La esperanza
Valiente
1
Esperanza, teologal
virtud crecida en mi pecho,
y confianza hasta en el lecho
de la tragedia final.
Fortaleza espiritual
con las dudas en porfía,
pues sin ello no sería
el hombre vivo exponente
de lucha; y por consiguiente
el mundo se estancaría.
3
Cuando sorda y despiadada
la suerte nos abandona;
cuando todo nos traiciona
y en firme no queda nada;
cuando con fría mirada
la crueldad nos intimida,
la esperanza florecida
de virtudes milagrosas,
nos llena el alma de rosas
y sueños para la vida.
5
En todo lo que se mueve
hay una esperanza en pie,
y tiene junto a su fe
sueños de vapor la nieve.
Cuando trágico y aleve
el dolor, abriendo heridas,
destroza y silencia vidas,
ella, desde sus arcanos,
es un cuerpo con cien manos
moviendo cosas dormidas.
7
Novia cernida de estrellas
con una tiara de luz
para el hombre que en la cruz
dejara indelebles huellas.
Mano abstracta que las bellas
rutas del triunfo señala;
rosa que perfume exhala
hasta en la entraña del lodo,
eso es la esperanza en todo,
resumen de sueño y ala.
9
Casi que un adolescente,
Martí sufre en la cantera
el rigor que nadie hubiera
soportado heroicamente.
La negrura del presente
se siembra un feliz mañana,
porque como una campana
bronceada, en su pecho ardía
la esperanza que sería
libre la tierra cubana.
11
Cuando la callosa mano
del labriego tierras labra
y no dice su palabra
su intenso dolor humano,
abre el surco, deja el grano
en sus entrañas caer,
con la esperanza de ver
florecida su labranza:
ahí fue sudor la esperanza,
fue trabajo y fue deber.
13
Y cuando un niño ha nacido,
al que Dios su luz prodiga,
junto con él, una espiga,
de esperanza ha florecido.
Para los padres ha sido
un feliz alumbramiento;
y a partir de ese momento,
cuanto se agita en la cuna
–llanto o risa–, todo es una
esperanza en movimiento.
15
Cuando el látigo implacable
de las dudas nos fustiga,
la esperanza más que amiga
es la hermana inseparable.
Su influencia respetable
tiene la virtud del vuelo;
confianza frente al recelo
que nos sorprende y nos crispa
como una razón de chispa
rompiendo la acción del hielo.
17
Novia de la primavera
dándose en savia y retoño,
cuando en la angustia de otoño
se entristece la pradera.
Tu verde en el campo impera
igual que el agua en el río;
no te detiene el estío
y más en llegar persistes
cuando un dolor de hojas tristes
le da vueltas al bohío.
19
Aquí no hay un corazón
donde no esté la esperanza
creciendo en fuerza y confianza
como en sueños de ilusión.
Lo mismo está en la pasión
como en el juicio sereno,
porque paz y desenfreno
son fuerzas en desafío,
cuando ha tenido un vacío
la esperanza de estar lleno.
|
Naborí
2
La esperanza, siempre buena,
es una mujer encinta,
risueña, con una cinta
verde sobre la melena.
En sus manos de azucena
lleva capullos y granos;
y sonríe a los humanos
como luz entre lo oscuro,
sabiendo que está el futuro
en su vientre y en sus manos.
4
¿La esperanza? La esperanza
no retrocede jamás…
Dice el pesimismo: “¡Atrás!”
Y ella: “Caminante, avanza,
no cejes, que en lontananza
el sol que buscas descuella.”
Y el hombre sigue su huella
hasta que encuentra la suerte,
o lo sorprende la muerte
con la mirada en su estrella.
6
Abrió su caja secreta
Pandora, y se le fugaron
los Males que se adueñaron
de los hombres y el planeta…
Desde entonces, triste, inquieta,
la humanidad sufre y llora;
pero sueña con la aurora
de perpetua bienandanza,
porque aún está la Esperanza
en la caja de Pandora.
