados.
 
 
 
También pueden hallarse personas que temen a los juegos amorosos, a este miedo se le denomina: sarmasofobia o malaxofobia.  El término sarmasofobia proviene de "Sarmatia", una antigua región  próxima al Mar Muerto de la cual descendían las legendarias amazonas que  según la leyenda tenían aversión al contacto con los hombres.
 
 
 
Un tanto desligada de la relación sexual propiamente dicha pero siempre relacionada con el género, se presenta la gimnofobia, nudofobia  o miedo a la desnudez. Quienes padecen esta fobia temen, tanto ser  vistos desnudos como ver a otras personas desnudas, aún en aquellas  situaciones donde la desnudez es socialmente aceptable. Los gimnofóbicos  pueden experimentar miedo o ansiedad frente a todos o, por el  contrario, sólo frente a ciertas personas en particular. Una causa  posible de esta fobia es el sentimiento de inferioridad con respecto al  propio cuerpo, en especial debido a que se compara con las imágenes  mostradas en los medios que idealizan la belleza humana al punto de que  las imperfecciones naturales llegan a ser vivenciadas como un  padecimiento.
 
  
Por otra parte, existen personas que le temen a los hombres, en este caso nos referimos a la androfobia, el miedo a los hombres. Se trata de una aversión hacia las personas de  sexo masculino, probablemente causado por un evento traumático sufrido en la edad temprana, ya sea con un hombre o con un niño. Quienes padecen esta fobia experimentan gran ansiedad, incluso cuando se den cuenta de que las otras personas no representen una amenaza real.
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Para los casos más simples se  necesitarán pocas sesiones de terapia sexual, las que consisten en   ejercicios sencillos indicados por un sexólogo o terapeuta entrenado.  Este tipo  de tratamiento tiene por objetivo “la desensibilización  sistemática del temor través de encuentros sucesivos de creciente  carácter erótico y durante los cuales existe una prohibición de tener  relaciones sexuales genitales. Esto reduce de  inmediato la conducta evitativa del encuentro con caricias sensuales pre-genitales”, afirma el especialista.
  
Finalmente, apunto que otras personas sufren de onirogmofobia, miedo a los sueños húmedos y parafobia, el miedo a tener una perversión sexual.
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En el caso de la fobia producida  por un abuso sexual  o el que se presenta a través de trastornos de la  personalidad, el médico indica que se requerirá de un “tratamiento de psicoterapia  de  orientación psicoanalítica o psicoanálisis propiamente tal”.
  
 
== Tratamiento ==
 
== Tratamiento ==

Revisión del 16:13 7 feb 2014

Fobia sexual
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Miedo a experimentar cualquier tipo de sensaciones sexuales.
Clasificación:Fobia

Fobia sexual. Se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a experimentar cualquier tipo de sensaciones sexuales.

Fobia sexual

Padecer de fobia sexual, es padecer de algo relativo a la sexualidad. Los pacientes fóbicos o bien evitan por completo el sexo o su ansiedad y evitación se restringen a facetas concretas de la sexualidad: fracaso sexual, los genitales, secreciones y olores sexuales, fantasías sexuales, diversas actividades eróticas, como el beso profundo, el sexo bucal o anal, la masturbación, el orgasmo, el desvestirse delante de la pareja, la visión del compañero/a desnudo, la preñez, etc.

Síntomas

Los pacientes aquejados de fobias sexuales sufren con frecuencia trastornos por angustia (síndrome de ansiedad fóbica). Tales sujetos presentan, desde una base psico-fisiológica, un umbral anormalmente bajo ante la angustia. Experimentan intensas crisis de angustia y tienden a presentar múltiples fobias, entre ellas las de carácter sexual.

Las personas con un umbral de miedo o angustia normal también pueden ser víctimas de fobias sexuales. Cabe suponer que estos miedos irracionales se adquieren o "aprenden" en virtud de una disposición neurótica. Por supuesto, ello no quiere decir que los pacientes con trastornos por angustia no aprendan a sentir terror o no estén sometidos a procesos neuróticos. Por el contrario, probablemente su propensión a angustiarse les hace más vulnerables a dichos procesos.

