La Piedad (Pintura)
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La Piedad (Pintura). Está inspirada en la de Eugene Delacroix, pintado sobre tela por el pintor Vincent van Gogh en el año 1889 se encuentra en el Museo Nacional Van Gogh (Amsterdam, Holanda).
Sumario
Historia
La única piedad de Van Gogh
Las dos visiones del arte de Van Gogh y Gauguin se enfrentaron también en la imagen de Jesús. El primero, que la pintó solo una vez, se enfadó por los Cristos de Gauguin. Escribió:Vincent Van Gogh, pintor de temperamento religioso, que durante un largo período de su vida pensó incluso en seguir los pasos de su padre, pastor calvinista en su Holanda, pintó solo una vez la imagen de Cristo debido a un episodio crucial, y bien documentado por cartas y testimonios, en el que se enfrentó a su gran amigo Paul Gauguin. En el centro de la diatriba, la hipótesis de realizar una serie de obras dedicadas al episodio evangélico del Huerto de los olivos. El año anterior Van Gogh y Gauguin habían sido protagonistas de un breve y tumultuoso intento de realizar una especie de hermandad artística en Arles, en el sur de Francia. Un intento dramáticamente naufragado después de apenas 63 días, cuando, tras el enésimo y furioso enfrentamiento, el artista holandés se autolesionó, cortándose con una navaja de afeitar el lóbulo de la oreja izquierda. Era el 22 de diciembre de 1888: Gauguin volvió inmediatamente a París, Van Gogh, hospitalizado, acabó después de algunos meses de peregrinación en una casa de reposo a 25 quilómetros de Arles, en Saint-Rémy en Provence.
Una vez olvidados los rencores, volvieron a establecer el contacto, añadiéndose a menudo el hermano de Van Gogh, Theo, que era marchante de arte en París y se ocupaba, con poco éxito, también de vender las obras de ambos artistas. Entre otras cosas, Gauguin, que no soportaba la vida de ciudad, al cabo de algunos meses se fue a Bretaña donde, en Le Pouldu, volvió a intentar poner en pie una experiencia similar a la que había fracasado con Van Gogh. Su socio esta vez era un joven obedientemente subordinado a su liderazgo, Meyer De Haan. Pero a su alrededor revoloteaban otros jóvenes protagonistas de la escuela de Pont Aven, entre quienes destacaban Émile Bernard y Paul Sérusier.
Esto no le había gustado para nada a Theo Van Gogh, hombre muy pragmático, quien, en una carta resentida a Gauguin, definió Bretaña como «una tierra demasiado de convento». Es decir, donde era fácil caer en lo místico, a lo que, por lo demás, los nuevos amigos de Gauguin se sentían especialmente llamados. El joven marchante de arte había acertado: en efecto, a finales de agosto del 89 recibió de Bretaña un nuevo grupo de telas, dos de las cuales confirmaban plenamente sus previsiones. Gauguin había pintado una Piedad y una Crucifixión, tituladas, respectivamente, El Cristo verde y El Cristo amarillo. La primera obra estaba inspirada en un Calvario bretón, la segunda en un Crucifijo policromo conservado en la iglesia de Trémole, cerca de Pont Aven. Theo se quedó perplejo, y así se lo dijo a Gauguin. Este, como respuesta, le escribió que estas obras, según él, «rezumaban pura fe». La perplejidad de Theo fue indirectamente confirmada por la crítica. Octave Mirbeau escribió de un «Cristo piadoso y embadurnado de amarillo»; Charles Morice, por su parte, vio en aquella tela el «símbolo de un sacrificio, es decir, de una muerte eterna que no incide en la vida ni consuela a los vivos».
Vincent aislado en su casa de reposo del sur, no le llegaban los ecos de este giro simbolista de Gauguin, según lo definía su hermano. En junio Van Gogh había vuelto a la plena actividad, pintando un emblemático autorretrato, con paleta y pinceles entre las manos, en el que mostraba la parte no mutilada de su rostro. En septiembre, extraordinariamente, pintaría también la única imagen de Cristo de su historia de pintor: una copia de la Piedad de Delacroix, un artista que, según él, tenía «un huracán en el corazón», escribe Vincent a su hermano el 19 de septiembre para describir la copia de Delacroix que acababa de pintar.
Mientras tanto, también Gauguin, desde Bretaña, escribía a Theo contando su batalla:
Eran dos visiones del arte lúcida y frontalmente contrapuestas. Unos meses después Paul Gauguin se iba al trópico convencido de que iba a ser el «Juan Bautista de la nueva pintura». Van Gogh, por su parte, volvió al norte, para tratar de curarse de la enfermedad que estaba agrediendo, en oleadas cada vez más devastadoras, su precaria psicología. Al final sucumbió, suicidándose el 30 de julio de 1990 en un campo de Auvers sur Oise.
Descripción de la obra
En esta Piedad, Vincent sigue fielmente a Delacroix, aunque aportando su colorido y su tratamiento personal. Eso motiva que las pinceladas sean rápidas y vibrantes, apreciándose los toques de pincel en la tela. Abundan los amarillos y azules, sus tonos favoritos, apareciendo muestras de blanco mezclado con morado en diversas zonas. Algunas de las líneas de los contornos, especialmente las del tocado de la Virgen, están tratadas siguiendo el cloisonismo de Bernard y Gauguin, inspirado en las vidrieras y camafeos medievales, al reforzar dichas líneas con tonos más oscuros.
Las dos figuras en tensión recuerdan al Barroco, incluso la musculatura de Cristo trae a la memoria a Miguel Angel. Pero el mensaje es muy personal, situando a María en una posición en la que parece mostrar la muerte del Hijo como producto de la crueldad del ser humano. Se contempla la intensa religiosidad de un hombre que está sintiendo un miedo cada vez mayor a sufrir un nuevo ataque que le impida trabajar, refugiándose en la religión.