8
Es la Esperanza inmortal
el día recién nacido;
es la postura en el nido
y el botón en el rosal;
es el maná celestial
que cayó sobre el Desierto;
es la vida de lo muerto
y el dulzor de los abrojos;
es un niño con los ojos
fijos en un libro abierto.
10
La esperanza es una oruga
–fino estuche sin abrir–
donde late un porvenir
de alas en risueña fuga.
¡Cómo la frente se arruga
por una interrogación
cuando –minúsculo avión,
flor con alas, mariposa–
pasea de rosa en rosa
la dulce realización!
12
La esperanza es un pichón
–sangre de tecla y campana–
donde palpita un mañana
de plumas y de canción.
Un día, desde el jergón
del nido, algo se levanta,
y de una dulce garganta
surge un trino enamorado:
es un sueño que ha emplumado
vela, se detiene y canta.
14
Cuando vientos otoñales
verifican el presagio
campesino, en un naufragio
de cosechas y animales,
llora el guajiro sus males
sobre una caída palma;
pero una vez en la calma,
Ella –promesa de flores–
dice con siete colores
la paz de cielo y del alma.
16
¿Quién dio a Colón el anhelo
insomne de navegar
hacia donde forma el mar
un vértice con el cielo?
¿Quién endulzó su desvelo
salado de mar profundo?
¡Ella!, que ante un rubicundo
sol, ante un verde exquisito,
gritó ¡Tierra! y fue su grito
heraldo de un nuevo mundo.
18
Ella nace el mismo día
que el hombre; crece con él;
le dice: “La vida es miel
y el panal está en tu vía.”
El hombre no desconfía
de su promesa eternal;
y si no halla su ideal
por todo el camino largo,
muere con el labio amargo
y el sueño junto al panal.
20
Campesino y proletario
ansiosos de libro y pan,
junto a la esperanza, van
por el nuevo itinerario.
Ahora es la cruz, el calvario,
la búsqueda cotidiana,
pero mañana, mañana
lirios parirá el espino,
tocado por el destino
nuevo de la especie humana.
|
El Campesino
Naborí
1
Oh, campesino!, mirada
escrutante que se pierde
por toda una noche verde
que no sabe de alborada!
Persisten en tu morada
miserias precoloniales,
pues cual hojas otoñales
sobre tus melancolías
van descendiendo los días
lentos, pesados, iguales.
3
El tiempo se ha detenido
en ti, guajiro de acero,
por lo que hasta tu sombrero
tiene el color del olvido.
El progreso ha convertido
en ciudad más de un batey,
y ha mecanizado al buey,
a la carreta, al arado,
pero tú sigues parado
en la hora siboney.
5
Hay un monstruo feudalista
que sólo caña procura
y lleva en su sangre impura
diabetes capitalista.
Sordo, voraz, egoísta,
no tolera otro sembrado,
y por él, por su pecado,
el tiempo muerto es tan frío
como un caldero vacío
sobre un fogón apagado.
7
Hay otro monstruo sombrío
que en sus apetencias de amo
no quiere dejar un tramo
de tierra para un bohío.
Toma la loma, el bajío,
el río, los callejones,
derriba nobles horcones
y echa familias hambrientas
a las rutas polvorientas
que van a las poblaciones.
9
Cuando la zafra termina
cesan el “tiro” y el “corte”.
¡Cuánto champaña en el Norte!
En mis campos, ¡cuánta ruina!
Aquí la gota de harina,
el parásito, el dolor;
allá, ríos de licor
en pipas de grifo abierto…
¡Ay, sombra del tiempo muerto,
tiempo muerto y matador!
11
¡Oh, machetero –ciclón
que tumba y se tumba él!
Tumbas la caña de miel
y ella te tumba el pulmón.
Te viertes en profusión
de sudor por cada poro…
Caña, caña es tu tesoro,
pero hay una mano extraña
que te roba sangre y caña
para transfusiones de oro.
