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La  intertextualidad aparece en varias formas y cumpliendo diferentes  funciones. Condé acude a un texto ajeno pero bien conocido del canon  hegemónico de la literatura estadounidense, la obra de teatro  [[The  Crucible]], de [[Arthur Miller]], mayormente conocida como [[Las brujas de Salem]]. Ella desmonta la historia, confronta durante todo el relato  las diferencias entre las expresiones, el pensamiento, los valores de la  cultura afrocaribeña de la que es portadora su protagonista, con  puritana y fanática. Es importante la selección del personaje de Tituba  como protagonista, que la pone en el centro de los acontecimientos, para  el discurso hegemónico Tituba es un personaje subalterno, incluso se  minimiza su protagosnismo en los documentos que se refieren a los  sucesos de Salem y que se conservan en los Archivos del Condado de  Essex. En la novela, Tituba reflexiona varias veces sobre ese punto y  demuestra que es consciente de que fueron su presencia y acciones en  Salem las que desataron los acontecimientos. Es uno de los motivos  principales para que ella se decida a contar la historia, siempre en  primera persona.  
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La  intertextualidad aparece en varias formas y cumpliendo diferentes  funciones. Condé acude a un texto ajeno pero bien conocido del canon  hegemónico de la literatura estadounidense, la obra de teatro  [[The  Crucible]], de [[Arthur Miller]], mayormente conocida como [[Las Brujas de Salem]]. Ella desmonta la historia, confronta durante todo el relato  las diferencias entre las expresiones, el pensamiento, los valores de la  cultura afrocaribeña de la que es portadora su protagonista, con  puritana y fanática. Es importante la selección del personaje de Tituba  como protagonista, que la pone en el centro de los acontecimientos, para  el discurso hegemónico Tituba es un personaje subalterno, incluso se  minimiza su protagosnismo en los documentos que se refieren a los  sucesos de Salem y que se conservan en los Archivos del Condado de  Essex. En la novela, Tituba reflexiona varias veces sobre ese punto y  demuestra que es consciente de que fueron su presencia y acciones en  Salem las que desataron los acontecimientos. Es uno de los motivos  principales para que ella se decida a contar la historia, siempre en  primera persona.  
  
 
Aunque basada en los mismos hechos  históricos en que se basó Arhur Miller para su pieza teatral, es  evidente que Condé urde su propia historia y que sus propósitos van más  allá: denunciar la intolerancia de la sociedad puritana. Hace énfasis en  el problema racial y profundiza en el odio que Tituba desata entre  aquellas gentes fanáticas. La sola presencia de una esclava negra, su  color estigmatizado por la [[Biblia]] como representación del mal, su  manera de actuar y relacionarse con la naturaleza y con los seres  humanos que la rodean, tratando de hacer el bien a pesar de la  hostilidad de aquel entorno.
 
Aunque basada en los mismos hechos  históricos en que se basó Arhur Miller para su pieza teatral, es  evidente que Condé urde su propia historia y que sus propósitos van más  allá: denunciar la intolerancia de la sociedad puritana. Hace énfasis en  el problema racial y profundiza en el odio que Tituba desata entre  aquellas gentes fanáticas. La sola presencia de una esclava negra, su  color estigmatizado por la [[Biblia]] como representación del mal, su  manera de actuar y relacionarse con la naturaleza y con los seres  humanos que la rodean, tratando de hacer el bien a pesar de la  hostilidad de aquel entorno.
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Condé, siguiendo las características de la  tradición oral, no solo utiliza y reelabora las leyendas y las  anéctodas, sino que las crea, inspirándose en las formas, en el  procedimiento rituales, sin temor a mesclarlos a veces con elementos que  recuerdan a otras culturas.
 
Condé, siguiendo las características de la  tradición oral, no solo utiliza y reelabora las leyendas y las  anéctodas, sino que las crea, inspirándose en las formas, en el  procedimiento rituales, sin temor a mesclarlos a veces con elementos que  recuerdan a otras culturas.
  
A diferencia de otros  autores, [[Maryce Condé]] adopta siempre el punto de vista de la mujer.  Analiza con lucidez de la historia, el entorno político o la situación  de discriminación con un enfoque de género hasta en las más sutiles  manifestaciones de las relaciones humanas. Entre las técnicas narrativas  características de la literatura escrita por mujeres, están el  testimonio, la biografía, el relato va más allá de lo personal y se  convierte en exposición de una experiencia colectiva del periodo en que  se desarrolla la historia.  
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A diferencia de otros  autores, [[Maryce Condé]] adopta siempre el punto de vista de la mujer.  Analiza con lucidez de la historia, el entorno político o la situación  de discriminación con un enfoque de género hasta en las más sutiles  manifestaciones de las relaciones humanas. Entre las técnicas narrativas  características de la literatura escrita por mujeres, están el  testimonio, la biografía, el relato va más allá de lo personal y se  convierte en exposición de una experiencia colectiva del periodo en que  se desarrolla la historia.
  
