La cabina (cortometraje de 1972)

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La cabina
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drama, suspenso, terror y surrealismo | Bandera de España España
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Narra la progresiva angustia de un hombre que se queda atrapado en una cabina telefónica
Estreno13 de diciembre de 1972
GuiónAntonio Mercero, José Luis García
DirectorAntonio Mercero
Dirección de FotografíaFederico G. Larraya
RepartoJosé Luis López Vázquez, Agustín González, Goyo Lebrero, Tito García, Carmen Martínez Sierra, Carmen Luján, María Vico, Felipe Martín Puertas, José Montijano, Blaki, Antonio Moreno, José Miguel Aguado, José Manuel Hoyos, Moisés García
Premios*1973: Emmy: Mejor programa de ficción
  • 1973: Fotogramas de Plata: Mejor actor en telefilm (José Luis López Vázquez).
ProductoraTelevisión Española (TVE).
PaisBandera de España España
Sitio web
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La cabina. Cortometraje de género de ficción y drama realizado por el cineasta español Antonio Mercero Juldain en 1972, distribuido y producido por Televisión Española (TVE), con una duración de 34 minutos, cuenta la historia de un hombre que se queda atrapado en una cabina telefónica. Denuncia el franquismo ante detenciones ilegales injustificadas o ante la falta de libertad de expresión, así como la inoperancia de las fuerzas de seguridad, de las autoridades o funcionarios, ya sean policías o bomberos.

Sinopsis

La historia de este cortometraje realizado para la televisión cuenta la progresiva angustia de un hombre (José Luis López Vázquez) que se queda atrapado en una cabina telefónica. Lo que en principio parece un contratiempo sin trascendencia, se convierte poco a poco en una situación tan inquietante y terrorífica que provoca en el hombre una desesperación y una angustia sin límites.

Deriva en un género de terror psicológico, que puede verse una solapada denuncia del franquismo ante detenciones ilegales injustificadas o ante la falta de libertad de expresión, suprimiendo la capacidad de López Vázquez para hacerse oír con la palabra, lo que le empuja paradójicamente a una interpretación sobresaliente, basada únicamente en gestos corporales. También puede detectarse otra denuncia, en clave caricaturesca, a la inoperancia de las fuerzas de seguridad, de las autoridades o funcionarios, ya sean policías o bomberos.

Argumento

El argumento desarrolla una parábola kafkiana concebida en forma de relato corto por el escritor Juan José Plans.

A primera hora de la mañana, unos operarios instalan una cabina telefónica en medio de una plaza. Más tarde pasa por allí un hombre que acompaña a su hijo a la parada del autobús escolar. Cuando su hijo se va en el autobús, el hombre pasa junto a la cabina y decide entrar a realizar una llamada. Sin que se dé cuenta, la puerta se cierra tras él. El hombre se da cuenta de que el teléfono no funciona y se dispone a salir, pero descubre que la puerta está atascada y no se abre. Intenta abrirla repetidamente, pero no lo consigue. Dos hombres que pasan por allí y le ven intentan ayudarle abriendo desde fuera, pero no lo consiguen. La situación atrae la atención de un número cada vez mayor de transeúntes, que se van congregando alrededor de la cabina para observar al hombre y los intentos de sacarle. Varias personas (un hombre corpulento y forzudo, otro hombre con un destornillador y dos policías) intentan abrir la puerta, pero ninguno lo consigue. Finalmente llegan los bomberos, que tratan de romper el techo de cristal de la cabina y sacarle por ahí, pero cuando se disponen a hacerlo, llegan los mismos operarios que instalaron la cabina, la desmontan y la suben a su camión, con el hombre todavía encerrado en su interior.