13
Jamás es tuyo, veguero,
el tabaco que es tan tuyo.
Tú le enciendes un cocuyo
en el labio al mundo entero.
Embriagas al extranjero
con la hoja más escogida;
pero una boca homicida
en el festín de un atraco,
como se fuma el tabaco
también te fuma la vida.
15
Hombre laborioso que
sobre el lomo de la sierra
le descubres a la tierra
el milagro del café:
trabajas con honda fe
y tu premio siempre ha sido
penas que han ennegrecido
el espejo de tu vida,
como cuando en agua hervida
echan tu pulmón molido.
17
Los afanes invasores
de la caña y el ganado
tierra casi no han dejado
para los frutos menores.
Pequeños agricultores
sin depósito de frío,
transporte ni regadío,
van a los intermediarios
como arroyos tributarios
que van a morir al río.
19
Eres, oh, tierra profunda
de quien te hace florecer,
del modo que es la mujer
del hombre que la fecunda.
El que de sudor te inunda,
el que te labra y te cuida,
debe vivir de tu vida
y ser tu dueño y señor…
No hay escritura mejor
que una mano encallecida.
|
Valiente
2
Campesino, tierra en pie
con surco de arriba abajo,
el oro de tu trabajo
lo amasa quien mal te ve.
El que no sabe el porqué
de tu mano encallecida,
y derrocha y dilapida
el fruto de tu dolor;
con burlas para el sudor
de tu ropa percudida.
4
Ninguna voz llega al alma
de Cuba como tu voz,
cortante como la hoz,
guajira como la palma.
En esas noches de calma
afiebradas por Vulcano,
tu voz sale por el guano
huyendo, como si fuera
un pájaro que le huyera
a la jaula del verano.
6
Cuba eres tú, campesino,
con tus manos laboriosas;
tú estás en todas las cosas
hondas del patrio destino.
En el dolor del camino
triste del desalojado,
en la reja del arado,
en la polaina, el machete
y el herido caballete
de un bohío abandonado.
8
Tu voz de engaños dolida
se queda en la guardarraya:
alguien le impide que vaya
al Palacio, y ser oída.
El que te exprime la vida
te amarra la voz también,
porque su holganza y su bien
tienen puntos elevados,
mientras más encarcelados
tus sentimientos estén.
10
La escuela rural no llega
más allá de cinco millas
de donde hiriendo rodillas
el político la entrega.
Allá en el monte, en la vega,
a respetable distancia,
llora de olvido una infancia,
y el eco de sus sollozos
se pierde en los calabozos
sombríos de la ignorancia.
12
En la vivienda con techo
de guano y piso de tierra,
manos de sombras te cierra
la portada del Derecho.
Tus hijos bajo el acecho
del parásito maldito,
claman justicia, y su grito
no más que mofas recibe
del indolente que vive
en Palacio de granito.
14
Cuando la maternidad
dice a la mujer que hay entre
el espacio de su vientre
viva una felicidad…
Allá en triste soledad,
tierra adentro, la mujer
campesina ve nacer
a su niño en triste cuna,
al aire, al sol, a la luna
queriendo otra estrella ser.
16
Los caminos vecinales
han sido una frustración;
el estrecho callejón
y tus penas son iguales.
Y cuando aguas torrenciales
inundan siembra y camino,
¿quién eres tú, campesino?
Un preso incomunicado…
¿Será porque el hombre honrado
no merece otro destino?
18
El político, funesto
mercader de tu conciencia,
para su concupiscencia
siempre es ánimo dispuesto.
Si te enfermas, está presto
a llevarte al hospital;
te lleva… cura tu mal
los médicos que has pagado;
y él, con eso te ha comprado
lo más puro: el ideal.
20
Tu día no es este día
de luz y música y fiesta:
el día de tu protesta
no ha llegado todavía.
Tu grito de rebeldía
será la mejor tonada;
y Cuba estará empinada
en el marco de tu base,
porque el triunfo de tu clase
es la patria liberada.
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