 
==La autora y su obra==
 
==La autora y su obra==

Revisión del 10:58 23 may 2012

Yo, Tituba, la bruja negra de Salem
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Yo, Tituba la....jpg
En Yo, Tituba… el lector quedará atrapado por las muchas y apasionantes peripecias. No le dará respiro el ritmo trepidante. Lo seducirá la diafanidad del estilo. Quedará prendado de la raigal y poderosa poesía.
Título originalMoi, Tituba, sorcíere... Noire de Salem
Autor(a)(es)(as)Maryse Condé
Editorial:Fondo Editorial Casa de las Américas
Diseño de cubierta:Pepe Menéndez
Corrección:Clara Hernández
ColecciónLiteratura Latinoamericana y Caribeña
GéneroNovela
ImprentaImprenta Federico Engels
EdiciónReinier Peréz-Hernández
ISBN978-959-260-327-1
Yo, Tituba la bruja negra de Salem, de Maryse Condé recrea la “autobiografía” de Tituba, personaje involucrado en los tristemente célebres procesos de brujería de Salem, a finales del siglo XVII. Se trata de la esclava de Barbados que fue acusada, junto a otras mujeres, de hechizar a unas cuantas muchachas del pequeño pueblo. El saldo de la intriga fue trágico: casi una veintena de personas fueron ahorcadas.

Antes de comenzar la lectura de Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, el lector se topa con una singular confesión de su autora, Maryse Condé: “Tituba y yo hemos vivido en estrecha intimidad durante un año. En el curso de nuestras larguísimas conversaciones me ha contado estas cosas que ella no le había confiado a nadie”. Y esa naturalidad con que habla de lo sobrenatural nos acompañará durante todo el libro. Se trata de la primera obra de Condé publicada en Cuba, que ocupa el número 168 en el catálogo de la colección Literatura Latinoamericana y Caribeña.

Introducción

Más allá de los referentes históricos, no resulta una historia desconocida: muchos de sus protagonistas ya lo fueron del célebre y extraordinario texto teatral de Arthur Miller, Las Brujas de Salem. De hecho, Condé dialoga sin prejuicios con esa obra, otorgándole voz a uno de sus más polémicos personajes: Tituba, la “bruja” negra que “confiesa” su crimen y, de paso, “arrastra” a otras víctimas.

Desde las primeras páginas es evidente la vocación reivindicativa: Condé está plenamente identificada con su heroína y no vacila en "justificarla" hasta las últimas consecuencias. Es que para la autora Tituba es símbolo incuestionable de una injusticia, de un drama ignominioso: la esclavitud, el racismo, la estigmatización de una cultura.

Pero también es un peculiar ejercicio historiográfico: al escoger como protagonista a Tituba, personaje olvidado por los historiadores, Condé reclama el derecho de los “pequeños” a narrar la historia del mundo. En Yo, Tituba… el lector quedará atrapado por las muchas y apasionantes peripecias. No le dará respiro el ritmo trepidante. Lo seducirá la diafanidad del estilo. Quedará prendado de la raigal y poderosa poesía.

Pero hay que ir más allá de la anécdota. Como en Las brujas de Salem, en Yo, Tituba... saltan a la vista sus múltiples connotaciones, su diálogo enfático con el aquí y el ahora. Afortunadamente han quedado atrás los días en que alguien podía ir a la horca solo por contar historias de brujas, magia y transmigraciones. Pero otras de las calamidades que Tituba narra siguen siendo asuntos pendientes de nuestra época.

Argumento

“Un marino inglés violó a Abena, mi madre, en la cubierta del Christ the King, un día de 16... cuando el navío navegaba hacia Barbados. De aquella agresión nací yo. De aquel acto de odio y desprecio”. Así comienza la novela Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, de Maryce Condé. Narrada en primera persona, es la propia protagonista, Tituba, quien cuenta el martirio de su madre adolescente, casi una niña, violada, humillada ante toda la marinería salvaje del barco negrero. Es una de esas escenas típicas del calvario de la mujer africana esclavizada. Una pesadilla que se repetirá en los caminos marítimos de la trata, de África de las colonias del Nuevo Mundo, y que marcará para siempre a Tituba.