La multitud sonríe y despide alegremente al hombre. Este solo puede observar impotente cómo es transportado a través de la ciudad. Intenta pedir ayuda a las personas que le ven, pero la gente solo sonríe, le saluda o se ríe de él. El camión se detiene en un semáforo junto a otro camión que transporta otra cabina igual, con otro hombre atrapado en su interior. Ambos hombres intentan comunicarse, pero no pueden. Tras un largo viaje, el camión llega a un misterioso almacén subterráneo donde el hombre ve cómo se construyen y preparan cientos de cabinas iguales a la suya. La cabina es elevada con un imán y depositada en un montacargas, que la transporta a través del almacén, lleno de cabinas que contienen cadáveres y restos momificados de otras personas atrapadas. El hombre intenta desesperadamente salir pero no puede escapar. La cabina es depositada junto a las demás en el almacén y el hombre ve junto a él al otro hombre que había visto atrapado en otra cabina durante su viaje, que se ha suicidado ahorcándose con el cable del teléfono. Angustiado y desesperado, el hombre se derrumba en el interior de la cabina hasta quedar fuera de plano.

La película finaliza con los mismos operarios instalando otra cabina igual en la misma plaza dejándola con la puerta entreabierta, preparada para la siguiente víctima.

Análisis del argumento

Esta película es una historia kafkiana con trazos de surrealismo y tono absurdo-pesimista que aborda la incomunicación, alienación y desesperación del ciudadano en una sociedad aborregada e indiferente que puede llegar incluso a gozar cruelmente con el sufrimiento de los demás. Algunos incluso quieren ver alegorías políticas sobre el régimen dictatorial pero bueno, eso es fabular y reducir de forma baladí conceptos existenciales y de convivencia que hoy mismo pueden darse en cualquier comunidad de individuos convertidos en masa (o en gente) por el poder político.

Escena (José Luis López Vázquez) atrapado en la cabina telefónica

Con una duración de 34 minutos, se divide en dos partes: la primera ya esbozada, con el momento del encierro del protagonista en la cabina y el circo que se monta a su alrededor, y una segunda, una extraña road-movie por las calles de Madrid, sus alrededores y extrarradios, además de por unas turbias, oscuras y subterráneas instalaciones que sirven maravillosamente para pasar del estupor al terror y, prácticamente, a la ciencia ficción, bajo los sones de El triunfo de Afrodita, de Karl Orff.

Este cortometraje del director español Antonio Mercero Juldain ha tenido el honor de haberse convertido en uno de los cortos que mayor repercusión de crítica y público ha conseguido en la historia del cine de este país. En cuanto a la crítica, fueron numerosos los premios internacionales conseguidos en su momento, entre ellos el Emmy al mejor telefilm; en cuanto al público, financiado por la televisión pública española y difundido a través de ese medio por primera vez el 13 de diciembre de 1972, originó en muchos ciudadanos tal impacto e inquietud que durante bastante tiempo se intentaba evitar la llamada a través de cabinas telefónicas públicas, ante el temor de quedar encerrados en las mismas.

Todavía, si se pregunta a quien tuvo la oportunidad de deleitarse y aterrorizarse con este estreno, recuerda con claridad la claustrofobia e inquietud padecida, además del tono en el que vieron la película: en blanco y negro. En realidad, fue rodada en color, con un intenso tono rojizo amenazador de la propia cabina, pero el dato nos sirve para acercarnos al bajo desarrollo económico que se había alcanzado en ese momento en el país, todavía en la era de la dictadura franquista, grisácea y opaca, que, si bien empezó en aquellos años su emisión televisiva en color con esporádicos acontecimientos, la nueva técnica no se implantó completamente hasta 1977.