La distinción entre fobia sexual “simple” y fobia dimanante de un trastorno por angustia es un factor de primordial interés en el curso de la evaluación, dado que los pacientes que sufren crisis de angustia requieren, además del consabido tratamiento psicológico, una medicación adecuada , mientras que los afectos de fobias sexuales simples responden a una gran variedad de enfoques psicoterapéuticos y no precisan que se les medique. Las fobias simples son muy aptas para la aplicación de la terapia sexual, en tanto que los pacientes fóbicos con trastornos por angustia corren el riesgo de empeorar con dicha terapia, salvo en el caso de que se hallen protegidos de las crisis de angustia por los fármacos pertinentes.

Uno de los problemas sexuales que se oculta a menudo es el miedo a enfrentarse a una relación. Temor a la penetración, a la intimidad o el salto a la palestra de los valores o creencias culturales y religiosas, son factores que inciden de manera significativa a la hora de estar a solas con la pareja.

Causas

Las causas que llevan a la evitación del sexo pueden ser múltiples, entre ellas el coito doloroso por causa de una perturbación ginecológica no diagnosticada, la contemplación de la pareja como un ser repulsivo o un conflicto neurótico en torno al placer y el disfrute sexual. Otras veces, el paciente ha desarrollado un patrón sindrómico de evitación en virtud de un síndrome de ansiedad fóbica (trastorno por angustia) no concienciado. En la mayoría de los casos, la evitación fóbica de la sexualidad que deriva de estas etiologías tiene un pronóstico bastante favorable, siempre y cuando se identifique correctamente el agente patógeno y se prescriba la medicación y/o la terapia psicológica adecuadas.

Una de las causas más conocidas frente al padecimiento de la fobia sexual es el haber sido víctima de una violación. Esta experiencia traumática puede gatillar lamentables consecuencias en la persona, quien después de este hecho, puede llegar a sentir incluso repulsión por los encuentros sexuales, evitando a toda costa llegar a la intimidad.

Pese a lo anterior, existen otras circunstancias que llevan a este aborrecimiento y que tienen que ver con la personalidad del individuo, su temperamento o ciertas convenciones sociales como el embarazo fuera del matrimonio. Estos agentes marcan las vidas de los afectados, quienes incluso – y en los estados fóbicos extremos – se mantienen vírgenes de por vida, llegando incluso a formar un odio social importante.

Tratamiento

Como toda fobia, existen tratamientos para combatirla. Las terapias dependen de la naturaleza del miedo y que según aquello, habrá ejercicios específicos para los pacientes, lo que los llevará a tener una mejor calidad de vida en el terreno sexual.

Para los casos más simples se necesitarán pocas sesiones de terapia sexual, las que consisten en ejercicios sencillos indicados por un sexólogo o terapeuta entrenado. Este tipo de tratamiento tiene por objetivo “la desensibilización sistemática del temor a través de encuentros sucesivos de creciente carácter erótico y durante los cuales existe una prohibición de tener relaciones sexuales genitales. Esto reduce de inmediato la conducta evitativa del encuentro con caricias sensuales pre-genitales”, afirma el especialista.

En el caso de la fobia producida por un abuso sexual o el que se presenta a través de trastornos de la personalidad, el médico indica que se requerirá de un “tratamiento de psicoterapia de orientación psicoanalítica o psicoanálisis propiamente tal”.

Tratamiento

Ya sea que presentes una fobia sexual o cualquier otro tipo de fobia, es muy importante visitar a un terapeuta sexual. Solo un especialista podrá ayudarte a encontrar el origen de tu miedo y trabajar en ello para superarlo con éxito. El sexo y la intimidad es de suma importancia para la salud de la pareja, por ello no dudes en consultar a un médico para encontrar las herramientas que te ayuden a superar ésta situación.

Fobias específicas

Otras

  • Vaginismo: Hay muchas mujeres que tienen miedo a ser penetradas y llevan este miedo hasta tal punto que sienten pánico hasta a colocarse un tampón o ir al ginecólogo.
  • Fetichismo: Es la práctica sexual que conlleva el uso de artículos inanimados tales como ropa o juguetes sexuales para la consecución del placer sexual. No se convierte en fobia hasta llega a la obsesión.

Fuentes