Los personajes de esta novela pertenecen al mundo de los esclavizados. Seres trasplantados brutalmente de sus raíces que, para sobrevivir en las condiciones carcelarias de la plantación, no tuvieron más remedio que desarrollar mecanismos de adaptación y resistencia. Sin embargo, encontraron medios para preservar lo más preciado: sus creencias y valores. Los acontecimientos principales de Yo, Tituba... se desarrolla en el ámbito caribeño, en Barbados, la isla natural de la heroína. Pero el destino la hace embarcarse en un viaje de ida y vuelta que la llevará desde las cálidas aguas del Caribe hasta las frías tierras Nueva Inglaterra, hoy Massachusetts, donde reinaba el puritanismo protestante más ortodoxo y brutal.

En la cultura africana, el viaje también tiene carácter iniciatico, lo que algunos antropólogos llaman rito de pasaje. El Caribe, el mar y sus islas son el escenario en el que comienza la aventura de la protagonista. Tituba emprende su viaje en el momento en ue sale de la adolescencia y conoce el amor de John Indio, por quien comienza a trabajar en la casa principal del ama de su amante. Es así que entra en el mundo de los blancos tras haber recibido los saberes esenciales que le trasmitió su madre adoptiva, la africana y sabia Man Yaya, quien la inicio en un “conocimiento superior”. A partir de ese momento, Tituba experimenta un aprendizaje sin duda doloroso y traumático, al sufrir el sometimiento de la condición esclava. Es a su regreso de este viaje hacia la madurez que Tituba logra la trascendencia. En primer lugar, el reencuentro con la isla, con la naturaleza que ella no conocía bien al partir y que ahora ve con otros ojos. Después de este viaje, ella logra también el prestigio, la gloria entre los suyos, en el mundo que realmente pertenece y en el que su condición de bruja posee una connotación positiva, muy diferente al ambiente puritano donde fue condenada. En Barbados, ejerce la sabiduría que le fue legada por Man Yaya. Sobrevivió a las más crueles pruebas y se preservó para la misión de ayudar, curar y luchar al lado de los suyos.

En las religiones de origen africano, la muerte no es un final, sino un cambio, un paso en la existencia de los seres humanos. La entrada a una dimensión de la realidad donde se logra la eternidad. Las iniciaciones confirman la relación entre los vivos y los muertos, que permanecen en este, el único mundo existente. Un elemento muy presente en toda la novela es e de la magia. Tanto Tituba como Man Yaya son calificadas como “brujas” por las concepciones de la cultura occidental, sin embargo, en realidad son mujeres de conocimiento que utilizan la sabiduría y los poderes sobrenaturales en función de hacer el bien. Desde otro punto de vista la magia es una segunda explicación de todos los acontecimientos, desde los más sencillos de la vida cotidiana hasta los más trascendentes. La historia del Caribe se cuenta mediante una combinación de mitos, para muchos verdaderos relatos de la historia. Detrás de algunos de esos hechos hay una explicación, otra, mitológica, que es la que el pueblo sustenta y en la que muchas veces cree. Esta es una características de las culturas africanas transculturadas a esta parte del mundo.

Man Yaya inicia a Tituba en esas prácticas mágicas: “Me enseño las plegarias, las letanías, los gestos propiciatorios. Me enseño a transformarme en el pájaro posado en la rama […]. Me enseño sobre todo los sacrificios. La sangre, la leche, los líquidos esenciales”. Muerta ya, Man Yaya regresa cada vez que Tituba la invoca, y la sigue ayudando en un aprendizaje que no cesa. Tituba tiene el don de la sensibilidad para esta otra forma de conocimiento, pero es Man Yaya quien la guía por este camino que seguirá hasta el final, quien la ayudará en el transito de la vida a la muerte. Tituba incluso llegará a superarla en poder.

No es casual que, a diferencia de la mayoría de los personajes de la novela, de origen ashanti, Condé describa a Man Yaya como nagó. Este hecho le confiere una connotación especial, los sacerdotes y sacerdotisas de esa antigua etnia gozan de un gran prestigio en el África occidental, y muchos elementos de esta cultura, religión y las prácticas mágicas de ese pueblo aparecen en el trasfondo de la sabiduría de Man Yaya. En uno de esos momentos en que la integridad de Tituba se ve amenazada y ella tiene la necesidad de defenderse, apela al espíritu de Man Yaya, Tituba le desea la muerte a Susana Endicott, el ama de John Indio, la sabia insiste “No te dejes llenar por los espíritu de venganza. Utiliza tu arte para servir a los tuyos y aliviarlos” […] “Incluso si muere, tu destino se cumplirá. Y habrás vaciado tu corazón. Te habrás tornado igual a ellos que no saben más que matar, destruir”.

