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Revisión del 19:53 8 nov 2013

Santiago Navarro Viola.
Información sobre la plantilla
1010.jpg
Mártir ecuatoriano.
NombreSantiago Navarro Viola
Nacimiento1810.
Ecuador.
Fallecimiento1891.
Ecuador.
Otros nombresNavarro Viola

Santiago Navarro Viola. Mártir en el Ecuador. Nació en Buenos Aires hacia 1810.

Nacimiento

Nació en Buenos Aires en el año 1810.

Sobre su vida

Vicente López, en su autobiografía, cuenta de Santiago Navarro Viola o simplemente Santiago Viola, lo siguiente: "Había heredado una gran fortuna. Tenía talento pero era amateur y flamante en todo, en moda, en caballos, en amores, del teatro. En su vivacidad se preocupó también del movimiento literario, para en eso fue una moda elegante, como las demás. Era una reproducción fácil y audaz de lo que oía o leía a la legua, poquísimo fondo pero con talento de exhibición. Al sentir nuestro movimiento empleó unos veinte o veinticinco mil francos de su fortuna en mandar a venir todos los libros de fama corriente en París, franceses, italianos, alemanes traducidos. La Revista de París, La Británica completa, una inscripción subsiguiente y a su colección hizo agregar un número de retratos litografiados de los autores en boga. Vivía en la calle de la Florida, en casa propia, que es la que hoy está frente a la de Prirovano, ocupada por una talabartería o bazar. Su padre, del mismo nombre que él, había muerto un año o dos antes. Hacía de la madre lo que quería pues ésta le tenía por un astro, ocupaba un salón escritorio y dos piezas e hizo correr la voz de los tesoros que había recibido. No se puede decir que era estudiante pero frecuentaba la universidad por no tener que hacer y darse una personalidad".

De esta descripción bien se ve que López no le tenía mucho afecto, aunque fue de los bienaventurados que aprovecharon sus tesoros por la descripción que hace de sus aposentos, que debió frecuentar en uso y abuso de la amistosa anfitrionía de su amigo Viola.

Juventud

En su casa allá por los años 37 y 38 reuníase los jóvenes de la Asociación de Mayo. En 1838 leyó en la Universidad de Buenos Aires su discurso titulado Pensamientos sobre el sistema de Codificación para obtener el grado de Doctor en Derecho Civil.

Como todos sus compañeros se hizo enemigo del General Juan Manuel de Rosas, Gobernador de la Provincia. Partidarios exaltados de Rosas, un día del terrible año 39, calaron a Viola, vale decir, le introdujeron por cierto orificio una gruesa vela. Esto le enfermó -y la noticia fue regada a propósito entre las personas de viso y sociedad de Buenos Aires- Huyó a Montevideo en 1840 y allí se recibió de abogado con notabilísimos exámenes". Florencio Varela dijo: "No he visto nunca mejores exámenes que los que ha rendido Viola ante el tribunal".

De Montevideo partió a Europa "en donde sus hábitos fastuosos y la interrupción de comunicaciones con su país le ocasionaron algunos contratiempos que comprometieron su crédito. De regreso de Europa y como aún gobernaba en su Patria el odiado tirano, se estableció en el Ecuador, llamado por un paisano y amigo el comerciante Juan Antonio Gutiérrez, recibiéndose de abogado en Quito, donde dejó una bien sentada fama de jurisconsulto y orador" pues tenia inteligencia y personalidad, a la par de conocimientos. Posteriormente se trasladó a Guayaquil y siguió ejerciendo la abogacía.

Su don de gentes, natural elegancia y perfecta educación, prontamente le convirtieron en la figura infalible en las fiestas de las principales familias, mereciendo la clientela de todas las personas del comercio de la plaza, particularmente de los extranjeros, cuyas lenguas hablaba.

En 1847 actuó de Fiscal en el proceso seguido en Manabí contra el Cap. James William, quien había sido segundo Gobernador de las Islas Galápagos (después del General Villamil) acusado de haber participado en la búsqueda de un entierro de objetos de plata en la isla Floreana, pertenecientes a la goleta de guerra peruana Washington, cuyo comandante y demás Jefes fueron asesinados por la tripulación que se amotinó.

En 1857 figuró de miembro fundador de la Logía Filantrópica con Ángel Roditti, Antonio Neumane, José María Molestina Roca, Pedro Camacho, José María Urbina Viteri, etc.