Producción

La cabina era uno de los 13 pasos por lo insólito que Antonio Mercero, Horacio Valcárcel y José Luis Garci se propusieron para trabajar juntos en algún proyecto, sin embargo el proyecto nunca llegó a realizarse. A pesar de ello Mercero persuade a los directivos de RTVE para que realizase el mediometraje poniendo como motivo el éxito de su serie Crónicas de un pueblo. Entonces los directivos decidieron aceptarlo como premio al éxito de dicha serie sobre la base de que "La serie anterior no era más que propaganda del Franquismo". A pesar de ello, los censores de la época se quejaron porque salía un ministerio, pero Mercero la volvió a ver y les dijo que era la estación de los Nuevos ministerios y se quejó. Sin embargo el corte se realizó finalmente. Tras ser aprobado el proyecto se encaminaron a elegir al protagonista y casi único personaje de la historia. En abril de 1972 ambos fueron de viaje a Nueva York y, tras subir la Estatua de la Libertad, a ambos les vino la idea de que fuera José Luis López Vázquez quien debería encarnar al personaje. Garci lo quería porque le recordaba a los italianos Marcello Mastroianni y Vittorio Gassman por saber mostrar momentos cómicos y trágicos a la vez, mientras que Mercero buscaba a un mimo que pudiera ser capaz de hacer los gestos para representar las situaciones del personaje. José Luis López Vázquez recibió el guion durante el rodaje de la película de Pedro Lazaga El Vikingo, cuando lo leyó se enamoró de la historia y le dijo a su representante, José María Gavilán, que hablase con los que había hecho compromisos, para que estos se pospusieran y él pudiera rodar la película. El rodaje comenzó el 17 de julio de 1972 y se siguió prolongando durante el mes agosto del mismo mes llevándose a cabo en la Plaza de Arapiles (en donde da comienzo la película), los Scalextric de Atocha, los pasos subterráneos, algunas avenidas madrileñas de reciente construcción, la periferia madrileña, los descampados de la ciudad, en algunos parajes de Portugal, las instalaciones de la Presa de Aldeadávila y la Terminal de carga del Aeropuerto de Barajas. Durante el rodaje José Luis López Vázquez tuvo miedo mientras se encontraba dentro de la cabina, a pesar de ello, su interés por la obra hizo que se mostrara disciplinado y aportara ideas durante el rodaje. Que la cabina telefónica fuera pintada de un color rojo se debió a que era para crear angustia, también se cambió la parte de cristal por plástico ya que éste era más difícil de romper y se abría si se rodaba de frontal para que le entrara aire a López Vázquez debido al asfixiante calor. La banda sonora era muy importante en la película debido a que en muchas partes de la obra no hablan los personajes. Para la escena final se decidió utilizar El triunfo de Afrodita de Karl Orff, sin embargo el director no le pidió permiso para poder usarla y Orff le demandó, sin embargo el juicio se cerró favorablemente para Mercero.

Interpretación del mediometraje

Los críticos de la época interpretaron la obra de maneras muy diversas, desde que era un planteamiento político con una crítica a la Dictadura franquista hasta una película religiosa simbolizando el helicóptero al Espíritu Santo. Sin embargo Antonio Mercero afirmó que tanto él como José Luis Garci querían encaminarse más al terreno del cine de terror o de ciencia ficción que a este tipo de planteamiendo aunque si bien la definía como «una parábola abierta a todo tipo de interpretaciones, y según la sensibilidad, cultura y formación de cada uno, se interpretará de forma distinta». Entre las críticas que observan a la sociedad española de por entonces están el uso de la fuerza como medio para solucionar los problemas, la incompetencia de los servicios públicos o el ridículo de la autoridad. A pesar del tiempo y de que la crítica del momento la interpretara como lo explica, con los años se ha dado la valoración de película de terror psicológico. El psicólogo José Antonio García Higuera interpretó la cabina telefónica como una cueva de la que podemos salir pero que no queremos por miedo al exterior.

Crítica

Magistral metáfora sobre la dictadura que sorprendentemente sorteó la censura franquista: la historia es tan impactante -sin necesidad de segundas lecturas- que los censores no detectaron la brutal crítica al sistema, una cabina transparente que angustia y asfixia emocionalmente al individuo. Un telefilme de sencilla factura pero tan sorprendente como enormemente influyente, tanto en España como en el extranjero.

Premios

Reparto

Cartelera comercial de la película.

Datos del director

Antonio Mercero Juldain. Director y guionista de cine y televisión, uno de los directores más emblemáticos y "familiares" que ha dado la gran y pequeña pantalla, inmejorable carrera cinematográfica, repleta de éxitos y de experimentos interesantes en campos tan amplios como el cortometraje, el mediometraje y el largometraje. Merecedor de numerosos premios. Es el padre del también guionista de televisión Antonio Santos Mercero. En 2009 le detectaron Alzheimer. [1]

Fuentes