La autora muestra al final la evolución psicológica de Tituba, que ha sido traicionada por sus amantes John Indio y Christopher, aunque no la dejó invadir por la militancia feminista. Logra personajes nada maniqueos en las relaciones de Tituba con los personajes femeninos: el ama Parris, la niña Betsy y la adúltera Hester. Hay en todo momento un componente de humanidad, un espacio donde logra concentrarse a través del amor al semejante, de la solidaridad, el deseo de hacer el bien e incluso del sacrificio por el otro. Incluso cuando parecen que estos valores van a primar, echan los sentimientos sembrados durante años por el puritanismo: miedo, hipocresía, represión. Esta en un mundo donde reina el Diablo, temido e invocado todo el tiempo de una manera obsesiva, contrastando los valoresy la manera de actuar de Tituba. Por ellos es siempre tracionada.

La autora no idealiza los personajes, unos y otros tienen sus contradiciones. A veces entrampados entre las circunstancias extremas que amenazan su sobrevivencia y las limitaciones de su formación y creencia, que no pueden llegar superar. En los casos de John Indio y Christopher, el jefe de cimarrones, los dominan la simulación y la vanidad, respectivamente. Aunque victama ellos mismos del régimen esclavista, son capaces de traicionar a los suyos. En cambio el comportamiento del ama Parris y de las niñas está condicionado por las circunstancias, por el miedo y por los valores inculcados a ellas que no pueden llegar a superar. En Benjamín, el judío, personajes generoso y sensible al misterio que le muestra a Tituba, prima, sin embargo, la capacidad extrema para el sufrimiento.


La intertextualida en la obra

La intertextualidad aparece en varias formas y cumpliendo diferentes funciones. Condé acude a un texto ajeno pero bien conocido del canon hegemónico de la literatura estadounidense, la obra de teatro The Crucible, de Arthur Miller, mayormente conocida como Las Brujas de Salem. Ella desmonta la historia, confronta durante todo el relato las diferencias entre las expresiones, el pensamiento, los valores de la cultura afrocaribeña de la que es portadora su protagonista, con puritana y fanática. Es importante la selección del personaje de Tituba como protagonista, que la pone en el centro de los acontecimientos, para el discurso hegemónico Tituba es un personaje subalterno, incluso se minimiza su protagosnismo en los documentos que se refieren a los sucesos de Salem y que se conservan en los Archivos del Condado de Essex. En la novela, Tituba reflexiona varias veces sobre ese punto y demuestra que es consciente de que fueron su presencia y acciones en Salem las que desataron los acontecimientos. Es uno de los motivos principales para que ella se decida a contar la historia, siempre en primera persona.

Aunque basada en los mismos hechos históricos en que se basó Arhur Miller para su pieza teatral, es evidente que Condé urde su propia historia y que sus propósitos van más allá: denunciar la intolerancia de la sociedad puritana. Hace énfasis en el problema racial y profundiza en el odio que Tituba desata entre aquellas gentes fanáticas. La sola presencia de una esclava negra, su color estigmatizado por la Biblia como representación del mal, su manera de actuar y relacionarse con la naturaleza y con los seres humanos que la rodean, tratando de hacer el bien a pesar de la hostilidad de aquel entorno.

Existe una enorme documentación sobre los procesos de Salem que puede ser consultada. Condé tuvo acceso a esta documentación y no dudó en utilizarla para enriquecer la trama de la novela, introduciendo literalmente fragmentos de los interrogatorios a que fue sometida Tituba.

En medio de ello, otras historias le sirven para enriquecer ciertas subtramas referidas al destino de otros personajes, cuyas vidas les permiten desarrollar no solo las injusticias que genera la discriminación, sino también poner sobre la textura literaria el pensamiento del feminismo. Se trata de la de la historia de la adúltera Hester Prunne, de la novela La letra escarlata, de Nathaniel Hathorne; y la de Benjamín Cohen d Azevedo, a través del cual se conocen los avatares de la persecusión y éxodo del pueblo judío. De hecho, en la historia real, el asesinato de los hijos de Cohen, a quien ella sirvió tras salir de la cárcel, dio lugar a la creación del primer cementerio dio en los Estados Unidos.