En 1861 fue aprehendido por orden del Presidente García Moreno. Viola no había querido defender al General Flores en el pleito de su hacienda en Babahoyo. Después patrocinó varios juicios contra Pedro Pablo García Moreno. Existían motivos de inquina personal en su contra. "Viola fue remitido a Quito con orden de que lo expulsaran al Napo. En Quito le atormentaron en la barra de grillos en compañía del Comandante Santacruz y a pretexto de que era soberbio e indomable". Parece que fue expulsado a Colombia porque estuvo en Otavalo; sin embargo, regresó pronto porque en 1862 obsequió a la recién fundada Biblioteca Municipal de Guayaquil un hermoso escritorio y cuatro volúmenes que aún se conservan. Por entonces figuraba entre los opositores al Presidente García Moreno, con cuya política autoritaria y despótica no congeniaba, considerándola abusiva en extremo.

En Junio de 1865 Urbina invadió el Golfo de Guayaquil. Su flota se componía del vapor Guayas, del Washington y del Bernardino y de varios buquecitos de vela. Al saberlo, García Moreno abandonó la capital, pasó a Guayaquil y alistó una escuadra que puso bajo las órdenes del Comandante Juan Manuel Uraga y el día 26 derrotó a las urbinistas en aguas de Jambelí, tomó veintisiete prisioneros que examinó por separado y sin fórmula de juicio los hizo fusilar en cubierta, primero a 2, luego a 12, finalmente a la vista de la Isla Puná a los 13 restantes. Entre los fusilados se contó el joven Buenaventura Vallejo, de no más de 17 años de edad, que acompañaba a su padre el Coronel José Vallejo Mendoza, Prócer de la Independencia, para ayudarlo, porque a dicho notable hombre público le faltaba una pierna desde los gloriosos combates de La Elvira en marzo de 1845 y se apoyaba para caminar en su hijo.

El 28 de junio desembarcó García Moreno en Guayaquil y ordenó el destierro de Viola. También dictó un bando; "Cárcel a los que se encuentre llorando por las victimas de Jambelí, pues todos deben bendecir a Dios por el triunfo". Esa noche, leyendo los papeles requisados en uno de los buques, halló una carta de una página de extensión dirigida por el Dr. Viola al General Urbina, con nombre del beneficiario supuesto para evitar que fuera abierta en el correo. Después se ha escrito que iba cifrada, pero Roberto Andrade que la tuvo en sus manos y la leyó, afirma que esto no es verdad.

Además se encontró otra carta de Viola enviada al quiteño Dr. Yerovi, desterrado a Lima, pero inocente de la invasión. Ambas misivas tenían por causa el ser Viola abogado de esas familias, aparte de que por su intermedio se remitían pequeñas cantidades de dinero para aliviarles en algo la penosa situación del exilio, pero García Moreno necesitaba sangre para mantener aterrorizados a los guayaquileños y llamó a Viola a la Gobernación, mostrándole la primera carta le preguntó si era suya. A la contestación "Si señor" le dijo "Entonces Ud. es un traidor y será fusilado a las cinco de la tarde".

La noticia se extendió por los barrios y muchos opinaron que se iba a cometer un crímen porque la Constitución prohibía la pena de muerte por delitos políticos y según otra disposición del mismo órgano, si el Presidente se ausentaba de la capital a determinada distancia, todas las atribuciones pasaban al Vicepresidente de la República y él no quedaba sino como los demás ciudadanos.

Durante el día llovieron en favor de Viola numerosas demandas de clemencia. Los Cónsules extranjeros, varios sacerdotes, banqueros, comerciantes, amigos políticos del Presidente y hasta su anciana madre Mercedes Moreno de García pidieron por él, pero el muy engreído, sintiéndose la divina pomada, a todos contestó "A las cinco de la tarde será fusilado".

El Obispo Dr. José Tomás de Aguirre insistió en la inconstitucionalidad del castigo y García Moreno, volviéndose a un cierto jesuita extranjero que castallenizó su apellido en tierras de América por el de Franco, que estaba allí presente, inquirió su opinión ¡Salus Pópuli! fue la respuesta, que quería significar que todo se puede hacer, hasta cometer un crimen, dizque por cuidar la salud del pueblo. Tan insólita como sanguinaria respuesta dio lugar a que Monseñor Aguirre le dirigiera una mirada de asombro y pena al mal sacerdote, antes de retirarse entristecido, del salón de la Gobernación.

Mientras tanto Viola seguía en el interior del cuartel de Artillería, incomunicado y con cadenas Al iniciarse la tarde pidió que le quitaran las esposas de las manos porque desesaba escribir a su novia Felisa Vargas, señorita de sociedad con quien pensaba contraer matrimonio, pero no se le permitió. Después dejaron que ingresara una persona a quien dictó su testamento y unas cuantas líneas dirigidas a ellas. En eso entró un sacerdote "a ayudarlo a bien morir" y lo rechazó. A las cuatro y media de la tarde de ese fatídico 29 de Junio de 1865 fue llevado a las afueras de la ciudad donde le quitaron las esposas. Los soldados le hicieron arrodillar como traidor y fue fusilado por la espalda en la esquina noroeste de las actuales calles 9 de Octubre y Boyacá, esquina del Banco del Austro. Caído al suelo, agonizó varios minutos junto a un hormiguero "y antes que la vida se extinguiera, las hormigas le cubrían todo el cuerpo y para matarlo fue necesaria una segunda descarga. A nadie se le permitió asistir a su entierro". Y como también se le negó cristiana sepultura, actualmente se ignora dónde fueron a parar sus restos.

