Partido Liberal (Cuba)

Partido Liberal Autonomista
Información sobre la plantilla
Institución con sede en Bandera de Cuba Cuba
Siglas o Acrónimo:PLA
Disolución:1898
Tipo de unidad:Partido Político
Ideología política:Reformistas
País:Bandera de Cuba Cuba
Sede:Santa Clara

Partido Liberal. Partido Político fundado en 1878, aprovechando las escasas libertades reconocidas por el Pacto del Zanjón, por los antiguos reformistas, con la colaboración de algunas importantes personalidades de la guerra del 68. Poco después cambió el nombre por el Partido Liberal Autonomista.

En su dirección se destacan conocidos intelectuales de la gran burguesía cubana (abogados, periodistas, historiadores, economistas, oradores) como José María Gálvez, Eliseo Giberga, José Antonio Cortina y Rafael Montoso.

Entre los principales puntos de su programa estaban: lograr que España concediera a Cuba los mismos derechos de que gozaban los españoles en la Península, que la Isla se rigiera por las mismas leyes y códigos vigentes allá, que se separaran el poder civil y el militar, que se aboliera la esclavitud mediante una indemnización a los dueños de esclavos, que se estimulara exclusivamente la inmigración blanca, y que se hiciera una reforma de los aranceles y las cargas fiscales en beneficio de los productores cubanos.

Cuatro años después, en 1882, el Partido Liberal se pronunciaría por la «libertad inmediata y absoluta» de los esclavos. Dos grandes bloques políticos se estructuraron en la sociedad insular tras el fin de la Guerra de los Diez Años (1878): el Partido Liberal, llamado después Liberal Autonomista, y el Partido Unión Constitucional. Ambas agrupaciones rechazaban la independencia y existieron hasta 1898.

Se nutrían de elementos de la burguesía, pero mientras Unión Constitucional nucleaba a los «buenos españoles», el Liberal Autonomista se presentaba como el de los «buenos cubanos». En verdad, nunca representó a la nación ni fue un partido de masas. Su militancia fue siempre exigua y al final llegó a ser calamitosa (tenía 259 miembros en 1895). Más importante que el número de sus afiliados fue el peso de las ideas que sustentó, pues sus críticas al colonialismo español influyeron en la sociedad cubana de su tiempo.

En sus filas se contaron figuras del relieve intelectual de [[Miguel Figueroa]], José Antonio Cortina, Raimundo Cabrera y Eliseo Giberga, sin olvidar a Enrique José Varona, que lo abandonaría para sumarse a la causa de José Martí. Rafael Montoro fue su ideólogo emblemático. Defendía la teoría de un cambio evolutivo, no revolucionario, de la sociedad cubana.

Si los de la Unión Constitucional, preferidos y protegidos por el régimen, tenían como divisa el saqueo y la expoliación de la Colonia, los autonomistas pretendían que la Isla fuese vista por Madrid como una región especial de España que se regiría por leyes que se promulgarían de acuerdo con sus necesidades, aunque contribuiría al presupuesto de la Corona.

Se mantendría la figura del Capitán General y habría una cámara de diputados con miembros electos en Cuba y también designados por España, así como un Presidente de Gobierno asistido por sus secretarios de despacho. Con la autonomía, Cuba seguiría siendo española. Negaba la posibilidad de la independencia. Pese a lo valioso de su prédica, se empataba en eso con Unión Constitucional. Martí le llamó «el partido de la equivocación permanente».

Hacia 1893 pareció que España facilitaría ciertas modificaciones en el estatus político de la Isla. Nada se hizo porque en Madrid los conservadores, en alianza con los elementos más obstinados de Unión Constitucional, aplazaron primero e impidieron después su presentación en el Parlamento. Otro proyecto más recalcitrante, el plan Romero-Abárzuza, fue aprobado en 1895, pero no se aplicó. La Revolución de Martí trazaba nuevos derroteros.

Desde los inicios de la Guerra de Independencia, el Partido Autonomista expresó su apoyo a España y su condena de la lucha armada. Siguió abogando por la autonomía, mientras que el Partido Reformista, fundado en La Habana en [[1893], clamaba por la aplicación de las exiguas reformas del plan Romero-Abárzuza.

En 1898, tres años de lucha situaban a España entre la espada y la pared. Propiciaba cambios o perdía a Cuba para siempre. El nombramiento de Ramón Blanco y Erenas, Marqués de Peña Plata, como capitán general de la Isla, en noviembre de 1897, fue un alivio para los autonomistas. Debía poner en vigor el Real Decreto que autorizaba el régimen autonómico en Cuba y Puerto Rico.


Fuente

  • Libro: Historia de Cuba, Autor, Dr. Navarro Cantón José.