En la novela se apropia, conscientemente o no, de la tradición oral de la cultura afrocaribeña. Estos relatos, mitos, fórmulas mágicas y otros, trasmitidos por medio de la oralidad, debe ser considerado como textos. A la hora de demostrar la intertextualidad de ese elementos de la oralidad de la novela, se nos presenta una problemática interesante, pues la mayoría de los enfoques teóricos sobre la intertextualidad se refieren a la apropiación de textos ajenos o propios, pero siempre escritos.

Condé, siguiendo las características de la tradición oral, no solo utiliza y reelabora las leyendas y las anéctodas, sino que las crea, inspirándose en las formas, en el procedimiento rituales, sin temor a mesclarlos a veces con elementos que recuerdan a otras culturas.

A diferencia de otros autores, Maryce Condé adopta siempre el punto de vista de la mujer. Analiza con lucidez de la historia, el entorno político o la situación de discriminación con un enfoque de género hasta en las más sutiles manifestaciones de las relaciones humanas. Entre las técnicas narrativas características de la literatura escrita por mujeres, están el testimonio, la biografía, el relato va más allá de lo personal y se convierte en exposición de una experiencia colectiva del periodo en que se desarrolla la historia.

La autora y su obra

Maryce Condé nació el 11 de febrero de 1934 en Pointe-a-Pitre, Guadalupe. Es una de las figuras mas relevantes de la literatura caribeña contemporánea. La novelistica de Maryce Condé debemos situarla en el contexto de la producción literaria caribeña, la cual posee amplios antecedentes en el ámbito de las antillas francó fonas. Ya desde el siglo xix, Haití desarrolla una fuerte literatura autóctona. Sin embargo, en Guadalupe, Martinica y las otras colonias francesas surge la literatura muy pobre.

Aunque Maryce Condé es más conocida por su novelística, es una excelente y prolífica dramaturga que inició su carrera literaria justamente por el teatro, con Le Morne de Massabielle en 1970, Dieu nous la donne en 1972 y Mort d Olewumi d Ajumako en 1973. Quince años despues, en 1988, Conde regreso al teatri con Pension les Alizes, un año después escribe Antan revolisyon, con motivo del bicentenario de la Revolución Francesa. En esta obra histórica ocupa un lugar relevante la gran gesta del pueblo haitiano. Conde a escrito mas de diez piezas teatrales, que van desde el género trágico hasta la comedia, pasando por el drama histórico social, sus obras ofrecen un cuadro muy crítico de la sociedad de Guadalupe. Incluso se la acusado de abordar aspectos considerados tabú en ese contexto.

Así, por ejemplo, Dieu nous la donne aborda el tema del incesto: “En la familia antillana es muy frecuente el incesto. Nadie habla de eso, ¿por que? Me gusta hablar siempre de las cosas que otros callan”.

Otros temas, como el de la prostitución, aparece en Pension les Alize, en este Conde define la figura tan denigrada de las prostitutas y la conceptúa como victima y madre al mismo tiempo. En una de sus obras mas recientes, Comme deux freres, introduce el tema de la homosexualidad. Sin duda alguna, Maryce Condé ha encontrado en el teatro un medio mas inmediato de comunicación con el público.

En sus primeras novelas se advierte la huella de sus vivencias en africa. Une saison a Rihata (1981) narra la historia de Verónica, una joven caribeña que, casada con un alto funcionario africano, se enfrenta a los vicios de la corrupción. Este argumento se asemeja a muchos a las experiencias de Conde en África y tiene algunos elementos que pudieran parecer autobiográficos, pero que la autora a negado. Sus novelas históricas Segon: Les murailles de terre (1984) y Segon: La terre en miettes (1985) se convirtieron en best sellers y situaron a la autora como una de las mayores figuras de la literatura caribeña contemporánea. Ambas narran la saga de los Traore, la familia real Segou (hoy perteneciente a Mali), y abordan el enfrentamiento de ese reino a la trata negrera, el islam, el cristianismo y el colonialismo francés entre 1797 y 1860. Una de las características de la novelísticas de Condé es su forma de apropiarse de la cultura o de los elementos de la cultura extranjeras, siempre a partir de su interés más propio y por tanto, con más o menos respeto y conciencia de ello.


Fuente

  • Condé, Maryce. Yo, Tituba, la bruja negra de Salem. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas, 2010.
  • Inés María Martiatu Terry, "Pról". Maryce Condé. Yo, Tituba, la bruja negra de Salem. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas, 2010.