Esa noche la ciudad permaneció en tinieblas y ninguna persona se atrevió a salir a las calles por temor a ferocidad del tirano, que andaba suelto y persiguiendo otras víctimas. La novia de Viola enloqueció -dicen que de pena y otros que de la impresión al conocer el triste fin de su prometido- y transitaba la pobrecita, toda desmañada, por los callejones estrechos y tortuosos de Ciudavieja, aquellos que desaparecerían en 1896 con el Incendio Grande, causando lástima y conmiseración.

Los esposos Aguirre Aspiazu eran sus compadres, una de cuyas nietas me mostró hacia 1960 un retrato antiguo del Dr. Santiago Viola, dedicado a los abuelos de ella, que guardaba casi con veneración, como si se tratara de una reliquia, porque consideraba que Viola era una "mártir inocente".

Viola "era un caballero y al propio tiempo un hombre de estudio". Su asesinato provocó la reacción del elemento pensante del país. En Quito, el Nuncio Apostólico Monseñor Francisco Tavani se negó a oficiar una Misa de Acción de Gracias en la Catedral, indicando que su Ministerio era de paz. Pedro Moncayo escribió un artículo para que fuere publicado en la República Argentina, como efectivamente ocurrió, pues salió en la "Revista de Buenos Aires" y ocasionó la indignación de ese civilizado país. El erudito bibliógrafo José Domingo Cortés, en su Monumental Diccionario Biográfico Americano compuso su biografía y le calificó de Mártir y el Senador por Buenos Aires, Dr. Félix Frías, denunció el crimen al Senado, pero todo quedó en la más absoluta impunidad, como sucede siempre con las malas acciones cuando son ejecutadas por los poderosos.

José Joaquín Pino de Ycaza en su "Romance de la Mamita Lola", Guayaquil, 1951, escribió el siguiente párrafo: ll ¡Viola! que al tirano/ horas ha, dijera:/"Césares no brotan/ en tierras de América.".../ mientras la Valdivia, /su "ya acabó" clama, /pájaros de muerte/ circundan en llamas/ la testa de novia/ de Felisa Vargas,/y el "Ave Maria"/ anida, extremada,/ del Obispo Aguirre/ en la boca cárdena! El sacerdote Miguel Franco nació en 1.819 en Turín y quedó huérfano de padre a temprana edad. Tuvo dos hermanos llamados José y Segundo y fueron criados con mucho amor por su madre. Todos ingresaron al sacerdocio y se hicieron jesuitas. Sus hermanos fueron redactores de la revista "La Civilita Católica". En 1860 fue enviado en misión a Guatemala y tras una corta permanencia en dicha República pasó al Ecuador y ocupó el rectorado del Colegio San Vicente del Guayas cuando este fue entregado a los jesuitas. Entonces tuvo gran ascendiente sobre García Moreno a quien visitaba el puerto principal, haciendo las veces de consultor en toda clase de asuntos, inclusive los políticos.

Después del fusilamiento de Viola sufrió el vacío social de las familias más connotadas de Guayaquil que le reprochaban su actuación en ese crímen y tuvo que alejarse a Quito, donde fue rector del Colegio jesuita y cuando en 1870 la Compañía tomó a cargo el Colegio Seminario de Cuenca, pasó a dirigirlo. En Cuenca trabajó bien, se mantuvo tras el asesinato de García Moreno y fundó la Sociedad de Beneficencia que tanta ayuda prestó a los campesinos azuayos durante la terrible sequía que agostó esos campos entre 1882 y 1883.

Muerte

Sintiéndose mal de salud en 1888 se retiró de toda actividad y falleció tras larga enfermedad a principios de 1891. De no haber sido por su desafortunada intervención en el fusilamiento de Viola su memoria sería recordada con veneración en el Ecuador pues fue un cumplidor exacto de sus labores; pero el fanatismo imperante en esos tiempos, que fueron de activas luchas político religiosas, obnubiló su recto criterio y le llevó a participar en un crimen. Su equivocación ha sido magistralmente reseñada en la pequeña obra de teatro "Salus Pópuli" de Víctor Manuel Rendón Pérez.

Fuente

  • Artículo: Santiago Navarro Viola. Disponible en: "diccionariobiograficoecuador.com". Consultado: 23 de febrero de 2012.

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